Mi nombre es Gabriel, mis amigos me llaman Gabo o Gaby, me gusta más Gabo, suena más varonil, actualmente casado, aunque he tenido algunos encuentros sexuales con hombres, soy delgado, lampiño, de tez morena clara y les quiero contar mi primera vez con un hombre, lo cual sucedió en forma inesperada hace algunos años, y fue por culpa de una apuesta, si bien me llamaban la atención ver a otros chicos desnudos en los vestidores, lo consideraba simple curiosidad, nada más, ya había tenido un par de novias, tenía un trasero bien formado, redondo y respingón, lo cual decían las chicas que les atraía mucho, pero también me hacía blanco de bromas de mis amigos por culón.
Ya con 18 años estaba en Bachillerato, Sexto Semestre, Grupo B, y teníamos rivalidad en todos los aspectos con los del Sexto Semestre Grupo A por ser los mejores de la escuela, en todas las competencias siempre salía ganador uno u otro, era una rivalidad sana, fuera de las competencias nos llevábamos bien y solíamos encontrarnos y convivir en antros, campos de futbol o fiestas.
Para no variar, en el torneo de futbol interno escolar fuimos finalistas y nuestros rivales en la final no podían ser otros que los del Grupo A. La gran final se llevaría a cabo dos semanas después.
Nos preparamos a conciencia e íbamos a entrenar todos los días, teníamos que vencerlos a toda costa, seguro ellos pensaban igual porque los encontrábamos frecuentemente entrenando, una semana antes del partido nos encontramos en unos campos de futbol y empezaron las bromas, discusiones, pugnas y apuestas sobre quien ganaría, ambos equipos estábamos seguros del triunfo y a alguien se le ocurrió una apuesta muy particular: El equipo que pierda tendría que vestirse de mujer y comprar pizzas, refrescos y cervezas para todos y ser los sirvientes del equipo ganador por ese día, ambos aceptamos seguros de ganar y al mismo tiempo ridiculizar al rival.
Llegó el día del partido, ambos equipos luchamos con todo, un partido reñido de principio a fin y al final terminamos empatados 3 a 3, el campeón se definiría en penales.
Cada tiro penal fue de máxima tensión, hasta que en el último penal el tirador de nuestro equipo no pudo con la presión y falló su tiro, perdimos en penales 5 a 4.
Ellos celebraron con todo y tuvimos que resignarnos a la derrota, fue un fin de semana difícil de llevar.
El lunes continuaron los festejos en la escuela y nos hicieron recordar nuestra apuesta. Toda la escuela se enteró, nuestro orgullo estaba herido, pero tendríamos que cumplir, una apuesta era una apuesta.
Ellos decidieron que el lugar dónde se llevaría a cabo el pago de la apuesta sería la Quinta de los padres de uno de ellos, que se encontraba en las afueras de la ciudad y contaba con una palapa grande y alberca, y la fecha sería el próximo sábado, así que cooperamos en la semana para la compra de pizzas, cervezas, hielo y refrescos.
Mi hermana también se enteró de la apuesta, creo que todos en la colonia se enteraron y divertida se ofreció a ayudarme, el sábado llegó, y era hora de pagar la apuesta, por lo que fui al cuarto de mi hermana por la ayuda prometida, no quería ningún vestido provocativo o demasiado corto y a mi hermana se le ocurrió que me pusiera su atuendo escolar, ella ya había terminado la preparatoria y no usaba ese atuendo.
Me entregó una falda escolar de cuadros color azul y rojo, una blusa escolar blanca, unas calcetas escolares, un sostén y calzones de mujer, de los llamados cacheteros.
