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Ludopatías (Capítulo 1)

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Antes que nada, una disculpa por la tardanza de mi publicación, espero no haberlos hecho esperar mucho, pero ser multitask no es fácil; madre, esposa, exesposa, hija, hermana, amiga, novia, amante y empleada no es nada fácil.

Como siempre espero sus valoraciones y comentarios, son motivantes para seguir compartiendo vivencias con ustedes.

Como en muchas partes del mundo, el futbol en mi ciudad se vive con demasiada pasión, con ese plus que el jugador doce debe poner en cada partido, más allá de su afición y su presencia en las gradas o frente a la televisión. La rivalidad de los 2 equipo locales “Naranjas” vs. “Dorados” se vive intensamente.

Es una ciudad de tradición futbolera, y el futbol es cultura, filosofía e identidad, Desde infante se te inculcan el futbol y apego algún de los equipos locales es otro ambiente comparado con otros deportes

Rivalidad que en ocasiones divide competitivamente hogares, como en mi caso; mi marido viene de un largo historial de generaciones tras generaciones de aficionados “Naranjas”, en cambio yo por mi formación académica, practique balompié como primera selección universitaria bajo los colores “Dorados”, lo cual desde que nos conocemos a generado interminables disputas sobre cual equipo es mejor.

Cuando mi bendición mayor externo su deseo por practicar este deporte, mi amado y comprensible marido insistió en inscribirlo en los Pre benjamines “Naranjas “, lo cual, yo no estuve muy de acuerdo, pero como Ustedes ya saben, que no me es posible ir en contra de la necedad de ese hombrecito.

El entrenador, de la bendición, era un exjugador de los “Naranjas” que había tenido una carrera corta por una lesión, pero era toda leyenda local. Pero lo que tenía de apuesto lo tenía de pedante, el hombre sentía que el mundo no lo merecía y vivía de sus antiguas glorias.

Coqueteaba y hacía pequeños comentarios que a cuanta madre, hermana, mujer o palo de escoba con faldas que acompañara a los pequeños y lo peor del caso alentados y festejados por las susodichas.

Aún recuerdo el primer entrenamiento al cual lleve a mi bendición hermosa.

Madre 1: Oh, Dios mío... tiene los muslos perfectos. - Mientras el resto de las damas se reían como niñas de la escuela.

No podía evitar poner mi cara de fastidio y sorpresa.

Yo: Amiga controla tus hormonas. Estamos aquí para nuestros peques -en broma.

Madre 2: Claro que sí, pero ¿qué hay de malo en admirar a ese dios griego mientras cuidamos a nuestros niños?"

Madre 1: Riendo y secundándola, "Vamos, no actúes como si no te gustara a ti también"

Yo: Con una sonrisa sarcástica y dijo sin rodeos: "Cada quien sus gustos chicas, cada quien sus gustos”

Al saber que no sería posible hacer cambiar la decisión de mi odiosito de tener a nuestra bendición en esa academia de futbol y ver la alegría por el juego de la pequeña sabandija, decide evitar los entrenamientos y dejarle esa responsabilidad a mi compañero de vida.

Una noche mientras esperaba, viendo la televisión en la sala, en ropa de casa; un bottom negro y una camiseta blanca, la llegada de mi bendición y de mi amado del entrenamiento, oí como golpeaban la puerta para ingresar al girar mi mirada vi la pequeña estela “anaranjada” correr hacia su recamara y escuche el sonido de su llanto.

Yo: Mor, ¿Qué pasó aquí? - preocupada preguntándole a mi esposo.

Mi marido: Es que Bebecita en una jugada de gol a nuestra bendición, le robaron el balón y él le dio un puñetazo en la cara, al otro niño -resignado- y el entrenador lo va a dar de baja el resto de la temporada.

Yo: Mor, ¿Pero, cómo?, si él no es violento -extrañada- deja hablo con él

Mi marido: Espera, mejor déjalo solo… -no lo escuche y camine a la habitación de la bendición.

