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Madre e hija (Parte IV): Analizando a Daniella

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En el video se ve como Daniella y su amiga van por todos los ambientes de mi departamento finalmente regresan a la sala pero antes de sentarse, se ve como Daniella abraza a su amiga Carla, quien le responde inmediatamente con un beso en sus labios, continuaron con los besos un poco más y luego Carla la toma de la mano y la lleva en dirección de mi cuarto. Ahí, se besan nuevamente mientras se van dejando caer en mi cama.

Carla es quien lleva más la iniciativa, sus besos están acompañados de caricias, se acomodan y ahora ambas están sentadas de una forma que sus piernas están cruzadas como en tijera pero con ropa. Atraían sus cuerpos cada una hacia la otra con sus abrazos. Ahora es Daniella es quien comienza a desabotonar la blusa de Carla y luego se la quita dejándola en un sostén azul, que cubrían sus pechos que eran medianos. Carla se inclina hacia atrás para darle espacio a Daniella para que juegue son sus pechos, ella se acerca y comienza a besar la parte visible de ellos mientras sus manos buscaban liberar el seguro del sostén.

Unos pezones oscuros adornados con unas aureolas medianas de dejan ver una vez que Daniela consigue sacarle el sostén a su amiga y a continuación va sobre el seno que tenía más cerca, lo comienza a besar y chupar. Se puede apreciar como hacia esfuerzo con su boca para hacer la succión de sus pezón haciendo que su amiga se arquee hacia atrás ofreciendo aún más sus pechos a ella. Carla tenía los ojos cerrados y se dejaba hacer mientras Daniella buscaba el otro pezón.

De repente, un empujón de Carla separa a Daniella de ella e inmediatamente se toma uno de sus pechos con gestos de dolor y comienza a reclamarle algo (es ahora donde me arrepiento haber desactivado el micrófono de las cámaras) y Daniella en su afán de darle explicaciones, se saca su camiseta y le señala el pecho donde yo le había dejado una marca.

Carla lo ve y le da una cachetada a Daniella para luego ir a su encuentro y comienza a besarla. Daniella está contrariada, pero no evade los besos. Hablan por breves instantes y luego continúan sus besos, Carla toma el siguiente paso y trata de quitarle el pantalón a Daniella quien le facilita la tarea, luego es el turno de Carla. Finalmente ambas están desnudas sobre mi cama, el cuerpo blanco de Daniella contrarrestaba la piel canela de Carla, sus pezones rosados contra los marrones y el pubis completamente depilado contra la que tenía una pequeña línea de vellos.

Se acomodan nuevamente cruzando las piernas, pegan sus cuerpos aún más y comienzan a mover sus caderas para frotar sus sexos, se detenían para acercarse y a darse varios besos y caricias y luego nuevamente se inclinaban para mover sus caderas estuvieron un rato así hasta que, por los gestos, Carla llegó a su orgasmo cayendo sobre la cama. Daniela va a su encuentro y se echan juntas, se siguen besando. Conversan brevemente y luego Carla busca el pecho de Daniella y por el gesto que hizo esta, le estaba dejando un chupetón.

Se estuvieron acariciando sus cuerpos desnudos un rato más hasta que Carla ve la hora y se levantan rápido para vestirse y se acomodan como pueden y luego salen de mi departamento.

Ya iba a apagar el video cuando veo como Daniella regresa y la veo que camina de un lado al otro, la veo con cara de sorpresa que luego se transforma en amargura. Estuvo un buen rato así hasta que se decidió a salir, se detuvo brevemente en la puerta y luego salió y la cerró. Haciendo un breve análisis, era casi seguro que había regresado a su departamento y nos había descubierto a su mamá y a mí. Ahora entendía su comportamiento cuando regresó que se fue directamente a su cuarto y que no había recibido ningún mensaje de buenas noches.