Me fui a vestir a mi habitación y aunque no pensaba en principio ponerme los calzones, me excité al tocarlos y quise probar que se sentía, así que me los puse, me encantó la sensación, es mucho más suave que la ropa interior de hombre y se ajusta más al cuerpo, sentía como apretaba mi verga y se metía ligeramente entre mis nalgas y me provocó una erección, el calzón no alcanzaba a cubrir todas mis nalgas, pero no me importó, arriba llevaría la falda y no se notaría, seguí con la falda, aunque mi hermana era más delgada, la cintura era elástica, por lo que se ajustó a mi talla, un pelín ajustada, resaltando mis nalgas, luego vino el sostén, la blusita escolar, amplia para mi hermana, justa para mí, seguí con las calcetas, me sentía raro, perturbado, pero también excitado, esperé unos minutos para que se bajara mi excitación ya que tenía mi miembro durísimo y salí al cuarto de mi hermana, sonrió al verme, y me dijo que me quedaba muy bien la ropa, me prestó una peluca, un collar con el gafete escolar, no quería que me maquillara, pero mi hermana insistió hasta que acepté a pintarme los labios y un ligero maquillaje en mis mejillas, mi hermana reía divertida diciendo que iba a quedar divina y trayendo unas calcetas me dijo que me las pusiera de relleno del sostén, y por último me roció de su perfume, lo cual me tomó por sorpresa, no hubiera querido oler a mujer, pero ni modo, no la pude detener a tiempo, mi único atuendo masculino fueron mis tenis, ya que mi talla de calzado también es más grande que el de mi hermana, escogí mis tenis blancos escolares de deporte y no desentonaba para nada.
Cuando me levanté y me ví al espejo no me pude reconocer, realmente parecía una colegiala, una bella colegiala.
Pronto escuché el claxon y tomando aire para darme valor salí, todos mis amigos me chiflaron y lanzaron piropos, observé sus atuendos y me sentí mal, sus atuendos eran mucho menos logrados, habían pedido apoyo al grupo de danza folclórica y llevaban faldas o vestidos largos, trenzas y algunos con un maquillaje exagerado, diría que algo cómico o divertido, ninguno llevaba un atuendo similar al mío, y me dio pena, empezaron las bromas:
– Estás buenísima, fiuuuu- me dijo uno de ellos.
– No quieres ser mi novia, corazón- agregó otro.
– Ya no jodan, cabrones- les dije.
– En serio das el gatazo, si no supiera quién eres ya te estaría tirando los perros, ja ja, estás más buena que tu hermana – me señaló otro de mis amigos.
Me sentí turbado, pero no había vuelta atrás, así que subí y arrancamos al lugar de la reunión.
Al llegar me llovieron los piropos de todos, me sonrojé, me decían nena, princesa, bonita, y algunas bromas picantes, aunque sabía que era en broma, era raro ser el blanco de tantos comentarios, fui el centro de atención, mi vestimenta indudablemente era la mejor lograda y por mucho, por fortuna pronto pasó la novedad, y ya me pude relajar, nos estábamos todos divirtiendo, entre chistes, bromas, bebidas y botanas.
De pronto alguien puso música y algunos amigos se pusieron a bailar en plan de relajo, en el baile fingían tener sexo y todos reíamos con las muecas y caras divertidas que ponían.
Uno de los chicos del otro grupo de nombre Alberto, todos le decían Beto, me saca a bailar, no quería levantarme por pena, pero mis amigos me animaron y me recordaron que era parte del castigo, no estaba tan seguro, pero ante la presión no quise discutir.
Así que me levanté y lo acompañé, me moría de vergüenza y lo llevé a un extremo del patio, casi pegado a la pared, no quería que me miraran y ser el centro de atención.
Conocía a Beto aunque no era de los compañeros de su grupo con los que tenía más trato, era moreno, alto y atlético.
Habían puesto una melodía más lenta y me tomó de la cintura, su otra mano en mi espalda, mi piel se erizó, pareciera que su mano emanara electricidad, se repegó a mi cuerpo, podía sentir su calor, me sentía nervioso, mi respiración se agitó, no podía pensar en nada, era una sensación extraña, solo esperaba que terminara la melodía para ir a sentarme.
De pronto, su dedo dibujó una raya por el surco entre mis nalgas, muy leve, casi imperceptible, sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo, fingí no darme cuenta de su atrevida caricia, seguí bailando, no quería hacer un escándalo, era muy hábil y lo siguiente que noté fue su mano bajo mi falda acariciando la parte de mi nalga que no estaba cubierta por el calzón de mi hermana, di un salto al sentir el contacto de su mano con mi piel desnuda y me alejé al instante, molesto le reclamé:
– ¿Qué te pasa?, eso no es parte de la apuesta, no soy puto.
– Perdona, realmente pareces una nena, hueles a nena, me excité, no aguanté las ganas de meterte mano, tienes el culito muy rico, lo siento, no volverá a pasar- se disculpó.
Sé que en ese momento debí haberme marchado, no lo hice, no sé por qué, tal vez muy dentro de mí, me había excitado el atrevido toque, así que sólo le advertí.
– No lo vuelvas a hacer, por favor.
