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Embarazada, conozco a mi nuevo ginecólogo (partes 1, 2 y 3)
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Tiempo de lectura: 17 minutos

Transcripción de testimonio recogido en audio en Bogotá, Colombia. Todo lo narrado en este relato es basado en hechos reales.

Parte 1

Todo comenzó hace dos meses, para ese entonces estaba entrando al 6to mes de embarazo. Mi matrimonio iba muy bien en ciertos aspectos, mi marido era super pendiente, amoroso, responsable y educado pero la parte sexual nunca fue buena, y ahora menos, él es muy conservador y desde que quedé en embarazo optó por no tocarme un pelo. No me sentía deseada, me sentía cero atractiva, totalmente rechazada. Para rematar desde los 4 meses de embarazo mi libido comenzó a aumentar vertiginosamente. Me la pasaba excitada todo el día pero sin tener ningún contacto sexual… incluso yo intentaba tocarme pero nunca me ha gustado, aun así cualquier roce me hacía estremecer, cada día anhelaba más tener un orgasmo. Veía como crecían sin parar mi panza y mis senos y con ellos también mi deseo sexual. Me excitaba con cualquier roce, con cualquier imagen, acordándome de cualquier bobada o viendo un simple beso en una película, estaba desesperada, sentía permanentemente un calor que me invadía, sentía todo el tiempo mi vulva abultada y humedecida, se volvió una constante terminar el día siempre con mi ropa interior húmeda. Era cierto lo que me habían advertido, posiblemente me iba a excitar más fácilmente, pero estaba siendo insoportable. Por otro lado me sentía fatal, estaba subiendo de peso, mi panza y mis senos crecían cada día más, el gran tamaño de mis tetas siempre fue mi mayor atractivo pero ahora era tan impresionante que era el centro de todas las miradas a donde llegaba y recibía piropos e indirectas en todo lado, y más estando en Santander, que es un departamento tan machista… pero aún así no me sentía atractiva, hasta llegué a justificar a mi marido por no fijarse en mí… Estaba en depresión.

Volver a Bogotá mejoró un poco mi ánimo, tuve que hacer papeleos de rigor y organizar mi agenda de controles médicos, llegó el día en que tenía que pedir control ginecológico, hice la llamada y programé la cita para la semana siguiente.

Llegué a la cita, me llamaron al consultorio y me recibió un hombre alto, maduro de contextura gruesa y muy educado, impecablemente vestido con corbata y con una bata blanca que se veía como nueva. Me saludó cortésmente, pero con seriedad, se presentó, me dio la mano y me hizo seguir. Recuerdo que su saludo me dio mucha confianza. Me hizo preguntas de rutina, me pidió que me quitara toda la ropa y que me pusiera la bata. Me pidió que me descubriera la parte de arriba para examinar mis senos. Lo hice con un poco de pena, no me sentía bien, en mi opinión estaban demasiado grandes. Se puso unos guantes y se acercó a mí y me abrió la bata. No olvido su reacción cuando me vio los senos, hizo un gesto frunciendo el ceño, pero no entendí. Comenzó a examinarme. La manera como lo hacía era muy diferente a mi anterior doctora. Realmente me examinó con mucha delicadeza. Primero tomó mis senos por abajo como sintiendo el peso, recuerdo ver que se salían de sus manos, para ese momento ya estaban realmente enormes… los palpó por debajo, luego los apretó ligeramente tratando de abarcarlos con toda su mano y palpando diferentes puntos, luego se concentró en los pezones y los apretó durante un rato suavemente preguntándome si había notado alguna secreción o molestia. Eso fue todo. Y se notaba que lo hacía concentrado en su labor, se veía totalmente serio, concentrado y con la prudencia de un profesional. No se si era mi estado de ánimo o emocional, pero desde el momento en que comenzó a examinarme me sentí cuidada, en confianza, tratada con delicadeza. Pero inevitablemente en mi estado cualquier roce generaba un caos en mí… realmente pasó algo que no esperaba. Cuando se concentró en los pezones debo confesar que sentí placer, mucho… Sé que yo estaba mucho más sensible que de costumbre, que mi libido estaba en las nubes, pero no se qué me pasó, o de qué manera lo hizo… Eso sí, duró más tiempo de lo normal en ello pero fue el tiempo suficiente para que mis pezones se pusieran muy duros, y nada qué hacer…mi vagina se humedeció. Últimamente me mojaba por todo. Me sentí apenada, confundida. No lo podía creer, qué me estaba pasando? Me había gustado. Había sentido placer. Pero cómo? yo era una mujer casada, embarazada, con la panza enorme y él un total desconocido, además era mi médico y simplemente hacía su trabajo. Mi cabeza dio vueltas. Tal vez 6 meses sin contacto sexual alguno, sin tener un orgasmo y ahora con la libido en el techo estaban haciendo efecto inmediato con cualquier estímulo. Pensé “después de 6 meses por primera vez un hombre me está cogiendo las tetas”, esas tetas que ahora todos me miraban con morbo. Pero por qué no podía yo diferenciar de un hombre cualquiera a mi médico en plena consulta? Esto no estaba bien. Me dio mucha pena. Además con el embarazo estaba lubricando mucho más y sentí como me había humedecido. Él se iba a dar cuenta al revisarme. Quería que me tragara la tierra.

