Nuevos relatos publicados: 6

Ella: Levante

  • 28
  • 4.861
  • 10,00 (3 Val.)
  • 0

Copa américa.

“niña ahí fuera te espera un tal ignasi y está buenísimo”

Este fue el recibimiento que le hizo pablo, su maquillador, nada más terminar el informativo de las tres de la tarde:

-¿ignasi? No conozco a ningún ignasi en valencia –contestó ella con los ojos cerrados delante del gran espejo del set de maquillaje.

Con motivo de la celebración de la copa américa de vela su cadena iba a permanecer todo el fin de semana realizando los informativos desde valencia.

-pues me ha dejado su tarjeta. –pablo se la tendió y ella abrió un ojo para leer el nombre.

Ignasi cambrils.

-¿no me digas que nacho está ahí fuera? –soltó la presentadora al ver la tarjeta y reconocer el nombre completo.

-niña, ¿qué te ha “pasao” que se te ha “cambiao” la cara? –preguntó el maquillador con cierto asombro.

-pablo, es que nacho es un íntimo amigo de la infancia. Vivíamos en el mismo barrio, íbamos al mismo colegio y al mismo instituto. Y hace unos años que no nos vemos. –aclaró al fin la mujer a su amigo.

Efectivamente, nacho, era su amigo del alma. Habían vivido en la misma urbanización de adosados. Sus familias eran amigas. Les había pasado de todo juntos e incluso tuvieron un pequeño rollo en el instituto que nunca llegó a cristalizar en nada, pero siempre había existido cierta tensión sexual nunca resuelta por la estrecha amistad entre ellos. Después cada uno optó por una carrera. Él hizo derecho y ella periodismo. Empezaron a perder contacto cuando él se fue a londres. Después algún encuentro esporádico en madrid o visitando a las familias. Pero el último había sido diez años atrás.

Salió a toda prisa de su camerino (ya vestida de calle) y fue al set que se había preparado para las visitas. Ahí estaba su amigo, esperando de pie. Llevaba un pantalón de lino blanco y una camisa de rayas también de lino con unas chanclas. Era un tipo que superaba el metro ochenta de altura, fibroso, pelo castaño, ojos azules, muy guapo y un moreno envidiable. Al verle, a ella se le dibujó una sonrisa en la cara que le hacía estar radiante:

-¡nacho! –llamó su atención y se fundieron en un gran abrazo.

-¡estás impresionante! Guapísima, mucho más que en la tele. –alabó el hombre mientras la observaba de arriba abajo.

-¿pero qué haces aquí? –preguntó ella con curiosidad –quiero decir, que pensaba que estarías por cualquier sitio del mundo. No sabía que estuvieses trabajando aquí en valencia.

-pues mira, mi empresa tenía un negocio aquí cerca y me enteré que veníais a cubrir esto de la copa américa de vela. Tampoco tenía claro que tú vinieras.

-¿has comido? –preguntó ella a modo de invitación –vamos a algún sitio.

-eso quería yo –le dijo él –invitarte a comer.

-¿conoces valencia?, yo no –apuntó la amiga.

-sí claro. Vamos en mi coche.

Desde el set de los informativos frente al puerto deportivo cruzaron a un parking subterráneo en un edificio alto que estaba al otro lado de la avenida y buscaron su coche. Era un aston martin virage volante en color verde inglés con el interior en beige:

-¿éste es tu coche? Vaya, si que te va bien, ¿no? –preguntó muy sorprendida la presentadora al identificar el vehículo.

-sabía que con tu afición automovilística, ésta preciosidad no pasaría desapercibido. Es mío pero lo paga la empresa. –contestó el abogado mientras se acomodaban en el interior.

Bajó la capota haciendo de la silueta del coche una escultura aún más bella. Arrancó y salieron a la calle buscando algo más tranquilo que el puerto deportivo. Tras varias vueltas por las calles de valencia, por fin el aston martin enlazó con la carretera que llegaba a la playa de el saler. Nacho callejeaba con soltura a los mandos del deportivo. Después de quince minutos de viaje, el hombre aparcó el vehículo en el parking de un restaurante junto a una preciosa playa mediterránea. Aquí fue recibido por el dueño con un efusivo abrazo. Sin duda, nacho visitaba con frecuencia esta ciudad.

Les condujo hacia un salón en el interior del local y les sentó en una mesa junto a una gran ventana con unas vistas preciosas de la playa. Tras unos entrantes, el camarero les trajo una típica paella valenciana para los dos. Ella que tenía un hambre feroz agradeció el delicioso olor del arroz. Nacho que se definía como un sibarita eligió para beber un torre muga 2004 que anunció como el mejor rioja.

Efectivamente, nacho siempre había sido un tipo al que le encantaban los placeres y con la edad se le había acentuado. Adoraba el lujo. Y mucho más en su posición. Cuando se fue a londres a terminar la carrera de derecho coincidió en la universidad con el hijo de un importante jeque del petróleo. Pronto se hicieron íntimos amigos. Éste había sido educado en occidente. Primero en un importante colegio suizo y después en londres donde terminó la carrera de derecho. Estaba siendo “diseñado” para hacerse cargo del departamento jurídico de la empresa petrolera de su familia. Durante esos años de universidad, nacho y el jeque se hicieron inseparables y trabaron una amistad que duraría de por vida.