Terminó la música romántica y pusieron música de los Ángeles Azules, más bailable, pensé que era el momento de irme a sentar, pero me pidió seguir,
– Anda no te vayas, sólo una pieza más me gusta bailar, no me dejes.
Como la música no se baila pegado, acepté, estaba muy turbado y nervioso, me sentía muy extraño al estar bailando con un hombre vestido de nena.
Realmente bailaba muy bien y poco a poco me fui relajando, me dijo que la Quinta era de sus padres, que cuando quisiera me la podía prestar para hacer alguna reunión.
En eso, me toma de la mano y me pide dar una vuelta, me levanta el brazo y me hace girar, quedé de espaldas a él y sentí el roce en mis nalgas de un bulto grueso y caliente, para nuevamente dar una media vuelta y seguir bailando. Pensé que el roce fue accidental y no dije nada, unos minutos después me pide dar otro giro, pero en esta ocasión de plano me repegó contra su cuerpo, su pecho en mi espalda, y mis nalgas contra su bulto duro y grueso justo entre mis nalgas, me zafé al instante y le recriminé.
– ¿Que te pasa, cabrón?, ya te dije que no soy puto, me voy a sentar.
– No, no te vayas, disculpa, esta música se baila así, cuando se da la vuelta siempre el hombre se pega a las caderas de la chica, así bailaba con mi novia y me dejé llevar, no fue intencional, no te vayas, me estoy divirtiendo mucho.
Sentía mucho calor en el cuerpo, una sensación extraña se apoderaba de mí, mi corazón latía con fuerza, ¿Podría ser que me estaba gustando ese excitante juego?, el roce de su verga en mis nalgas me causaba escalofríos, en mi mente pensaba que no era correcto, pero me dejé llevar, así que solo le recriminé:
– Está bien, pero a la próxima me voy a sentar, no lo vuelvas a hacer, por favor.
La música seguía sonando, ahora se escuchaban cumbias norteñas.
– ¿Te parece esta música mejor?
– Si, está bien.
– ¿Ya no estás molesta?
Uff, me dijo molesta, en femenino, pensé en reclamarle, no sé porque no lo hice, a cualquier chico le hubiera dado un golpe, al contrario este chico me hacía sentir raro, creo que excitado, mi mente divagaba, solo le contesté:
– No, ya no – y seguimos bailando otro rato.
De pronto ponen una cumbia más lenta, y empezamos a bailar más suave, nuevamente me pide una vuelta y otra vez se queda pegado con su pecho en mi espalda, sentí su respiración en mi oreja y su miembro completamente erecto empujando entre mis nalgas, todo mi cuerpo se estremeció, a mi pesar, me separé y le dije.
– Es el colmo, otra vez lo mismo, basta ya, me voy a sentar, me voy- Intenté retirarme, me toma de la mano y se disculpa:
– Perdona, es que así se baila, no te enojes preciosa- me dio una nalgada suave y la dejó pegada en mi nalga unos instantes, di un nuevo salto, al sentir el contacto.
Me logré zafar de su mano y me retiré a sentarme, los otros chicos que estaban en la mesa conmigo se habían levantado y Beto me siguió.
En la mesa había una botella de tequila y refresco de toronja, me preparé un trago algo cargado, sentía sed, y estaba agitado, todo me daba vueltas, me tomé mi trago rápidamente, Beto se preparó otro trago y siguió pidiéndome disculpas.
– Perdóname, es que te ves tan buena que no pude aguantar las ganas de tocarte, lo siento, me pusiste muy duro, cachondo.
– Mira, sabes que estoy vestido así por la apuesta, pero no soy puto, no me gustan los hombres.
Seguimos bebiendo, pronto me sentí mareado, no soy muy asiduo a la bebida.
Sentí su brazo en mi hombro y me estremecí al contacto, suspiré e incluso temblé de nervios, lo nota y me dice:
– Tranquila, no estés nerviosa, las nenas siempre se ponen nerviosas cuando están por primera vez con un hombre, es normal.
Debí apartarlo y darle un golpe, no me reconocía, le seguía reclamando, pero no retiré su brazo.
– Ya te dije, que no soy nena, soy hombre y no me gustan los hombres.
– Pues con mayor razón, ya tranquila, no estés nerviosa, no pasa nada.
– ¿Y nunca has deseado estar con un hombre?, me interrogó.
– No nunca, Beto, te repito que no soy puto.