Me pidió entonces que me acostara en la camilla y pusiera las piernas sobre los estribos. Muerta de la pena lo hice y cerré los ojos. Claramente se iba a dar cuenta de cómo estaba. Además siempre estoy totalmente depilada permanentemente. No había manera alguna de disimular.

Me acosté y abrí totalmente mis piernas apoyándolas sobre los estribos de la camilla. Yo estaba muerta de la pena. No me imagino la escena, la visión que él tenía, mis pezones seguían duros y seguro se marcaban a través de la bata, yo estaba totalmente abierta, depilada y mojada. Se ubicó sentándose frente a mi vagina. Tocó mis labios mayores separándolos un poco y me dijo que los veía un poco inflamados y que veía bastante flujo… yo sentí como me puse de mil colores, creo que estaba totalmente roja de la pena. Me preguntó si había tenido alguna molestia y tímidamente le contesté que no levantando la cabeza, pero mi panza no me permitía verlo… Me dijo que ambas cosas podían ser normales por el embarazo. Comenzó a examinarme muy suavemente, sentí como delicadamente me abrió los labios mayores y sentí como con la otra me introdujo lentamente 2 dedos para hacer el tacto. Era evidente mi humedad. Yo estaba avergonzada. Sus dedos entraban y salían, daban vueltas palpando minuciosamente las paredes de mi vagina. El consultorio estaba en completo silencio y se oía perfectamente mi humedad. Se que era un simple examen, y no duró ni un minuto, pero nada que hacer, definitivamente yo estaba demasiado excitada. Un minuto que fue eterno. Terminó el tacto y me dijo que me podía vestir. Yo no podía ni verlo a los ojos de la pena.

Después de vestirme me invitó a sentarme pero realmente quería salir corriendo. Me hizo otras preguntas de rutina, alimentación, sueño, Luego me preguntó por mi matrimonio, respondí que todo muy bien y me preguntó si estaba manteniendo relaciones sexuales. Me dio un poco de pena pero le le dije que no, me preguntó hace cuánto y le dije la verdad, 6 meses. No dijo nada, solo añadió que por si quería tenerlo en cuenta, no debía tener temor, que las relaciones sexuales no representaban ningún riesgo ni problema en mi embarazo, y que por el contrario podían fortalecer mi suelo pélvico, también recuerdo que me mencionó hormonas del semen que ayudaban a fortalecer el útero y favorecían las contracciones para el trabajo de parto. Lugo me dijo que había encontrado todo bien, pero que había notado cierta distensión, que me recomendaba una terapia con ejercicios de entrenamiento del suelo pélvico como preparación para el parto. Me preguntó si podía volver la semana siguiente. Un poco preocupada acepté. Agendamos y salí del consultorio. Salí de allí muy apenada.

Parte 2.