Acabada la carrera en londres, nacho volvió a barcelona donde empezó a trabajar en el bufete de uno de los socios de su padre. Mientras, el jeque se fue a nueva york a realizar un mba de comercio internacional los siguientes dos años. Durante ese periodo el contacto entre ellos siguió siendo muy estrecho, así nacho fue invitado a las macro fiestas que el árabe se montaba en estado unidos. El español tan solo tenía que estar disponible ya que los gastos del viaje corrían por cuenta del petrolero.

Ni que decir tiene que en las fiestas no faltaba de nada. Las top models del momento eran invitadas, así como los hijos de las familias más ricas. Las juergas eran muy conocidas en la gran manzana y en alguna que otra ocasión tuvo que aparecer la policía ya que el desfase se volvía incontrolable.

Ella oía la narración de su amigo embelesada por la buena vida que se había pegado. Tomó su copa y apuró de un sorbo el resto del vino. Deleitándose con el sabor aterciopelado de éste y dando la razón a la afirmación de nacho de que era el mejor vino de rioja. O por lo menos el mejor que ella había probado. El hombre le comentó que lo descubrió en un viaje a parís por motivos de trabajo. En un restaurante español al que fue invitado por un alemán que acababa de cerrar un muy buen negocio con la empresa petrolera que él representaba. Y es que nacho trabajaba en el departamento jurídico de la empresa del jeque, quién le llamó para unirse a su negocio nada más llegar de nueva york y hacerse cargo del departamento jurídico de la petrolera de su familia.

Tras dos horas de agradable charla en la que se pusieron al día de sus situaciones familiares, ella su reciente separación y él se confesó soltero empedernido, decidieron volver a valencia a tomar algo. A final de la tarde cuando ella se disponía a despedirse él la invitó a un tercer cutty sark ya que le quería proponer una cosa. La periodista le miró un poco extrañada:

-no te asustes, mujer –le dijo nacho con voz tranquila.

-¿qué me vas a proponer? Tengo hotel para este fin de semana aquí.

Él le comentó que su estancia en valencia se debía a un motivo laboral. Durante la celebración de la copa américa de vela la empresa del jeque había cerrado un negocio con una firma de maquinaria de extracción alemana y para celebrarlo había montado una fiesta en su palacio de mallorca:

-¿una fiesta de ésas en las que no falta de nada? –preguntó ella con ironía mientras hacía pasar su dedo por el filo de la copa de balón con su whisky.

-no faltará de nada pero cada cual consumirá lo que quiera –contestó él ofreciéndole posibilidades.

La mujer aceptó la invitación y se dispuso a terminar la bebida al tiempo que él le explicaba como llegar a mallorca. Tendrían que ir al aeropuerto donde tomarían un helicóptero que les llevaría al barco privado del árabe. Éste había zarpado a primera hora de la tarde rumbo a la isla. Navegarían durante toda la noche y por la mañana llegarían a la costa este de la isla de palma para desembarcar en el palacio del jeque. A ella, el plan le pareció muy bueno y aunque traía la idea de relajarse, ¿quién le diría no a una juerga en la que no faltaría de nada...?

La travesía.

El helicóptero se posó en la cubierta de popa del pequeño trasatlántico del jeque. Desde el aire la majestuosa masa de acero blanco iluminada con multitud de pequeñas bombillas en la inmensidad del mar le pareció de película. Una vez que se paró el rotor del aparato pudieron bajar y dirigirse al interior. Pese a la buena temperatura que hacía esos días ella notó un poco de frío al recibir la brisa marina en alta mar y corrió hacia dentro del barco.

Tras alojarse en un camarote muy parecido al del crucero de las islas griegas, nacho la llevó a dar una vuelta por todo el barco. En el bar comieron algo rápido antes de llevarla a la sala de fiestas. Ésta era una estancia grandísima similar a una discoteca. La iluminación a base de pequeñas luces halógenas de colores y una gran bola en el techo le daba un aire, en su opinión, demasiado retro. En una pequeña cabina un dj pinchaba la música. Por los impresionantes equipos de sonido sonaba a todo volumen my favorite game de the cardigans. Y en el centro de la pista una cantidad de gente impresionante bailaba. Según nacho, todos los peces gordos y el jeque ya estaban en mallorca mientras que el resto de invitados estaban en el barco. Había un gran número de chicos y chicas jóvenes guapísimos y con cuerpos de escándalo. Sin duda modelos contratados para la ocasión. Pero sobre todo le llamó la atención una pareja que bailaba desenfrenada en el centro de la pista.

La mujer, era una rubia impresionante de metro ochenta de altura, alemana de ojos verdes y pelo corto. Iba con un vestido ajustado negro que marcaba perfectamente su 110 de pecho y apostaría a que no llevaba ropa interior. Restregaba su culo por la entrepierna de un negro de dos metros y más de cien kilos de peso con pinta de pivot de los lakers que le comía el cuello mientras la “teutona” echaba la cabeza hacia atrás. El tipo tenía unos ojos grandes, labios carnosos, sonrisa perfecta. La cabeza rapada le daba un aspecto de “segurata” que por momentos asustaba. Era ββ, pronunciado en inglés bibi. Ésto era el acrónimo de black big o en español gran negro, debido a sus descomunales proporciones. Aunque la leyenda decía que le apodaron así debido al tamaño de su miembro. El negro había sido “marine” de los estados unidos durante tres años. Cuando el jeque le conoció durante la guerra del golfo en arabia, le propuso ser su jefe de seguridad personal. Se había convertido en uno de los hombres de su confianza. Por supuesto en estas fiestas tenía barra libre. Andrea, la rubia alemana, en cuanto lo vio se le antojo y él no iba a defraudarla...

