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La rebelión de mi madre (XIV): Final
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Anteriormente: Mi madre obtiene la prisión domiciliaria y para evitar mayores conflictos paso el mayor tiempo con ella.

La psicóloga me recomienda pasar mayor tiempo en las actividades que le agradan para que deje su postura recia que obtuvo de la cárcel.

Así es como una tarde pasamos cultivando la huerta y llega el atardecer encontrándonos todos sucios y sudados.

Luego cada uno por turno entra a la casa dejando las prendas sucias en la entrada de la casa.

Primero se da un baño mi madre, luego yo.

Al salir de mi baño quedo solo cubierto con una diminuta toalla que cubre mis partes nobles.

Mi madre me espera afuera con unas copas de vino, me invita a pasar a su cuarto para darme una toalla más grande.

Ella vestida solo con un deshabillé me hace pasar hasta llegar a donde tiene las toallas, allí comienza a secarme poco a poco.

El capítulo anterior termina cuando mi madre se arrodilla frente a mí y secándome desde los pies hacia arriba llega hasta mis testículos.

Sus manos rodean mi cadera y su cara se eleva hacia mis partes prohibidas.

El rostro de mi madre hurga debajo de la diminuta toalla que cubre mi desnudez, y la levanta para tener acceso a mis testículos.

Siento la electricidad en mi cuerpo cuando sus labios y su lengua prueban uno de mis huevos.

No puedo ver lo que hace porque la toalla que ata mi cintura cubre su rostro y lo que hace debajo de ella.

Su lengua pasa por cada base de mis testículos.

Su boca se abre y sus labios se deslizan hasta darles la bienvenida a la boca de mi madre.

Todo esto solo lo imagino y lo siento, pero no lo puedo ver. Solo veo el mover de la toalla sobre la cara de mi madre que con pericia logra dejar que la toalla llegue hasta sus ojos, dejando su mirada clavada en la mía.

Sus uñas se clavan en mis muslos y arañan con fuerza mis nalgas.

Termina de mamar mis huevos y comienza a probar la base del tronco de mi pene erecto.

Siento sus labios y su lengua serpenteando. Aún no puedo ver nada, solo la toalla censurando lo que hace mi madre.

Su boca quiere rodear el tronco, siento la saliva que se desliza. Y como el calor de mi miembro atrae la lengua de mi madre.

Sube hasta llegar a la cabeza, al glande que estaba tirante de tanto esfuerzo por estar erecto.

Es en ese momento cuando sus manos desanudan la toalla y dejan liberado el espectáculo.

Mi pene está enorme, palpitante, la boca de mi madre a escasos centímetros.

Me mira a los ojos como anticipandome que nada iba a detenerla hoy.

Su boca se abre y junto con ella su lengua sale como para anticiparse.

El aliento caliente de su boca me genera sensaciones como nunca antes y el primer contacto de su lengua en mi glande me hace bufar como un toro.

Sus labios aprisionan el glande y lanza un fuerte suspiro mientras se dedica a recorrer cada centímetro hasta abajo.

En cada subir y bajar de su boca se escucha el estruendo de la saliva saliendo por los costados y su esfuerzo por respirar sin tener que sacarse mi miembro de su boca.

Chupa como si quisiera extraer todo de mí, sus manos se apoyan en mis abdominales y en mis piernas.

No se cuanto tiempo pasamos así pero parecía que el tiempo estaba detenido.

Intento darle placer a ella bajando una mano a sus hombros para acercarme a sus tetas. Este movimiento fuerza a mi pene a salir de su boca y ella no me lo permite.

Se pone de pie y me empuja hacia la cama con una fuerza violenta.

Quedo en la cama boca arriba y ella sin mediar palabra se abalanza sobre mí y sigue chupando mi pija.

Mis manos intentan jugar con sus tetas, esta vez si me lo permite, y noto que quiere girar, porque me da acceso a su espalda y sus nalgas.

La invito con mis manos a que gire completamente, también quiero complacerla.

Así es que ella pone cada una de sus rodillas entre mi cabeza. Mis manos invitan a que descienda para poder descubrir lo que hay debajo de ese deshabillé.

Levantando a la cintura me doy con su culo maduro, grande, duro y una vagina con vello púbico negro, corto, pero allí está. No tiene interés en la moda de lo lampiño.