No paré de pensar en esos días en lo sucedido, me sentía avergonzada pero de cierta manera con mucha curiosidad. A los pocos días tenía la segunda cita. Pensé en cambiar, pedir que me atendiera una mujer o algo así, o simplemente desistir, pero pensé que era sólo mi imaginación que el tipo era un profesional y no debería pensar cosas que no eran. Me metí a internet a buscar sobre suelo pélvico y encontré mucha información y vi que no era algo grave y que los ejercicios eran básicamente de contraer los músculos como para aguantar la orina, no me pareció complicado. Igual, llegué muy nerviosa. Me ponía nerviosa el procedimiento, tenía mucha incertidumbre. Primero me invitó a sentarme y me explicó qué era el suelo pélvico, un conjunto de músculos de la pelvis y me explicó la importancia que tenían en toda la etapa de gestación y más aún en el momento del parto. Me dijo que había sentido cierta distensión al momento de examinarme, que me tranquilizara, que no era nada grave y que primero quería hacerme un examen para determinar cómo estaba. Luego me daría una serie de prácticas que podía hacer en casa. Yo estaba nerviosa pero era una sensación que nunca había sentido, una mezcla de nervios y ansiedad. Me pidió que me desvistiera y que me pusiera la bata. Me la puse con el sostén puesto, no me esperaba que me examinara los senos, pero me sorprendió cuando me pidió que también me quitara el sostén. Lo hice de inmediato y nuevamente comenzó el mismo el examen de la vez pasada en mis senos, los pesó, los palpó los apretó y al final lo mismo, sus dedos llegaron a apretar mis pezones, y nuevamente vino el placer, la misma sensación… tenía que reconocerlo, sentía placer y esta vez no fue diferente, me volví a excitar. Me pidió que me acostara en la camilla y separara las piernas sobre los estribos y otra vez vino el miedo y la pena, se iba a dar cuenta al examinarme. Comenzó, sentí sus dedos separando mis labios mayores. No me hizo ningún comentario pero nuevamente estaba muy mojada. Tenía el corazón a mil. A continuación me dijo que iba a comenzar el examen practicándome unos ejercicios de terapia de suelo pélvico, que me relajara y que me explicaría en qué consistía. Me dijo que iba a introducir dos dedos y yo debía contraer tratando de apretar al máximo sus dedos con mi vagina, debía contraer los músculos vaginales cuando él me dijera. Yo estaba nerviosa, pero intenté relajarme. Me pidió que todo el tiempo mantuviera los ojos cerrados y me concentrara. Sentí como con una mano tomó mi vulva, separó mis labios mayores y con la otra sus dedos entrando en mi vagina suavemente. El procedimiento era simple. Los metía muy lento en mi vagina, profundo, y me pedía que contrajera, luego los sacaba muy lento y me volvía a pedir que contrajera. La terapia era repetir ese procedimiento una y otra vez, pero parecía que nunca iba a acabar… yo con los ojos cerrados y él indicándome cuándo contraer. El tiempo se me hizo eterno y fue difícil aceptarlo pero sin duda me estaba sintiendo cada vez más confundida. Me estaba comenzando a sentir muy extraña, al principio no quise aceptarlo pero la verdad los movimientos de la terapia me hacían sentir literal como si me estuviera estimulando con sus dedos. Al meter y sacar sus dedos pasaba una y otra vez rozando mi punto G, era como una tortura… y para completar la mano que estaba abriendo los labios me estaba generando una presión muy sutil cerca al clítoris… Y yo, embarazada, con la libido al máximo y tras casi 7 meses sin tener relaciones ni ningún estímulo sexual. Fue muy confuso. Puedo jurar que el tiempo se estaba haciendo eterno y cada vez crecía más el vacío en mi estomago, al principio no lo quería aceptar pero fue inevitable, me estaba sintiendo cada vez más mojada, yo trataba de concentrarme y no abrir los ojos pero no exagero, por las características de la terapia se sentía casi como si me estuviera emulando un pene con sus dedos. Era cada vez más insoportable la sensación, eso me dio mucha pena, me sentía terrible, estaba muy mojada. Yo estaba muy muy apenada y tratando de concentrarme en las instrucciones del doctor. Literalmente sentía como si estuviera teniendo sexo muy despacio, estaba siendo insoportable. Yo nunca me masturbo pero por incluso en un momento tuve el impulso de agarrarme las tetas y apretarlas, pero claramente no lo hice ni hubiera sido capaz. No se cuántos minutos habían pasado, pero yo me estaba acercando al orgasmo. Era inminente, y pensé en pedir que parara, pero me dio mucha pena decirlo, no podía ni hablar… él siguió con la terapia, y yo iba a venirme en cualquier momento, además intentaba verlo pero mi panza lo tapaba… me dejé ir casi inconsciente por la excitación y llegó un momento donde con sus dedos en el fondo de mi vagina, me pidió que contrajera y no se si accidentalmente apretó un poco más la mano con la que me abría los labios… o indirectamente rozó mi clítoris… como sea, fue el límite… sentí un placer intenso a punto de explotar… Recuerdo que me agarré de las sabanas de la camilla y apreté la boca para no gemir, pero mi pelvis se elevó, mi vagina comenzó a contraerse una y otra vez, mi cuerpo se retorció de placer y mi respiración se agitó… Traté de no hacer ningún ruido pero inevitablemente mi cuerpo se retorció de placer y claramente mi respiración se agitó. No se podía ocultar, era evidente, innegable, estaba teniendo un orgasmo fuertísimo. Y él lo vio todo.