———

Al día siguiente, viernes, me desperté con el tiempo exacto para ir a trabajar. Ningún mensaje durante el día ni nada. Al llegar en la noche a mi departamento tampoco estaba Daniella esperándome. Me estaba entrando la curiosidad en saber pero no sabía como, hasta que recordé lo que me había dicho Elizabeth que se podía escuchar a través de las paredes, así que me fui a mi cuarto y me acerqué a mi ventana. Me puse detrás de las persianas y guardé silencio.

-Pero papá que no quiero ir donde la tía. -decía Daniella.

-Anda, hazme ese favor, que quiero tiempo a solas con tu mamá. Las cosas no han ido bien últimamente. -Le decía Martin, su padre.

-Acaso no puedo salir y regresar más tarde, es que es muy lejos.

-Bueno, si tu amiga no se hubiese mudado te podrías haber quedado con ella.

-Entonces, ¿porque no se van de fin de semana? así yo me quedo aquí.

-¿Cómo te vas a quedar sola? No. -le dijo su papá

-Pero cuando mi mamá se fue a verte la semana pasada yo me quedé sola.

-¿De verdad?

-Bueno, sola sola no... le encargó al vecino que esté al pendiente y no tuve ningún inconveniente.

-Elizabeth. ¿Es verdad lo que dice Dani?

-Si. -respondió Elizabeth- fue de último momento.

-Además él no trabaja el fin de semana -agregó Daniella.

-Si no has tenido inconvenientes, entonces está bien. Elizabeth, ¿puedes decirle al vecino?

-Está bien.

-Voy contigo -dijo Daniella.

Me alejé muy despacio de la ventana y me fui a mi sala para esperar la llegada de ambas. Apenas unos segundos después sonaba el timbre. Abrí la puerta y ahí estaban ellas.

-Hola. ¿Que las trae por aquí?

-Buenas noches vecino. -Me saludó Elizabeth algo seria.

-Buenas noches señor -dijo Daniela divertida

-Buenas noches. -Contesté

-Verá -comenzó a hablar Elizabeth- mi esposo y yo tenemos que salir por un día y quería saber si podía estar al tanto de mi hija mañana. Ya sabe, como la otra vez.

-Si. Se van de Luna de miel -interrumpió Daniela haciendo énfasis en luna de miel.

Ese comentario hizo que Elizabeth se pusiera roja y bajara la mirada con cierto grado de culpabilidad para evitar que mis ojos se encuentren con los de ella.

-Ah, de Luna de miel... -repetí -bueno, si, no hay problema. Si es por tan importante acontecimiento, seguro que si puedo darles una mano. -respondí mirando a Elizabeth sin que ella levantase la mirada. -¿Pizza otra vez? -pregunté cambiando de vista hacia Daniella.

-¡Siii! Pizza. -dijo divertida y cómplice.

Al parecer la noticia de que se iba a quedar otra vez a solas conmigo le había cambiado el ánimo a Daniella. No así a Elizabeth, que lucía un poco avergonzada por la cogida que habíamos tenido el día anterior y no tenía ni idea que me estaba comiendo a su hija y que prácticamente me la estaba dejando en bandeja. Para finalizar, me dijeron que iban a salir al día siguiente temprano y no volverían hasta el domingo en la mañana.

Al rato Daniella me mandaba algunas fotos. Una de ellas era mientras se depilaba su escaso vello púbico, con la leyenda “Preparándome para ti”. Otra donde se echaba cremas en sus pechos, y otras probándose lencería. Luego de un rato nos dimos las buenas noches.

——

Como a las 6 de la mañana, un fuerte apretón a mi paquete me hizo despertar con sobresalto. Era Daniella que estaba desnuda en mi cuarto. Había entrado mientras dormía a mi departamento.

-Oye, ¿qué haces? que te van a ver tus padres.

-Ya se fueron hace media hora. -respondió mientras de metía bajo mis sábanas.

-Ah bueno. -Respondí mientras la traía hacia mi para abrazarla.

Mi mano fue a parar a uno de sus pechos desnudos, mientras que ella buscaba acomodar mi pene entre sus nalgas.

