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La rebelión de mi madre (V): La tanga roja en la canilla

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Pase el domingo en la casa de mi madre, a la hora de la siesta me levanto para darme una ducha y en el camino paso por el cuarto de mi madre, la veo durmiendo con su falda deportiva.

Pude ver sus grandes nalgas y una bombacha de algodón que se perdía entre ellas, mostrando el relieve de una vagina revelando que estaba con poco o nulo vello.

Por la noche al regresar a mi casa, termino mirando porno, mi búsqueda fue el de "maduras follando jóvenes"

La recomendación del buscador fue el de una madre que se tienta con su hijastro.

Dude en entrar, pero termino cediendo clickeando en el enlace.

Un tanto absurdo el argumento, pero quedé mirando como esa madre y su hijastro se tientan y tienen relaciones como cualquier pareja.

No me toqué, solo miré. Y en el momento culmine cuando está por acabar dentro de su madrastra, me invade la culpa y cierro la ventana y la computadora.

En la madrugada el recuerdo de lo visto en la casa de mi madre, el video porno y la memoria de lo vivido con Maribel me provocan una erección que empapa de líquido preseminal mi bóxer.

Me masturbo con los ojos cerrados durante varios minutos, explota la leche hasta mi cara, empapando mi pecho y abdomen.

Al siguiente día me levanté como si nada hubiera pasado. Hice mis tareas de rutina con mi nuevo puesto.

Trate esas noches de llenarme de actividades para no tentarme con entrar a esa categoría de porno que me perturbaba.

El problema de algunas adicciones es que uno las reemplaza con cosas similares, así fue como me descargué una aplicación.

Y mi búsqueda amplió el rango de edad, ya no solo de mi edad, sino que llegué a buscar unos años más y terminé ampliando hasta los 45, de manera hipócrita ya que madre tiene 50.

Los corazones empezaron a dispararse hacia las que estaban de 40 a 45, y rápidamente obtuve match.

Pánico me entró por la efectividad de tal aplicación, así que solo me quedé en una charla de iniciación sin animarme a más.

Decidí entonces anular mi perfil y hacerme un perfil falso, con un rostro similar al mío, pero no siendo yo.

Los match cuestan más, pero ahí están, me da libertad para desenvolverme y buscar decir cosas fuera de lugar.

Las conversaciones se ponen caliente rápido.

Las primeras confesiones sexuales surgen y eso me ayuda a masturbarme.

Luego siguen las fotos, las mías solo de cuerpo parcial.

Muchas se cortan cuando no les muestro mi rostro que no coincide con la de perfil.

Pasan los días y las noches hasta que en una de esas noches me llega un corazón a mi perfil.

Era mi madre.

Usaba su segundo nombre, la edad de 45, 5 menos que la real. Sus fotos eran recatadas pero sensuales.

Mostraba sus piernas, su escote y su cara maquillada.

Un sudor frío recorrió mi cuerpo, no sabía qué hacer.

Decidí salir de la aplicación y ponerme a ver una película.

No volví a usar la aplicación en los siguientes días.

Llega un nuevo domingo en el que iría a ver a mi madre y avanzar con su proyecto de café.

Al llegar está mi madre nuevamente con su atuendo deportivo, me recibe transpirada.

Me invita a pasar, ponerme cómodo, ella se va a dar una ducha.

Me pongo a trabajar en su computadora ajustando el proyecto de inversión.

En eso llega un whatsapp, y se activa el whatsapp web de la compu.

Estaba por ir hacia esa pestaña cuando veo a mi madre salir al living con una toalla cubriendo su cuerpo y otra en la cabeza.

Sus grandes tetas servían de base para la toalla. Pero también por querer cubrir su escote quedaba corto de abajo, sentado en el sofá podía ver sus piernas largas maduras, y casi casi la base de sus nalgas.

Me hablaba que se olvidó de descongelar la carne para la comida, así que ensayaría algo rápido. Se disculpaba por no darme una comida como la de siempre, me decía que estuvo corriendo toda la semana con el proyecto del café.

Yo trato de alivianarle la culpa, diciendo que no importa, que yo comenzaría a cocinar, que ella vaya a vestirse.

Cocino, ella luego me ayuda a terminar, comemos, y hablamos del proyecto. Por la tarde vendrían sus dos amigas socias.

Llega la hora de la siesta. Cada uno a su cuarto.

Yo esta vez no quiero nada raro, así que ni me acerco a su cuarto, paso al baño directamente para una ducha presiesta y ahí al abrir la mampara me encuentro con una tanga roja colgando en la canilla.

La retiro con cuidado, al abrirla veo lo diminuta que es, no me imagino como entra eso en el cuerpo de mi madre.