Él como ginecólogo experimentado claramente pudo deducir lo que estaba pasando en ese instante. De la pena yo no podía no abrir los ojos. Me llevé la mano a los ojos y no supe qué decir. Él sin decir nada se retiró lo escuché quitarse los guantes y comenzar a escribir en el computador y a lo lejos me dijo que me podía vestir. Yo moría de la vergüenza. Al vestirme me dijo que pasáramos al escritorio. Me senté y lo vi muy serio, no me dijo ni una sola palabra, solamente agendamos para la siguiente semana. No fui capaz de mirarlo a los ojos para despedirme. Mi esposo me recogió, me subí al carro y me sentí terrible, subiéndome al carro de mi esposo acabando de tener un orgasmo con los dedos de otro hombre… y embarazada. Sentí pánico, necesitaba hablar con alguien pero no era capaz de contarle a mi esposo, solo le dije que había pasado una vergüenza durante el día, pero creo que ni me puso atención…

Ahora mi prioridad era mi embarazo y aunque me confundía mucho la situación, llegué a la casa directo a investigar si existía ese tipo de terapia y vi que de cierta manera era factible excitarse. Estaba consciente que fui a esa terapia como algo necesario para la salud de mi embarazo, sabía que era algo médico, pero no podía negar que me producía placer. Dude en volver a ese consultorio, sentía que si volvía era ir a tener un orgasmo con los dedos de otro hombre y luego esperar a que mi esposo me recogiera. Me estaba sintiendo de cierta manera infiel, pero en el otro lado de la balanza estaba el cumplir el deber de cuidar de mi embarazo.

