Estaba nerviosa por como sería encontrarse con su vecino después de lo ocurrido el día anterior. Al salir lo vio esperándola. Como no quería volver a sentir la mirada de decepción de Braulio se había puesto el pantalón viejo que aunque le quedaba pequeño no era diminuto y él se lo supo agradecer mirándola con descaro entre las piernas.
– Buenos días joven.
– Buenos días Braulio, que tal está? – se quedó contenta de ver la cara de alegría de él y sentir que todo era como si nada hubiera pasado.
– Bien, gracias. Y tu que tal estás?
– Muy bien.
– Gracias por traer ese pantalón. Es el que mas me gusta.
– Y el diminuto no le gusta?
– Ese me gusta muchísimo pero tenias razón y solo lo podré ver cuando vengas a casa a ponértelo.
– Si, ese solo puedo ponerlo en su casa. – acaso estaban dando por sentado que volvería a suceder aquello?
Los dos sonrieron para si mismos al darse cuenta que ambos habían disfrutado de lo vivido. Caminaron un rato en silencio. Él pensando en el cuerpo desnudo de ella y Tania pensando que era extraño caminar como si tal cosa al lado del hombre que la había visto desnuda y masturbándose.
– Para una mujer cual crees que puede ser el sentido mas importante en una relación sexual?
– Uy no se – le encantaba que aquel hombre le hiciera cuestionarse cosas que la hicieran pensar – Supongo que el tacto, el gusto quizás. Me hace preguntas muy complicadas eh!! – Tania se quedó pensativa recordando lo mucho que le había excitado el oler el pene de su marido – Aunque el olor creo que también. – en ese momento recordó que con el sentido de la vista había vivido la experiencia mas intensa de su vida – Y la vista… ya vio lo que me pasó con ese sentido.
– Todos son importantes Tania, solo hay que saber estimularlos de manera adecuada.
– Creo que tiene razón, lo malo es saber o poder hacerlo – Tania pensó que con su marido aquello sería una tarea imposible. – Y para un hombre?
– Cada persona es un mundo. Si me preguntaras esto hace dos días, para mi en particular te diría el olor o el sabor.
– Y hoy? – cada vez sentía mas interés en lo que estaban hablando. – Hoy piensa diferente a hace dos días?
– Te he prometido siempre ser sincero y la respuesta es si. Nunca consideré el tacto como uno de los principales hasta ayer.
– Y que ha cambiado de hoy a hace dos días?
– Lo sucedido en mi casa ayer Tania. Tu cuerpo ha hecho que mis prioridades sensitivas hayan cambiado y te aseguro que es algo que no esperaba.
– Me gustaría que me lo explicara. Quiere?
– Por supuesto joven. Una de las cosas primordiales en un estudio sobre la mente es poder intercambiar impresiones. En otro momento que estemos tranquilos te lo explicaré con mucho gusto.
Estaban llegando a la mitad de camino, unos metros mas adelante fue donde el día anterior habían decidido dar vuelta y regresar. Tania no podía aguantar con su curiosidad.
– Volvemos?
– Volvamos de regreso Tania.
No fue necesario decirse nada durante el camino de regreso, los dos sabían que al igual que el día anterior, aquella caminata terminaría en casa de Braulio. Por momentos él le hablaba de cosas banales para que Tania estuviese tranquila y ella se lo agradecía porque se sentía nerviosa sin saber que iba a suceder, Tania solo sentía ganas de traspasar la puerta de su vecino.
Llegaron al poco rato y ella miró interrogante a Braulio como preguntándole que tenía que hacer. No sabía si tenía que pasar por casa a buscar su diminuto pantalón o ese hombre quería que pasara directamente.
– Braulio que quiere que haga? Voy a casa a por el pantalón de ayer o prefiere que entre así?
– Son tus sensaciones Tania, la que dirige tus emociones debes ser tu misma. Que deseas en estos momentos?
– Espéreme como ayer dentro, ahora vengo.
Tania entró en su casa y cogió como el día anterior el pantalón corto y su camiseta blanca. Salió de casa y una vez comprobó que nadie la miraba entró en el jardín de Braulio. Cuando cerró la puerta de casa se sintió libre, aquel sitio era donde así se sentía, libre de sentir cosas que ni ella misma comprendía. Braulio estaba sentado en el sofá esperándola. Y ella se sintió contenta de verlo, aquella confianza que ese hombre le inspiraba le gustaba mucho.
Braulio la miró con la ropa en la mano y le preguntó.
– Así debe ser siempre. Debes sentirte con el derecho de realizar lo que desees. Yo simplemente te ayudaré a desarrollar tus emociones.
– En mi casa nunca podré ser libre de ponérmelo – estirando su mano le mostró las prendas.
