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Envuelta en sudor y otros fluidos en una tarde de sexo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Una cena, vino, licor y risas, un cóctel para hacer o decir cualquier cosa, una apuesta subida de todo y el pago de la misma, así empieza esta mi historia y termina dolorida en la cama cubierta de sudor y fluidos.

Realidad o ficción, ficción o realidad, realmente no lo sé, juzgar vosotros porque la verdad que te puede pasar en cualquier cena con amigos o de negocios, luego una burda manipulación, sentirte violada en un principio y a pesar de los fuertes sentimientos por la persona que amas luego no pude parar y te conviertes en cómplice, lo que empezaría siendo una dominación de tu cuerpo y de tu mente, acabaría siendo algo muy diferente, acabaría siendo una tarde de sexo compartido.

Quizás lo único que quiero decir es que fuera real o no, al escribir estas líneas lo hago mío y solamente quiero relatar un hecho que mi cuerpo experimentó o no, un placer tal, que solamente quiero compartirlo con todos vosotros, no sé si fue real o no, pero quiero que tanto si eres hombre como mujer, sintáis lo que yo sentí o no, los hombres siendo cómplices de penetrar en mi cuerpo dándome el mayor de los placeres y vosotras al sentir lo que yo sentí al ser penetrada, al ser follada haciéndome temblar y a partir de aquí, soñar, imaginar, sentir y gozar.

No hace ni dos semanas perdí un juego en casa de unos compañeros del trabajo de mi novio, perdí en algo que ni yo creí nunca que pudiera perder, pero pasó, tan segura estaba de mi victoria que la apuesta fue un poco elevada de tono en mi caso y allí delante de todos, delante de mi novio me aposté que me dejaría follar por él, por un compañero de mi novio, por uno de sus jefes si ganaba, varias veces lo tuve que prometer mientras todos nos reíamos, en parte era un juego, todo fue un juego, pero perdí, perdí frente a un jefe directo de mi novio del cual no había oído hablar nunca de él, alguien quien tan siquiera vive en España y que estaba como de paso.

Durante la cena varias veces me lo recordó, me lo recordó tanto que incluso mi novio tomó cartas en el asunto diciendo que ni se le pasara por la imaginación, pero si, si se le pasaba por la cabeza hasta el punto de mandar a mi novio de viaje, un viaje no programado mientras que él se presentaba una tarde en nuestra casa.

Muy convincente la verdad, resultó tan convincente que esa misma tarde pagué mi apuesta, no sin antes escucharle decir que si no me acostaba con él, la carrera de mi novio estaba acabada y que aparte lanzaría el bulo de que al final si nos habíamos acostado, de hecho fui tan tonta al principio de dejarle pasar y darle la excusa de poder describir nuestra casa por dentro, ¿convincente no?, no sé si es la palabra, quizás será mejor decir chantaje, un chantaje al que no me podía oponer.

Mientras me quitaba la falda y la blusa le miraba fijamente no sin sentir asco por él, de estar tremendamente enfadada conmigo misma por haberme metido en aquel embrollo y por ende a mi novio arrastrándolo conmigo, me lo tomé como algo que tenía que pasar, algo inevitable para que mi novio no perdiera el trabajo por mi culpa, le veía desnudarse entero y cuando sé bajo el bóxer salió un enorme pene ya empalmado que él empezaba a menear con una mano, me pidió que no me quitara más ropa, que me quedara con la braga y con el sujetador y que me diera la vuelta arrodillada en el suelo delante del sofá y así lo hice, por un momento me alegré porque así no tendría que verle la cara mientras me follaba.

Note como él también se arrodillaba en el suelo y como apartaba la tela de mi braga subiéndola por encima de uno de mis glúteos dejando mi vagina perfectamente visible y accesible para él, yo estaba apoyada con los brazos sobre el sofá y mi cuerpo tumbado sobre el asiento cuando empecé a notar sus dedos sobre mi vagina, tocando mi vulva para comprobar lo seca que estaba, no había excitación, tan siquiera un poco de humedad por dentro de mí cuando metió uno de sus dedos, entonces decidió abrir bien mis glúteos y meter su boca para empezar a lamer mi vagina, pasaba su lengua por mis labios hasta mi clítoris y la verdad es que no soy de hielo, no, ni mucho menos soy de hielo y empezó a conseguir lo que desde un principio venía buscando, que yo de una manera u otra participara, pero de momento yo solamente participaba mojando involuntariamente mi vagina al paso de su lengua que entraba y salía de mi interior.

Algo me comía por dentro al sentir aquel placer cuando masajeaba y lamía mi clítoris, como notaba sus dedos penetrar en mi vagina y como las barreras que había construido en mi cabeza poco a poco se iban desmoronando, mi vagina se iba abriendo al sentir como su glande subía y bajaba por mi vulva y para cuándo empezó a metérmela ya estaba lo suficientemente excitada como para que me pudiera follar sin hacerme daño, una triunfo para él y más vergüenza para mí, pero algo más le costó oír un gemido de mi boca, realmente yo no apostaba por mí, porque con sus manos en mi cadera moviéndose hacia delante y hacia atrás, con su glande metiéndose en mi vagina increíblemente mojada, deslizándose por ella me estaba provocando que tuviera que cerrar los puños y morderme los nudillos para no darle la satisfacción de oír que me estaba gustando.

