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La tía Lupe, una mujer muy astuta

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Ella era la esposa de mi tío, la verdad siempre traté de evitar como era físicamente, unas tremendas piernas, un abdomen plano y unas nalgas paradas las cuales presumía con sus ajustados jeans.

Así era mi tía Lupe, una mujer muy astuta y envidiosa, el típico estereotipo de nuera odiada en mi país, pero bueno, los años pasaron y ella como los buenos vinos se ponía cada vez mejor.

Cuando yo tenía 20 años y estaba emergiendo mi madurez, comencé a notar el forro de mujer que era, lo que me sorprendía de cómo mi tío teniendo a ese culazo de mujer, le era infiel cada vez que podía, aunque años después lo entendí al pasar por la misma situación, pero bueno, me di cuenta que la tía era muy aventada, algunos primos me decían que ya le habían dedicado masturbaciones, jajá, lo que a mí me parecía hasta en ese entonces algo molesto, ya que yo, la respetaba mucho por no solo ser mi tía, si no también mi madrina, así que su divino cuerpo pasaba desapercibido para mí, pero fue justo en esa época que ella usando su calza negra, marcando su tanga, me generó una erección, más cuando me abrazo y sentí sus tetas en mis hombros y verla cruzar las piernas para ver sus carnosos muslos marcarse en la licra negra!

La noche de navidad llegó, todos andábamos celebrando en familia, la mayoría de los primos ya eran adultos y estaban con sus respectivas parejas o en su mundo, yo quien aún era soltero me quedé a pasar la noche en la mesa, fue entonces que ella se me acercó.

Traía un minivestido negro entalladísimo con unas medias negras las cuales marcaban maravilloso sus torneadas piernas, mi tío andaba cotorreando con los demás, tomando y carcajeándose pero ella estaba extraña, se sentó a mi lado y empezamos a conversar de varios temas, el primordial fue el divorcio de mis padres.

Conforme pasó la noche todos fueron cayendo, la tía y yo hablábamos ahí como una pareja en pleno crecimiento, mis manos acariciaban sus piernas y ella se recargaba en mi hombro y me acariciaba las piernas también.

L: ¡Vamos a bailar sobrino!

LU: ¡Ok tía, vamos!!

Bailábamos con música de banda y salsa, hasta llegar al merengue donde mi tía me impactó con su sensual y escandaloso movimiento de cadera…

LU: ¡Bailas súper tía!

L: ¡Chamaco, ponte a bailar y deja de verme!

LU: ¡Jajá!!

L: Anda, muévete, ven, ¡agárrame de aquí!

L: ¿De su cintura?

LU: Si, ¡de ahí!!

Bailaba muy pegadito con ella, sentía sus nalgas rozar mi polla, la cual poco a poco se endurecía y me impedía moverme, ella no se percataba y continuaba bailando espectacular.

Después de unas cuantas piezas de música y unas cervezas finalmente quedamos ella y yo en la sala, mi tía ya estaba un poco pasada de alcohol y yo lo aprovechaba, le arrimaba mi verga en sus nalgas, ella no me decía nada, de hecho, me besaba el cuello y me apretaba de las manos para que no la soltara.

LU: Tía, ¡creo que ya la debo llevar a su cuarto!

L: ¡No, estamos de fiesta, déjame aquí!

LU: ¡No tía, vamos, venga, le ayudo!

L: ¡Jajá, te quiero mucho hijo!!

Cuando subíamos la escalera aprovechaba para acariciarle las piernas y rozar sus duras nalgas, me percaté que traía un liguero y una tanga, eso me puso más dura mi verga, la tía estaba perdida, nadie se daba cuenta de lo que pasaba, así que la llevé a su cuarto y para mi suerte no estaba mi tío, al parecer él se quedó dormido en el cuarto de su hermana, acosté a mi tía, pero como me ganó su peso se me resbaló en la cama levantando su vestido por el movimiento dejando al descubierto sus carnosos muslos y sus duras nalgas blancas, inmediatamente mi cuerpo reaccionó erizándose y con una erección.

LU: ¡Dios, tía estas muy bien!

L: ¡Cabrón!!

LU: Tienes unas piernas de ensueño y que ricas nalgas, ¿las pudo tocar?

L: Ven para acá cabrón, pero conmigo vas a prender, ¡ven!

Me lancé como lobo sobre ella, mis manos apretaban sus muslos y sus nalgas, mi verga estaba a punto de estallar, la tía se quitaba su suéter y se desabrochaba el vestido, yo se lo bajé como desesperado para ver un delicioso cuerpo atlético, a pesar de sus 37 años, ella tenía una silueta envidiable.

Ella, me quitó la ropa, dejándome desnudo y me pidió me acostara en la cama, yo la obedecí y ella se lanzó a jugar con mi verga, no lo podía creer, esa tía la cual yo defendí y respete por años ¡estaba a punto de mamarme mi verga!

