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La rusa que me hizo una rusa y también la hacía de Cupido

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Después de más de una década de tener el mismo médico de cabecera, la clínica a la cual atiendo por lo menos una vez al año me hace saber que se me ha asignado un nuevo médico. Nunca leí en su totalidad la nota y para mi sorpresa, el médico que se me ha asignado es una bella mujer que de primera vista le calculé unos 32 años. Rubia, unos ojos azules, labios gruesos y nariz fina… podría decir que de un rostro y cuerpo extremadamente atractivo. Esta bella mujer bien podría haber sido modelo de pasarela.

Fui a esa inspección de rutina que conllevo a cada año y por primera vez y quizá porque el médico es del sexo opuesto, esta se hace acompañar de una enfermera, pues parte de la inspección médica es tocar los genitales mientras un tose. En esta ocasión y creo que porque la que me tocaba mis partes privadas era una bella mujer y aunque tuviese guantes me provocó una potente erección que no pude evitar y con un poco de pena le tuve que decir:

-¡Disculpe! No lo puedo evitar… así reacciono al contacto.

-¡No se preocupe! Se mira que tiene una buena presión sanguínea y que por lo menos de impotencia no sufre. -Me dijo con un tono serio.

Sentí que se tomó más tiempo haciendo esta inspección que el otro médico que tenía, pues se tomó más tiempo inspeccionando por alguna razón mi glande y quizá esto me envió el mensaje equivocado e intenté coquetear con esta linda mujer que ahora era mi médico de cabecera. Infortunadamente no la vería hasta un año después para mi inspección anual, la cual sería para mis 50 años de vida.

Iba con algo de ansiedad, me pidió que me desvistiera y me pusiera la bata de paciente. Al igual que un año atrás estaba acompañada de una enfermera, no menos de guapa que mi médico y pude ver esa reacción de esta otra mujer cuando me vio el falo erecto cuando mi médico me tocaba los genitales. Esta vez mi médico me hacía saber que a mis 50 años tendría que conllevar esa inspección al recto y me hacía saber el proceso. Untó uno de sus dedos de un lubricante y me invadió el recto el cual sentí como lo movía revés y derecho adentro de mi culo. Luego lo sacó y ella misma me limpió con una toalla el trasero diciendo:

-Todo parece normal. -Me dijo.

Sabía que el contacto con ella era mínimo y cuando la enfermera salió no perdí el tiempo y no dude en invitarla a almorzar o a cenar. Me dio las gracias, pero con un gesto bien civilizado me rechazo la invitación una y otra vez, pues los siguientes años la volvía a invitar y ya para este tiempo sabía que estaba recién casada. Quizá me atreví a cortejarla pues había sentido que se tomaba mucho más tiempo en esa inspección a mis genitales o quizá era una percepción equívoca de mi parte y lo mismo sentía de la enfermera, que desde la segunda vez que me atendió mi nuevo médico, ella fue la misma acompañándola.

Debido a esta pandemia el año pasado ya no fui a mi inspección anual con mi médico y de hecho la clínica estaba cerrada. Un día cuando comenzó el cierre y muchas cosas dejaron de faltar en los estantes de las tiendas, no recuerdo que es lo que buscaba en la misma, cuando escucho la voz de esta chica que por llevar esa típica máscara de la cual nos vemos obligados a usar, no la reconocía. Era la enfermera que asistía a mi médico de cabecera: ¿Es usted el Sr. Zena… verdad?