Después de unos bailes y unas copas ella y nacho estaban acaramelados en un rincón:

-hace un poco de frío en el barco, ¿no? –preguntó la mujer con los ojos entornados.

-bueno si quieres digo que suban la calefacción –respondió él con cara de inocente.

-entonces, ¿me vas a dejar dormir sola...? –volvió a preguntar mimosa.

Su amigo con su irresistible sonrisa la miró a los ojos. Se le acercó lentamente y fue buscando su boca para besarle. Ella esperaba impaciente el contacto con unos labios que ansiaba desde hacía mucho.

Entraron en el camarote de él y en penumbra sin encender la luz se besaron de forma apasionada antes de comenzar a desnudarse. Se puso de manifiesto la tensión sexual entre ambos acumulada durante años de amistad y que por distintas razones no habían podido aplacar nunca desde aquel pequeño rollo de la adolescencia. Pero esta noche, en la intimidad del camarote de nacho, en un pequeño trasatlántico en mitad del mediterráneo iban a poner fin a tantos años de espera.

El hombre sentado en la cama acariciaba el suave cuerpo de la presentadora al tiempo que lo comía a besos. Ella permanecía a horcajadas sobre él, también deleitándose con caricias sobre el cuerpo de su amigo de la infancia. Recorrió su ancho pecho y sus hombros para luego descender por su bien marcado abdomen y terminar juntando sus manos en torno a su largo pene. No lo tenía muy grueso pero si era bastante largo. Se entretuvo con los rizos negros de su vello púbico antes de comenzar a masturbarlo lentamente, tirando de la piel y liberando su glande rojo en forma de flecha. El hombre comenzaba a gemir al tiempo que seguía recorriendo el maravilloso y ansiado cuerpo de su amiga. Apenas rozaba su espalda y descendía hasta sus redondas nalgas. Pasaba los dedos por la raja de su culo notando el calor que desprendía.

La mujer dirigió la cabeza del pene de nacho hacia la hendidura de su vulva de la que ya manaba una cantidad considerable de fluidos y poco a poco fue empalándose. La incrustó en sus entrañas. La longitud del miembro hacía que la penetración fuera muy profunda. Se agarró al cuello de su montura respirando muy fuerte antes de comenzar a cabalgar sobre él. Nacho sentía el calor que desprendía aquel coño a lo largo del tronco de su verga y cómo ella apretaba los músculos internos haciendo que se estrechara alrededor. Seguía abrazándola por la cintura y comiéndole las tetas mientras su amiga apoyada en sus hombros comenzaba una salvaje cabalgada con gritos de placer. Los pelos de la parte superior de la polla rozaban con su clítoris y se estaba excitando mucho más. Le tumbó sobre su espalda y apoyando sus manos en su torso continuó con su movimiento de cadera. Los jadeos de él traspasaban las paredes del camarote notando como la punta de su pene llegaba al fondo de aquel deseado sexo. Ella se tiró sobre él sin dejar de botar y le mordió el cuello:

-córrete dentro, vamos –le susurró al oído.

En un par de movimientos más de su cadera nacho no pudo aguantarse y vertió su semen caliente dentro de la vagina de su amiga periodista. Quién notando al calor de la leche de su amante se corrió de gusto junto a él. Durante unos minutos permanecieron en silencio. Ella sobre él, abrazados, sudando, notando como sus corazones latían fuertes. El olor a sexo perfumaba toda la estancia. Durmieron abrazados

El palacio del jeque.

El barco ancló frente a una pequeña cala bajo un acantilado. Aunque estaba a cierta distancia de la costa, desde la cubierta superior se veía en lo alto del acantilado una majestuosa edificación.

No pudo ocultar que se sentía algo nerviosa antes de subir al helicóptero que les llevaría definitivamente al palacio. Todo era demasiado secreto para ser una fiesta. Su móvil estaba apagado, como le había pedido nacho, desde que subieron al barco y no volvería a encenderlo hasta que llegara a su casa. Su amigo le cogió con las manos por la cintura y le besó la mejilla. Aunque confiaba en él y había aceptado gustosa la propuesta, no podía negar que algo de miedo sentía. Aunque más que miedo era una sensación de vértigo.

Subieron cinco personas. Ellos dos, ββ y dos de sus hombres de seguridad. Al elevarse el aparato notó un cosquilleo en el estómago. Era la segunda vez que montaba en un helicóptero y a decir verdad no era tan confortable como parecía. A medida que se acercaban a la costa, nacho le hacía indicaciones para que viese el impresionante palacio al que se dirigían. Lo primero que vio al acercarse fue un inmenso jardín casi como medio campo de fútbol, con una gran piscina con parte de ella incrustada en el edificio. Antes de tomar tierra el aparato rodeó el palacio por su ala izquierda para llegar a una pista circular con una gran h blanca sobre fondo azul. Una vez bajaron comenzaron a andar por una gran pasarela de gravilla blanca flanqueada por dos jardines botánicos lleno de especies rarísimas de todo el mundo.