Estaba recostado en su cama, sollozando.

Yo: Amorcito que paso, ¿Qué golpeaste a otro niño? -consolando, poniendo mi mano sobre su espalda.

Mi bendición: Si-sentándose en su cama y sollozando.

Yo: ¿Por qué? –extrañada.

Mi bendición: es que… es que… -casi llorando.

Yo: Calma amor, mami no está enojada, solo quiere saber qué paso - abrazándolo con ternura contra mi pecho-

Mi bendición: Es que ya me había quitado el balón 3 veces antes de que pudiera meter gol, y papá me regaño y me dijo que no me dejara, que hiciera algo- casi rompiendo en llanto y con lágrimas en sus ojos- y le pegue- sollozando-

Yo: Mi amorcito, tu sabes que eso no está bien -enfada con mi marido-

Mi bendición: Si, mami lo sé, y lo peor es que el entrenador dijo que ya no volvería a jugar -tenía los ojos empapados y la barbilla temblaba.

Yo: Ya tranquilo, mama, va a arreglar todo, para mañana estarás otra vez en el equipo ya verás, ¿Está bien? – Mi bendición me sonrió esperanzado con esa carita que tanto amo y se secó las lágrimas de los ojos, le besé su frente y salí de su habitación.

En la cocina me encontré con el odiosito de mi marido preparando la cena.

Yo; ¿Es cierto lo que la bendición me dijo? -enojada-

Mi marido; Si Bebecita, creo que lo presione de más- avergonzado y culpable.

Yo: ¿Y ahora que vamos a hacer, para que vuelva al equipo? -aun enojada-

Mi marido: Pues esperar, a que termine la temporada o que el entrenador cambie de opinión- son la mirada baja-

Yo: Ósea, está en las manos del entrenador y ¿no pudiste arreglar nada? - conteniéndome para no gritarle-

Recibí solo silencio, que me amorgo más el momento, mire la hora y vi que, aunque ya había anochecido aun estarían en prácticas con las otras categorías, si me apuraba llegaría a la academia, quizás cuando lo Juveniles estuvieran terminando.

Yo: Como siempre tendré que limpiar tu desastre-tomando mi bolso y saliendo en mi coche hacia los campos de entrenamiento.

Efectivamente cuando estacione mi coche en los linderos de los campos, estaban retirándose los grupos de la categoría Juveniles, espere un tiempo prudente en mi vehículo, para esperar hablar a solas con el entrenadorcito.

A la distancia, entre la multitud que se dispersaba, vi al entrenador empacando los bolones colocándolos en una enorme red elástica. Llevando las hieleras y equipos al interior del club.

Decide acercarme en ese momento, él noto mi presencia la primera reacción fue de verme de los pies a la cabeza con su sonrisa de sinvergüenza recorriendo mi cuerpo con la mirada, pero al ver mi rostro su sonrisa se borró y con la mirada al cielo puso su cara de fastidio.

Entrenador: No tengo nada que hablar con usted- siguiendo con sus labores-

Yo: No Señor, me tiene que escuchar, es solo un niño que está aprendiendo a dominar sus sentimientos, no puedes echarlos cada vez que se equivocan, tu trabajo es enseñarles valores- con seriedad tratando de controlarme.

Entrenador: El Club tiene tolerancia cero con los niños que pelean, lo siento mucho -condescendientemente-

Yo: ¿Qué? Vamos. Le encanta el fútbol -ya suplicante- Esto no volverá a suceder. Te lo prometo-

Entrenador: Es cierto no volverá a suceder, al menos por esta temporada, el “Doradito” está fuera el resto del torneo, tiene que enseñarle a ese niño el espíritu deportivo al estilo “Naranja” -burlonamente-

Es cuando ya no pude contenerme y me encendí, pero traté de suavizar mis palabras lo más posible.

Yo: Aun te sientes como profesional “Naranja”

Entrenador: ¿Cuál es tu punto? -confundido-

Yo: Fui la jugadora del año de la selección universitaria de los “Dorados” -jactanciosamente-.

