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La secretaria aria

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Admito que el tipo de mujer que me gusta es de cadera grande, tetona o piernona, las prefiero por gusto personal, es muy raro que me dé o que quiera estar con alguien muy delgada, pero todo eso cambió una noche del mes de diciembre.

Dana, una mujer blanca, de cabello castaño claro, ojos verdes y sonrisa bonita, es notorio que su ascendencia es aria, pero bueno, volviendo a lo que importa, aquella noche ella se quedó conmigo a terminar un papeleo, honestamente nunca había puesto atención a su cuerpo, pero se veía bien, traía un pantalón tipo pescador que mostraba sus blancas espinillas, sus sandalias que me dejaban ver sus pies blancos y arreglados y una blusa negra entallada, que no sabía si era por el hartazgo del trabajo, pero marcaban unas tetas grandes y duras.

La noche entraba más y mientras arreglábamos carpetas y hablábamos más a fondo de nuestras vidas ella más coqueta me sonreía y me guiñaba el ojo.

Ahí me enteré que era casada, su marido era el mensajero, lo cual me dejo impactado ¡ay que el mensajero es un hombre como diez años mayor!

Mientras más interactuábamos, más ganas me daban de cogérmela, así de plano, una erección empezaba a formarse en mi pantalón cada vez que ella subía a acomodar las carpetas y me dejaba ver sus ricas y pequeñas nalgas.

L: ¿Necesitas ayuda compañera?

D: No, ¡muchas gracias!

L: ¡Ok!

D: ¡Tu sígueme viendo, jajá!

Su cotorreo me confundía, no sabía si estaba bromeando o lanzándome indirectas, pero yo seguía el juego, la verdad estaba ya en modo degenerado y mil fantasías cruzaban mi mente.

Eran aproximadamente a las 11 de la noche, su marido le fue a decir que se adelantaría, ella y yo nos quedamos solos prácticamente ya que los demás estaban en el piso de abajo, sin que se diera cuenta trabé la puerta con el escritorio y como un degenerando comencé a darle pequeños arrimones de mi verga.

D: Ah, órale, ¿qué paso?

L: Lo siento, jajá, ¡estás muy ancha!

D: ¡Jajá, hazme la buena!

L: ¿Qué? ¡Que eres la buena!

Entre broma y broma, la flaquita recibía mis arrimones de verga, ella entre ganosa y burlona me arrimaba sus nalgas, en un momento cuando se cayeron unas carpetas, estaba por levantarlas cuando ella se me empinó, con una tremenda adrenalina le di, ella hasta sacó los ojos, cuando se puso de pie y antes de que me reclamara, la besé.

D: ¡Espérate!!

L: ¡Rica boca!

D: ¡Nos van a ver!

L: No, tranquila, ¡ven!

La llevé en medio de los anaqueles y levanté su blusa, le besé su cuerpo, era blanco como la nieve, todo un contraste con mi piel morena.

Le quité el brasear y me encontré con unas tetas enormes para su fisonomía, duras y con un muy rico pezón color clarito.

L: ¡Ay Danita que ricas chichis tienes!

D: ¡Ah, chúpalas!

La chica resultó ser una puta, me pedía le mordiera las tetas, como buen macho devoraba toda esa carne, incrédulo por el tamaño ya que tenía dos años trabajando ahí y nunca se le vieron como ese día.

Lentamente le bajé su pantalón, tenía una muy bonita piel, aunque no era tan dotada, ese cuerpo era suave, olía bien y me calentaba al máximo.

Bajé lentamente su bóxer y me encontré con una rica pucha, con un vello púbico color clarito, mi verga no podía más, la adrenalina me dominaba, ¡la blanca Dana me tenía a mil!

D: ¡Ah, que rico, chúpame, ah!

L: ¡Me encanta tu vagina, uhm!!

Dana me permitía devorar su cuca, la casada de piel blanca estaba lujuriosa, al parecer estaba urgida de pene y yo me apunté solito a solucionar su problema.

L: ¡Parece que no te cumplen!

D: ¡Ah, él es mayor, a veces no me aguanta el ritmo!

L: Uhm, que rico, ¡así que eres insaciable!

D: Me encanta el sexo, ¡pero a veces me tengo que contener!

L: ¡Pues hoy no lo harás!