– Pues la verdad estás muy buena, tienes un cuerpo hermoso y una colita redondita y paradita y esas tetas ufff, estoy seguro de que disfrutarías mucho con un hombre y él contigo, no sabes lo cachondo que me has puesto.
– Ya basta, y no tengo tetas, solo es un relleno.
– Pues, aunque sea relleno se me antoja tocarlo, dijo al tiempo que me oprimía el relleno del sostén y le di un manotazo como señorita.
– Ya cabrón, ya basta, nos pueden ver, le dije levantándome.
Me sentía mareado y por las bebidas ingeridas me dieron ganas de orinar, aparte necesitaba tomar un respiro, me sentía asediado, caminé lento al baño que estaba a un extremo del patio, al llegar estaba ocupado, al parecer alguien estaba haciendo sus necesidades fisiológicas y no me refiero a orinar.
Me quedé esperando afuera del baño y se acercó otra vez Beto, mira dentro de la Quinta, en la recámara hay otro baño, ven te acompaño, acepté con un poco de duda y lo seguí.
Tan pronto entré al baño me levanté la falda y me bajé el calzón, aunque tenía ganas de orinar, no podía, tenía mi verga completamente dura, traté de relajarme, hasta que logré que se me bajara un poco y pude por fin orinar y una vez que descargué mi vejiga, sentí un alivio.
Al salir, estaba Beto esperándome y me dijo que se le antojaba tocar mis tetas.
– Solo es relleno con calcetas de mi hermana, no son reales, lo sabes- le dije.
– Pues parecen reales, anda, déjame tocarlas- me respondió al momento que me subía la blusa y apretándome contra él, empezaba a morder los falsos senos.
Sus brazos me tenían sujeto e intentaba liberarme, cuando en un rápido movimiento me bajó el sostén y empezó a lamer, besar y succionar mis pezones, todo mi cuerpo se estremeció.
Sabía que tenía que detenerlo, no lo hice, al contrario, mis esfuerzos eran cada vez más débiles, se sentía tan rico, un placer que no había sentido nunca y dejé que continuara, me abandoné, decía que tenía unas ricas tetas, que era su princesa y mil cosas más, poco a poco, mis defensas se derrumbaban.
Me dijo que quería ver mis calzones y sentándose en la cama me hizo girar, no puse resistencia, antes que me diera cuenta, mi falda cayó y empezó a besar, morder justo en medio de mis nalgas por encima de mis calzones cacheteros, sentía su aliento caliente que me llegaba a mi parte más íntima, jaló el calzón hacía arriba, en una especie de calzón chino y la tela se metió entre mis nalgas, la tela frotó la entrada de mi culito y sentí una corriente eléctrica atravesar mi cuerpo, ahí comprendí porque le gusta tanto a las mujeres usar tanga, no pude evitar dar un gemido.
– ¿Te gusta nena?, ¿verdad que sí?- y repitió la operación.
Al sentir la tela friccionando nuevamente mi arrugado agujero se me escapó otro gemido, al tener el calzón incrustado en mi rajita, mis nalgas quedaban prácticamente desnudas, me chupaba las nalgas, las sentía húmedas de saliva, su lengua recorría mi piel desnuda, se sentía delicioso, un placer indescriptible.
Intentó bajarme el calzón y recuperando la cordura protesté.
– No, ¿qué haces?, no me bajes el calzón, sólo por encimita.
– Anda amorcito, vas a sentir más rico y me lo volvió a bajar.- nuevamente protesté y me lo volví a subir.
– Anda, nadie lo sabrá, tienes un culito tan rico, mamacita, déjame disfrutarlo, solo quiero tocar tus nalgas un poco, déjate, sé que te está gustando.
Era muy insistente y nuevamente me los bajó, intenté subirlos, pero antes de poder hacerlo intensificó el besuqueo en medio de mis nalgas, alcanzó a meter su cara en medio y me dio una chupada de culo que me hizo ver las estrellas, mi vista se nubló y dejé de poner resistencia, estaba disfrutando mucho, me dejé llevar por el placer, terminó de quitarme el calzón al tiempo que tomándome de la cintura me iba recostando en la cama boca abajo sin dejar de besar mis nalgas, era demasiado, jamás pensé que estaría en esa situación.
Apretó mis nalgas suavemente, masajeándolas y de pronto sentí que las abrió, dejando expuesto mi lugar más íntimo, apreté mis nalgas.