Entrenador: ¿Y? -burlonamente-

Yo: Te apuesto que te puedo ganar en un cascarita uno a uno. – Desafiantemente- Y si gano, que así será, mi bendición juega.

Entrenador: Y, ¿qué obtengo de esto? -indiferente-

Yo: Sin atinar que decir o cómo reaccionar – Tu dirás, que.

Entrenador: ¿Lo “que yo quiera”? – con una sonrisa maliciosa en su rostro, recorriendo mi cuerpo con la mirada.

Me di claramente que estaba en su mente sucia por el énfasis en la palabra "lo que yo quiera". Pero, me se sentía confiada en mis habilidades, a pesar de que habían pasado años desde la última vez que pise una cancha como jugadora, pero él tenía una lesión fuerte que me daba un Hándicap favorable.

Yo: Ok, aquí y ahora -desafiante- pero necesito calzado.

Entrenador: En los casilleros puedes encontrar, lo que ocupas, ahí hay equipo de repuesto- con una su sonrisa malévola y burlona-

Sin comentar más me dirigí a los casilleros sintiendo su mirada en mi mientras le daba la espalda, por lo cual, intencionalmente, menee más mi cuerpo para burlarme de él, mostrándole lo no obtendría de mí.

Efectivamente encontré equipo necesario en los casilleros, calzado, espinilleras y hasta calcetas elásticas de un hermoso color dorado, me alisté, amarrando mi cabello en una cola caballo y salí a la cancha de nuevo.

El Entrenador había acomodado balones en la banda y la red en una de las porterías, se había alistado también con equipo para jugar, llevaba su camiseta oficial de su tiempo como profesional, lo cual, hizo hervir más mis nervios en contra de este hombre tan soberbio y pedante.

Ambos empezamos nuestros respectivos estiramientos de calentamiento, que fueron bastantes incomodos, su mirada no perdía ápice de mis flexiones.

Entrenador: ¿Entonces, las reglas son?

Yo: -Tomando un balón y lanzándolo contra su pecho con la mayor fuerza posible- El primero que anote tres

Entrenador: Escucha, lo que dije antes, ya sabes, 'lo que yo quiera'… -con tono de superioridad-.

Yo: Interrumpiendo su sermón -No me vas a vencer- con descaro-, así que no importa, "que tú quieras”.

Entrenador Está bien, No digas después que no te di una salida -maliciosamente-

Haciendo caso omiso de su comentario con una risita, nos dirigimos a la zona de saque.

Entrenador: -Coloco el balón en el suelo y tomó una posición defensiva -Dejaré que lo saques

Yo: Si así lo quieres, nunca lo recuperarás -pisando el balón con mi taco derecho - ¡Aquí vamos! -gritando.

Fui rápida, natural, hice un toque interior, y con un movimiento de “bicicleta” con un movimiento de finta hacia la izquierda, después toqué a la derecha, para salir por la izquierda, pude pillarlo con la guardia baja, dejándolo clavado tras de mí, anotando libremente, recogí el balón del interior de la portería, volviendo a la zona de saque con él en mis manos.

Yo: Ten cuidado “Naranjita” no te vayas a dislocar un hueso-mientras bailaba victorianamente pasando, por un lado-

El entrenador solo apretó sus labios y guardo silencio.

Reiniciando, arranque a toda velocidad por la izquierda buscando la banda, frenando intempestivamente, pisando el balón y girando sobre mi eje cambiando de dirección, haciendo que la inercia llevara al entrenador fuera del campo, dejándome vía libre para patear el balón al fondo de la red por segunda ocasión.