– Deseas que te vuelva a ver con esa ropa puesta?
– La traje para que usted me la guarde. Hoy deseo… – su voz se entrecortó por los nervios -… deseo que usted me mire mientras hablamos – al terminar la frase, Tania se quitó la camiseta y desabrochó el sujetador dejando sus pechos desnudos. Sintió la mirada descarada de Braulio sobre sus tetas- Nadie me miró como usted. – Se bajó el pantalón y las bragas quedando totalmente desnuda. – Y siento que me gusta mucho como mira mi cuerpo.
– Es un placer mirarte Tania, eres muy hermosa – se levantó del sofá y cogió en sus manos las prendas que ella le ofrecía.- siempre podrás pedirme lo que quieras. Ven conmigo.
Braulio se fue hacia la puerta de la derecha y ella lo siguió. Cuando entraron en la habitación de él, Braulio abrió un cajón y doblando la ropa con cuidado la guardó en él.
– Siéntate por favor – con su mano le señaló la cama – quiero que estés cómoda.
Tania se subió a la cama y se sentó en ella. Braulio hizo lo propio y se sentó frente a ella. Sentir la mirada en su cuerpo hizo que sus pezones reaccionaran mucho y los sentía duros pero esta vez no los ocultó sino que apoyando sus manos en el colchón encorvó la espalda para ofrecerle una mejor visión de ellos.
– Sabe? Ayer cuando llegó mi marido a casa no sabía como me sentiría. Tenía miedo que pudiera notarme rara, me daba vergüenza que pudiera darse cuenta que mi cuerpo desnudo lo había visto otro hombre. Me aterraba la idea de que Rodrigo supiera que me había masturbado delante de alguien.
– Cuando lo viste que sentiste? – Braulio deseaba que aquella joven expresara todas sus emociones.
– Cuando lo vi recordé lo que usted me dijo, que quizás su manera de vivir la sexualidad sea distinta a la mía y no debía reprochárselo. Que debía amarlo mas que nunca.
– Debes amarlo mas que nunca Tania, los dos estáis enamorados uno del otro.
– Si, yo siento que me ama y yo lo amo a él. – Tania cerraba los ojos para hablar y cuando los abría se estremecía al sentir como Braulio miraba sus tetas y su coño – No me sentí mal al ver a mi marido, si no que me sentí feliz de haberme casado con él.
– Esto no tiene nada que ver con el amor hacia tu marido. Esto es tu sexualidad y deseo que seas capaz de vivirla en plenitud.
– Si, esto es mi sexualidad, mi cuerpo – gimió de nuevo al abrir los ojos y sentir que ese señor miraba fascinado su vagina excitada. – ayer cuando me fui a mi casa me tuve que masturbar en la ducha, me sentía muy excitada. Usted se masturbó?
– Si, me masturbé.
– Y que pensaba cuando lo hacía?
– Pensaba en tu cuerpo.
– Quiere contarme lo que pensaba?
– Es tu deseo?
– Si, deseo saberlo Braulio.
– Uno de los sentidos es el oído. Quieres escuchar lo que imaginaba?
– Si por favor.
– Me masturbé pensando en tus tetas, en tu precioso coño – Al tener los ojos cerrados no se dio cuenta que Braulio se había movido y se estremeció al escuchar la voz grave en su oído diciéndole esas cosas – y tu en que pensabas?
– Me acaricié el coño pensando en su mirada. Me excita muchísimo como mira mi cuerpo desnudo – la vagina de Tania no dejaba de manar flujos que resbalaban hacia su ano y del ano goteaban en la colcha.
– Me toqué la polla aquí donde estás sentada Tania. Pensaba como seria tocarte el coño.
– Yo pensaba como seria que usted me tocara la vagina, que era usted el que me masturbaba – la voz de Tania delataba lo excitada que estaba hablando esas cosas tan íntimas, estaba desnudando su alma a aquel señor.
– Estaba muy excitado imaginando como sería lamer tu coño, como seria olerlo.
– Le excitaba pensar como seria oler mi coño?
– Si y me corrí oliendo la colcha mojada por tus flujos.
– Yo me corrí pensando que le masturbaba a usted. – esa confesión la hizo gemir, sentía su coño encharcado.
– Te hubiera gustado masturbarme? Desahógate Tania, siéntete libre.
– Si me hubiera gustado masturbarle
– Piénsalo Tania, tu mano en mi polla. Mi mano en tu coño
– Estoy cachonda Braulio. Lo estoy pensando. – la mano de Tania se dirigió a su coño y comenzó a frotárselo con deseo, necesitaba aplacar aquella excitación.
– Eso es. Mastúrbate!! Lo estabas deseando desde ayer.