La dejo extendida en la esquina, mientras me ducho, me ducho y no puedo sacar la mirada de esa prenda íntima de mi madre.

Esa escena es yo mirando mientras me enjabono, no me doy cuenta y mi miembro esta erecto, cada masajeo y limpieza en la zona empeora la situación.

Me pongo shampoo y le doy la espalda. Cierro los ojos y me enjuago.

Al girar sigue ahí, provocándome. Entonces me acerco y la vuelvo a tomar.

La observo en detalle, miro su interior, esa felpa que cubre la vagina madura de mi madre.

La acerco a mi cara, la huelo, no siento nada extraño, evidentemente mi madre la ha lavado bien.

Sin embargo mi pija parece haber percibido olores que yo no. Mi otra mano trata de hacer bajar su reacción pero es peor, el contacto de mis dedos provoca más estimulación.

Subiendo y bajando mirando la tanga roja de mi madre, estoy masturbándome.

Sigo y bajo la prenda roja hasta que hace contacto con mi pija de 25 años.

Esa tanga está envolviendo mi pija como una serpiente, es constrictora, parece tener vida propia, y no se va a retirar hasta terminar con la erección.

Exploto, la leche que sale es impresionante, sale por fuera de la prenda roja, se cae hacia los costados.

Extiendo nuevamente la tanga roja de mi madre, veo como se cae la leche tibia, le quito el exceso, pero no lo limpio totalmente.

Cierro la ducha, la dejo en su posición original, colgando de la canilla, mientras me seco puedo ver que se distingue una gota blanca grande, no me importa. Sé que se absorberá.

Voy a mi cuarto de la niñez a tratar de dormir la siesta, no puedo, a pesar de haberme masturbado sigo excitado.

Para evitar cometer algún acto de mayor perversión, me levanto y voy hacia el living y trato de adelantar el proyecto en el que mi madre estaba trabajando.

Vuelve a sonar una notificación del Whatsapp web.

Dudo unos segundos pero termino yendo a ver esa pestaña personal de mi madre.

Hago una inspección rápida y veo muchos contactos que no conozco, igualmente no me resulta raro, con mis padres casi que no tenía mucha relación más que la familiar, cada uno de ellos tenía su vida.

Muchas miniaturas de hombres, la mayoría maduros, pero hay algunos que parecen tener 35 años.

Entro aleatoriamente a las conversaciones y todas están en plan de levante, mi madre parece muy educada, solo quiere conocer gente, no toma la aplicación de citas como la tomo yo, solo para sexo o masturbación.

Evidentemente aún le quedan cosas de su generación, tratando de adaptarse a estos tiempos.

Le dicen que es muy bella, que les gustaría invitarla a salir, ella no parece entrar en ese juego, solo está de visita en ese sitio.

Eso me tranquiliza un poco, pero por otro lado me da culpa la actitud egoísta mía. Mi madre tenía todo el derecho de pasarla bien, aun con otros hombres sin que nadie le recrimine nada.

Escucho el ruido de la puerta de su cuarto, inmediatamente me salgo de la ventana y me levanto hacia la cocina intentando mostrar que estaba yendo a preparar café.

Mi madre se despereza y me dice que bien que le hizo la siesta, que está lista para una maratón de trabajo.

Preparamos café, preparamos galletas y en eso llegan sus amigas socias.

"Hola Sandra, amiga, al fin coincidimos todas" le dice Andrea, la que me ha tirado un par de guiños y hace enojar a mi madre.

Por detrás entra su otra amiga y socia.

Es Maribel.

Cuando nos vemos nos quedamos petrificados, ella simula no conocerme y me saluda casi temblando.

Nos sentamos en el comedor y abrimos las computadoras, los papeles y servimos el café con galletas.

Maribel no me mira a los ojos. Está vestida de forma recatada, un pantalón de vestir ancho y beige, una camisa, un sweater blanco sin escote. Su maquillaje es suave. Es más parece más grande de la edad que tiene.

Tiene un collar, de esos que tienen personitas que hacen referencia a hijos, tiene 3.

Andrea lanza chistes no aptos para menores. Mi madre trata de silenciarla, hasta dice:

"Andrea, está mi chiquito, y además pensá en Maribel que no le gustan esos chistes"

Parece que Maribel tiene una imagen de madre de familia recatada para sus amigas.

En un momento la mujer con la que algunas semanas atrás había tenido el mejor sexo de mi vida se va hacia la cocina con la excusa de lavar su taza.

Yo me levanto con la excusa de lavar las otras.

"no te preocupes, no voy a decir nada Maribel": le digo tratando de tranquilizarla.

Ella me lo agradece tímidamente sin mirarme a los ojos y se va hacía el comedor.