Su nombre es Micaela y es rusa. Como les dije, la enfermera no era menos atractiva que mi médico, pero al contraste esta chica es de cabello y ojos oscuros. Rostro fino y de piel blanca y unos centímetros más alta que mi médico. Cuando me llamó por mi nombre supe que en algo le había interesado, pues a pesar de que por los últimos cuatro años la había visto una vez al año, yo no me recordaba de su nombre. Hablamos de la situación y que los estantes estaban casi vacíos y a ella le urgía encontrar agua embotellada y papel higiénico. Es como la invito a pasar al restaurante de mi hermana y donde sé que tenemos estas dos cosas que Micaela necesita de urgencia. Ella después de una breve plática me invita a desayunar a su casa y pienso que lo hace como un gesto de agradecimiento por lo que le he obsequiado sin tomarle un centavo. Es como me doy cuenta de que es madre soltera y comparte un apartamento con una tía de ya muy avanzada edad. Fue en ese desayuno que la plática salió en forma de broma, aunque creo que esa era la avenida que Micaela buscaba donde ella me recordaba mi reacción cuando mi médico me hacía saber lo de la inspección al recto. Y Micaela me daba la razón y que mi percepción no estaba tan equivocada.

-Creo que la doctora se sentía insegura contigo… pues con otros pacientes del género opuesto nunca me pidió asistencia.

-¡Insegura! No lo creo… estas personas están entrenadas para todo esto.

-Bueno… sí tenemos ese entrenamiento, pero tampoco somos de piedra; también sentimos… nos emocionamos como cualquier otra persona.

-¿A poco te ha excitado algún paciente?

-Para ser honesta… claro que sí. ¡Usted por ejemplo!

Supe desde el principio que esto era lo que Micaela buscaba, entablar una plática que nos pusiera en esta perspectiva, podía intuirlo desde que sacó esa plática. Yo para conocerla y ver hasta donde estaba dispuesta la confronté con la ética médica y le pregunté:

-¿A poco tú te involucraras con un paciente?

-¡No lo creo!

-Entonces, aunque yo quisiera algo contigo, tú no aceptarías por tu ética profesional.

-Si usted siguiese siendo mi paciente, pues obviamente le diría que no, pero usted ya no es mi paciente… ya no trabajo para esa clínica.

-¿Entonces tengo una oportunidad? -le dije.

-¡Muchas! – me contestó.

Ese día que desayunábamos en su apartamento Micaela llevaba un vestido suelto por sobre la rodilla de una tela delgada que de vez en cuando se le ceñía ese relieve de su prenda interior y se le notaba hasta el hilo dental que se le hundía en sus preciosas nalgas. Su vestido le llegaba al tronco de un precioso cuello donde le podía notar un lunar negro que se le miraba atractivo. Sus pechos deben ser de una medida doble D y quizá por su altura y cintura delgada, sus pechos y trasero se miran descomunalmente atractivos. Quizá la bata de enfermera ocultaba todos esos atributos, pero este día sentía que Micaela me los estaba modelando. Recuerdo que me paré mientras ella salía por más café y la esperé con esas intenciones de besarla. Ella lo intuyó y quedó frente de mí y nos comenzamos a besar. Le pregunté por su tía y me dijo que se había ido con su hermana y su pequeña hija de cuatro años, un día antes su padre se la había llevado. Todo parecía que Micaela lo había planeado y ella en forma de broma mientras nos besábamos me decía: -Usted puede hacer conmigo todo lo que quiera y nadie está aquí para defenderme. – Sentí que me decía: -Usted me puede follar y aquí nadie nos va a interrumpir.

Nos fuimos enredados en besos hasta llegar a su cama. Era una habitación pequeña con baño incluido y se miraba muy oscura pues alrededor hay un bosque muy denso. Recuerdo le bajé el cierre a su vestido y cayó a sus pies. Liberé esos preciosos melones de su sostén y eran de hechura redonda, de areola oscura y pezones grandes y puntiagudos. Comencé a mamarlos mientras con mis manos tomaba su trasero aun con su tanga de color verde olivo. Alternaba sus pechos mientras Micaela solo gemía del placer. Con los minutos me decía que le gustaba que le mamara los pezones de una manera agresiva… que le gustaba sentir dolor en sus pezones. Prácticamente se los mordía y aquella hermosa mujer solo cerraba los ojos y se dejaba llevar por el placer. Sin quitarle su tanga, bajé a su monte venus, el cual solo tenía un pequeño arbusto por sobre donde comienza su lubricada rajadura. De labios superiores más gruesos y un clítoris muy pronunciado. Descubrí que también le gustaba que le mordiera el clítoris, pues Micaela es de esas chicas que asocian el dolor con el placer. Hice a un lado su tanga y comencé a chuparle la conchita de una forma violenta, así como Micaela me decía que le gustaba.