Al día siguiente no aguanté y tuve que contarle a mi mejor amiga, ella es terrible y ha vivido mil cosas, ha tenido muchos amantes y es muy liberal, pero al fin y al cabo es mi mejor amiga… no me había desahogado con nadie y tuve que verme con ella y contarle la situación. Sólo se reía y decía que no lo podía creer, pero que le parecía delicioso… yo en cambio no me sentía bien, al doctor siempre lo veía muy serio y profesional, yo era la que me sentía culpable, pero no podía hacer nada, sabía que podía haber excitación sexual. Mi amiga me sembró la duda cuando riéndose me dijo me dijo que tranquila, que no me sintiera culpable, que era normal y que seguramente el doctor también se excitaba… se burló todo el tiempo, me decía que lo que yo hacía era “calentar a ese señor con ese par de tetas”, que si tanto me revisaba las tetas era porque seguro le encantaban, que si seguía así me iba a ganar un polvazo… Ella tiene su sentido del humor particular y detesta a mi esposo… pero la sentía como el diablito de la conciencia… Yo me reía y le decía que nadie se fijaría en una mujer embarazada. Mi amiga en tono de broma me dijo que con esas tetotas cómo no se iba a excitar el tipo, que fijo me tenía ganas y más comentarios así, me dijo que tuviera la seguridad que más de uno que yo conocía se hacía la paja pensándome, yo solo me reía de lo que decía y lo tomaba como una broma pesada… la verdad la conversación con ella no fue de mucha ayuda, solo me llené de preguntas, ¿podría ser eso posible? ¿habría pasado por lo menos una vez en alguna parte del mundo? ¿era posible que un doctor se excitara tanto con una paciente y además embarazada? Alguna vez algún ginecólogo habría terminado penetrando a su paciente en plena consulta? Igual me parecía inverosímil. Un médico siempre debía mantener su ética. Jamás se iban a confundir las cosas. Mi cabeza daba vueltas. Terminé en internet buscando casos de relaciones sexuales entre médico y paciente y obviamente lo primero que me salió fue un montón de porno en donde el actor vestía bata de médico y la actriz era la paciente. Me ganó la curiosidad y en el buscador puse “embarazada y ginecólogo” El primer resultado era nuevamente porno, era un video y la miniatura era la escena de una mujer de 8 o 9 meses de embarazo acostada en la camilla ginecológica con las piernas abiertas y un tipo con bata de médico de pie en frente de ella con los pantalones abajo penetrándola. Mi corazón se puso a mil y no quise abrirlo. Pero no aguanté, quité todo el volumen, me devolví y le di click. Comenzó a andar el video, no tenía preámbulo, simplemente era la escena donde el supuesto ginecólogo estaba penetrando con todas las ganas a su paciente en estado avanzado de embarazo mientras le amasaba las tetas, la mujer se veía delirando de placer… no se cuántos minutos pasaron mientras veía eso pero recuerdo que pensé que sus tetas se parecían a las mías… Cerré el video y borré el historial. Me di una ducha caliente. Al salir de la ducha me vi al espejo. Tal vez yo no estaba tan mal. A mis casi 7 meses de embarazo mi cuerpo era todo voluptuosidad, tenía una panza enorme tan exagerada que parecía de 9 meses… pero mis senos estaban enormes, duros y tersos, los agarré y los pesé, estaban cada vez más pesados y no cabían en mi mano… así a mí no me parecieran muy estéticos por estar excesivamente grandes, tenía que admitir que un par de senos así, naturales y así de enormes eran la fantasía morbosa de cualquier hombre, así que no era tan descabellado… Me volteé y vi mis caderas, estaban amplias. Mi cola había crecido, incluso mis nalgas ahora se veían más redondas. A la larga no era eso lo que le gustaba a los hombres? pensé con resignación. Estaba literal “piernona, culona y super tetona”. Ahora entendía mucho mejor todo, las miradas morbosas y los susurros de los hombres en la calle, en la portería del conjunto, en la tienda… Ahora entendía por qué el peladito domiciliario de esa tienda que no me quitaba la mirada de las tetas solía pedirme el baño cuando subía a traerme los paquetes, claro, sí en ese baño estaba la canasta con mis tangas sucias; ahora entendía la excesiva amabilidad de uno de los vigilantes del conjunto, otro que no me quitaba la mirada de las tetas; ahora entendía lo cariñoso que se había vuelto mi suegro y tanta insistencia porque usara su piscina en Bucaramanga. Se me pasaron mil imágenes por la cabeza y volvieron las palabras de mi amiga a mi mente “de todos los tipos que te conocen más de uno se hacen la paja pensándote” Las imágenes llegaron a mil a mi mente… Y si mi amiga más allá de bromear hablaba desde un visión más desarrollada de la realidad? Tal vez lo que decía mi amiga no era tan descabellado. Tal vez no era momento de no sentirme deseada sino de darle la vuelta a todo y por el contrario aceptar, que prácticamente todos los hombres que me conocían querían follarme en ese momento.

Parte 3:

Al día siguiente mi esposo amaneció histérico por haber invitado a mi amiga a la casa, la detesta, sabe que es terrible y la considera mala influencia, pero la adoro. Discutimos muy fuerte y me trató muy mal, insinuando cosas que no eran ciertas, me puse muy mal y me dio mucho mal genio. Salí de la casa histérica y aún no se si la discusión influyó en algo pero ese mismo día decidí continuar con las terapias, ya no quería seguir sintiéndome culpable por cada cosa. Ese mismo día pedí un nuevo control.