Tras la reunión no le queda otra a Maribel que pasarme su celular. Se va primero casi corriendo.

Andrea queda un tiempo más y en confianza dice:

"que bien le vendría a Maribel otra pija"

Si supiera lo que hace su amiga.

Mi madre se ríe de la ocurrencia de su socia.

Nos despedimos y salimos cada uno en su auto dejando a mi madre en su casa.

Apenas salgo unas cuadras siento la notificación del whatsapp, me imagine que era Maribel, así que me hago a un costado.

Para mi sorpresa no es Maribel, sino Andrea.

Me dice que las indirectas que tira ella tienen algo de cierto, que le parezco atractivo, pero que no quiere perder la amistad con mi madre.

Le digo que está todo bien, que no lo tomé en serio sus comentarios.

Cuando estoy por arrancar nuevamente, me cae otro mensaje.

Andrea me dice, que si yo estoy de acuerdo puede pasar algo en secreto.

Me quedo helado, sin saber qué contestar.

Andrea era un poco más voluptuosa que mi madre y que Maribel, más bajita, pero un culo hermoso y buenas tetas. Siempre usaba jeans apretados que dejaba cada nalga independiente.

"estoy atrás tuyo, si estás de acuerdo no digas nada, yo te sigo y voy donde vos vas" me escribe.

Efectivamente la tengo estacionada atrás mío.

No digo nada, solo pongo primera y salgo a mi departamento.

Veo su auto detrás de mí siguiéndome, me tiemblan las piernas y las manos, me excita la situación.

Llego a mi departamento. Ella estaciona detrás de mí.

Baja sin hablarme, como una vecina más.

Abro la puerta principal, ella entra detrás de mí.

Subimos al ascensor, no nos miramos, somos completos desconocidos.

Cuando llego a mi piso caminamos a mi puerta.

Me cuesta meter la llave en la cerradura, tiemblo de nervios.

Finalmente adentro, apenas cierro la puerta se me abalanza como un depredador a su presa.

Sus manos toman mi cuello mientras pega sus pechos a mi abdomen, se pone de puntas de pie y no me deja respirar.

Me besa de manera bestial, sus labios muerden los míos y su lengua juega con la mía.

Se desprende sola de su blusa y su enorme corpiño cae al piso dejando ese enorme par de tetas blancas bamboleándose delante de mí.

Impaciente me ayuda a sacarme la camisa y mete su mano en mi pantalón bajando el cierre y forzándolo a caer.

Nos tropezamos yendo a mi cama y ahí terminamos de desvestirnos.

En la cama me pongo sobre ella y me obliga a poner mi pija entre sus tetas.

Ella mira mi pija y alterna la mirada con mis ojos, vuelve a mirar mi pija y me masturba con sus tetas.

Se incorpora abriendo su boca y chupando el glande cada vez que llega cerca de su boca.

"Desde el primer día que te vi sabía que te iba a coger pendejo" me dijo Andrea desbocada.

Con sus manos me guío para que le coma su concha madura, sus labios eran diferentes a los de las jóvenes con las que salí.

Andrea había disfrutado, parece, una concha madura, labios grandes, y un clítoris que esperaba ansiosa mi lengua y mis labios.

Sus manos con uñas rojas me agarraron del pelo y me empujaron a chupar y chupar.

Sentía sus líquidos, sus aromas más profundos, un vello púbico delicado me hacía cosquillas en la cara.

Muchos minutos pasaron, hasta que sentí un aluvión líquido. La madura Andrea tuvo un orgasmo, pero no terminó ahí.

Insaciable me pidió que se la meta sin piedad.

Y eso hice, se la metí hasta el fondo, y ella gritó.

Quería que se lo haga rudo, bruto, quería sentir que su cabello iba y venía del movimiento.

Quería que la levante, que la de vuelta, que se lo haga empujando su cabeza contra la almohada.

El golpeteo se escuchaba en todo mi departamento, la transpiración de ambos hacía más sonoro el chasquido.

Sus nalgas no tan rígidas me excitaban, sus nalgas bamboleándose era algo hipnótico.

Y hasta me parecía sensual ver su celulitis y la flacidez de una mujer de casi 50 años necesitada de placer.

Exploté mi juvenil semen dentro de Andrea.

Estaba tan excitado que seguí empujando aun después de eyacular, el sonido era perturbador, la fricción lubricada por sus jugos y mi semen cayendo desde adentro era pecaminoso.

Así estuve empujando hasta que me desvanecí de cansancio. Me quedé encima de ella, abrazándola.

Y así nos quedamos dormidos, con mi pija adentro de ella y la leche saliendo de a gotas.

(Qué les parece la historia, comenten para ver si hay que agregar o sacar algo. Los leo)

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