Esta historia comenzó hace varios años, por motivos de trabajo tenía que viajar un fin de semana al mes al sur de la provincia. Para no tener que pagar estadía allá mi amigo David me ofreció quedarme esas noches en su casa. Uno de sus hijos cuando tenía que venir a ciudad se solía quedar en nuestro departamento así que no me pareció algo descabellado. En la casa vivían mi amigo David de unos 45 años, mecánico de profesión, Susana una mujer de unos 42 años que era secretaria para unos arquitectos, su hija Mariana de 16 años y su hijo Martín de 20 años que ingresó a la facultad ese año. Como Martín en ese momento se estaba mudando a Ciudad, yo pasaría a ocupar su cuarto al final del pasillo, en frente tenía el baño que compartía con Mariana, al lado del comedor estaba el cuarto de mi amigo y en el medio de ambos el cuarto de Mariana.
Con David me conozco desde que éramos adolescentes y durante ese tiempo fuimos compañeros de aventuras, aunque me lleva unos 6 años de diferencia yo parezco mucho más joven, el ritmo de vida que llevo me mantiene en forma y si bien no soy muy bien dotado, lo normal, tengo una buena experiencia y una facilidad para el morbo.
Durante medio año iba a la casa de mi amigo a pasar un fin de semana al mes, todo ese tiempo transcurrió como si nada, yo llegaba tipo 22 h cenaba solo con ellos la mayoría de las veces, ya que la hija tendía a pasar las noches que yo estaba allá en la casa de alguna amiga. Una noche bebimos una botella de vino mientras charlábamos y nos reíamos, yo aprovechaba esos momentos para mirar de reojo las piernas de Susana, unas piernas morenas anchas pero bien trabajadas que cuando ella se reía a carcajadas su falda se subía casi al límite de dejarme ver su ropa interior. David me pescó un par de veces haciendo esto, pero no decía nada, contaba chistes y hacía monadas para que ella se riera cada vez más fuerte. Cuando David fue por una segunda botella de vino me envió un mensaje desde la cocina, “No tomes más, yo sé lo que te digo”, no le di importancia hasta que volvió y me guiño un ojo.
David y yo no probamos de esa segunda botella, ni de la tercera, entre risas y risas, Susana ya estaba medio ebria, yo ya sin ningún pudor miraba a gusto sus piernas y algo de su escote que se abría cuando ella gesticulaba, mi miembro ya estaba a medio despertar dentro de mis pantalones cuando David me mira y me vuelve a guiñar un ojo, me posiciono expectante para ver que hace.
En ese momento abofetea a su esposa, no muy fuerte pero lo suficiente para que ella quede quieta como confundida, no sabía que hacer estaba petrificado, la vuelve a abofetear dejándole el pómulo colorado y puedo ver como la respiración de Susana se acelera y claramente puedo ver como sus pezones se endurecen de la excitación, David comienza a comerle la boca con pasión mientras ella lo toma con ambas manos de la cabeza, parecen haberse olvidado de mí. Comienzan a tocarse a manosearse, puedo ver la tanga negra que tiene puesta Susana y lo mojada que está, David baja y comienza a chuparle y apretarle las tetas, con unos pezones medianos y oscuros que hacen que mi pija de un respingo en mis pantalones, se arrodilla ante ella le quita la tanga haciéndole un oral furioso, Susana gime y se amasa las tetas, excitada, perdida, yo me acomodo y disfruto del espectáculo.
Sin sacar la cabeza de la entrepierna de su esposa me hace señas de que me acerque, sin dudarlo me levanto, ahora sé que le gusta rudo así que la tomó de los pelos de la nuca y la beso con algo violencia, gime y se deja hacer. Estamos un rato así cuando David se incorpora metiéndole dos dedos en la concha mientras me dice “Llenale la boca con algo esta hija de puta así se calla”, no termino de decir eso que me baje el cierre y le llene la boca con mi pija. Que sensación espectacular que una mujer gima mientras tiene tu pija en la boca. Estuvimos un rato así hasta que los 3 nos vamos a su cuarto, David se la empieza a coger en cuatro, yo me pongo para que siga chupando cuando me mira a los ojos, puedo escuchar el golpe de las embestidas de mi amigo, me dice clarito “Hace rato que tenía ganas de chuparte la pija”.
Eso me puso como loco, le metía la pija hasta que le daban arcadas una y otra vez, David acabo y me dijo, “Te toca, dale que hace rato que me pide que se la coja otro macho”, ella me mira con los ojos llorosos y una sonrisa morbosa. Solo les puedo decir que lo entregue todo, le di con toda mi furia, la nalgueaba, la insultaba, le apretaba las tetas hasta que acabo 3 veces me resistí a acabar hasta que en un momento dijo “Dale, seguí así acabame adentro, dale, la tenés más grande que mi marido” y ahí acabé y acabé, casi me desmayo pero acabé hasta la última gota de leche que tenía. Mi amigo me tomó de los hombros, me guío a la puerta y me deseó las buenas noches, dejándome en bolas y exhausto en el comedor.
A la mañana siguiente y el resto de los fines de semana que pasamos los 3 juntos ninguno volvió a tocar el tema, no hubo más tríos ni insinuaciones.
Pero nadie me decía nada cuando me encontraban mirando descaradamente el cuerpo de Susana.
Al menos durante todo el siguiente año.