La semana siguiente llegó el día del control, y ese mismo día me llamaron del consultorio a pedirme que fuera al final de la tarde pues el doctor había tenido una urgencia que atender. No tenía nada que hacer así que acepté. Ya las cosas con mi esposo estaban un poco más suaves y no me dijo nada del cambio de horario. Desde que salí de mi casa me sentí diferente, ese día todo me pareció diferente, yo iba con una actitud diferente, ni siquiera iba pensando en lo que había pasado antes ni en la discusión con mi esposo, había pensado mucho en todo lo que me dijo mi amiga y decidí soltar la culpa y dejar de hacer suposiciones.

Llegué al edificio del consultorio y me anuncié, subí pero por la hora no había nadie, ni en la sala de espera ni en recepción. Él ya me esperaba en la puerta del consultorio. Me recibió y se excusó por el cambio de horario. entré y todo transcurrió normalmente, me dijo que me iba a hacer el chequeo general y esta vez me aclaró que me quitara el sostén. Todo iba normal pero desde que me saludó lo sentí diferente, no se si era solo yo, o el ambiente pero a él lo noté diferente a las veces pasadas. Al examinarme los senos fue diferente, no se exactamente si fue sugestión por lo que me dijo mi amiga o qué cambió, pero se sintió diferente, él seguía palpándome igual que las veces pasadas, pero me pareció que se estaba demorando más de lo normal y no fue brusco, pero ya no era tan sutil como antes, ese día cogía mis senos diferente, como si los apretara mas. En medio del examen se le salió algo que yo no esperaba “tienes unos senos hermosos” me dijo sin sonreír, “han crecido desde la última vez” anotó. Sentí que me puse como un tomate, pero tampoco fui capaz de decir nada.

No se si era el tiempo que llevaba palpando mis senos, o la forma como lo hacía, o la sugestión por lo que me dijo mi amiga, o los “piropos” que me acaban de decir él, pero ese día me estaba excitando más que siempre… ese día más, no sabía qué hacer pero tampoco era capaz de decir nada.

Terminó con mis senos y me pidió que me acostara y abriera las piernas. Si las veces pasadas esta mojada, esta vez estaba absolutamente empapada.

Comenzó revisándome, me abrió los labios mayores con los dedos de una mano, y con la otra me introdujo 2 dedos, y comenzó la terapia de suelo pélvico.

Yo estaba sugestionada, me di cuenta. Lo que me dijo mi amiga, lo que leí, lo que pensé, la imagen del video porno de la embarazada siendo penetrada por su ginecólogo… todo me daba vueltas en la cabeza, ese día me sentía más excitada que los otros, me sentía más mojada, además ese día todo era diferente insisto, sentía un movimiento muy sutil en la mano que estaba abriendo los labios, una especie de presión muy sutil cerca al clítoris, como siempre, pero ese día pareciera que estuviera haciendo un movimiento suave, eso me puso a mil, estaba incluso peor que los otros días, no llevábamos ni 2 minutos de terapia y sentí que iba a venirme en cualquier momento, estaba demasiado excitada.