Dejé de chuparla, me levanté y me dirigí a cerrar la puerta con seguro, después me bajé los pantalones dejando a la vista mi pene que ya tenía una erección magnifica.

L. Ven, ahora, a lo tuyo!

D: ¡Es grande, uhm!

L: ¡Disfrutemos la suerte!

D: ¡Uf, papi!!

La mujer blanca mamaba riquísimo, me encantaba ver sus ojos verdes cuando devoraba mi tranca, no importaba que había gente arriba, solo quería que Dana devorara mi duro palo.

L: Así, uf, ¡que rico!

D: ¡Es deliciosa!

L: ¡Cómetela mami!

D: ¡Uhm, mejor que lo que tengo en casa!

Después de ponérmela dura con sus ricas mamadas, la acomodé en una silla levantando sus piernas y la penetré.

Su vagina apretaba riquísimo, ella aullaba como loba, le encantaba ser embestida por mí, yo lo hacía con fuerza, el ruido de mi pelvis chocando con la suya me dictaba que se estaba comiendo enterita mi verga.

D: Ah, así, que rico, ¡agh!

L: ¡Toma, ah, aprietas rico!

D: ¡Hace tiempo que me gustas, ah!

L: ¿En serio?

D: ¡Si, soñaba con que me hicieras tuya!

L: ¡Pues toma, uf!!

Nos pusimos de pie y ella subió su pierna, me sorprendió la flexibilidad que tenía y parados continuamos cogiendo.

L: ¡Aun no puedo creer que seas esposa de Arnulfo!

D: ¡Ah, larga historia!

L: ¡Que rico coger casadas insatisfechas como tú!

D: ¡Ah, que macho!!

La llevé hacia una mesa donde teníamos papeles que cayeron al suelo una vez que ella, se empinó sobre la mesa, me dejaba su rico trasero blanco listo para embestirla.

D: Métemela, ¡ya la quiero!

L: ¡Que rica hembra!

La tomé de su cintura y al embestí rápido, como perro encima de ella movía mi cadera con velocidad, Dana gemía muy rico, además sentía como escurría, le besaba el cuello le mordía su oreja, estaba haciendo mía a la esposa del mensajero.

L: Toma, ¡seguro que no te habías comido un pito como este!

D: ¡Ah, no, ah, es magnífico!

L: ¿Quién te coge mejor?

D: Tu, ah, tu coges mejor, ¡eres un macho!

L: Eso, pídeme mi verga, ¡pídele verga a tu macho!

D: ¡Por favor!! ¡Dame verga!!!

Dana ya estaba toda entregada, yo disfrutaba de su cuerpo, jamás había estado con una mujer que me atrevo a decir de otra raza, era una explosión de locura y sexualidad enorme, me sentía orgulloso de estar empalándola deliciosamente…

D: Amo tu verga, ah, ¡me haces sentir súper!

L: ¡Admito que no imagine que cogieras así!

Se dio vuelta y le hice un patas al hombro, me encanta lamer sus piernas bancas y sus ricos pies.

El morbo que me generaba su piel me la ponía más dura, su vagina estaba empapadísima y mi verga entraba por completo.

Más y más fuerte me empujaba a ella, la mesa se movía, ya no nos importaba que nos descubrieran, solo quería hacerla sentir un orgasmo.

D: Ah, Luis, más duro, ¡más duro!

L: Toma, ah, ¡toma!

D: Me voy a venir, ¡me voy a venir!!

L: ¡Ah, yo también, ah!

En una rica explosión, nos corrimos riquísimo. Mi leche llenaba su coño y su venida me empapaba todo, el orgasmo era magnifico, la joven administradora recibía mi néctar.

D: Que rica leche, ¡uhm!!

L. Ah, uf, toma, ah!

Antes de terminar, ella bajó a darme unas ricas chupadas, me limpiaba los fluidos de la batalla, ella resultó ser muy puta, esa mujer albina era una bomba sexual.

Terminó de ordeñarme y nos arreglamos la ropa, en medio de risa continuamos trabajando hasta la 1 am.

Podría decir que esa fue mi primera experiencia interracial, ya que Dana si era de ascendencia albina y la muy puta se había dejado coger por mí.

Pronto les contaré más momentos con ella, espero nuestras historias sigan siendo de su agrado para continuar escribiéndolas.

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