-y bien, ¿Qué me vas a hacer hoy? -me preguntó Daniella mientras refregaba su cola contra mi paquete.

-De todo bebé. Tenemos todo el día.

-Y la noche también -agregó Daniella mientras giraba su cuello para darme un beso.

Me quité el bóxer dejando libre mi pene que ya estaba bastante duro y comencé a fraccionarlo contra la raja que forman sus nalgas. La humedad de sus labios vaginales junto al líquido pre seminal de mi pene lubricaban bastante todo ese canal hasta su ano. Quise ver su reacción y apunte mi pene a su entrada anal haciendo que de un brinco de susto.

-¿que haces? -me preguntó

-Nada... es la lubricación... -y sin darle más chance, apunté mi pene a su vagina y la comencé a penetrar desde atrás.

Soltó un suspiro largo y luego varios gemidos.

-No te vayas a equivocar de agujero -logró decir entre suspiros.

-Ese culo también va a ser mío -le dije mientras me acomodaba encima de ella.

Ahí estaba ella, boca abajo, con su vagina recibiendo a mi pene con penetraciones fuertes. Sus gritos eran ahogados por la almohada que estaba en su cara. Esa sensación de sentirse prisionera y no poder hacer otra cosa más que recibir mi pene la excitaba al máximo. La fuerza de las penetraciones batían la cabecera de la cama contra la pared. Estuve un largo tiempo dándole duro luego le di una pausa y me salí de ella liberándola, ella se levantó como un resorte y su boca fue al encuentro de mi pene, comenzó a succionar con fuerza.

-Dame tu leche -dijo muy excitada.

Ahora se ayudaba con sus manos, la izquierda amasaba mis huevos, la derecha me pajeaba el tranco del pene y su boquita succionaba el glande. La jale de su pierna para que pase por encima de mí haciendo que su sexo quedara a la altura de mi boca para hacer una 69. Solo fue necesario que aprisione su clítoris con mis labios para que comience a correrse y suelte un fuerte grito. Casi sin descansar volvió a su faena de succión. Aproveché para que mis dedos jugaran con sus orificios. Daniella al sentir que uno de mis dedos comenzaba a masajear su orificio anal dio un fuerte suspiro y comenzó a mover ligeramente sus caderas y apretaba su esfínter para evitar la incursión de mi dedo. Aguanté unos minutos más y le solté todo mi semen en su boca sin avisarle. Daniella siguió chupando hasta que dejé de soltar mi semen. Se giró, se sentó sobre mi, mirándome, e hizo el inconfundible gesto de tragarse algo... mi semen. Luego de eso se dejó caer sobre mi pecho y nos quedamos dormitando por un rato.

Cerca de las 10, la desperté para tomar desayuno, nos bañamos, y salimos al supermercado a comprar algunas cosas para comer, incluyendo una pizza y licor. Tomamos un jugo en el camino, luego un par de pendientes y regresamos al departamento. Daniella, al igual que su madre, atraía las miradas del público masculino y era consciente de lo que pasaba a su alrededor, incluso había aprendido a sacar ventaja de ello y me di cuenta porque consiguió un buen descuento en el licor con solo sonreír con el encargado.

En el taxi de retorno la veía pensativa pero no le consulté nada. Al llegar al edificio, Daniella me dice para que el almuerzo sea en su departamento, que ella se encargaría de todo y que yo espere hasta que ella me llame. Así quedamos, dejé las cosas en su departamento y yo me fui al mío.

Una hora después, Daniella me llama al celular y me dice que vaya a su departamento y que entrara nomás que la puerta estaba junta. Así lo hice, toque igual a su puerta y pasé.

-Hola. Estoy en la cocina. Siéntate que ahí voy.

-Ok

Esperé unos minutos mientras oía como Daniella movía algunas cosas en la cocina. mi curiosidad fue en aumento así que decidí ir a ver si necesitaba ayuda. Al entrar me quedé de piedra.