En un momento sentí el orgasmo acercarse, me dejé ir casi inconsciente por la excitación y suspiré en voz baja, reaccioné inmediatamente y me puse roja…esta vez él sí me habló. Me dijo no me preocupara, que él entendía perfectamente mi reacción sobre todo por mi embarazo y la situación en mi matrimonio… y me dijo que lo mejor era que paráramos. Quedé paralizada de pena. No entendía por qué paraba. Me iba a regañar? Sentí mucha vergüenza. Me pidió que me sentara, yo estaba muerta de la pena pero aún muy excitada, no era capaz de pronunciar palabra, me senté apoyada con los brazos atrás pero pues seguía totalmente abierta de piernas con las piernas en los estribos de la camilla, no entendía… él se quitó los guantes, los botó a la caneca y se acercó mucho a mi me dijo que entendía lo que estaba sintiendo y lo que estaba pasando pero que no me preocupara que eso no iba a salir de ese consultorio, me dijo que el era un profesional pero que le parecía muy injusto lo que estaba pasando en mi matrimonio, que le parecía una mujer muy atractiva y muy buena y que no era justo sufrir ese abandono. Todo esto lo decía mientras me acariciaba mi enorme panza (cosa que nunca había hecho). Yo siempre lo había visto muy serio pero en ese momento su mirada era diferente y se alternaba entre mis ojos y mis panza, pero por momentos me miraba los senos… él estaba literal a centimetros de mi y me abrazó, sentí sus manos en mi espalda y su respiración en mi oído, estaba agitado, sus manos acariciaron mi espalda… Se quedó ahí inmovil uno segundos que me parecieron eternos. Yo estaba totalmente desnuda, abierta de piernas y con las tetas al aire y él me estaba abrazando. Era muy extraño todo. Su respiración se hacía más pesada y de pronto su boca fue a mi mejilla en un suave beso, sentí un corrientazo en todo mi cuerpo, no supe qué hacer, se acercó a mi oído y me dijo que le parecía hermosa y me volvió a abrazar, yo estaba paralizada, su boca se posó en mi cuello en un beso que me hizo sentir un corrientazo. Ahí reaccioné y le dije que por favor parara… su boca siguió dándome besos en el cuello y yo intenté separarlo con mis manos, subió y buscó besarme en la boca, traté de separarlo de mi con más fuerza, le dije que parara, pero insistió, una mano me tomó de la nuca buscando que no me separara y su otra mano fue directo a uno de mis senos, su boca no paraba de buscar desesperadamente la mía y con desespero su mano literalmente intentaba abarcar una de mis tetas que se no cabía en su mano. Yo intentaba separarlo de mí con ambas manos pero por la posición era muy difícil… él no paraba de insistir, quitó la mano de mis tetas y la llevó directo a mi vulva… yo estaba empapada, él palpó mi vulva y apoyó un dedo en la entrada de mi vagina y el dedo pulgar directamente en mi clítoris y comenzó a frotarlo, yo intentaba separado cada vez con mas fuerza pero él insistía también cada vez más, me estaba intentando besar a la fuerza, con una mano en mi nuca evitaba que me separara y con la otra me estaba masturbando… era demasiado, sentí que me iba a venir de nuevo en cualquier momento, le decía que parara mientras él me seguía intentando besar con ansias… intenté quitarle la mano de mi vulva y lo logré… quitó su mano pero siguió besándome la cara, el cuello y lo que alcanzaba con desespero y de un momento a otro pasó algo que aún no olvido: en medio de su sus besos desesperados por mi cara y mi cuello escuché el sonido de una cremallera. En ese momento sentí una mezcla de pánico y excitación que nunca en la vida había sentido, inmediatamente intenté separarlo con toda mi fuerza y alcancé a ver hacia abajo. Tenía la cremallera del pantalón abierta y rodeada de una mata de pelo se alzaba una verga enorme, totalmente erecta y con unos testículos enormes y pesados… pero lo que más me impresionó fue la cabeza de su pene, era enorme, redonda y se veía a punto de explotar, estaba brillante y salía una gota de líquido preseminal. El tamaño de los testiculos también me impresionó, se veían repletos. Esa vista me duro un segundo pero fue suficiente. Él se acercó rápidamente y me volvió a abrazar con fuerza, mi enorme panza no me dejaba ver nada pero podía sentir su glande inflado y empapado buscando con desespero la entrada de mi vagina. Sentí una mezcla de pánico y excitación, ambas al máximo y seguía intentando separarlo. Estaba empapada, sabía que en cualquier momento su pene iba a entrara hasta el fondo sin ningún esfuerzo… él me seguía besando con desespero la cara y buscaba mi boca, mientras sus manos trataban de abarcar mis senos en su totalidad, ni él ni yo podíamos ver lo que estaba pasando abajo, mi enorme vientre nos lo impedía, pero la cabeza hinchada de su pene erecto frotaba contra mis nalgas, mis piernas y mis