Acabo de recibir un correo de Miguel Ángel, ya les contaré que me dijo. Él y yo hemos intercambiado correspondencia desde hace tres años, donde me manifestaba que le gustaban mis relatos, lo cual yo le agradecí. También me dijo que le gustaba andar en las playas nudistas, en Colombia, de donde él es. Por lo general, sus correos son breves. Como muchos otros, me pidió la página donde estaban las fotografías mías y, como a todos los que preguntaban, se la di.
Alguna vez dijo que escribiría un relato donde él me preñaba y tiempo después me envió uno, donde un joven preñaba a una mujer madura, pero yo no lo relacioné con el relato que me había prometido porque no me sentí identificada. Pensé que me lo enviaba para opinar literariamente (si se puede decir eso) sobre el escrito, así que di mi opinión y remarqué errores lógicos, conceptuales y de redacción, incluso le regresé el escrito corrigiendo algunas cosas, pero señalándole que aún quedaban varias cosas que debían modificarse. Agradeció mi respuesta. Hasta después me percaté de que quizá con ese relato Miguel Ángel se refería a mí, pues recordé lo que me escribió en correos anteriores.
Continuamos esporádicamente en la correspondencia, en la cual a veces me decía cosas lujuriosas de mí, comentando las fotos y los relatos míos que había publicado en los correspondientes lugares. Le envié uno que publicaría y una foto donde estoy cabalgando en mi amante. Su respuesta fue “¡wow!, los relatos están geniales, me gustaron mucho, tienes mucho talento para esto. También me gustó mucho tu foto, tienes unas nalgas hermosas.”
En la correspondencia de hoy, me contaba un secreto: “llevo más de tres semanas sin masturbarme quiero saber cuánto puedo acumular. En estas tres semanas he estado más tiempo en erección y mis testículos se hincharon un poquito.” Me imaginé su aparato completo y le respondí: “¡Qué rico se te ha de ver!, mamable…”. También, cuando le pregunté si le dolía traerlo así, pues en algunos relatos los autores dicen eso, contestó: “A veces duele ya que están algo hinchados, (refiriéndose a sus huevos) y siempre estoy en erección que no puedo disimular ni los pantalones ayudan, en mi caso solo duele un poquito, una vez estuve como 4 días sin masturbarme y cuando lo hice eyacule mucho como 4 chorros; ahora creo que sacaré mucho más.”
Me imaginé, otra vez, una herramienta lista para lo que se pudiera necesitar y mi respuesta fue inmediata: “Ah… ya me hiciste que se me antojara. Voy a la recámara para tomar mi bibi… y acariciarle los huevitos a mi esposo (son chicos, los dos me caben juntos en la boca). ¡Mi amante sí que los tiene grandes!”, pero mi marido ya estaba listo para salir con mi hijo y me quedé con las ganas de mamar… y se lo conté.
“Si quieres te envió una foto” escribió y también de inmediato contesté: “Sí, quiero que salgan bien los huevos, de frente y de perfil, ver cómo cuelgan y que se noten bien las estrías del escroto. Recordé los huevos de mi amante y también otra foto que recibí de uno de los autores del foro, a quien sin remilgos se los alabé en uno de los comentarios cuando me recordó que me había enviado sus fotos (nítidas y en muy buen tamaño para hacer acercamientos en la pantalla, sólo faltaba el olor y el sabor). y minutos después llegaron las fotos pedidas.
Las fotos no eran de tan buena calidad como para que se me antojara lamer los huevos. Pelos cafés (me gustan negros, pero no hay problema), verga morena (con el prepucio ocultando medio glande y el meato muy lamible) de tamaño y consistencia que me hizo abrir la boca para querer mamarlo.
Algo decepcionada porque los huevos, que no eran del tamaño que me imaginé (llenos, a punto de explotar), mientras me extasiaba viendo la foto de la verga de Miguel, le mandé un whatsapp a mi amante para preguntarle por qué en algunas fotos (no le mencione la de Miguel que yo estaba viendo) no se ven las estrías del escroto. Me contestó que “el escroto se ve arrugado (de allí las ’rayitas’ o estrías como les dices) cuando hace frío, pues se contrae para acercar los testículos al calor del cuerpo; en cambio, se ven más grandes, y cuelgan muy bien, cuando hace calor pues el escroto se dilata para enfriar la zona (la piel se estira) y no lo ves arrugado: no puedes ver las estrías”. Entonces entendí que al chupárselos, la evaporación de la saliva que quedaba en el escroto disminuía la temperatura y se arrugaba, en cambio, cuando me posaba, se le veían las bolotas colgando pues estaba caliente.
Mi respuesta fue “Gracias, el lunes me lo vuelves a explicar ‘de bulto’ y lo verifico con la lengua”. Accedió respondiendo “Sí, pero te bañas el viernes y saliendo de la ducha te encamas a tu marido para ordeñarlo y lo sueltas hasta el lunes para que yo te limpie la leche con la lengua.”… ¡y me choreé! Aunque hoy no sea viernes, ¡me cojo a mi marido!