Nuevos relatos publicados: 7

Me cogí a la calienta verga de mi nuera en el quincho

  • 11
  • 64.871
  • 10,00 (3 Val.)
  • 0

Una de mis nueras, la mujer de Jose, es una de esas mujeres que se saben lindas, y que todos los hombres las miran y las desean. Pero Inés, además juega coquetear con todos lo que puede cuando mi hijo no la ve. Su descaro es tal, que hasta conmigo tuvo intenciones de hacerlo.

Yo tengo 50 años, mi mujer 48 y tenemos una vida sexual plena, lo habitual es que tengamos sexo tres o cuatro veces por semana. Y nos permitimos explorar cosas como tríos con otras mujeres, algo de dominación y sumisión por parte de ella, e incluso intercambio de pareja con otro matrimonio amigo, de nuestras edades y también muy calientes.

Con mi mujer vivimos solos en una casa que alguna vez albergó a nuestros tres hijos, cada uno con su dormitorio. Tenemos un lindo parque con pileta y garaje para los dos autos.

Un día Jose fue nuestro negocio a hablar, para consultarnos si podíamos alojarlos por un par de semanas porque iban a hacer refacciones en su casa. Obviamente con mi mujer no tuvimos problema y un viernes a la tarde trajeron su ropa a nuestra casa. Ya en la primera cena mi nuera se hacía la gata, teóricamente para mi hijo, pero de reojo me miraba. Terminamos de cenar, ellos se fueron a su dormitorio y con Clara, mi mujer nos quedamos levantados tomando un café.

- Solo espero que esto no termina para la mierda. Dijo mi mujer.

- ¿Por qué lo decís? Pregunté.

- Gordo, no jodas, Inés empezó a hacer de las suyas, y con vos. No soy boluda, la vi.

- Clara, ella nunca te cayó bien, me parece que estás haciendo una película equivocada.

- Espero, porque el que va a perder es Jose. Y no quiero que salga lastimado.

- No pensaras que yo…

- Gordo, te conozco mucho. Y sinceramente, me gustaría ver como la partís, por boluda. Tiene 25 años y se piensa que se las sabe todas. Boluda.

- ¿Me estás dando carta blanca? Pregunté

Clara me miro y se rio. Solamente se rio.

Esa noche al acostarnos, empezamos como un juego, diciendo las cosas que le haríamos si la metiésemos en nuestra cama, para un trio. El tema fue que nos fuimos calentando con todo y terminamos cogiendo a lo loco. Como siempre, dando rienda suelta a los gemidos y gritos de placer.

Al día siguiente cuando bajamos a desayunar, los encontramos en la cocina. Inés no dejaba de mirarnos y morderse el labio inferior cuando entramos.

- Tremenda noche tuvieron, sinceramente me admiro de como se aman, después de tantos años y que cada tanto, disfruten. Dijo Jose a modo de saludo.

- Jose, nos amamos, y nos encanta el sexo, de mil formas y te aseguro que no es de cada tanto. Tu padre con menos de tres veces por semana, no está bien, y yo… mujer sacrificada… le doy el gusto. Dijo mi mujer disfrutando como le enrostraba a su nuera lo felices que éramos en la cama.

- No me jodas, viejo entonces la pastillita azul funciona perfecto. Dijo Jose.

- Pendejo, solo tomo Aspirineta y por prescripción médica. ¿No me digas que vos a los 30 la necesitas?

- No… era una joda.

A la tarde tomamos sol y mi nuera con un micro bikini. No paraba de pavonearse frente a Jose y a mí. Clara la miraba y cuando podía me miraba y se burlaba. Me dio sed y fui a buscar para tomar a la cocina. A los dos minutos entró Inés.

- No me imaginaba que a tu edad fueras tan viril. Dijo ella.

- Digamos que todavía tengo cinta en el carretel. Bastante.

- ¿Qué te gusta en la cama? Me preguntó sin filtro.

- Todo, absolutamente.

- ¿Y cómo te gustan las mujeres?

- Perras, muy perras. Y que no rompan las bolas.

- Entonces yo te puedo gustar…

- No sé si sos perra o boluda, no lo puedo definir. Dije.

- Vas a tener que probar para definirlo, Jajaja.

- No, nuera, vos vas a tener que probar que sos una perra, y que no rompes las bolas. Voy a la pileta.

