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Follando al primo, a la prima, a la tía y a la tía abuela
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Primer episodio

Dime cómo va la cosa.

Éramos tres primos y una prima, Javier, Jacinto, Alicia y yo. Desde muy niños era Alicia la que cortaba el bacalao. A mí me llamaba Randa, a mi primo Javier le llamaba Gato y a su hermano le llamaba Rata y por supuesto ella era Alicia Babá. Le faltaban 37 ladrones, pero cómo ella decía: "Por algo se empieza".

Nuestra cueva, Sésama, estaba era el monte y tenía cuatro colchones, mantas y sábanas, un mueble viejo con cajones una mesa, cuatro sillas, cuatro platos, cuatro cucharas, cuatro cuchillos, trapos, velas y un quinqué que habíamos mangado en una casa abandonada.

El monte tenía un estanque donde nos bañábamos desnudos mis primos y yo cuando Alicia no estaba.

Un día a mi prima le empezaron a salir las tetas y desde ese momento dejaría de enredarnos en sus aventuras, aventuras que serían muy largas de contar, pero que básicamente se trataban de peleas o de pequeños hurtos de fruta, de enseres en las casas abandonadas, cositas en la taberna mientras alguno distraía a la tabernera…, pero a lo que iba, ese día nos dijo con aires de superioridad:

-Dejo de ser vuestra jefa. Sois muy críos para mí.

Alicia era delgada cómo un fideo y tenía la misma edad que yo, pero la verdad era que me gustaba, por eso no tomé bien lo de su marcha. Le dije:

-Sin tiempo no era. Ya estaba cansado de obedecer a un adefesio.

Se puso alta.

-¿Qué coño es un adefesio?

Me puse más alta que ella.

-Míralo en el diccionario, inculta.

Levantó la mano. La miré con cara de mal hostia, se rajó y se fue. Debió preguntar lo que significaba adefesio, ya que dejó de hablarme.

Unos años más tarde, Jacinto, Javier y yo éramos tres muchachos delgados, de estatura mediana y bastante apuestos. Estaba bien entrada la primavera cuando fuimos a bañarnos en el embalse, un embalse que tendría unos quince metros de largo por unos seis de ancho y que estaba cubierto por nenúfares por los lados. Sobre ellos y entre ellos croaban las ranas de aquel embalse que regaba las huertas de los vecinos de mi aldea. Nos bañamos en pelotas. Después cogimos nuestras ropas y bocadillos y fuimos para un pequeño campo de hierba rodeado por matorrales. Allí en pelotas sobre la hierba nos pusimos a conversar mientras oíamos titear a las perdices, cantar a los grillos, trinar pájaros de distintas clases… Jacinto, el hermano de Alicia, nos dijo:

-Sé de un juego que os va a dejar…

Lo corté.

-Con el culo roto.

-Puede, nunca se sabe.

-¿Y qué juego es ese?

-El de la gallina ciega.

Javier le dijo:

-Ese juego es de niñas

-Sí, y jugué a él con mi hermana y con Conchita. Se pasa de puta madre.

Me picó el gusanillo de la curiosidad.

-¿Les tocaste las tetas?

Jacinto se hizo el interesante.

-¡Ah! Si queréis saber lo que les hice tendréis que jugar.

-Me late que es un juego diferente al de la gallina ciega -le dijo Javier-. ¿Me equivoco?

-No, mi hermana y la Rubia, acabaron cómo estamos nosotros.

-¡¿Has visto desnudas a tu hermana y a Conchita?!

-Si, después de vendarme los ojos se desnudaron, y cuando me quité la venda las vi. ¿Jugáis o no jugáis?

Aquello me olía a mariconada.

-Dime cómo va la cosa.

-La cosa va así. Yo me vendo los ojos y vosotros os cambiáis de sitio, yo no sabré donde estáis. Al encontraros os chuparé las tetas, os besaré y si aún no descubrí quien es quien os chuparé las pollas hasta que lo descubra.

-A ver, a ver -le dije yo-. ¿Me estás diciendo que le comiste la boca, las tetas y la almeja a tu hermana?