labios mayores, pensé “no puede ser, va a pasar” y solo atiné a decir algo que aún no proceso: “tiene un condón?” Ni yo misma podía dar crédito a lo que acababa de salir de mi boca. Acababa de decretar mi propia sentencia. Con esa pregunta le estaba diciendo que le permitía penetrarme, ya no había marcha atrás, yo estaba totalmente abierta de piernas con las piernas en los estribos y totalmente mojada. El rápidamente se irguió y se terminó de desabrochar el pantalón y se bajó del todo los calzoncillos… y ahí lo pude ver bien, de pie, alto, maduro, grande en todo sentido, vestido impecable, pero con los pantalones abajo y un miembro absolutamente enorme, de lejos mucho más grande y grueso que el de mi esposo. Recuerdo que pensé que jamás me habían metido un pipí tan grande… todo esto duró sólo 1 segundo, él se acercó a mi pero mi enorme panza ya no me daba ver nada, sentí que comenzó a frotar su pene en mi clítoris, yo estaba absolutamente en shock pero a la vez muy excitada, no me salía una palabra pero lo que me estaba haciendo en el clítoris me tenía a punto de venirme de nuevo… hasta que sentí que su enorme glande dejó de jugar con mi clítoris, y se deslizó hacia abajo, abriéndose paso entre mis labios mayores y se ubicó en la entrada de mi vagina… era inminente, me iba a penetrar. Puse inmediatamente una de mis manos en su pecho tratando de detenerlo y sólo atiné a decir “póngase cond…” No alcancé a terminar la frase cuando sentí como su enorme pene entró totalmente en mi vagina, hasta el fondo de un solo empujón, hasta que sentí sus enormes testículos peludos contra mis labios mayores y un gemido morboso salió al tiempo de su garganta. Me había penetrado sin condón. Al ser consciente de ello mi cuerpo se contrajo, no pude evitar apretarme las tetas con ambas manos y exploté en un orgasmo muy intenso, de los más intensos de toda mi vida… terminé de retorcerme de placer y abrí los ojos, ahí estaba él, con su mirada fija en mí y una cara de morbo que no puedo describir… me tenía penetrada hasta el fondo y acaba de verme venirme. El momento más confuso de mi vida, sin duda. El momento de más excitación de toda mi vida, el mejor orgasmo de mi vida, donde con solo metérmelo llegué a uno de los más intensos orgasmos, pero al mismo tiempo me sentí la más infiel, descarada, culpable y desleal… pero ya no había marcha atrás, me rendí. Volví a poner una de mis manos en su pecho tratando de controlarlo mientras con la otra sostenía mi enorme panza… solo pude decirle “suave por favor”… Su pene comenzó a entrar y salir suavemente pero evidentemente con muchas ganas, se sentía muchísimo, este tipo tiene un pene enorme, a pesar de eso entraba y salía sin ningún esfuerzo en mi vagina empapada. Yo seguía con una mano en su pecho tratando de que no se excediera, pero confieso que una parte de mi quería que me follara sin parar. No había vuelta atrás. Me rendí, dejé de detenerlo con mi mano y apoyé los codos en la camilla. Él entendió perfectamente mi lenguaje corporal, entendió mi mensaje que “lo dejaba hacer”. Desesperado se transformó, ahora su expresión se desencajó, su mirada no sabía donde posarse, si en mi cara, en mis tetas en mi panza o en mi vulva… se agarró de mis senos con ambas manos y comenzó a follarme con unas ganas que rozaban con el desespero, sus pesados huevos sonaban chocando una y otra vez contra mi vulva contra y mis nalgas y su mirada ansiosa seguía sin saber en qué parte de mi voluptuoso cuerpo fijarse, mientras me agarraba las tetas desesperado… confieso que nunca me habían amasado las tetas con tantas ganas y desespero como ese hombre…pero también confieso que me encantó… por momentos me agarraba de las nalgas, o me agarraba una y con la otra mano acariciaba mi panza, luego volvía a mis tetas, me cogía la cara, me metía los dedos en la boca… me estaba morboseando a su antojo y lo peor es que tengo que confesar que me encantó, yo estaba en un nivel de placer que no conocía y no era el típico placer, era ese placer al máximo lleno de morbo, ese placer que sobrepasa los límites por un ingrediente: el saber que estás haciendo algo prohibido… susurrando él decía mil cosas sin parar “qué delicia, qué rica estás, qué tetotas, cómo estás de buena, qué delicia darte verga, te entra delicioso, desde que te vi sabía que necesitabas mucha verga, te voy a llenar de leche…” y mil vulgaridades más, hasta que dijo “qué rico por fin metértelo, desde que te vi te quería follar”… yo estaba pérdida en el éxtasis y el placer pero ahí lo supe, desde que me conoció siempre quiso follarme, él lo planeó, por eso me examinaba así, por eso me había citado hoy cuando ya no había gente en los consultorios… mi amiga tenía razón.

Continuará…

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