Dije eso y la deje en la cocina. Le llevé jugo a Clara y por mi mirada se dio cuenta que algo había pasado. Al atardecer, Clara le dijo a Jose que la acompañe al supermercado para dejarnos solos. Aún estábamos en la pileta.

- ¿Y yo como sé si quiero ser una perra para vos? Dijo desafiante.

Me baje un poco mi short de baño y le mostré mi pija, que flácida medía 20cm. y era bastante gruesa. A ella se le fueron los ojos.

- Interesante. ¿Puedo chup…?

- No… te dije, no sé si sos perra o boluda. Y no me gasto con boludas.

- ¿Te parece que con este cuerpo puedo ser boluda?

- Mucho más con ese cuerpo. Dije sin mirarla.

- ¿Cómo te demuestro que soy una perra?

- Es tu problema demostrarlo, no el mío.

Ella me miró y se quedó callada por el resto de la tarde.

Clara estaba preparando la cena y entre a acompañarla y tomar un vaso vino juntos.

- ¿Me vas a contar? Dijo Clara.

- Me estoy divirtiendo, fijate que no se hace más la gata.

- ¿Qué le dijiste desgraciado?

- Que no me gustan las boludas, solo las perras muy perras. Según ella, es una perra, pues le dije que lo demuestre porque sin saberlo, no muevo un dedo y no le dije como. Todavía está pensando.

- ¿Yo soy una perra? Me pregunto Clara moviendo el culo.

- Vos sos la reina de las perras mi amor. Dije y le metí una tremenda mano en el culo mientras le besaba el cuello.

- ¿Estas caliente por Inés o por mí? Me preguntó.

Con una silla trabe la puerta de la cocina, le levante la falda y la senté en la mesada. Me puse a chuparle la concha, que ya estaba mojada, con todo, ella gemía como loca. Aunque tuvo un orgasmo no paré de chuparla, era algo que me deleitaba, sobre todo cuando ella se soltaba y gemía con todo. Yo ya tenía mi verga super dura. Estuve un rato y la hice parar, darme la espalda y apoyar los antebrazos en la mesada.

Se la enterré en la concha con todo. Ella dio un grito de placer y comenzó a mover sus caderas mientras yo bombeaba.

- ¿Vieja, estas bien, escuchamos un grito? Pregunto Jose tratando de abrir la puerta.

- Maraviollos… bien, muy bien. Volvé en un rato… Dijo Clara

Yo nunca paraba de cogerla. Ella de gritar de placer. Un rato después, acabe en su concha, y los dos gritamos de placer. Nos arreglamos la ropa y nos dimos tremendo beso. Clara corrió la silla, abrió la puerta y encontró a Jose e Inés, sentados en el comedor.

- Hola, ¿Todo bien? dijo mi mujer y fue al baño.

- Viejo, no me jodas, ¿en serio lo estaban haciendo en la cocina? Preguntó Jose

- Culpa de tu madre. Ella me provocó.

- Seguro, vos sos un santo. Dijo Jose.

- Y tu madre, una perra infernal. Te aseguro que no hay mujer que haga que sea infiel a tu madre. Y con 32 años de casados.

- Que no es poco. Dijo Jose y yéndome al otro baño, la mire a Inés sin hacer ningún gesto.

Cenamos y los cuatro íbamos ver una película tomando un whisky cuando Jose preguntó:

- ¿Cuál es el secreto para después de 32 años de casados, sean la pareja que son?

- Hijo, lo obvio es decir que nos amamos. Y es real, pero al amor hay que alimentarlo, y el sexo es una parte vital de una pareja. Nosotros lo aprendimos y nos entregamos por completo, no te voy a contar porque te pondrías colorado. Dije.

- Después de anoche y lo de hace un rato… difícil que me ponga colorado.

- Él lo quiso Gordo… tenemos juguetes, hacemos tríos con chicas o mujeres… y alguna vez, con una pareja amiga…

- Mamá…

- Tu madre es la mejor amante del mundo.

- Y tu padre, el mejor macho del mundo. Firmo eso. Dijo Clara.

La cara de mi nuera era todo un espectáculo, cada vez más pensativa. Miramos la película y cada pareja fue a su dormitorio. Nosotros obviamente a hacer el amor nuevamente. Quizás por nuestros gemidos y gritos no escuchamos que ellos también lo hicieran.