Alzando mis brazos y brincando por la cercanía de mi victoria, fui por el balón, llevándolo nuevamente a la zona de saque contoneando mi cadera, en forma traviesa

Yo: Uno más y será todo, “Naranjita”. Esperaba al menos un poco de competencia-burlándome segura de mi triunfo-

Entrenador: Esto no termina hasta que termina, “Mi Mamacita, Dorada”

Yo: No soy TU mamacita -molesta-

Entrenador: Serás más que MI mamacita después de que gane -confiado-

Mientras colocaba mi taco sobre el balón, apenas incline mi cuerpo para iniciar el camino a mi fácil conquista, el entrenado rápidamente me lo robó y corrió hacia la portería, anotando, no alcance ni a moverme, ahí me quede parada en medio del campo con mis manos en las caderas, enojada por su táctica barata.

Entrenador: Ahora tomare mi turno y después te tomare a ti-soberbiamente-

Yo: Eso fue bajo, pero te sedo el turno por misericordia-tomando la posición defensiva y esperando su avance.

El inicio pateando suavemente hacia un lado, girando sobre su eje dándome la espalda. Empecé mi defensa agresivamente. Pegándome a su espalda, él tocaba el balón hacia afuera y hacia dentro, pero podía sentir como buscaba embarrar su espalda contra mis pechos, de repente sentí como su mano derecha toco mi cadera y se deslizaba hacia mi nalga, haciéndome girar en sentido contrario para evitar su manoseo, él aprovecho esto, para con un movimiento escurridizo, sobrepasarme disparar y anotar.

Yo: “Naranja” tenías que ser, eres un tramposo de primera, eso es lo que eres. - mis nervios ahora estaban llenos de ira y ansiedad.

Entrenador: Solo diré: Uno más y “lo que yo quiera” -mientras ponía el balón en posición de saque.

No respondí, apreté mi mandíbula y traté de concentrarme.

Entrenador: ¿Por qué de repente tan silenciosa? -burlonamente-

Yo: Solo juega y ya

El sacó la pelota, regateó a la izquierda, cortó a la derecha. Estaba sobre él como pegamento. Protegió el balón con su cuerpo nuevamente aplicando su manoseo con su mano derecha pero no caí esta vez, lo presionaba, después uso su mano izquierda haciendo lo mismo, yo metí la mano así su pecho jalando su camiseta buscando desestabilizar su equilibrio, pero este hombre era un roca de músculos, entonces el alzo el balón haciendo un sombrerito, usando su cuerpo empujo el mío derrumbándome al suelo, todo lo que pude hacer fue mirar con horror como antes de que el balón tocara el suelo en aire con una bolea anoto el gol del gane.

Entrenador: He aquí el campeón -vitoreó, con los brazos en el aire, besando el escudo del club en su camiseta-.

Con llamas saltando de mis ojos, me levante y solo quería salir de ahí, camine un poco tratando de retirarme hacia mi coche.

Entrenador: ¡Oye!, Creo que me debes algo- con lascivia-

Yo: -Me detuve y apoyando mi peso en una solo pierna, cruzando mis brazos sobre mi pecho y sin voltear- ¿Realmente, hablabas en serio sobre eso? -con mi voz suplicante-

Entrenador: Te lo advertí...-se acercó por detrás de a mi- No me puedes culpar. Te quise dar una salida, ahora me la aguantas

Yo: Pero, soy casada- buscando un pretexto.

Entrenador: Como la mayoría de las mamas de club que me he cogido.

Yo: Mmm- disgustada- Gran ética profesional que tienes entrenador, ¿eh?

Entrenador: Ya sentirás que no solo eso tengo grande mamacita, desde que te vi he tenido ganas de cogerme ese culo que te cargas, pero no soy un mal tipo, si te portas bien, dejare que tu bendición juegue, ¿Eso mejora las cosas?

Yo: -Resignada gire para estar frente a frente y suspirando- ¿Dónde?

Entrenador: Aquí y ahora -mirándome perversamente-

Yo: Que, no tú estás loco, No te voy a dejar cogerme aquí afuera, donde cualquiera puede vernos- enojada-

Entrenador: Nadie va a pasar por aquí -masajeando mis brazos arriba y abajo-con cierta ternura falsa- podemos apagar las luces, todo terminará antes de que te des cuenta -escuchándolo en silencio- Por tu bendición ..."

