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La esposa del pastor (Parte 2)

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Desde aquel encuentro no he podido dormir. No puedo olvidar las caderas de Esther y sus piernas suaves. Aún conservo sus bragas bañadas de semen y jugos que todas las noches me he tocado con ellas.

La próxima vez que nos vimos fue en otro día igual al que había pasado nuestra aventura, horas antes que las personas empezaran a llegar para el inicio del servicio.

Estaba afuera esperando a que llegara. El tiempo me pareció eterno. No podía dejar de moverme en el estacionamiento.

Cuando la vi llegar en su carro mi estómago de revolvió y mi corazón latió como si hubiera corrido 3 calles. Ella tenía la cara seria y me miro a los ojos. Bajo y se dirigió a mí.

Estaba vestida como siempre, su falda abajo de las rodillas y una blusa de botones. Su cabello recogido y oliendo a coco.

-Buenas tardes... como estas?

Dijo

-Muy bien... y usted?

Le dije nerviosamente.

-Muy bien...

Justo cuando ella iba decir otra cosa la interrumpí.

-No dejo de pensar en ti, en lo que paso.

Dije muy apenas articulando mis palabras. Quería lanzarme contra ella y besarla.

-De eso quería hablar. Lo que hicimos estuvo mal. Es pecado traicionar a mi esposo de esa manera y aun peor haciendo esto en la iglesia. No podemos seguir hablando.

Ella continuó.

En ese momento mi garganta se secó. Quería fruncir mis ojos y decirle de que habla. Pero lo único que hice fue aceptar con mi cabeza y agachar la mirada. Mire sus tacones negros y lo poco que se veían sus piernas pálidas asomándose de su falda.

Ella dio vuelta y se dirigió hacia dentro de la iglesia.

Quise detenerla del brazo pero no lo hice, pero seguí su paso y me dirigí detrás de ella.

Vi como llego a las bancas y se sentó. Yo seguí caminando y me senté en las bancas.

-Al menos te gusto, lo que paso?

Dije silenciosamente.

-Entiende que mi esposo ya no me... da la atención que me daba antes.

Dijo detenidamente.

-Acepto que fue un deseo muy fuerte de mi cuerpo tener a alguien que me quisiera de esa forma, pero no he podido dormir de la culpa, y no dejo de pensar en ti.

Cuando dijo eso, mi pene se endureció, saber que anhelaba de mi y pensaba en lo que paso.

-Te entiendo, quiero que sepas que lo que hice no fue de un solo momento, claro me gustas, pero mi deseo por ti es mas grande. Quiero sujetarte en mis brazos.

Le dije.

En ese momento ella levantó la cabeza y miro hacia mí. Sus ojos cansados de color café se enlazaron contra los míos. Observe sus labios que brillaban y me acerque a besarla. Ella hizo lo mismo.

Nuestro beso duro unos segundos, sin lengua. Pero sus besos eran tiernos y apasionados, hace cuanto no los toca su esposo? Me pregunte a mi mismo.

Ella me tomo las manos y me retiró.

-Lamento que yo te hiciera esto.

Ella dijo.

-No hay nada que perdonar.

Y seguí besándola.

Cuando nos separamos, mi pene estaba tan duro que se veía con facilidad a través de mis pantalones. Y me pare.

-Creo que seguiré con mis tareas.

Le dije

Ella se mordió los labios y me dijo que si con su cabeza.

Los siguientes días nuestra relación se desarrolló, seguíamos trabajando con nuestras labores, pero continuamente cuando pasábamos lado a lado uno extendía su brazo para tocar al otro. Yo siempre tocaba sus caderas y ella siempre tocaba mi espalda. Cuando las cosas terminaban nos besábamos y ella se iba al baño a arreglarse el labial antes que llegaran las primeras personas.

Los días me parecían eternos a su lado, quería cogérmela con fuerza, tirarla contra la pared y arrancarle la falda para besar su hermoso culo.

Un día nos sentamos hablar y le pregunte como fue su vida sexual con su esposo... cuando aún lo hacían.