-¿Elizabeth? -alcancé a preguntar.

-Ayúdeme -la escuché decir mientras veía como estaba agachada poniendo su cola en pompa hacia la entrada de la cocina.

Era el mismo vestido celeste floreado que tenía puesto la otra vez, las mismas sandalias, enfundado en ese cuerpo de infarto pero no era Elizabeth, era Daniella que estaba usando el vestido de su mamá y de espaldas es la viva imagen de su madre. Se levantó, giro y me quedó mirando.

-Y... ¿te gusto? -me preguntó

-Ehhh... sí -le dije aún sin salir de mi sorpresa inicial.

-El otro día los escuché... como tu y mi mamá lo hicieron.

Si bien ya sospechaba que sabía, mi cara de sorpresa era real.

-Al inicio me molesté un poco, pero ahora, cada vez que recuerdo como hacías gemir a mi mamá, sólo me hace querer entregarme a ti.

-Pero, ¿acaso tu no disfrutas cuando estamos juntos?

-Si, me haces llegar y me dejas satisfecha, pero hay ese morbo de querer que me hagas lo mismo que le haces a mi mamá.

-Pero sólo fue una vez...

Se acercó a mí y me comenzó a besar, le correspondí y la tomé en mis brazos. La giré para que me diera la espalda, la tome por su cintura mientras mis manos comenzaban a explorar su cuerpo y al igual que a su madre, le subí el vestido hasta la cintura y la apoyé contra la mesa, Daniela no tenía ropa interior así que fue más fácil, le di un par de nalgadas arrancándole fuertes gemidos. Le puse mi mano en su espalda para que no se levantara y apunté a su vagina. Casi no tuvo que esperar para que sintiera mi penetración invadir su ser. Esta vez no fue una penetración rápida sino que le daba prioridad a un ritmo constante y buscando la mayor profundidad en cada embestida haciendo que Daniella deje salir fuertes gemidos de su garganta.

Aquí comenzó lo diferente, escupí sobre su entrada anal y con mis dedos, especialmente mi dedo pulgar, buscaba abrir aquel orificio y prepararlo para lo que tenía en mente. Daniella intentó moverse al sentir que mi dedo iba venciendo poco a poco sus esfuerzos por cerrar su esfínter pero mi mano sobre su espalda y mis penetraciones constantes evitaban cualquier intento de escape.

Sólo fue cuestión de minutos para que mi dedo entrara hasta la primera falange, la tensión de Daniella fue disminuyendo conforme se iba acostumbrando a la invasión que estaba haciendo en su ano. Aumenté la velocidad de las penetraciones al mismo tiempo que mi dedo buscaba entrar un poco más y lo movía en su interior, sentía claramente como Daniella intentaba apretar mi pene en su vagina y a mi dedo en su ano alternadamente al compás de sus gemidos que iban en aumento al igual que su respiración. Pronto ya estaba completamente entregada y movía sus caderas en busca mayor placer. Aumenté aún más la velocidad de las penetraciones haciendo que diera un grito antes de que comience a correr abundantemente para luego dejarse caer sobre la mesa.

La dejé reposar sobre la mesa con mi pene dentro de ella, poco a poco iba recuperando la respiración. Le dejé levantarse, ella volteó y me comenzó a besar. Si cara estaba roja, con su mano busco mi pene aun duro. Apenas lo tomo con su mano, se puso de rodillas y se lo llevó a su boca. Estuvo por un rato así, luego se puso de pie y me dio un beso.

-Vamos a mi cuarto. -me dijo mientras me tomaba de la mano.

Me dejé llevar, aún seguía con el vestido de su mamá y de espaldas era la viva imagen de su madre y estar consciente de eso hacía que mi pene reciba aún más circulación sanguínea aumentando su dureza.

-Ahora vengo, voy al baño -me dijo

Su cuarto tenía una decoración bastante infantil, con decoraciones de princesas, donde predominaba el color rosado y con bastantes peluches. No parecía que le pertenecía a una chica de 19 años.