Ahí tenía a mi exenfermera, con las piernas abiertas, los ojos cerrados, frunciendo los labios y gimiendo escandalosamente del placer. Le chupaba el clítoris mientras con mis dedos le halaba los pezones y se los apretaba. Eso le encantaba a Micaela, pues ella misma comenzó a decirme. – Si, así… que rica mamada me estás dando Tony, Dios mío me vas hacer acabar así. -Sus jugos vaginales escurrían por esa rajadura, se podía notar su abundancia y comenzó con esos movimientos pélvicos que la conducirían a tocar el cielo por primera vez en ese primer encuentro. Se oía ese chasquido de ese friccionar de su concha contra mi boca y de repente me lo anunció: -Ya, ya… me vengo, por Dios, me estás haciendo acabar. -Y esta mujer gemía del placer mientras le atrapaba fuertemente con mis labios el clítoris. No fue con ese efecto de “Squirt”, pero sus jugos eran abundantes que se vio obligada a cambiar el cubrecama.

Estaba en éxtasis, y recuperaba la normalidad cuando se levantó de la cama y fue al baño a tomar una ducha. Yo también me aseé mientras ella lo hacía, pues mi rostro estaba empapado de sus jugos vaginales. Fue allí de que ella me invitó a bañarme con ella y comenzó a enjabonarme todo el cuerpo hasta llegar a mi verga y esto fue lo que me dijo:

-Siempre imaginé que algún día tendría para mí esta preciosa verga. Como envidiaba a esa doctora que miraba cómo te la tomaba cuando te hacía esa inspección a cada año.

-¿De veras deseabas tomarla así?

-No solo tomarla, quería mamarla y sentirla en todos los orificios de mi cuerpo.

-¿En todos?

-Si cariño… quiero que me la metas en todos los lugares posibles… quiero sentir ese enorme pedazo de carne adentro de mí.

Me hablaba de esa manera mientras me la pajeaba y luego se acomodó en una especie de asiento en la bañera y comenzó con una rica felación que de movimientos delicados paso a ser más violenta y agresiva donde esta bella mujer intentaba tragarse todo lo que podía de mi verga y creo que lo logró dos o tres veces, mientras con esos sonidos de la sofocación sentía que llegaba adentro de su esófago. Sus ojos se pusieron rojizos, que parecían que lloraban, pero ella insistía en tragarse toda mi verga. Pasó con esa felación por unos diez o quince minutos y luego ella me dijo: Quiero que te vengas entre mis pechos… esta rusa te va hacer acabar haciéndote la rusa.

Me acomodé y prácticamente medio me hincaba y le puse mi verga entre sus tetas y ella se tomaba sus tetas aplicando presión a mi verga mientras intentaba besar mi glande cuando este aparecía en la parte superior de sus dos grandes melones. Ella estimulaba mi oído y mientras me hacía la rusa, ella me decía cosas como; quiero sentir esta hermosa verga en mi conchita, quiero que me rompas el culo con este enorme pedazo de carne que tienes… siempre lo quise tener así, siempre me lo quise coger así. – Con aquellas palabras de Micaela me hizo correr entre sus tetas y le llené todo el pecho con mi esperma. Ella lo tomó con uno de sus dedos y me dijo: ¡Sabe rico… tomas mucho jugo de cítricos…sabe dulce!

Ya en la cama, ya relajados los dos empezamos una plática que sé que las mujeres al igual que los hombres siempre compartimos esas fantasías con nuestros amigos o amigas. Ese era el caso entre Micaela mi exenfermera y me médico de cabecera. Ella empezó la plática con la pregunta:

-¿Te cogerías a la doctora si tuvieras la oportunidad?

-¿Por qué la pregunta?

