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Me gustaba él y lo sorprendí con mi mujer (1)

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En el invierno de ese año el clima había sido muy frío durante las dos semanas habituales en que baja algo la temperatura. Lo que habitualmente es una época refrescante en 15 días de noviembre y lo mismo en 15 días de febrero, se convirtió en verdaderos inviernos polares. Hasta el suelo se había congelado.

El trabajo en el campo de golf había sido lento, sobre todo en la limpieza y el mantenimiento de la maquinaria, asegurándose de que todo estuviera bien para cuando el tiempo mejorara.

El chico nuevo, Fabricio, al que le llamamos no sé por qué Fabri —si no es por acortarlo—, tiene 19 años de edad, mantenía las plantas vivas. Fabri era el nuevo blanco de los chistes de los demás, pero no era una un tipo de persona que se encogiera cuando sin darse cuenta encerró al jefe en su oficinas, tras desconectar la calefacción durante una tarde entera. Tuvieron que buscarlo porque el jefe llamaba por su móvil a todos para que le abrieran, pero Fabri se hallaba, al ser viernes, en la Politécnica para su clase habitual de un día a la semana. Ni se inmutó cuando regresó de clase para cerrar todas las demás puertas. El jefe no pudo decirle nada porque el muchacho era así, cumplía con su deber.

Iba a comenzar el campeonato de Golf que se celebra cada año que patrocina el Ayuntamiento de la ciudad. De nuevo era viernes y todo el mundo había estado rematando los últimos detalles en las faenas asignadas. Dieron las 11 de la mañana, hora programada para pasar revista, se presentó don Leopoldo Miró, el jefe, llamó a todo el mundo para asegurarse que todo estaba a punto para el campeonato que comenzaba al día siguiente, sábado, y todo el equipo estuvimos dándole los pormenores de nuestras ocupaciones. Es verdad que habíamos trabajado toda la semana a conciencia y, al darse cuenta de todo, se percató de que no faltaba detalle, que todo estaba hecho y en orden, entonces gritó satisfecho:

—Chicos, si todo está hecho, podéis tomaros el resto del día libre, os veré de nuevo aquí mañana en la mañana; todo comienza a las 10 de la mañana como sabéis, pero nosotros estaremos aquí…

Todos contestamos a coro:

— A las 7 en punto.

— Perfecto, cada uno en su puesto. Ahora a casa y a descansar, dijo el jefe.

Cada uno se fue por sus medios a su casa. A mí nunca se me escapan los detalles. Llegando tan pronto a casa, decidí pasar por la floristería y traerle unas flores a Mariluz, mi esposa. Mariluz es muy delicada conmigo y también tiene buenos detalles conmigo, como aquel que me había preparado la semana anterior, una fiesta para celebrar mi trigésimo cumpleaños, ella misma había cumplido treinta años dos meses antes, pero estábamos tan ocupados que lo celebramos con su familia, uniendo la celebración suya y mía para más gente. Tanto ella como mis familiares estuvieron en la fiesta, también todos nuestros amigos, entre ellos algunos de los chicos del trabajo y se presentaron. Fue una gran noche, todos parecían haber disfrutado, especialmente mi esposa, bailando toda la noche.

Salí de la floristería con las flores, las metí en el coche y me dirigí a casa. Entonces me di cuenta de que había un coche aparcado junto al frente de mi casa, pensé que podría ser un mensajero que estuviera entregando algún paquete por las casas de alrededor o que tal vez uno de los vecinos tenía familiares o amigos de visita, ya que no reconocía el coche, pasé de largo hasta la rotonda y di la vuelta para estacionarme delante de mi casa, junto a mi acera. Llegué intrigado y aparqué, en un espacio que había como 10 metros adelante.

Al bajar del coche con el ramo en la mano y caminando por la acera, miré y vi que el auto de mi esposa estaba estacionado en su lugar habitual, luego estaba en casa. A la vez miré a las ventanas y noté que las cortinas del salón estaban cerradas, lo cual era inusual para esa hora del día.

Al entrar en la casa supe inmediatamente que algo andaba mal, había un par de botas de hombre en el pasillo y no eran mías, también oí un gemido bajo y un gruñido, los pelos de la nuca se me erizaron. Dejé las flores en la mesita del recibidor, mientras escuchaba unos genios raros.