Suspirando profundamente, limpiando las palmas húmedas de mis manos en mi pequeño bottom.

Las manos del entrenador se movieron poco a poco debajo de mi blanca y sudada camiseta. Lentamente me la quitó por la cabeza. Tirándola negligentemente a un lado, desabrochó mi bra, dejando en libertad mis senos y la humedad de mi sudor y el frio de la noche estimularon mis pezones oscuros y duros. Besó mi cuello mientras acariciaba mis pechos. La sensación de sus gruesos labios frotando mi pezón y su lengua rodeándolos se sentía tan bien. Mis caderas rotaron cuando comenzó a frotar entre mis piernas, masajeando suavemente mi clítoris por encima de mi delgado y pequeño bottom.

No me resistí apoyé la cabeza en su hombro musculoso y gemí atrevidamente en su oído. Mis párpados se agitan cuando las yemas de sus dedos se deslizan por debajo de su cintura, acariciando mis nalgas y mi entrepierna alternadamente.

Entrenador: ¿Hace cuando que no te cogen como necesitas perra? -mientras su mano entraba en mi bottom tocando directamente mis labios vaginales-.

Yo: Unos días -jadeante, mientras mi mano instintivamente buscaba su entrepierna. Podía sentir en toda su magnitud su polla en sus ajustados pantalones cortos llenando mi pequeña mano. Estaba asombrada de lo que sentía. Pero nunca mire hacia abajo para verlo por mí misma. Simplemente acaricie suavemente con mi mano de arriba a abajo mientras miraba las estrellas.

El me quitó el corto bottom. Revelando mi depilada y lampiña vulva.

Entrenador: Como buena puta ya estabas lista para coger

Yo: Es solo un hábito – mientras mis ojos recorrían el campo vacío y el estacionamiento. Fue entonces cuando me di cuenta de que las luces todavía estaban encendidas y estaba de pie casi completamente desnuda en medio del campo – las luces, apágalas-suplicante-

Entrenador: Así se van a quedar, No hay nadie en millas -se arrodilló y desató mis tacos. Luego me quitó las hermosas calcetas elásticas doradas y las espinilleras. Mis pies sentían el frio césped de cancha – Arrodíllate – dominantemente mientras se quitaba su camiseta y podía ver su tonificado cuerpo-

Yo: ¿Vas a querer que te la chupe? – suplicante, imaginándome lo nauseabunda que sería su polla por todo lo habíamos sudado-

El Entrenador se quedó quieto, en silencio por un momento. Con una mirada furiosa, haciéndome sentir intimidada.

Entrenador: Ven acá zorra “Dorada”- tomándome con fuertes brazos la cintura y me tiendo su lengua en boquita mordiéndome los labios con lujuria, Sentí mariposas en mi estómago cuando le devolví el beso. Su lengua sondeó el interior de mi boca. Lo chupé ligeramente. Lo rodeé con mis brazos; Podía sentir los músculos de su espalda. Comenzó a masajear mis nalgas, amasándolas, mientras me besaba, intentó empujarme hacia la hierba-

Yo: Espera, por favor –suplicante mientras trataba de recuperar la respiración- ¿Puedes al menos poner tu camisa en el suelo para mí? -con mi mirada llorosa -

Él solo bufó, pero me complació, extendió su camiseta sobre la hierba y la tierra, recostándome de espaldas sobre ella. Ahí estaba en medio del campo de entrenamiento acostada sobre la camiseta “Naranja”, con las rodillas flexionas y las piernas cerradas y mis manos sobre mi pecho, siendo observada con morbo y deseo por el entrenador de mi bendición, mientras él se bajaba los pantalones cortos. Exhibiéndome su polla semidura, que incluso así superaba mis expectativas.

