La verdad que el fin de semana que prácticamente pase en la cama con Juan, la noche del sábado y la tarde del domingo, me dejó extasiado, haberme dilatado con ese aparato fue una experiencia extrema para mi, yo solo tenía 18 años, no había estado con muchos hombres y Juan me había deslumbrado, me sentía como una nena con su primer novio, me fascinaba que me trate como a un hombrecito al que se cogió, pero un hombrecito al fin, fue el primero que no me llamó nunca putita ni me trató como mujer, me dio mi lugar haciéndome sentir lo que soy, un puto.
Sentí que podía dejar que me haga lo que quiera, en concreto me sentía suyo, no dude en llamar a su teléfono y arreglar un nuevo encuentro el sábado siguiente, tuve miedo que me rechace, pero no, no lo hizo, por el contrario, me demostró que estaba interesado y me invitó a que vaya más temprano y que esperaba que me quede a dormir con él.
Estaba feliz el sábado preparándome desde muy temprano, me depile la cola, unos pocos pelitos que asomaban cerca de mi hoyito, ya que tengo la cola naturalmente lampiña, y afeité completamente mi pubis y genitales, eso sé que ahora es costumbre en muchos gays y también en las mujeres.
Estaba entusiasmado como una colegiala con mi macho, la diferencia de edad me asustaba un poco, me llevaba 40 años, pero pensé que quería vivir ese momento con mi hombre sin pensar en nada más.
Juan era un hombre maduro, con su vida personal resuelta, bien varonil, con una verga enorme y que sabía usar muy bien, excelente amante, cariñoso y paternal conmigo, ¿qué más podía pedir? Era todo lo que yo buscaba en un hombre. Sin casi darme cuenta, había volcado decididamente mi vida hacia la homosexualidad, y Juan fue muy importante en mi decisión. Mi único y principal problema era mi familia tradicional y chapada a la antigua, no me sentía capaz de salir del closet y declarar abiertamente mi gusto por los hombres ante mis padres.
Entonces tomé el camino equivocado, mantuve en apariencia lo que todos esperaban de mí, y llevé una doble vida, que solo me hacía feliz por momentos efímeros al frecuentar a escondidas encuentros sexuales con machos y que al tener que fingir otra cosa, solo me llene de angustia y frustración.
Ese sábado a media tarde fui al dúplex de Juan, era una tarde hermosa para estar en el balcón terraza del piso superior, cuando entré, me llevo al balcón, él estaba vestido solo con un short de baño, había dos reposeras y un par de colchonetas, había estado tomando sol, ni bien pasé al balcón me pidió que me ponga cómodo y al mismo tiempo que lo dijo, se sacó el short de baño y quedó desnudo, yo entendí que el que me ponga cómodo significaba que me desnude, el balcón era lo suficientemente alto como para que nadie nos vea ni desde enfrente, ni desde los costados, a pesar de ser de día, estar allí desnudos me resultó excitante.
Tiempo después viví una situación similar con otro hombre, que me cogió en un balcón terraza, pero a oscuras y de noche, y lo gracioso era que justo enfrente en otro balcón había una reunión familiar, con mucha gente riendo y bailando, pero que nunca vieron ni imaginaron que frente a ellos, cruzando la calle, había dos hombres teniendo sexo, pero esa es otra historia que contaré más adelante.
Obviamente me desnude en segundos, mientras no dejaba de mirar esa pija divina, hermosa, enorme, que me tenía fascinado, nos acostamos en las colchonetas que estaban una junto a la otra y nos comenzamos a besar, de inmediato los dos buscamos con nuestras manos las partes que más nos atraían, el acaricio dulcemente mi cola y yo agarré esa belleza que colgaba entre sus piernas, enseguida él se colocó encima mío, con su pija entrando en mi boca de a poco hasta ahogarme y del otro extremo, levantó mis piernas flexionadas, llegó con su lengua a mi ano, que quedó expuesto y bien abierto, justo para que me diera la mejor chupada de culo que jamás me habían dado, gracias a que era bastante más alto que yo, no tuvimos problema en hacer un 69 como macho y hembra.