Comienza a descender poco a poco, mientras chupa mi pija con más desenfreno.

Mi lengua y mis labios tienen contacto con esa vulva, con esos labios grandes, el aroma es embriagante, y comienzo a chupar y meter lengua, a dar mordisquitos, a hundir mi nariz.

Otro tiempo largo pasa mientras se nos escapan jadeos y gritos de placer.

Pruebo la humedad de mi excitada madre y me gusta, cuando intento sacar mi boca para tomar aire ella baja más para que siga chupando.

En un momento siento que estoy por venirme, se lo hago notar y ella aprieta aún más sus piernas y se sienta sobre mi cara. Está haciendo lo mismo que en el penal.

Chupa y sus uñas me arañan el abdomen y las piernas.

Chupa y mientras ve que sigo inmovil aumenta la intensidad hasta que exploto dentro de su boca.

Chorros de leche siento que llenan su boca y se caen aún por el costado de sus labios.

En ese instante también tiemblan sus piernas y desata sus jugos en mi cara y boca. También ha tenido un orgasmo.

Se levanta y la veo despeinada, con leche en su cara.

Se acerca hacia mí y me besa metiéndome la lengua con mi leche.

Su lengua saborea sus jugos y yo saboreo mi propio semen.

Se escapa por los costados y ella con la lengua los vuelve a meter dentro mío.

Pasamos varios minutos besándonos hasta que ella se sienta y pone cada una de sus piernas al costado de mi abdomen.

Su mano va hacia atrás tomando mi miembro que estaba duro pero aún buscando reponerse de la eyaculación.

Lo presiona desde la base y comienza a masturbarme buscando rigidez.

Todo eso mirándome a los ojos, y cuando logra la mínima rigidez se hace hacia atrás hasta encontrar la entrada de su vagina madura.

Allí lo mete ella misma y cuando entra la cabeza mira hacia arriba pegando un grito que se debe haber escuchado en alguna casa vecina.

Al meter cada centímetro de mi miembro me mira a los ojos y me clava las uñas en el pecho, agitando su pecho de la excitación.

Comienza a cabalgar, se escucha el chapoteo de sus jugos con la lubricación que quedó en mi pene.

Es un chapoteo ruidoso, aplausos de nuestros cuerpos que hacen indisimulable que estamos cogiendo como animales.

Se saca el deshabillé de forma completa, estamos ambos desnudos, volviendo a transpirar después de habernos dado un buen baño.

El brillo del sudor hace sexy sus pechos que suben y bajan por la gravedad.

No resisto la tentación de probarlos y me siento para poder comerlos.

Mi madre acompaña mi cabeza con sus manos para que coma cada uno de ellos.

"chupa hijo, toma la teta de mamá" me dice fuera de sí mientras sigue cabalgando.

Mis manos toman cada una de sus nalgas ayudándole en la tarea de saltar sobre mi pija.

Y le doy unas fuertes nalgadas que retumban en el cuarto.

Siento que estoy tan caliente que necesito penetrarla más y más fuerte, así que la levanto mientras sigo metiéndola y de píe la tomo de sus piernas, por debajo de las rodillas y ella sostenida de mi cuello comienza a sacudirse subiendo y bajando.

Estamos así un momento y la transpiración hace más sonoro el chocar de nuestros cuerpos, mi pelo está mojado, el cabello de mi madre también lo está.

"seguí cogiéndome así de fuerte" me grita mi madre.

Y voy hasta la pared donde la apoyo y entonces tomo el control de la penetración.

Solo colgada de mi cuello es sostenida por mis brazos que debajo de sus rodillas y empujando a la pared la mantiene suspendida.

Allí comienzo a taladrar con fuerza como nunca antes, y los cuadros empiezan a caerse.

"esto querías putita" le digo faltándole el respeto.

Eso hace que apriete su vagina sobre mi miembro y una electricidad recorre su cuerpo haciéndola venir por segunda vez, inundando mi pija de sus jugos.

Parece que se va a desmayar, siento que sus brazos ceden su fuerza, pero no voy a dejarla hasta acabar.

La sostengo como puedo con mis brazos mientras la embisto contra la pared. Y cuando parece que no soportaré más el peso muerto de mi madre, ella se pega a mi cuerpo mordiéndome el hombro.