– Si. Deseaba venir de nuevo a su casa. – aquella joven comenzó a temblar – Deseaba masturbarme otra vez delante suya
– Estoy viendo como te masturbas, estoy viendo tus tetas. Son preciosas.
– Me estoy corriendo Braulio – Tania sentía un inmenso placer recorrer todo su cuerpo – Mire como me corro, pienso que es su mano la que me toca.
– Así Tania, córrete en mi cama. Echa todo fuera – mientras se corría Braulio apoyó la espalda de esa joven sobre la cama para que orgasmara tranquila. Él la observaba mientras se corría. Fue un orgasmo largo que hizo que el cuerpo de esa joven temblara por completo durante bastantes segundos.
Había sido un orgasmo devastador, Braulio acariciaba el pelo de esa joven mientras ella se iba recuperando y su corazón iba volviendo a un ritmo normal. Ella lo miró sorprendida, alucinada. Se tapó la cara con la almohada porque sintió muchísima vergüenza de pensar en todo lo que había dicho y escuchado de ese señor.
– Estás bien?
– Si, bueno… muerta de la vergüenza.
– Tranquila, es normal esa sensación. Abrir el alma de esa manera no es fácil. Lo has hecho muy bien Tania
– Pero le dije cosas demasiado intimas y no debería.
– Aquí te sientes segura y sabes que puedes confiar en mi.
– Lo se, se que puedo confiar en usted. Hoy es la segunda vez que me lo demuestra.
– Y te lo seguiré demostrando. Te ha gustado el sentido del oído?
– Mucho pero entre la vista y el oído no sabría cual elegir. Los dos me dieron vergüenza, pero este…
– Todos los sentidos son maravillosos Tania. Todos dan vergüenza si se viven plenamente pero es solo la primera vez.
– Quieres darte una ducha?
– Si no le importa me ducharé ya en mi casa. No le molesta?
– Por que me iba a molestar?
– No lo se.
– Nunca lo olvides joven. Siéntete libre de hacer lo que te apetezca
Tania se levantó de la cama y le temblaban las piernas. En el salón recogió su ropa y se vistió. Estaba impresionada con lo que ese hombre le estaba haciendo descubrir.
Cuando Rodrigo llegó a casa la encontró en la habitación ordenando el armario. Desde la puerta la observó en silencio sintiéndose el hombre mas afortunado del mundo, los tres meses que llevaba casado con ella estaban siendo los mas maravillosos de su vida.
– Hola mi amor, que tal ha ido la mañana? – ella al verlo se abalanzó sobre él y lo abrazó efusivamente – que mirabas?
– Te miraba a ti, eres lo mejor que me pasó en mi vida – Rodrigo respondió a su abrazo y la estrechó entre sus brazos – Te queda precioso el pelo así recogido.
– Te gusta? – ella hubiera deseado que le hubiera dicho que le quedaba bien ese pantalón vaquero que llevaba que le hacía un culo muy bonito, o que le dijera que esa camiseta ajustada de tirantes le realzaba sus pechos, pero igualmente le gustó mucho escuchar lo de su pelo recogido. – Gracias cielo, te adoro.
Estuvieron un rato abrazados dándose muestras de cariño y hablando sobre la mañana que había tenido en el trabajo.
– Y tu has ido a caminar cielo?
– Si cariño, he ido con el vecino. – nombrar a Braulio le hizo sentirse tranquila. Se estaba dando cuenta que era capaz de separar su vida, su amor por su marido de lo que ella estaba descubriendo con ese señor. – Me gusta ir con él cariño.
– Yo también prefiero que vayas con él y no vayas sola. Que tal es ese hombre?
– Tiene conversaciones muy interesantes sobre la mente, sobre los comportamientos de la gente. Ya sabes, habla mucho sobre psicología y eso a mi me encanta.
– Se ha ofrecido a ayudarte con la oposición?
– Si cariño, me ha dicho que me ayudaría en lo que necesitara.
– Parece un buen hombre aunque es un poco raro, siempre está solo. No tiene familia?
– No lo se amor, creo que por lo que me dijo ayer que está divorciado – le sorprendía poder hablar de Braulio así tranquila, era extraño con todo lo que ese señor le había hecho sentir en su cama.
– Vamos a comer?
– Si amor mío, vamos a comer.
Rodrigo le propuso comer en el jardín y a Tania le pareció una buena idea. Cuando estaban comiendo vieron salir a su vecino como siempre con su libreta en mano.
– Que aproveche jóvenes.
– Gracias – ambos respondieron al unísono.
Volver a escuchar la voz grave de su vecino le produjo un estremecimiento. No pudo evitar recordar la sensación que había tenido cuando ese hombre le decía aquellas cosas tan íntimas al oído y como se había masturbado mientras las escuchaba. Tania intentaba no mirarlo pero era difícil y lo hacía disimuladamente.
