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Historia ardiente de un pueblo conservador (segunda parte)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Los 5 hombres aguardaban en la tienda. La lluvia no cesaba y la señora les invitó a ponerse cómodos porque la tempestad parecía ir para largo.

Los hombres se quitaron sus chamarras y la jovencita les ayudó a colocarlas fuera del alcance de certeras gotas que ya entraban a la tienda.

La señora cerró por completo el negocio y se dispuso a hacer lo que su vagina le dictaba con ansiedad. Tomó del brazo a uno de ellos y le sugirió al oído:

-Aprovechemos el tiempo. Gocemos de un rato agradable con un café.

-El señor entendió a lo que se refería la señora al ver que le guiñaba un ojo.

Para pronto el hombre empezó a besarla en los labios ante la sorpresa de sus otros cuatro compañeros de viaje.

La joven se acercó mucho a un hombre mayor y le pasó la mano por el pecho, sobre la camisa, y la tentación creció.

El señor tomó a la joven y también la empezó a consentir con unos besos tiernos sobre sus labios.

Mientras los dos hombres se hacían de los jugosos labios de madre e hija, los otros tres hombres se sacaron el pene y empezaron a frotárselo.

La señora vio aquel surtido de penes mientras sus labios eran devorados y soltó un leve gemido que excitó a quien la besaba. Bajó su mano y sintió la rigidez del miembro y alcanzó a ver cómo le quitaba el hombre la blusita a su hija.

Los demás hombres gozaban del espectáculo haciendo con su miembro las veces de una boca succionando la punta de sus bellos penes.

Entre los hombres había un joven de apenas 19 años que era el que tenía el pene más grueso y largo.

Quien atendía a la señora descendió con sus ardientes labios a su cuello y le dio oportunidad de ver el enorme pene del jovencito escurriendo ya el líquido preseminal. La señora se mordió el labio inferior y cruzó miradas con el joven invitándolo a acercarse a participar con su enorme polla.

La joven por su cuenta ya atendía a fondo a su hombre y le succionaba el pene ante la mirada lujuriosa de los otros dos hombres que permanecían limando su herramienta listos para entrar en acción. Los pechos de la joven eran tan hermosos como los de su madre quien ya los tenía expuestos con los pezones endurecidos y dos bocas lamiéndolos.

La joven tenía planes muy eróticos que había visto en películas porno y que pensaba llevar a cabo en esto que apenas iniciaba.

Por su parte la madre tenía mucho tiempo sin sentir a un hombre y en su mente pasaba la idea de tener a tres hombres al mismo tiempo.

Ninguno de los 5 esperaba esto y el pueblo se empezaba a llenar de pasión. Una pasión que poco a poco se convertiría en la mayor lujuria jamás escuchada a través de gemidos y vista por los ojos de dos mujeres que cada fin de semana asistían a misa.

Lo que está por ocurrir es algo que prenderá todas las vaginas y penes que podamos leer y ser partícipes de esta historia tan erótica.

Continuará.

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