Al ver en contraste, trague saliva, los rumores no mentían, No es de extrañar que se acueste con muchas mujeres, pensé. Al final yo solo era una más en su larga lista de conquistas, cuando mis pensamientos fueron interrumpidos por el placentero toque se sus manos sobre mis piernas abriéndolas. Ahora estaba encima de mí, sus caderas ayudaron a abrir mis piernas. Comenzó a frotar su polla arriba y abajo por mi raja. El roce de la punta de su polla en la entrada de vagina, dispersando todos mis pensamientos y haciéndome erizar los bellos de todo mi cuerpo.

Sentí la presión de su gruesa polla cuando comenzó a penetrar, mis caderas comenzaron a retorcerse y empujó un poco más abriéndome. Me estremecí por todas partes, mi estómago revoloteó como nunca antes. Me ruboricé, mi cabeza comenzó a moverse de un lado a otro cuando sentí que su enorme cabeza comenzaba a abrirme. De repente, fue como si una ola me azotara; la cabeza de su polla rompió mi coño, mi boca ahogo un gemido. Eché mi cabeza hacia atrás.

Yo: Ay Dios, ¿qué carajos, haces? – Empezando a sentir la humedad producirse a toda velocidad- Por favor, ve despacio.

Entrenador: Valla, salió sensible, la zorra - riéndose de mi reacción, presionando su pelvis contra la mía, abriendo mi canal con su polla, suavemente, pero con firmeza- Y, tan tibia y húmeda... sí que eres toda una puta.

Sus palabras me carcomían, por muy ciertas que fueran. Pero, guarde mis opiniones para mí misma. Aunque mis muslos estaban separados, mis pies permanecían apoyados completamente en el suelo. Sin embargo, Se echó hacia atrás un poco y luego empujó hacia adentro, sentí que me abría. Trabajó su enorme polla lentamente en mí hasta que descansó encima de mí. Sus enormes brazos se deslizaron por debajo de mi espalda hasta mis hombros agarrándolos mientras me inmovilizaba. Luego comenzó a moverse hacia adentro y hacia afuera un poco más profundo con cada empuje, solo sus caderas se movían.

Sentí el momento en que su polla llegó más profundo de lo que me habían penetrado antes. La sensación y el sentimiento es indescriptible. Cuando sus caderas comenzaron a empujar. Sacudí la cabeza de un lado a otro. Estaba en éxtasis. Tuve una sensación de júbilo cuando sentí el grosor de su polla dentro de las paredes de mi coño. Por cada centímetro que me penetraba, mis pies reaccionaban y se elevaban, del suelo, a cada centímetro, hasta que quedaron envueltos alrededor de su cintura, cruzando mis tobillos. Quería sentir tan dentro, sentir cada embestida, sentí su respiración en oreja y no podía evitar leve gemir levemente con cada empujón.

Entrenador: ¿Cómo se siente? -gruñéndome en el oído, mientras mordía mi lóbulo- ¿te gusta perra?

Yo: Ho sí, no pares, sigue, cógeme – con sorpresa admití, sin aliento. Toda intención de retirarme del campo había desaparecido, el placer, era único, ya no me importaba mis colore, ya no me importaba si jugaba o no mi bendición, lo único que quería era ser cogida por esa polla, en medio de esa noche de verano, sintiendo la brisa, sudando, mojada, penetrada, por esa masa de músculos sobre mí.

Entrenador: Vaya que valió la pena esperar por este culo, estas tan humedad y apretada, zorra- mientras manoseaba mis senos y mordía mis pezones.

Eso era para él, con cuerpo, otra zorra a quien cogerse, una asignatura pendiente, entonces, sus caderas se desaceleraban repentinamente, se incorporaba de mi cuerpo, tomo mis tobillos y levantó mis piernas sobre sus hombros. Puso sobre sus rodillas y comenzó a martillar, sus poderosas embestidas que nunca disminuyeron la velocidad, sino con un ritmo perfecto, con fuerza, con furia, tomándome como bestia en brama. Mordía mis labios apretaba sus tonificados brazos con mi manitas, me resistía a emitir sonido alguno.