-Sé que te gusta… ella es una mujer muy hermosa que bien pudiera ser modelo. Yo sé que tú le gustabas.

-Si, es una mujer muy bella, pero también casada y además es mi médico.

-¿Pero sí te la cogieses si se te daba la oportunidad?

-Siendo honesto… si, me la cogería.

-Quizá si insistieras un poco más se te daría. Sé que tú le atraes y te voy a decir el por qué: Ese año que comencé a trabajar en la clínica y que por primera vez te conocí, ella me llamó diciéndome que este paciente me pone nervioso, necesito que vengas a asistirme. Te vi y me pareciste un hombre muy atractivo, aun vistiendo esa bata, pero igual me puse de nerviosa cuando vi que te tomó ese trozo de carne y te inspeccionaba tus pelotas. Creo que ni ella ni yo habíamos visto una enorme verga así de erecta. Creo que eras una enorme tentación para ella. La segunda vez que te hizo la inspección en el recto, sentí que la doctora se tomó más el tiempo en esa inspección genital… y pensé que lo hacía por mí, pues previo a que tú llegaras a tu cita ella me lo había advertido: -Hoy vendrá ese paciente guapo que a ti te gusta. -me dijo.

-Es una forma de juego entre compañeras de trabajo. -le dije.

-Quizá sí, pero era una forma de liberarnos de la tensión o tentación que nos hacías vivir.

-¿Por qué lo dices con esa seguridad? ¿Ella te lo dijo?

-Esa tarde después de tu consulta, me tocó almorzar junto con ella. Ella en forma de broma me preguntó: ¿Qué harías con un pedazo de carne como el que tiene el Sr. Zena? -Que es lo que no le haría. -le contesté. Ella agregó diciendo de qué suerte de la mujer que gozaba de tan hermosa verga y que te visualizaba por tus condiciones de salud, con un vigor incansable en la cama. En ese momento le pregunté: ¿Usted se lo follaría? – Y ella me contestó: Dicen que nunca hay que decir Nunca… Y es que ese hombre es muy atractivo y luego saber del armamento que tiene disponible, sería fácil para cualquiera caer en tentación… creo que es fácil decir no en la distancia, pero si te provoca siento que será difícil negarse a cogerse esa enorme verga.

Micaela me contaba todo esto mientras me masajeaba la verga y esta ya estaba disponible para un segundo round. Me la volvió a mamar, pero en esta ocasión de una manera delicada… quizá para lubricarla y comenzar el coito vaginal. Me pidió que ella me montase y comenzó con un movimiento de caderas delicioso donde sus tetas se balanceaban al ritmo. Se las tomé con mis dos manos y se las unía para mamarle los dos pezones a la misma vez. Luego alternaba con chuparle una teta y luego la otra y eso le fascinaba tanto a esta mujer que solo cerraba los ojos, fruncía los labios y gemía escandalosamente. Por un momento dejé de mamarle los hermosos melones y me dediqué a amasarle las nalgas y se las abría hasta encontrar el ojete de esta linda chica. Le eché saliva a mi dedo y comencé a invadirle el culo con mis dedos mientras mi verga le taladraba su rica y lubricada concha. Se volvía a escuchar ese chasquido del friccionar de su vulva y el entrar y sacar de mi verga. Sintió entrar mi dedo a su culo y solo me dijo: Así mi amor… qué rico sentir que me estas abriendo el culo también… quiero que me rompas mi culito con esa enorme verga también. -me decía.