A medida que se acercaban la construcción era más espectacular. La fachada principal tenía unos cuarenta y cinco metros de ancho y unos diez de altura. En el centro una gran puerta de madera de dos hojas en blanco con las iniciales del propietario, ab, entrelazadas y hechas de oro macizo a modo de tiradores. A cada lado de la puerta había dos columnas de mármol blanco que sostenían un capitel triangular en el que había tallado una inscripción en árabe:

“el pasado se fue, lo que esperas está ausente pero el presente es tuyo.”

Una vez dentro del edificio, lo primero que vio fue una fuente en forma de estrella de ocho puntas alicatada con pequeñas losas talladas y diferentes colores que formaban distintas figuras geométricas, en el centro de un hall amplísimo para hacer recepciones. El suelo era de mármol negro que reflejaba como un espejo. La planta baja tenía forma de u. En el ala izquierda se encontraban las cocinas, el comedor y una gran sala de fiestas con dos grandes cristaleras desde las que se podía acceder al jardín y a la piscina. En el ala derecha estaba la biblioteca, una sala de proyecciones y un bar. Justo a la espalda de la fuente había dos escaleras semi circulares que subían a la planta alta. Entre las escaleras estaba el acceso a la parte cubierta de la piscina. En la parte de arriba se encontraban los diez dormitorios de que constaba el edificio junto a un gimnasio y la suite principal de más de cien metros cuadrados con jacuzzi y un ventanal con vistas al jardín y el mar. Tras toda esta ruta, nacho la llevó al garaje del jeque para que se pudiera deleitar con una colección más propia de la hemeroteca de una publicación de motor que de un particular.

Éste se encontraba en la parte baja del edificio. Era una amplia sala con el suelo de losas alternas en blanco y negro que daba una sensación de pulcritud casi obsesiva. Cuando se encendieron todas las luces halógenas el brillo de aquellos automóviles era casi deslumbrante. La colección en sí consistía en:

288 gto rojo, xj220 verde, eb110 azul, f-40 rojo, 959 gris plata, 911 turbo burdeos, countach rojo, diablo violeta, varios rolls royce, continental gt azul marino, vanquist verde, db5 gris, quattroporte vino tinto, alfa spider de la primera serie blanco y 8competizione rojo sangre. Solo alguien con una afición automovilística como ella podía apreciar tal acumulación de obras de arte.

Por último estuvieron paseando por el amplio jardín con el mirador hacia la cala del acantilado. Ella le comentó que estaba un poco nerviosa por todo aquello. Todo se escapaba a su imaginación. Él le explicó:

-cada vez que el jeque cierra un buen negocio se celebra una macro fiesta secreta. Los invitados son las partes firmantes y por supuesto en estas fiestas hay de todo. Por eso es imprescindible que todo lo que pase aquí en las próximas horas no salga de aquí. Sé que pedirte esto siendo periodista es difícil pero confío en nuestra amistad.

Buscando los límites.

Aquello parecía sacado de una película. Ella creía estar en medio de una alucinación. Creía flotar en el aire. Levitar. Parecía estar en estado gaseoso cuando se movía libremente entre toda aquella gente que la ignoraba por completo.

En el ala derecha de la planta baja, junto a la pared de la sala de proyecciones. Vio al famoso director del banco que había financiado el negocio de la empresa del jeque justo dos meses después de que su banco hubiera sido rescatado. El tipo era muy grande. Alto, con el pelo blanco. Alrededor de 120 kilos, de unos sesenta y cinco años. Estaba desnudo y arrodillado ante un modelo italiano retirado de las pasarelas. Las fofas carnes blancas del viejo se balanceaban al ritmo que marcaba su cabeza yendo y viniendo a lo largo del miembro del otro. Transcurridos unos minutos se puso de pie contra la pared donde, no sin esfuerzo su amante le penetró el ano arrancándole un gesto de dolor. Durante unos minutos el modelo golpeó violentamente su pubis contra las nalgas del gordo quién se masturbaba al mismo tiempo. Todo acabó derramándose, uno dentro y el otro contra la pared. Esa imagen contrastaba en la mente de ella con la del mismo director bancario dirigiendo las juntas de accionistas que había visto en su informativo.

Frente a la piscina y tumbado sobre un diván de cuero negro, el dueño de la empresa de maquinaria de extracción alemana se lo montaba con dos chicas. Una preciosa rubita sentada sobre su cara disfrutaba de un cunnilingus. La otra una pelirroja de enormes tetas le practicaba una felación. Su polla era enorme y la chica tenía dificultades para mamar. El viejo, era calvo, barrigón y prepotente. A sus setenta años y pese a tener un miembro de tamaño exagerado debía tomar viagra para mantenerla en pie. Tras conseguir hacer llegar al orgasmo a la rubia con su lengua, se incorporó. La pelirroja se sentó sobre él. Abrió sus piernas todo lo que pudo y comenzó a descender sobre el tremendo falo. Tiró de la chica fuerte hacia abajo, encajándola del todo hasta que los vellos negros de su polla se entrelazaron con la mata de rizos pelirrojos del coño de la joven. Ensartada por la polla del alemán se retorcía de placer. Mientras el viejo cegado por la lujuria mordía sin compasión los tremendos pezones de su amante hasta producirle un delicioso dolor.