-A ella y a Conchita.

-Joder, joder, joder ¡Lo que daría por haber estado en tu sitio! ¿Se corrieron?

-¿Tú que crees?

-Que no, tú no tienes idea de cómo se come un coño.

Por primera vez en su vida me habló con aires de superioridad.

-Lo sé comer mejor que tú.

-A ver, atontado, un culo no es un coño. ¿Lo pillas?

-A lo mejor algún día pillas tú la idea de que cuando se le come el coño a una mujer también se le come el culo.

-A tu hermana no me importaría comerle el culo si ella quisiera.

-A lo mejor está deseando que le comas ambas cosas.

-Más quisiera yo, pero tu hermana me odia desde que le dije que era un adefesio.

-Las mujeres son muy complicadas, Quique. A ver. ¿Jugáis?

Javier se anotó.

-Yo juego un ratito.

No me lo podía creer.

-¡¿Vas a dejar que te dé besos y te la chupe?!

-Todo es cuestión de cerrar los ojos y pensar que es su hermana.

-¡Par de maricones!

Jacinto no estaba conforme.

-Solo contigo no sería jugar a la gallina ciega, Javier, además, a ti ya te la chupé.

Miré para Javier y me dijo:

-¡¿Qué?! Es mejor que tirar una paja.

-Fijo que también le diste por el culo.

-¿Y si le di, qué?

-Me late que también te dio él a ti.

-En el sexo no hay que ser egoísta.

-¡La hostia! Y yo bañándome desnudo con vosotros. Se me quitaron las ganas de comer el bocadillo.

Jacinto me dijo:

-Vaya tontería.

Javier nos dejaba.

-Visto el cariz que toman las cosas me voy comiendo el bocadillo camino a casa. Tengo muchas cosas que hacer.

Javier al día siguiente se iba para Ferrol a hacer la mili. Se vistió y se fue comiendo el bocadillo. Al irse Javier, Jacinto me dijo:

-Me muero por hacerte una paja.

Sin levantar la voz, le dije:

-Pues muérete.

-Te gustaría si te la chupo.

-No me va a gustar porque tú no vas a chupar nada.

-Si cierras los ojos y piensas que es mi hermana quien te la chupa…

Para que me dejara en paz le quise dar donde más duele.

-Me gusta más tu madre, la debe chupar de maravilla.

Estaba equivocado, le había dado donde más le gustaba.

-Sí, fue ella la que me aprendió a chupar pollas.

Aquella confesión no me la esperaba.

-¡¿No me mientes?!

-No, no te miento, mi madre está muy necesitada. Al estar mi padre en Alemania pasa muchas ganas.

-¿Te dijo ella que estaba muy necesitada?

-Sí, eso y muchas cosas más.

-¿Cómo qué?

-Cómo que le gusta que le coman el coño hasta que se corre, mamarla, que se la metan en el culo…, cosas así.

-¿Te la follas?

-Sí, por el culo.

-Por donde a ti te gusta.

-Me gusta por los dos lados, pero en el coño no me deja meterla porque tiene miedo a quedar preñada

-¿Y a tu hermana?

-A mi hermana no la follé ni por un lado ni por el otro.

-¡Si llega a saber que follas con tu madre…!

-Lo sabe.

-No te creo. ¿Cómo lo supo?

-Lo supo una noche que dormimos mi hermana, ella y yo en su cama, hacía mucho calor y dormíamos destapados. Yo estaba a su lado y mi hermana al mío. Debían ser más de las dos de la madrugada cuando sentí una mano dentro de mi calzoncillo. Abrí los ojos y vi que era la de mi madre. Tenía una mano dentro de sus bragas y la otra donde te dije. Pasado un tiempo, miró para mi hermana, vio que estaba dormida, acercó su boca a mi oído y susurró:

-"Cómeme el coño".