Sus embestidas eran intensas, a ese ritmo pronto me llevaría al orgasmo y no quería darle gusto, pero el hormigueo en mi vulva me traicionaba, iniciando mis convulsiones, me lleve las manos a la cara para ahogar mis gritos de placer.

Mis músculos vaginales se contraían contra esa deliciosa polla que me profanaba muy dentro, todo mi cuerpo se tensó, el imbécil lo estaba logrando, me estaba dando un delicioso orgasmo, me respiración se entrecortaba, mientras esta bestia seguía penetrándome, mientras expulsaba de mi cuerpo la humedad producto de ese delicioso orgasmo, se detuvo a contemplarme.

Entrenador: ¿Acabas de acabar, zorra? -sudoroso jadeante, con la mancha de mi húmedo orgasmo sobre su marcado abdomen-

Yo: Sí... -en un susurro entrecortado-

Entrenador: Veamos si tienes más, zorra “Dorada”- me rodo rodar sobre mis manos y rodillas- ese es tu lugar y posición, perra.

Nerviosamente miré hacia los alrededores una vez más y luego vi la red de fútbol, donde perdí su partido. Cuando él me penetró con una sola embestida hasta el fondo de mis entrañas, ella se tambaleándome hacia adelante. Mis manos solo se afianzaban al césped de la cancha y mi cuerpo recibía todo ese placer una y otra vez.

Mientras su polla entraba y salía, él colocó mis manos detrás de mi espalda y ató mis muñecas con uno de los calcetines elásticos.

Yo: Espera, ¿Qué estás haciendo? -con miedo-

Entrenador: Quieta puta -se aferró a mis muñecas atadas y su empuje constante se aceleró, con fuerza. Con su mano libre la pasó alrededor de mi cintura y frotó vigorosamente la parte superior de su clítoris.

Me estremecí, mi cuerpo se lanzó involuntariamente hacia adelante, con los hombros encorvados, mi cara estaba pegada al suelo mi mejilla podía sentir el picoso césped del campo, gozando de ser sometida, en cada empuje.

De repente tiró de mí, levantándome y pegando mi espalda contra su pecho, y su larga polla continuó, deslizándose hacia adentro y hacia afuera.

Entrenador: Gime perra, Déjame escuchar los sonidos de una puta “Dorada”- mientras respiraba en mi nuca-

Simplemente lo ignore, Apoye la cabeza en su hombro y miré el cielo estrellado. Mis senos brincaban al ritmo de sus penetraciones, mis pezones picaban de excitación, Su polla estimulaba cada rincón de mi interior tan intensamente que contorsionaba el rostro y nublaba mi vista. Quería sentirlo más dentro más profundo, Levante los pies del suelo, manteniendo el equilibrio solo sobre las rodillas. Abrió los dedos de los pies antes de curvarlos una vez más.

Entrenador: Gime perra – me ordenó apasionadamente-Grita fuerte puta, quiero oírte como gozas.

Solo suspire, luchando en forma sobrehumana contra la necesidad de gritar. De repente me y me dejó caer sobre la hierba. Pero apenas estaba recobrando el aliento, él me puso boca arriba de nuevo, con los brazos atados debajo. Él tomó la otra calceta dorada, y al sentir que agarraba mis tobillos, comenzó a patear, por instinto

Yo: ¡No!, por favor, te lo suplico, no lo hagas.

Entrenador: Cállate puta, voy a gozarte como yo quiera

Sumisamente deje de patear y deje me atara el calcetín alrededor de mis delgados tobillos. Ahora estaba indefensa, algo que nunca había sentido durante el sexo. Pero, el miedo y la ansiedad, por alguna extraña razón, me excitó aún más. Algo que nunca admitiría.

Entrenador: Gime perra -Levantando mis pies atados en el aire y penetrándome sin contemplaciones de un solo golpe.