Minutos más tarde, su pene seguía penetrándome, saliendo totalmente mojado y alrededor de mi vagina y de su tronco se adhería restos de mi flujo vaginal, no podía fingir por más tiempo, realmente él lo estaba viendo, estaba viendo como me sacaba el flujo de mi interior y mis gemidos empezaron a oírse en el salón a la vez que yo apartando la braga de la entrada de mi vagina mientras me follaba, metiéndome su pene con golpes tan profundos, que cada vez que la sentía tan dentro de mí, un pequeño suspiro con un minúsculo grito soltaba por mi boca hasta el punto de que empecé a mover mis caderas en busca de su pene, bajando y subiendo mis nalgas haciendo que él se quedara quieto y su pene se fuera metiendo y saliendo de mi interior sin tener que moverse.

Era tanto el placer que él sentía que llegó a apoyar sus brazos en el suelo detrás de él y con su pene bien duro, como si fuera una barra anclada en el suelo me iba recibiendo las embestidas de mi cuerpo cuando bajaba metiéndose en mi vagina, había pasado de estar quieta como una estatua inerte a ser yo la que se sentaba y levantaba de su pene, había pasado de ser follada a follarle y que los gemidos y pequeños gritos fuera ya lo habitual entre los dos, en mi cabeza los rescoldos de aquella barrera que había construido para defenderme se iban diluyendo hasta no quedar nada, nada más que las ganas por aquel pene entrar y salir de mi interior, las ganas de sexo ya sin perjuicios, sexo no por obligación sino porque quería y con su pene penetrando muy al fondo de mi vagina, después de haberme hecho dilatar tanto para él, sentada sobre su pene mis caderas se empezaron a mover en círculos arrancándole los gemidos que él deseaba y en ese momento me levante, me di la vuelta y mirándole a los ojos me empecé a quitar muy despacio el sujetador, luego con la misma parsimonia mirándole fijamente mis bragas, no perdía de vista ningún gesto mío, se notaba como subía y elevaba la excitación entre los dos y con una señal de mi dedo hice que se incorporara y me siguiera hacia la habitación.

Tenía mi sexo realmente ardiendo, no sabía ni donde estaba ni con quien, solo sabía que estaba demasiado excitada como para que aquello se acabara tan rápido como en un principio tenía pensado acabar, necesitaba aquel pene dentro de mí entrando y saliendo haciéndome perder la razón como ya lo había hecho, realmente no me había follado como para que estuviera así, pero algo había hecho para ponerme así de caliente, así de excitada y nada más llegar me tumbe en la cama abriendo y cerrando mis piernas dejando ver como mi vagina estaba tan mojada que incluso sonaba al abrir y cerrar mis piernas.

El jefe de mi novio se subió encima de la cama y de rodillas me cogió de los tobillos arrastrándome hacia él, empezaba a llamarme su putita, su zorrita y en vez de molestarme e ignorarle causo el efecto contrario en mí, me excitaba más y más y le pedía que me lo dijera, yo solo quería que me follase y que apagara el fuego de mi interior con esa manguera que tenía entre las piernas, arrastrándome más hacia él, me subió las piernas a sus hombros y levantándome las caderas me la empezó a meter, desde un primer empujón la notaba tan dentro que no pude más que soltar un grito de placer, cada penetración más fuerte y más profunda estaba haciendo que perdiera el control de mi cuerpo, el placer me inundaba continuamente al sentir como la metía y sacaba de mi interior, sus manos apretaban mis glúteos subiendo y bajándolos a la vez que empujaba su pene dentro de mí, estallando en gritos de placer al ser penetrada.

No podía más y con un grito realmente enorme en mi interior, mi tripa empezaba arder, mis piernas a temblar, mi cabeza meneándose con la boca abierta de un lado a otro de la cama, mis manos se aferraban a sus muslos arañándoselos con mis uñas, luego a las sabanas tirando de ellas y otra vez sobre sus muslos, me estaba provocando un orgasmo tras otro me estaba provocando que entrara en éxtasis, que mis ojos se volvieran blancos y que me olvidara incluso de mi novio.

Sé que un poco más tarde eyaculo dentro de mí y no fue la única vez que lo hizo aquella tarde, porque el polvo de media hora que él esperaba echar, se convirtió en una tarde de sexo, ocho horas follando sin parar, varios orgasmos, varias eyaculaciones dentro de mi vagina, no me preguntéis ni el cómo ni el porqué, pero me follaba de tal manera que nunca había experimentado un placer como aquel, tampoco es que su pene estuviera fuera de la media no mucho menos, pero al sentirme penetrada por él veía las estrellas, me hacía gozar tanto que no podía dejar de gritar, ya fuera arriba o abajo, a cuatro patas o montándole como una amazona con sus manos continuamente sobre mis pechos, de pie o sentados, en la cama o en el baño, aquella tarde los orgasmos se multiplicaron, los golpes y empujones de su pelvis contra la mía no cesaban, los gritos de placer el hilo musical de aquella tarde de finales primavera que empezó como empezó y termino con mi cuerpo dolorido sobre la cama, rendida y exhausta, envuelta en sudor y otros fluidos.

Media hora más tarde me despertaba sola en mi cama, desnuda y con restos de su semen entre mis muslos o en mis labios, él se había ido sin decir nada y yo me quedaba pensando si había servido para algo o no, le había sido realmente infiel a mi novio o le había salvado de un despido.

No lo sé, quizás vosotros me lo podáis aclarar varias preguntas que me rondan por la cabeza, preguntas que no sé siquiera contestar, pero lo que sí estoy segura es de que fuera real o no, fue una experiencia realmente, increíblemente placentera y sin embargo vuelvo a mi pregunta.

¿Sirvió para algo o no?, ¿Fui infiel o no?, y como adivinanza para vosotros ¿fue real o ficción?

Dime con sinceridad ¿tú qué opinas?

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