Nuevos relatos publicados: 18

Manoseada en el metro de la CDMX

  • 2
  • 23.429
  • 8,67 (12 Val.)
  • 4

Hola, saludos de su amiga Ely, quiero platicarles de cuando era más joven y comencé a experimentar más bien me hicieron sentir tocamientos en el transporte público, "los famosos arrimones" que con el tiempo me hice experta en provocar que me los hicieran.

Resulta que me mandaron a dejar unas cosas a mi abuelo al lugar donde trabajaba cerca del monumento a la revolución, aborde el metro en la estación potrero pues vivíamos en ese tiempo a 4 calles de ahí. No se porque pero esa vez el tren tardo más de lo acostumbrado, por lo que si bien no venía lleno, si con bastante más gente de los habitual para esa hora.

Al abordar sentí una mano apretar mi nalga, yo me sorprendí y entré rápido al vagón sintiendo un poco de incertidumbre por la acción, junto a mi quedó un señor así como dándome la espalda, unos segundos después sentí sobre mi cadera el roce de una mano, en la estación la raza subió más de gente y me empujaron hacia adentro del vagón está vez quedé al otro lado del señor quien al sentirme detrás de el paso su mano por detrás como si estuviera sacudiendo algo de su cuerpo, pero lo cierto es que pasaba su mano por mis nalgas.

Yo quedé inmóvil al sentir en repetidas ocasiones su mano tocando esta parte de cuerpo, tuve miedo e impotencia pero a la vez también esa sensación de cosquilleo y excitación, en el traslado a la siguiente estación, como vio que no me inmutaba pues quedé de cierto forma petrificada, de plano me acariciaba a su antojo pasaba su mano de una a otra de mis nalgas sin ningún descaro, incluso las apretó varias veces como palpando la madurez de una fruta.

En algún momento no se cómo pero se giro y quedó de frente a mi espalda, lo que sentí de inmediato fue su miembro duro pegado a mis nalgas, como pudo lo coloco entre ellas, yo sentí un bochorno inmenso, escalofrío recorrer mi cuerpo y una sensación de calor entre mis piernas, la mezcla entre placer y miedo me tenían inmóvil sin saber que hacer, así fue el recorrido que se me hizo eterno yo sintiendo como prácticamente aquel señor se masturba con mis nalgas.

No fue sino hasta cuando el tren iba a llegar a la estación Hidalgo que pude moverme un poco hacia adelante ya que la gente se preparaba para bajar entre ellos yo pero el señor seguía pegado a mi espalda, cuando bajé del vagón aún sentí una ligera nalgada, caminé hacia la salida lo hice con rapidez sin voltear iba muy nerviosa sentía que ese señor seguía detrás de mi.

Salí de la estación y apreté el paso fue hasta que llegue a dónde mi abuelo trabajaba que volví la mirada a ver si alguien estaba siguiéndome, pero no vi a nadie que me mirara raro, fue cuando sentí un alivio a mi miedo.

Cabe mencionar que desde ese día nació en mi la curiosidad de sentir esa sensación de ser tocada por los hombres en el transporte público.

(8,67)