– Vamos tranquilízate mamacita, déjame ver tu tesorito, afloja las nalgas, anda.
Me dio una nalgada suave que me excitó e intenté relajarme, dejé de apretar las nalgas y permití que las abriera.
– Mmm, que rico agujerito, es precioso, tan cerradito y rosadito, se me antoja darle un besito.
Sentí la punta de su lengua en la entrada de mi hoyito, todo mi cuerpo se estremeció, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y me retorcí, apretando involuntariamente las nalgas.
Continuó con su ataque a mi trasero, sin descanso, abrió nuevamente mis nalgas y siguió lamiendo mi hoyito y empujando la lengua, forzando la entrada, apreté los puños y mordí las sábanas para no gemir, esta disfrutando como una hembra.
Poco a poco su lengua entraba en mi agujero cada vez más, suspiraba de placer, sentía que me temblaban las piernas, me abandoné, abrí más las piernas y levanté la cintura, dejando libre acceso a mi huequito, lo sentía caliente, abierto, muy húmedo, la saliva resbalaba hasta mis huevos. estaba en las nubes, tomaba grandes bocanadas de aire con mi boca, mi corazón latía de prisa.
De pronto siento que empieza a besarme las nalgas y sus besos siguen por mi espalda. llegan a mi nuca y cuello mientras se va recostando sobre mí, y sentí claramente su verga desnuda entre mis nalgas, buscando posicionarse en medio, era demasiado, habíamos llegado demasiado lejos, me arrepentí de no haberlo detenido antes, y apreté mis nalgas, no me dí cuenta en qué momento se había desnudado.
– Quítate Beto, eso no, no soy puto- dije, con una voz débil.
– Vamos Gaby, Déjate, nadie lo sabrá, estoy tan cachondo, y sé que también lo estás, te lo haré suavecito.
– no, no, no, eso no, Beto, por favor- me intenté zafar, sin mucha convicción, Beto seguía encima de mí y no dejaba de acariciarme y besarme la nuca.
Me dí cuenta que la única forma de acabar, sería que Beto terminara y me aterraba la idea de que me la metiera, así se me ocurrió una alternativa.
– Anda, córrete en mis nalgas, sólo rózame y córrete.
– No, deja que te lo haga bien, te lo haré suavecito, no te va a doler, anda.
– No, sólo por encimita, por favor.- dije con voz entrecortada.
– Vamos sólo la puntita, amorcito, solo la puntita, te lo haré suavecito, si te duele paro.
Su verga recorría mis nalgas, sentía tan rico, que acepté.
– Está bien, pero solo la puntita y si duele lo sacas- me rendí.
Con una sonrisa en sus labios se levantó y tomó una crema que estaba en el tocador, al regresar puso una almohada bajo mi vientre para que mi colita quedara más paradita, una posición que ya conocía, pero eran mis novias las que estaban en esa posición, no yo.
Abrió mis nalgas y sentí el frío líquido caer en medio, seguido de su dedo índice frotando en forma circular mi arrugado agujero, empujó el dedo y entró la punta, en medio de un suspiro, lo fue moviendo en forma circular y empujando poco a poco hasta que me lo insertó completo al hacerlo, toco algo en mi interior, que me hizo retorcer y lancé un gemido ahogado, apreté involuntariamente mis nalgas, aunque me encantaba, pensé que estaba preparándome para meterla toda y me dió miedo, me quejé.
– ¿Qué haces?, sácame el dedo, quedamos que sólo la puntita, saca el dedo antes que me arrepienta.
-No, no espera, tranquila, era sólo para dilatarte un poco, para que no te duela, vamos estás disfrutando mucho, se nota.
– ¿Dime te gusta?
No respondí, Beto siguió con su masaje, me acariciaba por dentro en forma circular, rozaba mi próstata, era un placer muy intenso, jamás había sentido nada igual, moría de placer, suspiré y dejé de apretar las nalgas, empecé a mover el culo, me metía y sacaba su dedo índice.
– Vamos, contesta, ¿dime te gusta?
– Contesta linda, ¿te gusta?
– Siiiiiiiiiiiii,ahhhhh- contesté al tiempo que sacaba su dedo índice y metía su dedo medio lubricado, el cual me llegaba más profundo todavía, haciéndome gemir y suspirar
Siguió alternado ambos dedos, hasta que entraban y salían sin ninguna dificultad, los sacó y abrió mis piernas, sentí que se acomodaba en medio con sus piernas pegadas a las mías, abrió mis nalgas y puso su verga en medio, se sentía ardiente, larga y dura, empezó a recorrer con su verga mi rajita, subía y bajaba por el canal, resbalaba bien, sentía la colita muy lubricada y sensible.
