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Entre las nalgas de mi sobrina

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Soy el menor de 5 hermanos. Mi hermano mayor me lleva 14 años. Cuando él tenía 18, embarazó a su novia, lo que en esos años implicaba matrimonio y hacerse cargo de la situación. Con su esposa y su hija se acomodaron en la casa de mis padres, donde habilitaron un departamento en el patio posterior de la casa.

A los 16 años (mi sobrina tenía 11) dejé la casa para ir a la universidad y volvía eventualmente por pocos días. Luego, al concluir la universidad, viajé a Lima, donde empecé a trabajar. Cuando tuve 25 años, conseguí un empleo temporal en mi ciudad y volví para una temporada de 4 meses. Lo más cómodo era quedarme en casa de mis padres y decidí hacerlo, de paso para ahorrar en alojamiento y comida, pues no tenía un gran sueldo.

Por aquellos tiempos, mi sobrina tenía ya 20 años y estaba estudiando enfermería en una universidad en la misma ciudad. Desde que volví nos tratamos con familiaridad. Pero reconocí que se había puesto realmente voluptuosa. Poderosos muslos, redondeadas nalgas y prominentes senos. Pero siendo mi sobrina, no pensé mucho en eso.

Como al mes de estar allá, me pidió ayuda para unas tareas de un curso de estadística que llevaba en la universidad. Algo muy básico, sobre temas vinculados a su profesión. Cómo el lugar más cómodo para darle las clases era su habitación, en el departamento de sus papás, iba a dárselas allí.

Ella en short y un polo juvenil, yo como mi disfraz de ingeniero, jean y camisa a cuadros. Las primeras clases pasaron sin nada que resaltar, entendía rápido lo que le explicaba y para mí era muy sencillo pues el nivel del curso que llevaba era bastante básico.

La tercera clase, que fue algo más tarde, porque llegué tarde del trabajo, ella me esperó en pijama. Desde que la vi me calenté, pero intenté no pensar en eso. Un short súper ligero y translucido, que mostraba que no llevaba nada abajo y una mini blusa igual translucida. Abajo le podía ver el inmenso culo y la entrenalga y por delante, los vellos púbicos, bien cortados y delineados. Sus pezones grandes en sus senos firmes eran como una tentación infinita.

Mi sobrina, como toda mujer, se dio cuenta rápidamente de mi deseo y mi turbación. Simplemente le gustó jugar a la mujer fatal. Se me pegaba al cuerpo mientras le explicaba. Se alejaba en forma tal que pudiera verle mejor el culo o los senos. Se me volvía a pegar. Su cuerpo un instante, su rostro junto al mío otro momento.

La tentación era demasiado grande y a los 25 años era imposible resistirme. Como si fuese casual, puse mi mano en su muslo. Ella no dijo nada, ni separó mi mano del mismo. Seguí explicándole y corrí mi mano más cerca de su vagina, hasta casi rozarla. Siguió sin decir nada.

Ya no pude resistir más y por debajo de su short de pijama metí mi mano directamente a su vagina, la sentí húmeda, y sentí como mi verga se ponía tiesa. Sin palabras introduje dos dedos en su húmeda y receptiva vagina y comenzó a gemir rápidamente.

Como su cuarto era privado y en ese momento su papá y mamá no estaban, la llevé a la cama. Le bajé el short de pijama, puse sus piernas sobre mis hombros y comencé a sopearla intensamente, una deliciosa vagina poco recorrida, esculpida y con vellos tiernos y jóvenes. Tan distinta a las putas que contrataba, que casi me vengo sólo con mi lengua en ella.

Le pedí que se dé vuelta. Separé sus nalgas con mis manos y comencé a explorar su delicioso ano con mi lengua. Limpio, pues se había bañado momentos antes de la clase. Delicioso sentir como palpitaba con mi lengua recorriéndolo. Sentir sus enormes nalgas en mi rostro me puso a mil.

Me saqué el jean y cuando la acomodé en perrito para cogerla, me dijo “tío tienes condón”, y joder no tenía. Le respondí que no.

Ella pícaramente me dijo, “tío tienes que ir por el camino seguro”. Saber, por su insinuación, que la cogería por el culo fue la noticia perfecta. En perrito le lamí nuevamente el culo y subí como perro sobre ella. No tengo un pene enorme, sólo promedio. Pero a sus 20 años, mi sobrina tenía aún poca experiencia. Demoré un poco en ingresar, pero en cada empujada, ella iba gimiendo más y más. Sentir el culo estrecho de mi sobrina, en medio de sus redondas y enormes nalgas fue una delicia.

Cuando al fin pude tenerla toda adentro empecé a moverme cada vez más rápido y sentir como ese culo se dilató y daba paso a toda mi verga sin restricciones me puso a mil.

Le di vuelta y mirándole la cara de veinteañera se la seguí empujando por el culo, con sus piernas sobre mis hombros, hasta que sentí como ella se venía y me vine con ella.

Me acosté sobre ella. Por primera vez intenté besar sus labios. Me dijo “no, eres tío, como crees”.

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