Pasó montándome por unos siete minutos y me gustaba cómo restregaba esa conchita contra mi pelvis. Estaba tan mojada esa área pues esta chica sí que emana jugo vaginal que parece que se ha orinado. Ella me pide que cambiemos de posición y me pide que la ponga en cuatro. Ella ahora recibe mis embates más potentes mientras dos dedos están insertados en su rico culo. Lo mueve rico y gime con más fuerza. Me pide que le pegue palmadas en sus nalgas y cada vez me pide que la nalguee más fuerte al punto que su trasero se ha vuelto rojizo. La tomo del pelo y se lo halo como si se tratara de las riendas de un caballo para controlarlo. Le tomo de los brazos hacia atrás y comienzo con una bestial embestida cuya inercia permite balancear el peso del torso de esta linda mujer y a la vez me permite penetrarla a más profundidad y comenzó con un jadeo que llevaba el ritmo del rechinar de la cama y en concordancia del chasquido de su vagina lubricada con ese entrar y salir de mi verga con una alta revolución que la hice acabar al son de un par de minutos. Sus gemidos endulzaron mis ansias y después de un minuto de su corrida, le exploto nuevamente mis huevos en su conchita húmeda de tanta excitación. Ella se fue de bruces y yo por sobre de ella siguiendo con esa necesidad de penetrarla hasta que mis huevos escurrieron lo que mantenía aquella erección. Ella solo me dijo:

-Tenía razón tu doctora… tienes un enorme vigor para coger. ¡Qué rica corrida me sacaste! Me dejaste viendo hasta estrellitas.

Esa embestida que le di me había dejado agotado, pero quería cogerme ese culo. Ella me limpió la verga con una rica mamada y mi verga comenzó a tomar volumen de nuevo. Le pedí que me quería coger su culo y ella me propuso nuevamente que ella me montaría, pero en esta ocasión ella lo hizo a la inversa. Se subió por sobre mi y me dejó a la vista ese hermoso culo que tiene esta mujer. Ya se lo había dilatado momentos atrás, así que ella tomó mi glande ahora lubricado por su saliva y comenzó con la penetración. Dio un pujido de dolor y solo me dijo de esta forma: Tienes una enorme verga, pero que rica se siente tenerla en el trasero.

Al principio sentí que era una tortura para Micaela, pero luego ella me lo recordaba, que el dolor para ella es parte de un profundo y complejo placer. Ella comenzó con los sentones y de vez en cuando se sacaba toda mi verga y me dejaba ver ese culo bien abierto. Sacudía su trasero de una forma muy sensual que todavía tengo en mente ese movimiento sensual de esta hermosa mujer y con los minutos quedaba paralizada y quedaba sentada con los 23 centímetros de mi verga adentro de su culo. Sentía como lo contraía y literalmente sus nalgas temblaban sin control y su ojete me apretaba el tronco de mi verga como si se tratara de un tic nervioso y fue cuando me lo dijo: ¡Qué rico Tony! Me has hecho acabar por el culo… que delicioso está esto. – Sus gemidos eran tan melosos y provocativos que sin mucho movimiento y sintiendo ese temblar interno masajeando mi verga, me hizo acabar de nuevo. Mientras nos bañábamos me decía que era su segunda corrida anal… que nunca pensó sentir una corrida así de nuevo, pues según me decía, era como una especie de multi orgasmos, cortos pero potentes. Esa mañana cogimos una vez más donde le volví a sacar un orgasmo en posición de misionero, pues a esta mujer es fácil sacarle un orgasmo sí se le maman las tetas a la vez cuando es penetrada.

Esta sesión la hemos repetido una media docena de veces, pero por alguna razón ella insiste en traer esa plática de mi médico de cabecera. Le pregunté por su insistencia, pues me parecía raro. Me dijo que le excitaba la idea de saber que la bella médico cayera en la tentación en la que ella ya había claudicado, que se sentiría conforme saber que no solo ella era la débil, sino que también le pudiera suceder a una mujer culta y recatada como aparentaba ser la doctora. Me dijo que sabía que tenía problemas con su esposo, pues ella seguía teniendo contacto con ella y fue cuando ella le dijo que por casualidad me había encontrado y que yo le había preguntado por ella. Dice que le dijo que yo le había pedido su número de teléfono, pero que no me lo daría si es que ella no lo autorizaba. Hace unos días mi ex o médico de cabecera le autorizó a Micaela darme su número de celular y hasta me especificó el día y la hora a que le llamara. No sé si se me va a dar, pero por el momento en eso estoy trabajando y ver que es lo que puede suceder. Deséenme suerte y les contare el relato.

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