Sentado en un sillón de la biblioteca, el director del banco sostenía en sus rodillas a un joven brasileño de unos veintidós años a quién masturbaba con ganas hasta que se corrió sobre sus manos. El semen se le escurrió entre los dedos. Después le arrodilló en la butaca y le sodomizó con su gorda polla entre gritos y jadeos del joven.

La gran piscina cubierta estaba tapada por una plancha de cristal sobre la cual los miembros de seguridad mantenían todo tipo de prácticas sexuales con los invitados al evento. Rubias modelos desconocidas eran enculadas por enormes hombres árabes de ββ. En otra zona, eran bellezas latinas de melenas azabaches y labios carnosos, las que cabalgaban a los americanos del cuerpo de seguridad.

Filipa, la guapa comercial portuguesa de la empresa alemana se lo montaba con tres hombres a la vez en el ala derecha de la piscina. Era una joven rubia de ojos marrones y piel blanca, con unos labios que parecían dibujados. Pese a su aspecto frágil soportaba bien el castigo al que eran sometidos sus tres agujeros por parte de dos negros y el modelo italiano. Que cambiaba de acera según demandaba la situación.

Toda esta escena. Una macro orgía. Estaba acompañada por una leve música clásica a través del hilo musical. Nadie sabía en qué momento dejó de sonar david guetta y comenzó a sonar pechelber. Las botellas de moët y dom perignon estaban por todos lados. En algunos casos vertidos sobre finas copas de cristal de bohemia y en otras sobre esculturales cuerpos que eran recorridos por bocas sedientas y lenguas hábiles. Para rematar, a lo largo de toda la estancia había varias ensaladeras pequeñas de plata brillante. Estaban sobre unas bandejas del mismo metal. Junto a éstas unos cilindros metálicos tallados con incrustaciones de piedras preciosas. El contenido de estos pequeños depósitos se utilizaba para mantener vivo el espíritu de la fiesta provocando en sus consumidores todo tipo de muecas, dilataciones oculares y alteraciones varias.

Ella paseaba despacio, desnuda, observando cada una de éstas escenas por toda la amplia estancia. Sin un rumbo concreto. Notando como un calor subía desde su rasurado sexo hasta su cabeza provocándole una sensación de sofoco que solo se podía aplacar de una manera. Subió por una de las escaleras semi circulares de mármol descalza hacia la planta superior. El frío del suelo no impedía que su calentura siguiera en aumento. Dejó abajo la música clásica mezclada con los jadeos, gemidos y gritos de placer. Aquí arriba la imagen que vio no era menos excitante.

Virginia, la comercial española de la empresa de maquinaria estaba tumbada sobre el director de finanzas del banco. La mujer era una pequeña morena de ojos negros, pómulos marcados, labios carnosos y cara de viciosa. El hombre era muy atractivo, de rasgos muy marcados y cuerpo atlético. Se miraban fijamente.

Él llevaba sus dedos a la boca de Virginia. Quién los lamió, se los introdujo dentro de su boca. Luego los llevó a la entrepierna de la mujer donde un triángulo negro cubre el objeto de su deseo. Con una serie de movimientos despeja el camino y encuentra el clítoris. Con leves roces circulares la masturbó lentamente. La comercial llevaba un rato con el potente miembro del hombre en la mano, dándole placer. Al notar su presencia ambos la miran sin dejar de acariciarse. Virginia siente una oleada que le obliga a cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás. El hombre gira la cabeza y le besa el cuello. Ella se da cuenta que allí tres son multitud y sigue con su paseo. Sus pezones se han puesto más duros y sus labios vaginales están muy mojados.

Llega hasta la puerta de la suite principal. La abre sin pedir permiso. Lo hace lentamente. Allí se encuentra al “núcleo duro” de la fiesta. Nacho, su amigo de la infancia, cabalga a una joven de origen oriental por detrás mientras ésta le practica un beso negro a Andrea, la impresionante comercial alemana. Quién a su vez se introduce un enorme dildo por su vagina y se acaricia su clítoris. Al tiempo que Andrea llega a un orgasmo, la exótica oriental retira su boca del ano extrayendo con los dientes un fino cordón con unas bolas chinas que la alemana retenía en su interior. Lo que provoca que nacho acelere para correrse en el interior de la vagina de la china. La periodista observa todo esto de pie desde el marco de la puerta:

-hombre, por fin. Te esperábamos –el jeque se acercó a ella desde un sillón en el que había observado toda la secuencia.

-no sabía donde estabais –dijo de manera tímida la presentadora mientras miraba al jeque.