L: Uf, sobrino, que polla más grande, ¡tan chiquito y tan vergon!!

LU: ¡Tía!! ¿Qué me harás?

L: ¡Déjame llevar esto a mi boca, uhm!!

La tía me lo mamaba riquísimo, yo disfrutaba retorciéndome cada vez que su lengua se detenía en mi cabecita, era muy buena haciéndolo, metía y sacaba mi verga de su boca como una loca, me mordía el tronco, ponía sus tetas en mi verga y me sobaba con ellas a tiempo que su boca devoraba mi cabecilla.

LU: ¡Uf, tía, que rico mamas!!

L: Agh, ¡eso chiquito goza!!

Mi verga estaba súper dura, ella continuaba jugando con ella, no le importaba que estábamos en casa de mi abuelo o que mi tío podría entrar, ella estaba dándome una rica mamada, una la cual otros primos soñaban y que yo la estaba disfrutando.

Mi tía se despojó de su tanga y subió a cabalgarme, tomó mi verga y la introdujo en su depilada y jugosa vagina, eso para mí fue la gloria, la tía estaba súper estrecha, mi verga entraba y yo jadeaba al sentir sus muslos y nalgas.

LU: ¡Dios, tía que rico te mueves!!

L: ¡Ah, así, que dura, así!

LU: ¡Nos descubrirán!!

L: ¡Cállate!!! Mejor muévete, ¡muévete tú también!!

La tía cabalgaba delicioso, yo apretaba sus mulsos, esos muslos que eran deseo de muchos, la tía se dio vuelta dándome la espalda cabalgaba con más fuerza, ahora sus nalgas eran apretadas con desesperación por mí, sus gemidos me la ponían más tiesa.

Me pidió me pusiera de pie y ella se orilló en la cama, la tomé de sus pies y le abrí las piernas, ella tomó mi verga y la dirigió a su vagina, ahí me tomó de las nalgas y me empujó hacia ella, sentía como entraba más y más a ella, ella movía rico su pelvis al ritmo de los movimientos de mi cadera, fue entonces que me agaché un poco y empecé a moverme fuerte.

LU: ¡Ah, tía!! ¡Que rico, ah!

L: ¡Así, que rico, ah, ah!!

LU: ¡Dios, nos van a ver, ah!

L: Ah, qué importa, ah, dame, ¡dame más!!!

La tomaba de sus nalgas y más fuerte me empujaba, en medio de la penetración ella me dio un tremendo beso, su beso me excitó más, esos tremendos labios carnosos me estaban apretando los míos como nunca nadie lo había hecho.

LU: ¡Que rico coges tía!!!

L: ¡Luis, dios, eres un gañan!!

LU: Toma, toma mi verga, ¡ah!

L: Si, dámela, dame, tu rica verga, ¡tú tío no me coge así tan rico como tú!!

L: ¡Oh!! ¡Es la mejor, ah!!

Le besaba los lindos pies, mordía sus dedos, ella me acariciaba la cara con ellos mientras se empujaba hacia mí.

LU: ¡Ponte de perrito tía!!

L: ¡Ah, que canijo, ya me quieres poner como se te da la gana!!

LU: ¡Por favor, quiero cogerla así, me encantan sus nalgas!!

L: ¡Ok, pero trata de no ser tan escandaloso!

La tía se dio vuelta y se puso en cuatro empinándose maravilloso, sus ricas y carnosas nalgas estaban frente a mí, yo les pase mi lengua como desesperado para luego abrirlas y meterle mi verga de un solo empujón.

L: ¡Ah, Luis, si, sigue, agh!!

LU: ¡Es la mejor, que rico, agh!

L: ¡Cógeme, agh!!

LU: ¡Toma, toma mi verga ti, que rico, que rico!!!

L: Si, cógeme papi, soy tuya, ¡agh!!

La tomaba de su cintura y se la dejaba ir con fuerza, la tía Lupe jadeaba rico, le daba de nalgadas y me empujaba con toda mi fuerza, ella movía riquísimo su cuerpo, el rose de sus nalgas me hacía acelerarme más, al punto que ya no aguante y empecé a llenarla de leche, provocándole un rico orgasmo…

L: ¡Agh, que caliente, ah!!

LU: Uf, ah, tía, ah, ¡toma mi semen!

L: ¡Si, dámelo todo!

LU: ¡Me dejas seco, agh!!

L: ¡Si, agh, que rico!!

El orgasmo fue riquísimo, pero no me di tiempo de reposar, me sacudí el pene y me salí como de rayo del cuarto. Al día siguiente en el recalentado ella se sentó a mi lado nuevamente, y me susurro al oído: “estuviste fenomenal”, yo la miré y le sonreí, ahí supe que comenzaba una relación incestuosa con la tía más deseada, la esposa de mi tío.

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