Ella me comento que su relación siempre fue muy tradicional, siempre de la misma posición.

Me volvía loco hablar de esto, saber que él tiene a su esposa con este cuerpo tan hermoso me hacía perder la razón.

-Quiero cogerte.

Le dije

Ella se puso roja, se remojo los labios y los mordió.

-También quiero hacerlo contigo... pero aun no me siento bien hacerlo.

Mencionó.

No quería apresurarla, pero me moría de ganas, mis bolas estaban tan hinchadas de tantos días con solo besarnos. Llegar a mi casa y masturbarme no me dejaba satisfecho, el recuerdo cuando se le arrime la verga dura sobre su braga me mantenía despierto por las noches.

-Sí, no te preocupes…

Le dije sin decir todo lo que me pasaba en la menté.

Los días pasaron y mi cabeza me daba vueltas cada que la veía. Cuando ella se sienta junta sus rodillas y sus pies los dobla a un lado, como si fuera una princesa o reina en alguna junta. Sus piernas pálidas con pecas siempre se veían lubricadas, ella siempre tenía un olor a coco así que imagino que se humecta con algún tipo de crema, porque sus brazos son suaves como seda.

Siempre me pregunto que estará usando bajo su blusa, ella tenía un pecho mediano, pero se beis bastante generoso. Aquella vez cuando lo “hicimos” no tuve la oportunidad de apreciarlas, pero me moría de curiosidad verlos e imaginármelas.

Sus pantorrillas eran perfectas, no podía ver más sobre su falda, cada que se sentaba ella siempre es cuidadosa que no se vea piel sobre la rodilla, pero cuando nos sentamos cerca puedo ver que de ven suaves. Me controlo siempre en no estirar mi mano y manosearla, tengo miedo que me vea tan desesperado.

Un día que no me toco ir a la iglesia, pase por una farmacia y entre a comprar condones, no había recordado en mi calentamiento que ella aun es fértil. Decidí comprar unos condones ultra delgados, necesitaba sentirla lo mas que pueda.

Cuando los pague, pensé en su esposó. Que pasara en su cabeza en dejar a su esposa sola? Por qué no la satisface? Será tan egoísta para sólo concentrado en él? Tal vez tenga alguna alumna de su preparatoria que sea su compañero de juegos. Decidí no pensar en él.

Cada que iba a la iglesia llevaba los condones en mi bolsillo trasero, pero siempre cuando nos besábamos ella trataba de alejarse o hacer otra cosa.

Un día nos tocó de tarea limpiar el salón de clases de jóvenes. Supe que era mi oportunidad.

Cuando entramos, como rutina empezamos las tareas, yo limpiando las mesas y ella acomodando las cosas del escritorio principal, al parecer lo estaba haciendo despacio, quería que me acercara? Lo hice.

Ella estaba de espaldas, la tome de la cintura y empecé a besar su cuello, su olor a miel y coco impregnaron mi nariz, me puse duro inmediatamente y le clave la verga sobre su falda y mi pantalón. Ella tomo mis manos y disfruto de mis besos.

Subí mis manos hacia sus pechos y al fin los toque. Eran firmes, al menos sobre su blusa y bra.

Ella empezó a respirar más rápido y gemir lentamente. Este era el momento en que me la iba a coger.

Ella se volteó y miro mi cara, me beso y me rodeo con sus brazos. Yo seguí tocando sus pechos.

Lentamente baje al zipper de su falda, y lo baje. Ella no hizo ninguna objeción, se estaba dejando llevar.

Le baje la falda y pude mirar sus bragas, esta vez eran blancas y con un corte de mini shorts, de esos que parecen minishorts de edecán.

Masajee sus nalgas, suaves y moldeables. Lentamente las separe y las deje ir, pude sentir a toques como rebotaban en el aire. Que rico, se me puso tan dura que me la tuve que sacar.

Cuando la saque ella la tomo y me la empezó a jalar. Quería ponerla en cuclillas y hacer que me la mamara, pero posiblemente no sabía, de todos modos no quería desperdiciar el momento y quería cogérmela.

