Hola, este es mi primer relato, tengo 37 años, soy alto, delgado con personalidad. Mi suegra Lula es, lo sé, una mujer que se moja cada vez que estamos cerca, al principio yo no lo podía creer.
Mi suegra es de una religión donde son super recatados, y aunque tiene un culo y tetas que me encantan, ella siempre viste sin escote, sin embargo, con esos vestidos que usa, aunque largos, me dejar ver lo toca que está, así que por fin mi animé y esto sucedió.
Resulta que Lula iba a mi casa casi todos los días, y aunque ella sabía los horarios de mi esposa, iba a horas que ella no estaba y solo charlábamos un rato, pero se notaba que los dos nos excitábamos mucho.
Esa tarde ella comenzó y me dijo, “flaquito unos golpes o que”, “órale” le dije yo, ella dijo, “se me hace que no me aguantas ni el primer round”.
Enseguida y bien caliente como me tenía le dije, “yo creo que usted es la que se raja, hasta se me hace que se asusta”, ella movía sus manos con sus puños cerrados diciendo, “órale vente”, invitando a pelear.
Así que me acerqué, le mostré lo rápido que era y le di dos golpecitos en las mejillas, suaves solo para que viera, y así tonteando y tonteando, empezó un pequeño forcejeo, pero hubo algo curioso, calientes los dos como estábamos, yo sentía su calentura, la podía oler, así que se me paró y se quería salir del pantalón.
Ella con un vestido un poco pegado a su figura, yo pantalón de vestir, cuando la tomé por detrás, la abracé sujetando sus manos, y ella sintió mi verga dura, y desesperada por coger, no pudo contener un gemido, así supe que ya era mía.
Más adelante contaré los detalles.