Apenas regresó, Daniella vino a mi encuentro y nos comenzamos a besar, la llevé a su cama y en mi mente solo había una idea: Tomar su virginidad anal.

Después de muchas caricias y estimulación, la volteé y la puse de perrito, la subí el vestido de su mamá hasta la espalda y comencé a pasarle la punta del pene desde sus labios vaginales hasta más arriba de su entrada trasera. Daniella movía su cadera de arriba a abajo en busca de una penetración. Penetración que invadió su vagina.

Al igual que en la cocina, la penetración fue lenta pero constante. Poco tiempo después los gemidos comenzaron a retumbar las paredes de su cuarto. Esta vez, mis dos dedos pulgares jugaban con su entrada anal, los metía alternadamente en su interior y buscaba ampliar la dilatación de su entrada dando círculos en su interior. Como respuesta al estímulo, Daniella movía sus caderas al ritmo de las penetraciones y sus gemidos iban en aumento. Me detuve un momento y le hice quitar el vestido por su cabeza, todo eso manteniendo mi pene dentro de ella.

Unos minutos más tarde, ya veía como mis dedos entraban con facilidad en su ano, incluso ambos al mismo tiempo. Había llegado la hora.

Saqué mi pene de su vagina. Ella volteó a verme, su cara era una mezcla de excitación y de temor, ya sabía lo que iba a hacer, por eso se agarró su almohada y puso su cara sobre ella apretándola fuerte al sentir como mí pene tocaba amenazante su entrada anal.

El glande comenzó a abrirse paso ante su dilatada entrada, pero no era suficiente ante el grosor de mi pene y la resistencia que ponía Daniella que presa del dolor comenzaba a quejarse. La sujeté de sus caderas y comencé a hacer presión. Poco a poco sentía como aquella resistencia iba perdiendo la batalla. Con mucha paciencia, iba presionando poco a poco en su interior. Comencé a estimular su clítoris para ayudarla a relajarse.

Entre los sollozos de Daniella, me decía que ya no quería más. Yo trataba de calmarla pero no me detenía. Llegué a meterle las tres cuartas partes de mi pene pero Daniella ya no aguantaba más, me pedía entre llantos que ya no siga, que le sacara mi pene, pero no retrocedí, sólo me mantuve inmóvil por un rato para que se acostumbre mientras mis dedos jugaban con su clítoris para mantener la estimulación y ayudar a relajarse.

Cuando los sollozos de Daniella disminuyeron me dio la señal para que comenzara a moverme muy lentamente. Las quejas de dolor volvieron, pero esta vez ya no iba a detenerme, con un poco de cuidado mantuve el movimiento de vaivén de mi pene dentro de su ano, sentía como apretaba su esfínter como señal de dolor. Poco a poco iba ganando espacio dentro de ella, sus quejas iban cambiando a suspiros ahogados. El siguiente hito fue tener todo mi pene dentro de su recién estrenado ano. Una pausa más para que se acostumbre. Ella también estaba estimulando su clítoris para facilitar la tarea.

Ya no había porque esperar, reinicié las penetraciones sobre ella, ahora con más fuerza, ahora a toda profundidad. Su cara sobre la almohada me daba la mejor vista de como mi pene se abría paso por en medio de sus nalgas blancas. Este nuevo ritmo llevó a Daniella a un nuevo nivel de gemidos combinados con sus gritos agudos, estaba totalmente entregada al momento, sus caderas se comenzaron a mover al compás de las embestidas al tiempo que arqueaba su espalda siempre buscando recibir mi pene en la mayor profundidad posible.

