Nuevos relatos publicados: 18

Ella en la fiesta de Halloween

  • 5
  • 15.779
  • 9,70 (40 Val.)
  • 3

Esto me sucedió en carne propia hace justo un año atrás, en el viejo mundo donde aún se podía salir sin peligro y reunirse sin problemas.

Un amigo no muy cercano organizó una fiesta, usando Halloween sólo como excusa para juntar gente en su piso a beber y algo más. Me había comprometido a ir, pero la verdad no tenía mucha gana, no conocía a ninguna de las personas invitadas y llegó esa hora donde el instinto me pedía quedarme en casa, comer basura y ver una peli, pero junté voluntad y decidí darle una oportunidad.

Al llegar mi amigo abrió la puerta y antes de terminar de saludar ya me había abandonado a mi suerte en la entrada, sin dar un paso aún recorrí el lugar con la mirada observando a los desconocidos hasta que la vi a ella.

No puedo estar seguro que fue lo que me atrajo porque esto sucedió en un ínfimo instante, ella no vestía muy provocativa en particular, ni puedo decir si poseía alguna característica destacable, la verdad es que... no recuerdo su aspecto. Lo único que se ha fijado en mi memoria es esa primitiva sensación que me invadió cuando mis ojos se cruzaron con los suyos y lo que voy a relatarte a continuación.

Fui directo a servirme un trago con la excusa de pararme junto a ella, su presencia era intimidante, las manos me temblaban cómo si fuera un adolescente juntando fuerzas para hablar con una chica por primera vez. Preparar ese trago me tomó más tiempo que el que nunca me había tomado servir un vaso, donde tenía un atisbo de ella por el rabillo del ojo. Decidió facilitarme las cosas y rompió el tenso silencio.

─Hola.

Su saludo recorrió mi espalda como un rayo que impactó directo en mis rodillas, algo que no había sentido hace décadas, no entendía porque esta mujer tenía este efecto en mí.

─¿También has venido sólo? ─vuelve a dirigirse a mi en ausencia de mi respuesta.

─Eh, si, si... he venido sólo. ─respondí atragantándome con las palabras. ─Y hola.

Ella se sonrió manteniendo un contacto visual intenso, sin quitarme la mirada de encima y continuó tratando de mantener la charla con el deplorable ser que se le presentaba enfrente.

─Mira, es que no conozco a nadie aquí y me siento un poco fuera de lugar.

─Me pasa lo mismo, la verdad es que casi no vengo.

Ella levantó su copa hacía mi y dijo.

─Un brindis por los intrusos entonces.

Choqué mi copa contra la de ella, el vidrio emitió un fuerte sonido. En ese instante me di cuenta que lo que escuché no eran el brindis sino el ascensor que había llegado a la planta baja y las puertas se abrían para que ella y yo salgamos.

─¿Vamos?

Me preguntó ella mientras trataba de ubicarme confundido por la situación, ni siquiera recuerdo haber bebido cómo para pensar que había algo en la copa. La seguí desposeído de mi voluntad para hacerme más preguntas, pero es bastante confuso que sucedió durante ese tiempo, caminamos por la ciudad, compartimos algún otro trago, quizás fuimos a bailar, nos besamos, subimos a un taxi. Sólo flashes, nada concreto hasta que entramos en su habitación.

Me invitó a su cama y me quitó la ropa, acarició mi rostro y mi pecho. Se quitó ella también sus prendas y se subió sobre mí cuando estaba sentado al borde de la cama, en mi espalda el ardor de sus uñas arañándome muy profundo me trajo otra vez a la realidad, aunque ella seguí dominando la situación mientras yo no podía más que aceptar lo que sucedía, dejarme llevar por sus deseos. Luego me empujó y arañó mi pecho con sus uñas increíblemente filosas, las marcas rojas cruzaban todo mi torso, pero el dolor sólo hacía que me sintiera más atraído por ella, aunque no eran cosas que me hayan gustado nunca en ese momento, de la forma en que ella lo hacía era increíble.

Luego comenzó a besar mi cuerpo, desde debajo de mi ombligo subió lentamente probando cada centímetro de mi y cuando llegó a mi cuello clavó con fuerza sus colmillos. En ese momento entendí que estaba sucediendo, no era una noche de conquista, no era un momento de romance o sexo, era una noche de cacería y yo era la presa, estaba en la boca del lobo y ya no podía escapar, no obstante lo más extraño de todo es que mientras drenaba la sangre de mi cuerpo no sentía más que un placer y un éxtasis indescriptible, no quería que se detenga, deseaba que continúe hasta la última gota. Entonces, ese fue el momento en que morí.

Nunca supe la razón porque me abandonó allí mismo, quizás era parte de su ritual, su morbo, su fetiche. Tal vez pensó que no iba a sobrevivir por mi cuenta por lo que no debería preocuparse, ni bien saliera el sol no sería más un problema. Debo haber tenido suerte porque me mantuve lo suficiente para aprender las cosas más básicas y entender mi nueva realidad, los medios y el conocimiento general ayudaron bastante a adivinar algunas cosas.

Lo importante es que ya entendí que sucedió esa noche, es por eso que te cuento todo esto, por si te sientes perdida cuando termine contigo, haré lo posible por ser cuidadoso y dejarte suficiente para que no pases a este lado, pero no puedo prometer nada, en el fondo la verdad es que todavía no sé cómo algunas cosas funcionan.

(9,70)