El domingo al mediodía yo estaba haciendo pollos a la parrilla y en el quincho apareció mi nuera, en otra bikini infernal.

- Suegro, Clara te manda la sal y pregunta si hace la picada.

- Decile que sí, y pone la sal sobre la mesa.

Cuando ella se dio vuelta, le metí una mano en el culo que llego hasta su concha. Corrí la malla y sin aviso, le metí dos dedos en la concha. Ella se quedó dura, sorprendida totalmente.

- Ves, una perra siempre está mojada… mucha bikini pero hasta ahora… boluda. Dije y volví a atizar el fuego.

Sin decir nada se fue a la cocina. Al rato, Clara y Jose fueron a comprar al mercado y a la heladería. Inés vino al quincho y se sentó en la mesa con las piernas abiertas. Primero se tocaba por sobre la tanga de la bikini y luego metió dedos mientras se apretaba las tetas. Yo la miraba, y por suerte mi verga no reaccionaba. No era eso lo que quería yo. Tuvo dos orgasmos y me baje el short.

Mi pija estaba flácida.

- Que te voy a decir… Le dije mirando mi pija.

Ella furiosa se puso a chuparla con todo y ahí, sí se me paró con todo. Estuvo un rato chupando, lamiendo, chupando mis bolas y me pidió que la coja.

- Inés, una buena chupada, la da cualquier boluda. No me jodas.

- Me tenes totalmente calienta, ¿que queresss?

- Date vuelta. Le dije.

Separé sus cachetes e intente meter un dedo en el culo. Estaba cerrado y ella lo cerraba más.

- Ves, una perra ya tendría el culo dilatado esperando la pija de su macho. Boluda.

- Nunca lo hice…

- Boluda múltiple entonces.

- Yo…

- Date vuelta y apoya el pecho en la mesa, apúrate que están por venir.

Ella lo hizo y le enterré dos dedos con todo en la concha. Ella dio un grito de placer y luego le metí un tercero. Mis dedos entraban y salían con todo de su concha, sentí como tenía un orgasmo y no me detuve. Saque uno de los dedos y se lo apoye en el culo.

- Sepárate bien el culo y levántalo. Le dije.

- Yo…

Le di un par de chirlos en el culo y ella lo hizo, y mi dedo se enterró en su culo. Se quejaba de dolor y gemía casi al mismo tiempo. Cuando le di dos nuevos golpes, entro el segundo dedo. Yo estaba super caliente, me encantaba tener a esa pendeja calienta pava rendida, pero faltaba.

- Quiero ver como te metes dedos en el culo y la concha. Dije.

- Yo…

Un nuevo chirlo en el culo y yo hizo. Sin que se saque los dedos la hice poner de rodillas.

- ¿Alguna vez te cogieron por la boca?

- No… nunca yo…

Y le metí mi pija tomándola de la cabeza.

- Boluda aprendiz de perra, escucha bien. Te sacas los dedos, paras de pajearte y te dejo el culo rojo de las palmadas que te voy a dar. Ahora te voy a coger por la boca, boludita.

Y la empecé a coger con todo, mi pija entraba y salía con todo de su boca. Ella se ahogaba, tocía, por sus mejillas caían lágrimas de las arcadas. Cuando estuve por acabar, saque la pija de su boca y me corrí para ver como se pajeaba, ella gemía como loca. Me acerque y le acabe en la cara y en la boca. En ese momento ella tuvo un orgasmo y su cuerpo era un tembladeral.

La deje de rodillas y me fui a dar un chapuzón en la pileta. Como pudo, me siguió.

- Quiero que me cojas, que me hagas tu perra. Me dijo en la pileta.

- Te voy a coger cuando vos decidas se una perra, para mí o para tu marido. Pero si te vuelvo a tocar y estas seca, con el culo cerrado o las dos cosas, olvidate. No me gustan las boludas calienta pija. No soy uno de los boludos que se arrastran ante vos. Dije y me fui al quincho nuevamente.

Ella se quedó en la pileta y al rato llegaron Jose y Clara. Mientras comíamos ella estaba callada, con la vista en el plato. Ya le había quebrado la voluntad.

(10,00)