Daniella sólo se preocupaba en su placer, ahora era ella quien buscaba marcar el ritmo. Me detuve, volteó y me comenzó a casi suplicar que continué, le dije que cambiemos de pose. Me eché en la cama y apunté mi pene hacia arriba. Ella entendió lo que quería, se subió encima de mí y guio mi pene a su recién estrenado ano. Una vez que acomodó mi pene en su entrada, bajó hasta que todo el glande ingresó. Llevó sus manos para recoger su cabello rubio, dio un respiro y se dejó caer insertándose por completo mi pene dentro de ella soltando un grito de placer y comenzó a cabalgar a un ritmo desenfrenado. Alternaba los rebotes sobre mi con movimientos circulares de sus caderas. Daniela se había transformado en una hembra lujuriosa sedienta de sexo.

Yo ya estaba por llegar así que también comencé a moverme, mientras ella bajaba yo subía a su encuentro, unos minutos después me comenzaba a correr en su ano. Daniella, al sentir como la llenaba, se corrió. Se corrió soltando abundantes flujos seguidos de fuertes espasmos y sus ojos se pusieron en blanco. Luego de eso se dejó caer sobre mi pecho, quedó sin fuerzas, como una muñeca de trapo. Pude sentir sus últimos temblores de su cuerpo productos de su brutal corrida. Nos quedamos dormidos.

Cerca de las 6 de la tarde nos despertamos, nos dimos una ducha y almorzamos recién a esa hora. Vimos una película y tuvimos relaciones una vez más en su cuarto, esta vez sólo penetré su vagina porque tenía un poco de dolor en su ano, acabé en su boca y se tragó todo mi semen. Para dormir decidimos muy a nuestro pesar que lo mejor era que cada uno durmiera en su cama por si sus padres regresaran antes de despertar. Cosa qué pasó, al menos antes que yo despertara.

——

Al día siguiente, domingo, cerca del mediodía tocan a mi puerta. Con toda la flojera del mundo me levanto para atender. Estaba solo con un bóxer de pijama puesto. Abro la puerta sin ver previamente y ahí estaba Elizabeth. Vestía un leggings negro y una camiseta blanca que le quedaba un poco larga.

-Buenos días, vecino.

-Buenos días, Elizabeth. -respondí saliendo de mi sorpresa inicial

-Estuve conversando con Daniella, me contó que fueron de compras, vieron películas y que almorzaron juntos.

-Ah si, si, tengo todo el fin de semana libre así que aprovechamos para hacernos compañía.

-Si, muchas gracias por estar al pendiente...

-Que no es nada, al contrario, es una buena compañía. -le interrumpí.

-Que bueno que se lleven tan bien.

-Ah bueno. Y a ti, como te fue en tu...luna de miel.

-No fue como yo lo esperaba -me dijo mientras bajaba la mirada.

-Pero si se fueron justamente para que la pasen juntos.

-Es que no se, creo que la chispa se está apagando, allá estaba más al tanto de las noticias y del trabajo.

-Asu, que desperdicio de tiempo.

-Si, me sentí mal. Hoy me dijo para salir de compras e ir al cine pero no quise... se fue con Daniella.

-Ah si, entonces le tocó paseo a Daniella.

-Si, aunque ella tampoco quería ir, pero al final la convenció diciéndole que le iba a comprar ropa. Yo si no quise ir por nada del mundo.

Noté que Elizabeth trataba de verme disimuladamente, bajaba la vista constantemente en dirección a mi paquete. Tenía que aprovechar nuevamente la ocasión.

-Tenemos una conversación pendiente -le dije apenas la vi que estaba bajando la mirada nuevamente.

-Es verdad -dijo un tanto sorprendida por el cambio de la conversación.

-Bueno, ahora puede ser un buen momento. ¿Deseas pasar a tomar algo?

Elizabeth hizo el ademán de querer entrar a mi departamento, pero sabía que si entraba, quedaba a mi merced así que se detuvo. Ese instante de duda fue interminable. Notaba como trataba de decidirse. La miré a los ojos y le extendí mi mano. Al encontrar sus ojos con los míos se decidió. Tomó mi mano y dio los pasos necesarios para entrar mientras que yo cerraba la puerta tras de ella.

Continuará...

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