Era un hombre muy alto y muy fuerte. Su pelo era negro igual que sus grandes ojos rasgados. Cara muy angulosa con una afilada barbilla. Una boca grande delimitada por unos carnosos labios y una sonrisa perfecta. Dientes blancos y perfectamente alineados. Su cuerpo fibroso y definido por horas de gimnasio. Le llamó la atención sus pectorales, con una areola muy grande y redonda. Con un pezón muy marcado que daban ganas de morder. Y por supuesto su enorme polla circundada. El jeque mirando a su alrededor y abriendo los brazos en señal de ofrecimiento le dijo:

-estás en la mejor fiesta que puedas estar. Y estás invitada a disfrutar libremente de todo lo que te rodea.

El hombre metió su mano derecha en otras de las vasijas de plata que también estaban aquí. Acercó su dedo meñique a la nariz de la mujer ofreciéndole una pequeña dosis de cocaína. Ella inspiró gustosa el polvo blanco. Jamás había probado algo tan bueno. Suspiró. El jeque rodeo su cara con sus manos y las enredó en su melena. La mujer notaba el pene atrapado entre los dos cuerpos. Lo sentía muy duro y el líquido pre seminal manchaba su abdomen.

El hombre la tomó de la mano y se dirigieron a una gran cama con sábanas de seda. Tumbados, él recorrió su precioso cuerpo con la boca, mordiendo sus duros pezones. Descendió besando su ombligo para terminar lamiendo cada pliegue de su vagina ardiente. Abriendo con su lengua de fuego sus gruesos labios y provocándole un torrente de sensaciones que confluyendo en su clítoris le produjo un orgasmo tremendo. Al girar la cabeza pudo ver a ββ penetrando a una rubia que practicaba un 69 sobre una mujer negra. Ésta alternaba su lengua entre el clítoris de la blanca y los testículos del hombre. El jefe de seguridad, al correrse repartió su leche entre el coño de la rubia y la cara de la negra.

Aún sin recuperarse del sexo oral, el jeque le ofreció una bandeja de plata. Sobre ésta, perfectamente alineadas, dieciséis rayas en dos filas de ocho cada una. El árabe hizo los honores y tras colocarse uno de los cilindros metálicos en su nariz, esnifó dos de aquellas líneas blancas, luego pasó consecutivamente por cada uno de ellos hasta que la bandeja quedó limpia.

Andrea, tumbada en el suelo lamía el coño de la asiática que estaba sentada sobre la cara de la comercial y le comía la polla a nacho. Al otro lado de la habitación la pareja bicolor mamaban a dúo el descomunal miembro de ββ. Ella buscaba el poderoso miembro de su anfitrión, quién se dejó hacer estirado en la cama hasta que ansiosa por poseerle, la mujer se sentó sobre su polla y le cabalgó. La droga le proporcionaba un vigor y unas sensaciones inexplicables. Saltaba y movía la cabeza salvajemente:

-sí, sí, dame cabrón –decía la periodista a gritos fuera de sí con las pupilas dilatadas –qué grande la tienes, joder –mientras arañaba el pecho de su montura.

A su alrededor las escenas de sexo se mezclaban con gritos y gemidos. Uno de ellos fue el del jeque al eyacular en su interior. La excitación de la mujer estaba a un nivel desconocido y pidiendo guerra encontró la horma de su zapato. Hacia ella fue Andrea con cara de vicio llevando colocado un arnés con un pene de goma. Las mujeres se miraron y acto seguido se besaron. Sus brazos se entrelazaron en sus espaldas. Sus tetas se rozaban entre sí lo que les provocaba que los pezones se les endurecieran. La alemana consiguió meter el pene de goma en la vagina de ella. No era lo mismo que un hombre. Era frío y aunque la rubia se empleaba a fondo en el bombeo durante unos minutos, los movimientos no eran los de un hombre. Tras quitarse el arnés, entrecruzaron sus piernas y juntaron sus coños. Se acomodaron en una tijera perfecta para que sus clítoris se estimularan el uno al otro, lo que les llevó a un maravilloso orgasmo entre gritos y espasmos corporales.

A lo ancho de la habitación se había montado una cadena humana. El jeque enculaba a la oriental a cuatro patas, quién le comía la polla a ββ que estaba tirado en el suelo. Mientras, sentada en la cara de éste estaba la rubia. Mamaba la polla de nacho quién sentado, a su vez, en una butaca le practicaba sexo oral a la negra apoyada con cada pie a los brazos del asiento y ofreciendo su coño a la boca del abogado español. La cabeza de ella iba a toda velocidad. Creía estar en un sueño donde las sensaciones se multiplicaban por mil. No sabía cuánto tiempo llevaba allí, bebiendo, follando y consumiendo cocaína.

El negro la había llevado a otra habitación y la había penetrado con su tremendo cañón de veintisiete centímetros. Recordaba vagamente haber tratado de abrazar aquel bello cuerpo de ébano. Duro como una estatua tallada en mármol negro al tiempo que sus movimientos estaban haciendo llevar su glande a su cerviz. Su vagina no aguantaría semejante castigo, pensaba esto en el momento en que aquella serpiente morena escupía todo su veneno con un rugido. Lo que irremediablemente la había llevado a una situación de excitación mayúscula hasta provocarle un nuevo orgasmo.