-Me había aprendido ella a comer un coño. Me metí entre sus piernas. Al lamer vi que tenía el coño encharcado. En ese momento no supe que era porque ya se había corrido, y eso hizo que me llevase un mundo de tiempo hacer que se corriera de nuevo… Ya llevaba un buen rato comiéndole el coño cuando miré para el lado y vi que mi hermana nos estaba mirando. Tenía una mano dentro de las bragas y esa mano se movía de abajo a arriba y de arriba a abajo, o sea, que se estaba haciendo una paja. Ya no dejé de mirar para mi hermana ni ella dejó de mirar para mí. Al rato se bajó las bragas hasta las rodillas y se giró para mi lado. Yo agarré la polla y me la empecé a menear… Poco después mi hermana tapaba la boca con una mano y se encogía. Se estaba corriendo y yo me corrí al verla gozar. Mi madre me sintió gemir en bajito, me cogió la cabeza con una mano, frotó el coño contra mi nariz y mi cara y se corrió como una cerda.

-Me acabas de poner a mil.

Me miró para la polla.

-Se nota, se nota, se te puso gorda. ¡Qué rica debe estar!

-No la vas a catar por más que me calientes por la oreja, mariconazo. ¿Después de eso pasó algo?

-Sí, una media hora después cuando Alicia sintió a nuestra madre roncar.

-¿Qué pasó?

-Que mi hermana me cogió una mano y me la llevó a su coño. Lo tenía empapado, me desplacé hacia su lado, metí mi cabeza entre sus piernas y le comí el coño. ¡Estaba delicioso!

-¿Estaba más rico que el de tu madre?

-Estaba mucho más rico que el de mi madre. Volví a coger la polla y comencé a menearla. Al rato mi hermano empezó a echar tal cantidad de agua por el coño que creí que se estaba meando con el gusto, pero no, no era meó, ya que no olían ni sabía a meo, eran los jugos de su corrida, me los papé y papándolos me corrí en mi mano.

-Debe ser una maravilla follar con ella.

-Follar, lo que es follar no sé, pero comerle el coño, lo es.

-Y yo pensaba que no tenías idea de comer un coño.

-La vida nos da sorpresas.

Ya que se había soltado tenía que aprovechar el momento. Le pregunté:

-¿Cómo fue la primera vez con tu madre?

-Pues ella estaba meando y…

-Me refería a lo que hicisteis la primera vez.

-La primera vez me hizo muchas cosas.

-¿Te hizo una mamada?

-Sí.

-¿Cómo la hace?

-Recuerdo que me cogió los huevos, me miró a los ojos y después lamió y chupó la cabeza de mi polla. Con la yema de un dedo me acarició el ojete, la otra mano bajó y subió por mi polla y ya me corrí en su boca. Se tragó la leche y siguió chupando para que no se me bajara.

-¿Para qué quería que no se te bajara?

-Para follar conmigo. Se puso a cuatro patas y me dijo:

-"Agarra mis tetas, magréalas, lame mi ojete y mete y saca tu lengua de él•"

-¿Eso te dijo?

-Sí, y mientras hacía lo que me había dicho se metió dos dedos en el coño.

-¡Qué puta!

-Putísima.

-¿Y después le diste por el culo?

Jacinto abrió su bocadillo de mantequilla, paso un dedo por él, se puso a cuatro patas y se lo metió en el culo mientras me decía:

-Y le entró así de fácil. ¿Por qué no untas tu polla de mantequilla?

-No voy a dejar que me la chupes.

-Lo que quiero es que me la metas en el culo.

A ver, yo estaba empalmado y cachondo a más no poder, su culo era un reclamo tentador, la situación era la de ser o no ser, si era, pues era, y si no era, pues era peor, así que pringué la mano con la mantequilla de su bocadillo, unté la polla, me arrodillé detrás de él, la puse en la entrada del ojete, lo agarré por la cintura, cerré los ojos, pensé que se la iba a meter a su madre en el culo y empujé. La cabeza entró tan apretada que casi jodo el frenillo. La seguí metiendo mientras mi primo se la pelaba entre gemidos de placer… A rato giró la cabeza, los ojos se le pusieron en blanco, se corrió sobre la hierba y yo me corrí dentro de su culo.

Mi primera experiencia con un hombre fue por culpa de su madre, a esa madre la iba a follar bien follada.

Mañana más.

Quique.

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