Sentí que acomodó la cabeza de su verga en la entrada de mi agujero, una presión suave y dejó de presionar, repitió la operación, fueron varios piquetes, presionando cada vez un poquito más fuerte, la sensación del ardiente nabo contra mi agujero era increíble y me aflojé abriendo más las piernas, rindiéndome ante el invasor.
Me tomó de la cintura y dio un nuevo piquete, más fuerte, sentí mi culito abrirse y entrar la cabeza, su cabeza afilada ayudó a abrirme, dí un ligero respingo, y apreté los dientes para no gritar, dolía pero era un dolor tolerable, me estaba abriendo muy suave, cuando entro la cabeza se quedó quieto y preguntó:
– ¿Te duele bomboncito?
– Si, arde un poco, recuerda sólo la puntita- mi anillo de carne apretaba su cabeza y la sentía latir.
– Si amorcito, solo voy a empujar un poquito, sólo la puntita, aguanta, va a ser suavecito.
Mis carnes se abrían, su barra de carne caliente seguí a avanzando, me estaba partiendo en dos, estaba un poco asustado, pensé que me reventaría, así que me quejé.
– Ayyyy, Beto, ya, no sigas, quedamos que sólo la puntita, aghhhh, me duele.
– Aguanta princesa, pórtate bien, eres una niña buena, te va a doler un poquito, pero vas a disfrutar mucho, ya lo peor pasó, lo más grueso es la cabeza, vamos, aguanta, te va a encantar.
Empezó un lento vaivén, me la sacaba y metía muy lento, avanzando cada vez un poco más, gracias a que su verga no era muy gruesa fue conquistando mi conducto poco a poco, me sentía lleno, una sensación rara, como de ir al baño, combinada con un ardor quemante, y un placer que iba creciendo poco a poco conforme su verga frotaba mis paredes internas, continuó con su lento vaivén hasta que sentí sus huevos rebotar con mis nalgas, no lo podía creer, tenía todo el culo lleno de verga, de su verga.
– Aghhh, gemí, cabrón, me la metiste toda.
– Si, perdona, no me pude aguantar, tienes un culito muy apretadito y rico, pero estoy seguro que casí no te ha dolido, tú culito es de nena y se ha abierto como una flor.
– Tenía razón, el dolor era tolerable, ya no le reclamé, era dolor mezclado con placer.
– Ahora voy a empezar a moverme y vas a sentir el placer más intenso de tu vida- anunció.
Empezó a moverse muy lento, en cada embestida el dolor era menos intenso y el placer aumentaba, estuvo cogiéndome lento unos diez minutos y fue poco a poco aumentando el ritmo, me estaba enviando el cielo, cerré los ojos y me derrumbé al placer, me sacaba gemidos de placer, que intentaba reprimir mordiendo una almohada para evitar que escucharan mis amigos, aunque por el sonido de la música era poco probable, era algo sumamente delicioso y arqueé la espalda para empinar más la colita y me entrara más fácil y profundo.
– Así, así, Gaby, que rico, tienes una colita increíble, que bien le entra mi verga, aghhhh, y que apretadita, aghhhh, me vas a sacar la leche, y no quiero, quiero cogerte toda la noche, no tienes idea de lo rico que aprietas mi verga, es tan apretadita, caliente y suave, aghhh.
– Ayyyy, que rico, así cógeme, Beto, ayyy, me encanta, que rico me coges, sigue, párteme el culo- le decía entre gemidos
Eso lo puso más caliente y aceleró sus movimientos, ya era un ritmo muy rápido, mi verga se frotaba contra la almohada bajo mi cintura en cada embestida, los embistes contra mi próstata y el roce de mi verga contra la almohada fue demasiado mis piernas empezaron a temblar y me corrí abundantemente entre las sábanas, mi cuerpo empezó a convulsionar, a retorcerse sin control.
Beto me siguió cogiendo y sus embestidas tomaron un ritmo infernal, mis espasmos apretaban su verga.
– Ayyy, que rico, agghhh, ya no aguanto, ahhhh, ya me viene la leche, te voy a preñar agghhh, Gaby ahí te van.
