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Impulso por ganas

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Fue una escena para la que nada me hubiese preparado. Apenas media hora antes estábamos en la Facultad y Ana me preguntó por mensaje:

-¿Quieres tener sexo conmigo?

Obvio no supe qué decir. Apenas unos segundos pasaron:

-No lo estés pensando a menos que todos tus coqueteos hayan sido puro pico de gallo.

Ella había salido de su clase unos minutos antes que yo. Seguía sintiendo que parecía una broma y pero respondí:

-No tengo nada que pensar. ¿Cuándo y dónde?

-Ya. Vamos a un motel. En mi coche. Apúrate.

No me dijo dos veces. Antes de 15 minutos estábamos en la habitación del motel. El lavabo estaba por fuera del baño y me puse a lavarme las manos. Fueron unos segundos pero al secarme las manos me di cuenta de que Ana ya estaba completamente desnuda sobre la cama boca arriba. Su mano izquierda sobre su abdomen acariciándose. Me estaba mirando y cuando nuestras miradas se cruzaron sonrió levemente ante mí cara de sorpresa.

-Apúrate -me dijo, comenzando a tocar su entrepierna con su mano derecha levantando sus rodillas y separando las piernas. Yo comencé a desnudarme. No había tiempo que perder. No pude evitar sorprenderme. Su enorme trasero y sus gruesas piernas siempre me habían causado admiración pero ahora, completamente desnuda, su piel ligeramente bronceada y una casi total ausencia de vello por ningún lado. Sus pechos pequeños pero cónicos firmes y de pezones rosados. Sus pies, Dios mío, sus pies eran angostos pero no sobresalía ningún hueso como si hubiesen sido diseñados. Ya desnudos los dos, ella arreció los movimientos de su mano entre sus piernas y claramente pude escuchar el sonido inconfundible de la humedad abundante que salía de su vagina. A pesar de ello, no pude detenerme y tomé uno de sus pies, a lo que ella me ayudó levantando la pierna. Pensaba besarle pero sus dedos, uno a uno, terminaron en mi boca provocando un gemido intenso y profundo en Ana mientras besaba sus suaves deditos uno a uno. Quise continuar pero ella entre gemidos me gritó:

-¡Ya por favor Oscar! ¡Penétrame ya!

Tan rápido como pude me calcé el condón mientras ella levantaba sus pies para ponerlos sobre mis hombros. Tomé sus tobillos y la penetré. Ana tiene una vagina estrecha pero muy lubricada y eso me hizo sentir deliciosa presión sobre mi verga. De pie en el borde de la cama comencé a moverme sin soltar sus tobillos pero separando sus piernas para ver su vientre plano y sus pechos con pezones hermosamente erectos. Ana gemía con fuerza, casi gritando. No pasó mucho tiempo y empezó a ponerse muy dura y a contonearse casi convulsionando. Un orgasmo de los más impresionantes que había visto hasta ese momento. Yo seguí mis movimientos hasta que ella me detuvo con sus manos para hacerme saber que me detuviera. Yo me quedé quieto sin sacarle mi verga. Ella estuvo respirando y mirando al cielo por un momento antes de mirarme a los ojos.

-¿Qué hago? -pregunté tratando de ver qué seguía en ésta sorpresa para mí.

-No te has venido ¿verdad?

-Ganas no me faltaban pero me puse a disfrutar viendo el orgasmo más cool que he visto en mi vida.

Ana se rio...

-Tenía muchísimas ganas -me respondió -no sé qué iba a hacer si me hubieras rechazado. Ya me había masturbado dos veces pero necesitaba que me penetraran-Maniobró para asegurarse de que mi condón no se le quedara adentro y se sentó en el borde de la cama mirando mi verga. Estuvo por un momento acariciándome tanto el pene como los testículos. Como si quisiera conocerlos mejor. Yo la dejé hacer mientras admiraba su desenvoltura y desenfado.

Ana era mi crush desde el primer día que coincidimos en la universidad. Tenerla ahora frente a mi, con esas formas de su cuerpo a simple vista, era todo un sueño. Me jaló hacia ella y terminamos acostados sobre la cama besándonos por unos minutos. Ella empezó a jadear de nuevo, claramente disfrutando del momento. En determinado momento me dio la espalda y yo sin perder el tiempo me dispuse a penetrarla desde atrás. Apenas comencé con mi intento ella cambió su postura para ponerse en cuatro bajando sus hombros hasta quedar sobre el colchón y al mismo tiempo levantó su trasero exponiendo en mi cara el paraíso que tanto había imaginado. No lo pensé y de inmediato acerqué mi cara para darle con mi lengua. Tenía labios rosados, depilado permanente y un sabor delicioso. Mientras yo acariciaba su trasero con una mano ella extendió hacia atrás sus brazos para separarse ella misma sus enormes nalgas y dejarme meter mejor mi lengua entre sus labios. Ahí me mantuve mientras disfrutaba su sabor hasta que empezó a gritar con fuerza...

-¡Cógeme! ¡Cógeme ya!

Me arrodillé y quise ponerme un condón pero ella me dijo:

-¡Así ya! ¡cógeme así!

Ante su petición le tomé la palabra y tomándola por su enorme trasero le dejé ir mi verga tan adentro como pude. La enganché con mis manos de la cintura que en esa posición se veía aún más angosta comparado con sus hermosas nalgas. Sin más preámbulo, Ana gritaba de placer y se contoneaba gozando de su orgasmo lo que causó que yo también me viniera. Cuando mis chorros se escaparon seguramente lo sintió porque en medio de sus gritos dijo:

-¡Así! ¡así! ¡vente! Vente adentro.

Yo seguía moviéndome aun sacando mis últimos chispazos de placer al venirme cuando el teléfono de Ana comenzó a sonar. Para mi sorpresa, extendió su mano y respondió aun jadeando:

-Hola amor... (gemido) Sí... Sí... (gemido) Con un compañero de la universidad... Muy rico... Siii me encantó, ¡tenía muchas ganas!

Escuchar aquello, para mí propia sorpresa, prolongó mi erección y seguí moviéndome sin soltar el trasero de Ana que seguía como si nada dando el parte de novedades.

-Dice mi novio que si te vas a animar a vernos otra vez para que me cojan entre los 2 ¿te animas?

Lo que siguió después tendrá que ser contado por Ana y su novio...

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