Transcurrieron unos minutos o quizás unas horas o tal vez unos días. En su estado de semi inconsciencia era incapaz de calcular el tiempo que llevaba allí. Era un juguete en manos de un gigante. Pudo notar como los gruesos dedos del ex marine americano hurgaban y untaban algún tipo de gel en su ano. Pero su cuerpo no reaccionaba a su mente. Permanecía inerte en la cama. Tumbada boca abajo. Todo lo que ocurría estaba en una nebulosa muy lejana. La voz del negro sonaba con eco y retumbaba en su cabeza sin sentido. De repente una sensación de frío se apoderó de su ano. Parecía como si le entrase una corriente de aire en lo que antes era hermético. Su cuerpo seguía sin responder a su cerebro. El hombre tomó su cuerpo por las caderas y lo acomodó en las rodillas, luego comenzó a sodomizarla. El dolor que sentía era inmenso. Aquel tío le estaba metiendo su pollón por el culo. Por fin su cuerpo respondió:

-aaayy –gritó ella al tiempo que se incorporaba despertando de su inconsciencia.

Ββ, paró un instante. La mujer seguía resistiéndose pero el hombre la agarró para evitar que se moviese. Con una mano, la sujetó por las muñecas a su espalda, con la otra le dio un tremendo cachetazo que enrojeció de inmediato uno de su glúteos antes de agarrarla por su cadera. Ella se tranquilizó y por fin pudo decirle:

-despacio, ββ que me abres.

Notaba como su agujero se había dilatado para abarcar el inmenso trozo de carne. El gel frío había hecho su efecto. El hombre se dispuso a comenzar un lento bombeo contra el inexperto ano de la periodista:

-aaahhh, cabrón –su hilo de voz era casi inaudible.

Trinchó los dientes y hundió su cara en la almohada tratando de soportar el dolor. El jefe de seguridad le soltó por fin las manos y se agarró fuerte a las sabanas para soportar otro tremendo castigo. Su dilatado ano engullía como podía aquella barra de acero que taladró sin compasión durante unos eternos minutos sus pliegues intestinales antes de verter en ellos sus últimas reservas de semen.

Tras esto cayó rendida boca abajo y se durmió.

No fue un sueño

Cuando nacho la despertó de manera brusca apenas llevaba durmiendo un par de horas. Sobre las ocho de la mañana después de que los efectos de las sustancias fueran desapareciendo y la fuerza de ββ hiciera mella en su físico cayó rendida sobre el amplio colchón:

-vístete, hay un coche esperando para llevarte al aeropuerto. –su amigo nacho le hablaba de manera imperativa.

Ella estaba completamente desnuda y sintió algo de pudor ante su amigo, aunque éste no le prestaba atención. Se movía nervioso por la estancia y parecía intranquilo. Pero bueno, pensó ella, con lo que se habría metido durante la juerga lo mínimo que debía estar era un poco nervioso. La mujer se vistió y tomó su pequeño trolley. Se encontraba tan cansada que tan solo se lavó la cara y se colocó sus grandes gafas de prada para cubrir su rostro sin maquillar. Se movía de forma autómata, casi zombie. Incapaz de recordar con claridad nada de la noche anterior. Tenía un fortísimo dolor de cabeza. Notó algo de jaleo en la casa y nacho le metía prisa para que fuera al coche. Ella estaba algo desconcertada pero en su estado de somnolencia, era incapaz de rebatir nada y actuaba según le ordenaba su amigo. Cuando llegaron a la puerta del palacio había un mercedes clase s negro con las lunas traseras tintadas esperándola:

-luego te llamo, guapa. No te preocupes por nada –y le dio un beso en los labios.

La periodista no sabía como interpretar nada de todo aquel despertar tan raro. Durante el trayecto dio un par de cabezadas. Necesitaba dormir. La noche había sido demasiado de todo... Larga, sexual, viciosa,... Y ahora necesitaba dormir.

Cuando llegaron al aeropuerto, bajó del coche con su pequeña maleta y se dirigió a la zona de embarque. Recordó que nacho le había dicho, en algún momento desde que se despertó que tenía una reserva para el vuelo de las 11,30 hacia Madrid. Ella no se preocupó en cómo se había conseguido tan rápido y solo pensó lo poderoso que es “don dinero” y que el jeque lo tenía por castigo. Mientras esperaba la hora del embarque, se acercó a una de las múltiples cafeterías del aeropuerto y pidió un café solo. Al oírse la voz le pareció de ultratumba y pensó que así no podría presentar un informativo. De repente un pellizco en el estómago le hizo temer que fuese lunes y tuviera que aparecer por la televisión. Se tranquilizó al ver en el reloj de la cafetería que era domingo. Había perdido por completo la noción del tiempo. Recordaba el informativo del viernes en valencia como si hubiera sido una semana antes. Volvió a dormir durante la hora y media de vuelo entre son sant joan y barajas pero no fue suficiente. Así que cuando el taxi que la trasladó desde el aeropuerto madrileño la dejó en su casa a las dos de la tarde lo único para lo que tuvo fuerzas fue para tirarse en su cama y dormir.