Eso provoca mi segunda eyaculación como si la primera no hubiera existido.

Bombeo como puedo unos segundos más, pero mis piernas comienzan a temblar y nos deslizamos al suelo agitados tratando de recuperar el aire.

Estamos ambos en el suelo buscando aire, transpirados, y con leche cayendo del interior de mi madre.

Permanecemos unos minutos contemplandonos desnudos en el suelo.

Pero decido ponerme de píe y levantar a mi madre en mis brazos para acostarla en la cama.

La tapo con la sábana y me acuesto a su lado. Nos disponemos a dormir exhaustos por lo que hicimos las últimas horas.

Estamos por caer vencidos por el sueño hasta que se acomoda poniendo su culo contra mi pija.

Mi pene blando encaja entre sus nalgas frías y ella se acomoda de tal manera que comprime mi miembro entre ellas.

Parece que se está durmiendo pero se mueve, su movimiento es contra mi cuerpo y eso me impide dormir.

Mi glande irritado sigue largando líquido preseminal. Liquido que va cayendo en la raya de su culo.

De repente siento la mano de mi madre en mi pene, esta mojada, llena de su saliva.

Cada tanto la saca y vuelve a tocar mi pene con su mano ensalivada.

Mi pija comienza a endurecerse, pero con debilidad.

Mi madre toma mi miembro con determinación y lo guía entre sus nalgas al único agujero que queda por probar.

Allí me susurra que abra sus nalgas mientras ella le indica a mi pene por donde irá.

Obedezco y cada mano separa esas nalgas maduras y grandes.

El glande hace fuerza para entrar pero cuesta por la estrechez y por la falta de rigidez de mi miembro.

Mi madre se esfuerza y empuja también para que entre de una buena vez.

Lanza un grito desgarrador y le tiembla la mano que sostenía mi pija, pero ya está la cabeza adentro.

"no la saques, me duele, pero no la saques hijo" me dice con voz temblorosa.

Pasa sus dedos a su vagina tratando de sacar jugos y leche que quedó dentro y lo esparce en mi tronco.

Me quedo inmovil y ella sola hace fuerza hacia atrás metiéndose centímetro a centímetro mi pija.

Se dobla un poco y parece que se va a quebrar pero ella lo mantiene firme con su mano.

Con mucha paciencia y muchos minutos llegamos hasta que mis huevos chocan contra sus muslos y mis abdominales con sus nalgas.

Allí nos movemos lentamente y mi madre pega su espalda a mi pecho y gira su cabeza buscando mi boca.

Mis manos agarran sus pechos y mi lengua juega con su lengua de una forma caliente y perversa.

Nos movemos muy lentamente, entra y sale con cuidado tratando de que no le duela.

Comienza a gozar de tener la pija de su hijo adentro y los jadeos comienzan a ser más audibles.

Nuevamente estoy erecto listo para seguir penetrando ese culo. Jamás en mi vida había tenido una sesión maratónica de esta manera.

Metia y sacaba y me calentaba escuchar mis bolas chocar con los muslos de mi madre.

Pasamos de esa posición tímida a ponerla en cuatro y allí mi madre se arquea poniendo su culo mas redondo a mi vista.

La sostengo del cabello mientras taladro su enorme culo.

"si hijo, tratame como la puta que soy, llename de leche el culo" me dice de una manera sucia.

Y apoya su cabeza en el colchón girando como puede para poder ver mi expresión de cómo disfruto de metérsela por detrás.

Han pasado tantas horas que amanece y los rayos de sol nos iluminan la cara.

Esta vez no hay remordimiento, el sol no nos va a hacer entrar en razón, así que sigo metiendosela.

Me está costando mucho terminar, es la tercera vez en una noche cuyas dos primeras fue una descarga brutal.

Volvemos a transpirar, el sol calienta aún más el cuarto donde estamos.

Hay brillo en su culo, ese brillo de sudor, le doy unas nalgadas que hacen gritar a mi madre y la hacen mirarme a los ojos con lascivia.

Esa mirada hace que mis huevos despidan lo último que me quedaba de reserva láctea.

El bombeo comienza a relentizarse, y me dejo caer encima de mi madre.

Ella no ha acabado así que sigue empujando hacia atrás aún con mi pene desinflándose.