Sentí que su lengua lamiendo mi ano me transportaba al cielo, mientras yo no dejaba de succionar su enorme, gruesa y fibrosa pija, que me daba tanto gusto tener en mi boca, ambos no podíamos ocultar el placer que sentimos y gemíamos enloquecidos, dejándonos llevar por nuestros más bajos instintos. Juan estaba pronto a eyacular en mi garganta, pero se detuvo abruptamente, me quitó mi juguete de la boca y dijo:
-no, no quiero acabar todavía, quiero hacerte esa cola antes, quiero estar adentro de ese culito apretado y ver como gozas mi verga.
Yo estaba jadeando, caliente como nunca, con mi culito abierto y todo mojado con su saliva, que pedía a gritos tener su hermoso pedazo bien adentro mío. Me preguntó si quería que me vuelva a dilatar con el especulo vaginal y le dije que no, que quería sentir esa pija como debía ser, yo estaba tan caliente y tan mojada mi cola que no dude en querer recibir esa hermosura naturalmente.
Entonces se dispuso a penetrarme, solo le rogué que lo haga con mucho cuidado, el conocía bien lo que calzaba, y el poder de daño que podía provocar esa verga descomunal en mi culito.
-si putito, te voy a cuidar mucho, quiero hacerte feliz, no quiero lastimarte, ese culito va a ser mío muchas veces y quiero que lo disfrutes.
Sus palabras terminaron de derretirme e hicieron que me entregue totalmente, una vez más antes de poseerme, elevo mis piernas y lamio mi agujerito, si algo me faltaba para entregarme, lo acababa de hacer, me enloqueció de nuevo con su lengua unos minutos hasta que me volvió a poner las piernas sobre sus hombros, acomodo su glande en mi hoyo y comenzó a empujar muy lentamente, grité, le pedí por Dios, y muy de a poco sentí como esa verga inmensa se deslizaba entrando en mi culo, lo miré a los ojos, me mordí los labios, me miró, me sonrió y segundos después me dijo:
-ya la tenés toda adentro mi amor, sos todo mío nene, la tenés hasta los huevos.
Al escucharlo hablarme así con tanta dulzura, no pude evitar tener un orgasmo, tire mi lechita sobre mi cuerpo, mi pene estaba flácido a pesar de mi excitación, mi cuerpo no funcionó siempre como el de un varón, en ese momento yo era una hembra y mi pija lo sabía.
Al ver y sentir mi acabada sonrió y me preguntó si quería que salga, le pedí que no, le rogué que siga, empezó a moverse nuevamente, me tenía ensartado hasta los huevos, tardé segundos en comenzar a gozar de nuevo, me cogió así un buen rato hasta que no pudo más y ahora sí, me dio toda su leche, acabo como un animal desaforado, me conmovió sentirlo así, tal como yo le entregue mi cola, él me entregó su esperma, me dio hasta la última gota, y mientras lo hacía no dejaba de llenarme de besos, era tan cariñoso y dulce conmigo que llegué a pensar que me estaba enamorando de él.
Esa noche después de cenar, volvimos a tener sexo, pero esta vez fue oral, se la estuve chupando como dos horas hasta que logre hacerlo acabar y esta vez no se resistió y me la dio en la boca, y saboree ese rico semen, después nos quedamos dormidos, al despertar tuvimos un mañanero de compromiso, ya estaba fundido pobre, y al mediodía me fui porque no daba para más.
Después de eso lo vi un par de veces más, comenzó a decir que podía irme a vivir con él, pero yo no estaba preparado para enfrentar a mis viejos y decir que era puto y que me iba a vivir con un hombre, así que lo hablamos y entendió que yo no podía hacer lo que me pedía y dejamos de vernos, un par de años después el destino quiso que nos volviéramos a encontrar de levante por Santa Fe, él estaba con un amigo y me invitó a ir con los dos, pero lo que pasó esa noche lo contaré en el próximo relato.
Espero que les haya gustado, ya saben si quieren pueden dejarme un comentario aquí o escribirme a [email protected].
Besos a todos.