Al despertar todo estaba en silencio y a oscuras. No lograba ubicarse. Estaba cansada. No sabía cuánto tiempo había dormido. Giró la cabeza hacia un lado y vio el despertador digital. Eran las nueve de la noche. Hizo un cálculo mental y dedujo que había dormido durante siete horas y aun así se sentía cansada. Se incorporó, de repente algo dentro de su cabeza rebotó contra las paredes de su cráneo produciéndole un pequeño mareo y un resacoso dolor. Cerró los ojos y trató de recordar. Todo estaba un poco confuso. Decidió que lo primero sería darse una ducha para despejarse y cenar. Tenía mucha hambre. Entonces se dio cuenta de la cantidad de horas que llevaba sin comer. La última vez que probó bocado había sido durante el banquete en el palacio del jeque el día anterior.

Salió de la ducha desnuda, tan solo envuelta en su albornoz verde y con su melena mojada, conectó la tele para ver las noticias y comenzó a prepararse una tortilla de patatas. Seguía muy confundida por todo lo ocurrido. Era incapaz de diferenciar que había sido real y que había soñado en las últimas cincuenta y seis horas. Desde el viernes a las dos de la tarde cuando terminó el informativo en valencia y su amigo nacho vino a verla hasta ese momento, domingo diez de la noche en la cocina de su casa en Madrid. La ingesta de alcohol le había provocado lagunas mentales que difícilmente recuperaría y el consumo de cocaína había acabado con algunos miles de sus pobres neuronas. Tenía claro que había estado en la mayor fiesta de su vida con todo tipo de personajes y todo tipo de sustancias. Pero en qué cantidad había hecho uso de todo eso no lo sabía. Seguía pensando que buena parte de lo recordado no le había pasado. Y que la falta de sueño le provocaba esta sensación. Mientras se terminaba la tortilla tuvo que tomarse un analgésico para su resaca que persistía martilleando sus sienes. Tenía la boca pastosa y el interior de su cabeza se movía con cada movimiento. Mientras rebuscaba en el armario de las medicinas una noticia en el informativo que sonaba de fondo en su televisor llamó su atención. Con la caja de analgésicos en la mano se dirigió al aparato para subir el volumen:

“cambiando de asunto. Una joven valenciana ha presentado una denuncia por presuntos abusos sexuales contra el hijo del jeque al bhasud. Al parecer los hechos se produjeron en el palacio que la familia árabe posee en palma de Mallorca donde la joven valenciana fue invitada a una fiesta privada por unas amigas. Según declaraciones de la joven a la guardia civil, fue aturdida con algún tipo de sustancia y posteriormente violada. Se han abierto diligencias para aclarar los hechos. Hay que recordar que la familia árabe al bhasud posee una de las grandes fortunas del mundo petrolero y poseen varios palacios repartidos por el mediterráneo, uno de ellos en Mallorca donde presuntamente se produjeron los hechos...”

Tras oír esto, ella sintió un escalofrío recorrió todo su cuerpo erizándole todo el vello de su piel. Comprendió que nada de lo recordado había sido un sueño. También comprendió la actitud de nacho y la celeridad con que fue evacuada de allí. No sabía muy bien si enfadarse con él por haberle llevado a la fiesta o agradecerle que le sacara de todo aquel lío. Empezó a temer si alguno de los invitados la habría reconocido y aparecería su nombre en aquel desagradable asunto de la chica violada.

Frente a la tortilla de patatas, pensó que había llegado demasiado lejos. Desde que lo dejara con pedro, su actitud le había llevado a cometer excesos. Drogas, sexo, alcohol. Se planteó su actitud desde un punto de vista responsable. Ella siempre había odiado la maldita frase “...ya no tenemos edad...” Y ahora dudaba de sí misma y sus principios. En el último año se había tirado a cuantos tíos se le habían puesto a tiro sin importarle nada de nada. Siempre que podía se había corrido unas juergas cada vez más locas. Pero ahora se planteaba si esto sería una actitud responsable ante los demás y ante ella misma. Se preguntaba si la respetaría la sociedad teniendo en cuenta su actitud promiscua e irresponsable. Por mucho que le jodiese la frase, a sus cuarenta y tantos no podía comportarse como una veinteañera rebelde. Una sensación de pesimismo y depresión la embargó.

Recordó que todavía tenía el móvil apagado desde el viernes cuando embarcó rumbo a Mallorca. Lo encendió y marcó el número pin. Se mantuvo con él en la mano y la mirada perdida en el suelo. En un instante comenzó a sonar el pipi-pipi de los whatsapp de entrada. Durante unos minutos, no paró de sonar en su mayoría del grupo la mafia, que tenía formado con sus dos amigos, Eva y pablo y bautizado así en referencia a la discoteca de andorra. También los había personales, de Eva, de pedro, su ex, de su madre. Abrió el último de Eva:

“tía ¿dónde te metes? Estamos preocupados. ¿Por qué no contestas? Llámame.”

Todos eran por el estilo. Todos se preocupaban por ella. Incluso pedro su ex. Entonces se dio cuenta que la gente a la que le importaba no la iba a juzgar por su promiscuidad. Sino que se iban a preocupar por su bienestar. Se tendría, por tanto, que replantear sus desfases irresponsables como este último de Mallorca. Pero seguiría disfrutando del sexo. Ella siempre lo había visto como una diversión. Como la mejor diversión. Y el mundo estaba lleno de gente con quién poder divertirse. Se sintió reconfortada consigo misma. Buscó en la agenda del móvil el número de Eva y se dispuso a llamarla para darle explicaciones de su desconexión...

(10,00)