Mi verga empezó a salivar, cuando mire hacia abajo vi que una delgada línea estaba escurriendo hacia el piso, como si fuera una gota de saliva cayendo lentamente. Ella también observó y toco el líquido que colgaba de mi miembro. Lo tomo y me lo embarró en mi verga. Me la dejo bien lubricada, pensé que se la iba a meter así, que la dejo preparada, pero entonces ella hablo.

-Tienes condones ahora si?

-Claro

Le conteste y saque los condones de mi bolsillo traseros y saque uno.

Ella se sentó en el escritorio principal y subió las piernas, donde se la había arrimado y masturbado en aquella ocasión, se quitó sus bragas blancas y pude verle su conchita, no estaba depilada, pero tenía su vello púbico rasurado muy corto en forma de triángulo sobre su vagina.

Sus labios estaban empapados de su jugo, estaba cerrada pero podía ver su clítoris de color rosa asomándose. Cuando lo vi sentí un impulso de agacharme y lamberle toda la vagina, quería saborearla y hacerla venir en mi boca, pero quería metérsela ya.

Acaricie sus piernas lentamente y sentí lo suaves que de sentían, quería darles un mordisco por ser suaves como pan recién horneado.

Me puse el condón y sentí lo apretado que estaba, aún que había lubricado por la mano de Esther. Mi cabeza de la verga estaba palpitando y se notaba su contorno a través del condón.

Me acerque a su conchita con mi verga en la mano y por fin la sentí a través del hule, justo tocando su clítoris que estaba ya empapado. Ella soltó un gemido leve, y empecé a mover la verga arriba y abajo masajeándola y ella soltó más gemidos bajos.

-Que rico se siente…

Me dijo mientras gemía.

Lentamente baje de su clítoris hacia su vagina, se sentía tan húmeda que mi verga se deslizaba con facilidad.

Llegue a la entrada, y empecé acercarme, sentía como sus labios se separaron y mi cabeza del pene estaban siendo abrazadas de lados, ella tomo aire y se preparó.

Lo introduje lentamente y ella gimió en alto y se acostó sobre el escritorio.

-Se siente bien rico, quieres que te la meta toda?

Le dije

-qué?… pensé que ya la tenías adentro.

En ese momento empuje más hacia ella, ella sujeto los laterales del escritorio y grito, una mezcla de gozo y dolor.

-Aah... por favor. Sigue.

Di mi último empujón y entro toda. Mi verga no era de tamaño grande, pero tenía 19 cm fáciles, y era muy gorda. Se siente apretada adentro de ella.

Ella se cerró la boca con una mano y la otra seguía sujetando el escritorio.

La saqué hasta casi sacar la cabeza y su vagina parece que estuviera chupando mi verga con fuerza de lo apretada que esta, y la volví a meter hasta el fondo, Esther gemía en alto.

-ay… Hazlo rápido, por favor…

Me dijo sin aliento

La tome de las caderas fuertemente.

En ese momento, como si fuera un motor de auto aumente mi velocidad lentamente. Ella soltaba gemidos y su respiración parecía si estuviera corriendo.

Mi verga entraba y salía de ella rápidamente, después de un poco se empezó a escuchar como un aplauso, de mi cuerpo chocando contra el de ella. Ella gemía Ah y Ah repetidamente.

Baje la velocidad, sentía que me iba venir, no quería que acabara tan rápido. Para hacer tienda empecé a desabotonar su blusa, y deslumbre su hermoso pecho.

Su pecho era grande, como había imaginado, tenía pecas en su pecho como su cara, y se extendía y desvanecían lentamente acercándose a sus pechos. Lentamente hice hacia abajo su brasier y pude observarlos completos.

Sus pezones eran color más moreno que su piel blanca, y estaban duros, eran medianos y su areola también. Me acerque a probarlos.

Cuando los empiezo a besar, ella sujeta mi nuca.

El sabor de sus pezones sabe a miel y sal. Me pone más duro y mi otra mano toma su otro pecho desnudo.