Ya pudo aguantar más, me dio una última embestida profunda y chorros de espeso y ardiente semen inundaron mi colita.
– Me corro, me corro, me corrooopo, aghhhh, toma mi leche, te estoy preñando amorcito, aghhhh, te voy a dejar embarazada.
Terminó de correrse y se desplomó sobre mí, temblando, poco a poco su verga fue poniéndose flácida hasta que salió de mi culo, después de unos minutos de descanso, se levantó, me dio un beso en la mejilla, me dió las gracias y empezó a vestirse.
Me sentía tan avergonzado, no podía creer que me habían dado por el culo y que lo había disfrutado.
Antes de salir me dijo:
No te preocupes será nuestro secreto, nadie lo sabrá, me encantó, me llevaste al cielo, lo disfruté mucho, me hiciste sentir cosas que nunca había sentido y me gustaría repetir, quiero ser tu macho de ahora en adelante, voy a regresar a la fiesta, espera unos 10 minutos y sales.
Yo seguía acostado boca abajo, con la colita levantada sobre la almohada, y con semen escurriendo por mis piernas y huevos.
Con un poco de esfuerzo me levanté y fui al baño, descargué la leche de mi culo en la taza, fueron varios borbotones, me limpié bien, miré el papel y no ví rastros de sangre, afortunadamente, pero sentía la colita abierta, sensible, hinchada y me ardía.
Me vestí, me arreglé un poco y salí con mucho temor, pensando que explicación podría dar para justificar mi ausencia, giré mi vista a todos lados, pensé que se me quedarían viendo, pero no, la fiesta seguía en su apogeo, ya casi todos estaban muy bebidos y platicaban cada uno de lo suyo, no parecía que hubieran notado mi ausencia.
Me acerqué a mi grupo y me senté despacio, me ardía mucho la colita, Beto me siguió, lo ignoré, me moría de vergüenza y no podía sostenerle la mirada, le pedí se retirara y se regresó con sus amigos, estaba tan apenado, con un sentimiento de culpa, no estaba a gusto y le pedí a los compañeros con los que había llegado irnos, me pidieron esperar un poco, la espera fue como de una hora, la cual se me hizo interminable, sentía la colita caliente, húmeda, palpitar, ocasionalmente un flujo escapaba de ella, intenté no pararme, sentí que notarían que me habían desvirgado.
Por fin salimos, todos iban contentos y recordando que a pesar de todo se habían divertido mucho, empezaron a bromearme con Beto, decían que lo había ligado.
Me ruboricé y les respondí:
No, que les pasa, no soy puto, solamente platicando como todos, es buen tipo, me hice buen amigo.
Ja ja, pues no se te despegó, parecía que te estaba tirando los perros, lo impresionaste y como no, si te veías preciosa.
Todos rieron, ya no contesté, creí que seguir defendiéndome podría generar más burlas y preguntas, el ardor en mi culo me recordaba que había dejado de ser virgen, si supieran, pensé.
Llegué a casa y me dí un baño antes de dormir, el calzón estaba húmedo, con una mancha de semen en la parte trasera, así que lo lavé a conciencia.
El Lunes sentía miedo de ir a la escuela, pensé que tal vez Beto contaría a sus compañeros que me cogió, pero todo fue normal, había cumplido su palabra y no hubo nada extraño, Beto trataba de coincidir conmigo, yo le rehuía, me sentía muy apenado, herido en mi virilidad y amor propio, no concebía el que me haya dejado coger y peor que lo haya disfrutado, hasta que fue imposible poder evitarlo y me pidió repetir, me negué, no podía repetirse, no era correcto, siguió insistiendo, con el tiempo logró derribar mis defensas y acepté, me volvió a coger, lo cual repetimos en muchas ocasiones más, conseguía ropa interior de su madre y me la ponía antes de coger, fui su puta por más de dos años, hasta que ambos empezamos a salir con chicas y los encuentros se fueron haciendo más esporádicos, hasta terminar.
Aún el día de hoy, ambos casados, me lo encuentro en la colonia y nos saludamos con una sonrisa, y los recuerdos vuelven a mi mente, es imposible olvidar que él fue el macho que me desvirgó y me hizo sentir una hembra, no estoy seguro, pero creo que él debe sentir algo similar.
Si les gustó, hagánmelo saber, mi correo es [email protected]. Todos los comentarios y sugerencias son bien recibidas.