Dios esta bestia no se detenía, con los tobillos atados y los muslos juntos, cada empuje parecía agregar más placer, indescriptible, templando a cada embestida

Sentía que la presión aumentaba. Mi cuerpo se estremeció con un cosquilleo extremo. Mi rostro se contrajo. Y entonces sucedió fui arrastrada por una ola de placer, una ola de placer que nunca antes había surfeado, y mucho menos sabía que existía. Mi cuerpo se tensó. Un fuerte espasmo de placer se derramó sobre mí y forzó un gemido de mi boca.

Yo: Si, dios, dame más, santísimo, que rico, hay

Entrenador: ¡Eso es, perra! -bombeando más rápido- haciendo que mis aullidos de éxtasis se incrementaran con cada empuje-

EL placer provocaba que arquera la espalda, mi coronilla tocaba por completo la hierba del campo. Mis rodillas se sacudían, temblaban mis piernas. Y mi cuerpo se convulsionaba bajo el cielo estrellado.

Yo: ¡¡Ohhh, que rico, que delicia, Dios!! –sentía como si una fuerza interna atrapada por meses, tal vez incluso años, al fin se liberaba, haciendo estragos por todo mi cuerpo-.

Él se retiró de repente. Se movió a un lado de mí y empujó su polla en mi boca, Mi boca se abrió instintivamente mientras el movía adentro la gran cabeza de polla.

Empecé a chuparlo. Se sintió enorme en mi boca. Trabajé mi lengua sobre la cabeza, girándola y luego moviendo la punta sobre la punta de su polla.

Sentí mis labios estirarse sobre su eje. Empezó a empujar sus caderas más rápidas y moví la cabeza dentro y fuera. Escuché mis propios ruidos de succión mientras mi saliva se acumulaba en su polla sus sacudidas se hicieron más rápidas buscando correrse dentro de mi boca él me agarró la cabeza con las manos y me abrazó con fuerza.

Se vino dentro de mi boca. Se sentía extraño, cálido y pegajoso. Me tragué la mayor parte pensando que tenía que hacerlo. Sentí que algo me salía de la boca por la cara y la barbilla. Atragantándome y salí de debajo de él. Me senté sobre mis rodillas y terminé de tragar su delicioso de semen. Me miro con burla y lujuria estaba atada en medio de la noche en un campo de futbol, desaliñada, mi cuerpo desnudo brillaba en sudor, mi respiración estaba entrecortada.

Yo: Desátame ahora -mostrándole enojo, pero visiblemente satisfecha-

Entrenador: Claro zorra -sarcásticamente-

Me desato, tome mi ropa y sin decir palabra camine a mi coche, desnuda con mis pertenencias en brazos.

Conduje en mood autómata hasta casa, al estacionarme me percaté que aun iba desnuda, sudorosa y húmeda, me vestí en el coche antes de ingresar a casa.

Realicé el checklist de toda madre, agua, gas, luces, etc. y subí a la alcoba y ahí estaba mi amado marido, muy sonriente.

Mi marido: Vaya, sabía que eras intensa, pero mírate, estuvo buena la friega que te puso el entrenador -burlonamente, por mi estado tan desalineado-

Yo: Mor, es que… -nerviosa-

Mi marido: Hablo el entrenador hace rato y me conto que lo retaste, dijo que si nuestra bendición, heredo tu determinación y tus cualidades cancheras, siempre será bienvenido en el club.

Yo: ¿Eso te dijo? -extrañada-

Mi marido: Si bebecita, lo lograste-besándome intensamente-dijo que lo impresionaste con lo bien que te mueves en medio del campo-mientras paladeaba el sabor de mis labios, con cara de extrañeza-.

Yo: Mor, es lo menos que puede hacer una madre por su bendición-aliviada- bueno deja me baño por que el partido estuvo intenso.

Mi marido: Cierto, a también dijo que quiere le sigas DANDO las revanchas necesarias al menos lo que dure la temporada.

Solo le conteste que lo pensaría, pero definitivamente quería la revancha contra ese pedante “Naranjita”, no importaba cuantas veces perdiera, tenía que ganarle, la temporada apenas comenzaba y sería muy intensa, definitivamente…

Ig: @elenyrmz

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