– Hace un día genial – Rodrigo estaba contento – hoy me he tomado la tarde libre.
– Si? Me encanta cielo – ella feliz se levantó para abrazarlo – Me hace muy feliz poder estar juntos toda la tarde cariño. – vio que Braulio los miraba sonriendo, estar abrazada a Rodrigo delante de él le dio un poco de reparo pero recordó sus palabras de que siempre se sintiera libre de hacer lo que deseara, y besó a su esposo en su presencia – te amo mi vida.
Al terminar de comer recogieron todo y cuando estaban tomando el café vieron como su vecino salía con una toalla de playa y se tumbaba a tomar el sol.
– Cariño tomamos el sol? – su marido nunca le había propuesto eso.
– Aquí? – ella estaba sorprendida ante la idea.
– Claro! Mira nuestro vecino, no creo que le vaya a importar, no crees?
– Pues tienes razón – se levantó contenta – voy a ponerme un biquini.
– Voy contigo que me tengo que poner un bañador.
Fue una tarde distinta que a los dos le encantó. Tomaron el sol, se rieron, abrazaron y Braulio observaba feliz como aquella pareja se amaba.
Hubo un momento que Rodrigo se durmió y ella aprovechó para mirar a su vecino sin tener que disimular. Le gustaba mirarlo con descaro como ese hombre lo hacía con ella cuando tenía oportunidad. Braulio sintió la mirada de aquella joven y al ver que su marido dormía también la miró con descaro. Se miraban uno al otro y los dos sabían lo que estaban sintiendo. Tania con las piernas flexionadas las abría y cerraba sintiendo la mirada de ese hombre entre sus piernas. Siéntete libre, la voz de Braulio retumbaba en sus oídos pero en ese momento no podía hacer lo que realmente deseaba. Mantuvo las piernas abiertas y sintió su vagina encharcarse. Aquel hombre le estaba acariciando el coño con su mirada. Siéntete libre, haz lo que siempre desees. Tania giró la cabeza y vio a su marido durmiendo, por la respiración supo que estaba profundamente dormido. Volvió a mirar a su vecino. Estaba muy excitada. Recordó lo mucho que le gustaba a ese señor su coño y lo hizo. Dirigió su mano hacia sus muslos y apartó a un lado la braga del biquini. Le estaba mostrando de nuevo su coño desnudo, allí delante de su marido. No apartó la mirada hacia donde estaba su vecino que absorto miraba la vagina de aquella joven totalmente mojada. No apartó la mirada cuando se comenzó a frotar el coño. Se estaba masturbando de nuevo delante de él, en su jardín, Rodrigo a su lado dormido. Se tuvo que tapar la boca para reprimir sus gemidos de placer cuando un fuerte orgasmo inesperado, ya que apenas llevaba unos segundos tocándose, atravesó su cuerpo dejándola temblorosa sobre la toalla.
Cuando su esposo se despertó no vio a Tania, se desperezó y se fue a dentro de la casa y la vio estudiando en el salón. Ya se había cambiado el biquini y estaba en braguitas y una camiseta. Al verlo lo abrazó y comenzó a besarlo con pasión.
– Vamos a la cama cariño, te necesito.
– Ahora? Si cenamos algo mejor antes?
– Vale, cenemos algo – en ese momento se sintió decepcionada. No le reproches nada, cada persona es un mundo. Debes amar a tu esposo y aceptar como es. La voz de Braulio diciéndole esas palabras la hicieron recapacitar – Ya luego hacemos el amor.
– Si cariño. Te amo
– Y yo a ti mi vida – lo abrazó fuerte y sintió que cada día su amor era mas fuerte. Y su sexualidad mas débil.
Aquella noche fue diferente a todas las anteriores. Su encuentro intimo con Rodrigo fue mas corto de lo normal pero había alcanzado cuatro orgasmos. Y sabia perfectamente que ese orgasmo extra que había sentido no era porque su esposo hiciera algo diferente a otras noches, había sido porque ella estaba especialmente sensible. Acaso Braulio estaba consiguiendo que su cuerpo estuviera mas orgásmico? Sabia que la respuesta era que si. Intentó recordar cuantas veces se había corrido en todo el día y se avergonzó al contar. Cuatro ahora, uno por la tarde en el jardín, dos en la ducha al volver de casa de su vecino y por la mañana en la cama de su vecino, cuantos había tenido allí? En aquella cama recordó que había perdido la cuenta de las veces que se había corrido. Mi cuerpo se está volviendo loco, pensó mientras abrazaba a Rodrigo que ya estaba dormido. Lo único que la atormentaba era sentir que de todos esos orgasmos, los que más le habían gustado eran cuando la estimulación había sido provocada por su vecino.