Lo hace con más fuerza y aprieta su ano para evitar que me salga.

Me quejo del dolor que eso produce y eso parece gustarle así que sigue haciéndolo.

Trato de acompañar un tímido bombeo pero ya no tengo más que ofrecer.

Mi madre sigue insistiendo moviéndose circularmente mientras mis manos tratan de compensar con su clítoris y sus tetas.

Es entonces que en esa estimulación acaba por tercera vez mojando mis dedos y la cama.

La sábana ha quedado en el suelo y no hay fuerzas para levantarla.

Nos dejamos vencer por el cansancio y nos recostamos sin sacar mi pene de su culo.

Nos quedamos dormidos de esa manera.

Pasa un tiempo y el sueño se interrumpe por un grito en la puerta del cuarto.

Son la psicóloga y la enfermera. Ese día había quedado en hacer trámites y pagos por lo que la enfermera que tiene llave llegaría a cuidar a mi madre.

Tambíen tenía turno con la psicóloga a quien la enfermera le dio permiso de entrada.

Ellas vieron a una madre con su hijo dormidos en la misma cama, desnudos. Con mi pija dentro de su culo y el olor a sexo y sudor en toda la habitación.

Sábanas tiradas, toallas tiradas, el deshabillé rojo sexy de mi madre tirado en el suelo.

Cuadros caídos, la pared marcada con humedad y la cama llena de manchas.

Nuestros cabellos desordenados, y las costras del semen, jugos y el sudor secos en nuestros cuerpos.

"son unos pervertidos" gritan ambas y salen corriendo de la habitación.

Mi madre se levanta rápidamente y va tras ellas. Yo busco una toalla para cubrirme.

Mientras me anudo la toalla a la cintura escucho un grito y golpes.

Salgo de la habitación y veo a mi madre con una sartén ensangrentada que había golpeado a la enfermera.

"¿qué es lo que hiciste mamá?" grito sin entender qué pasa.

"solo forcejeamos y me defendí y se golpeó contra la pared" dice mi madre mirándome a los ojos buscando complicidad.

A lo lejos se escucha a la psicóloga gritando desde el portón pidiendo auxilio.

Mi madre sale corriendo hacia afuera con la sartén en la mano completamente desnuda.

Yo salgo trás de ella vestido solo con la toalla.

Estaba por darle un sartenazo a la psicóloga que pedía que alguien la rescate porque estaba el portón cerrado para evitar que mi madre se fugue cuando llegó a tiempo para tomarla del brazo.

Mi madre estaba desencajada, gritaba que más le valía a la psicóloga que no diga nada de lo que vió.

La psicóloga estaba en shock, en pánico. Los vecinos se agolpan en la entrada del portón.

Llega la policía y dice que nos quedemos donde estamos apuntándonos con sus armas.

El forcejeo con mi madre me despoja de la toalla y quedamos desnudos ante el público que apunta con sus celulares y registra una noticia que se hará viral sin lugar a dudas.

Mi madre es regresada a prisión. Ahora se la acusa del asesinato de la enfermera y de intento de homicidio de la psicologa.

La psicóloga declaró que no vió nada extraño entre nosotros, y que tampoco vió que pasó con la enfermera.

Hasta desistió de querellar como víctima de intento de homicidio por lo que solo quedó firme la condena por la muerte de la enfermera.

Cuando preguntaron porque estábamos desnudos declaramos que estábamos cada uno en su habitación durmiendo y que mi madre creyó que la enfermera era un ladrón y que por los medicamentos que toma no estaba lúcida para reconocer a la psicóloga.

No alcanzó, ella fue presa, yo quedé libre.

Los videos que grabaron los vecinos se hicieron tendencia en las redes sociales.

Muchos rumoreaban de porque estábamos desnudos más con los rumores que habían corrido en las penitenciarias con las guardias que habían sido testigos pero cuyo testimonio fue comprado a cambio de dos autos.

Lo que queda es la fantasía, el rumor popular de lo que hicimos mi madre y yo en esa noche final.

Ya han pasado dos años, y le quedan trece años más en la cárcel.

Me ha llegado la notificación de que accedió al beneficio de visitas privadas en un cuarto y que mi madre solo quiere pasar tiempo con su hijo.

Así que ahí me dirijo en unas horas.

Fin

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