Mientras me como a mordidas su pechos, siento que ella estira su mano hacia mi pene, que estaba la mitad fuera de ella, y empieza a masturbarme lentamente.

En unos momentos después siento como si me estirara la verga. Trato de empujar hacia ella pero mi verga ya está fuera de ella. Ella lo toma desde donde empieza el tronco y empieza a jalar hacia delante. En ese momento me doy cuenta que está haciendo. Me está quitando el condón.

Trato de no moverme, y siento lentamente como su mano llega a la cabeza del pene y se escucha el estirón de goma que golpea cuando estira. Me lo quito.

Me levanto de sus pechos que los deje babeados y veo que efectivamente me quito el condón. Y ella esta con los ojos cerrados esperando mi siguiente movimiento.

Agarro mi verga que ahora está más dura que antes, como si fuera un pedazo de hierro y lo meto en su concha. Esta vez rápido y no gentil, si no, de golpe.

Ella gime, y gime. Yo empiezo a gemir también, se la estoy metiendo y sacando tan rápido que siento que en cualquier momento me voy a venir.

Sujeto sus piernas para separarlas completamente. Puedo ver como sus pechos rebotan arriba y abajo como si fueran bolsas de arena. El sonido de como se la meto suena como si estuviera aplaudiendo con manos mojadas, ella casi está gritando de lo rico que se siente.

Ya no puedo más, pero quiero seguir cogiendo su rica conchita tan caliente y apretada.

Ya es hora, me estoy viniendo, por un momento pienso en sacarla para que no corra riesgo de embarazo, pero también deseo en hacerlo. Quiero llenarle el vientre de semen caliente.

Ella ya está sudando en su frente y sus pechos brillan y reflejan la luz.

-Por favor acaba, quiero que me llenes ahh… así.

Me dice con una voz sensual.

En ese momento mi verga explota dentro de ella, siento que se pone dura como nunca antes y sujeto sus muslos suaves con fuerza. Ella sabe que acabe y cierra las piernas con mi verga aun dentro de ella.

Mientras aun la tengo dura y dentro de ella, empiezo a masturbarla con mis dedos lentamente, ella arquea su espalda mientras esta acostada boca arriba en el escritorio… después saco mi verga que aún seguía dura y empiezo a masajear la cabeza con su clítoris, esto la vuelve loca y sujeta mi brazo izquierdo con fuerza.

Después de unos segundos haciendo movimientos circulares ella empieza a templar y cierra las piernas con fuerza, el semen dentro de ella le escurre por la pierna izquierda como si fuera unas gotas de leche.

Estamos unos minutos juntos recuperando el aire, nos besamos.

-que rico se sintió… por que me dejaste que te la metiera pelona sin condón?

-desde hace semanas empecé a tomar pastillas… por si acaso… y ahorita ya no me aguanté.

-Entonces te podré llenar más sin preocuparme?

Le dije sonriendo

Ella sonrió de vuelta y me giro los ojos en un tono juguetón.

Le ayude a limpiarse y ella me ayudo a mi. Nos cambiamos y ella fue al baño a refrescarse.

Yo me quede sentado en el escritorio pensando de nuevo en lo que había pasado. Por fin cogí a la esposa del pastor, Esther.

Y no era la última vez que quería hacerlo, quería hacerla mis todos los días.

La relajación de mi cuerpo se va lentamente… la veo regresar y ella se acerca a mí.

-Espero que podamos seguir juntos.

Me dice

-Tal vez podemos vernos fuera de la iglesia la siguiente ves?

Le dije

Ella se quedó callada pensando, no me dio respuesta y me empezó a besar lentamente.

Cuando nos alejamos, nos dimos cuenta que una camioneta estaba llegando. Su esposo. El pastor.

Sentí pánico y me trate de parar bien. Esther se salió de la habitación a recibirlo sin despedirse de mí.

Desde adentro de la habitación de clases observo a Esther recibiendo y dándole un beso a su esposo. En ese momento sentí algo que no había sentido antes, celos.

Quiero a Esther solo para mí.

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