Mariluz y yo solíamos ver porno juntos añadiendo algo a nuestras vidas sexuales, incluso me dijo que había aprendido mucho con un consolador que yo mismo le había comprado para cuando yo no estuviera en casa, mientras veía porno, pero esto era diferente, estos eran los sonidos inconfundibles de mi esposa teniendo sexo con otra persona y por los sonidos de ellos, él o ella tenía a mi esposa muy cerca del clímax.

La cólera y el miedo afloraron en mí al mismo tiempo. Me quedé allí casi atravesado por algo en mi pecho, como si fuera un sueño o no fuera real lo que escuchaba. Por un momento deseé irrumpir abruptamente y enfrentarme a ellos o a lo que fuera aquello, pero al mismo tiempo también pensaba en dar la vuelta y simplemente alejarme para no enterarme de nada que me pudiera perjudicar.

Llegué silenciosamente hasta la puerta de la sala de estar, con la mano extendida, empujé suave y silenciosamente la manilla hacia abajo, abrí la puerta lentamente y entré en el salón. Lo que vi allí cambió mi vida totalmente y para siempre, pero nunca pensé que sucedería en mi matrimonio nada de lo que estaba viendo.

Allí estaba, tumbada boca abajo y desnuda, apoyándose sobre la mesa de café, arrodillada en el suelo sobre una alfombra…, era Mariluz, mi esposa ya durante seis años, sus pechos aplastados contra el cristal, sus manos extendidas delante de ella, sosteniéndose de las patas opuestas de la mesa. Detrás de ella y inclinado por sus caderas y volcado encima de ella había un tipo medio moldeado, con el culo al aire y su espalda desnuda, su polla enterrada en lo más profundo del culo de mi esposa, follándosela con largos y lentos golpes. ¡¡La follaba por el culo!!

Mariluz y su amante estaban de cara a la pared opuesta de la puerta hacia otro lado de la puerta, ella mirando al suelo a través del cristal de la mesa y el tío aquel mordisqueándole el cuello mientras la estaba follando. Obviamente ni me habían oído entrar ni me había visto. Yo estaba sorprendido de mí mismo, en lugar de enfrentarme a ellos a golpes, pues los tenía a mano, me encontré colocándole suavemente un poco más hacia el lateral, y me coloqué casi justo detrás de ellos, pero a su izquierda porque ellos tenía sus caras más inclinadas a su derecha. Entonces pude ver bien que no sólo la polla de su amante entraba y salía del culo de Mariluz, sino que sus huesos huevos golpeaban contra el jugoso culode Mariluz, pero además, ahora podía ver el consolador que le comprado clavado en su chocho, sacando de su coño sus jugos femeninos.

En ese momento, por un breve instante me olvidé de que aquella puta era mi esposa y me interesé por el tío de la larga y gruesa polla morena que entraba y salía del aquel culo; esa polla, incluso estando cubierta con los jugos anales de mi esposa, se veía hermosa mientras se movía hacia adentro y hacia afuera, brillando, y mi propia polla se movía en mis pantalones solo de verla entrar y salir con tanta fuerza y majestad.

Me vi incapaz de moverme o incluso de hablar, viendo como este tipo con su polla carnosa tomaba a mi esposa profundamente por el culo. Cuando Mariluz explotó con un grito gutural repentino, recobré el sentido común, ella estaba en el clímax, temblando, empujando más hacia atrás para que la penetrara más profundamente, y la polla de aquel hombre golpeaba más rápido y más fuerte hasta que él también llegó al cenit de su orgasmo, sacando de aquel culo femenino pero muy abierto su polla fácilmente de unos 22 cms. de largo, arrojando espermatozoides por todo el culo y la espalda de la mujer.

No sé por qué me vino un arranque natural y empecé a aplaudir. Ss dos cabezas giraron de cara a mí y me miraban con absoluto terror en sus ojos, se desenredaron, se movían rápida y torpemente hacia un sofá, tratando de ocultar su inmodestia, pero yo seguía aplaudiendo. Mi esposa decía algo, pero no la escuché porque en ese momento preciso me di cuenta de quién se había estado follando a mi esposa y de quién era la polla que se le caía mirando al suelo, encogida todavía que daba unos 18 centímetros de largo. Se trataba de Fabri, nuestro nuevo aprendiz de jardinero del campo de golf, el chico de diecinueve años.

Hice que el jefe despidiera a Fabri del trabajo, pero ni esto ni el arrepentimiento mil veces manifestado constantemente de mi esposa pudieron hacer disminuir mi sentimiento de pérdida y la traición durante los siguientes tres meses. No sabía como resolverlo, solo pude mantenerme muy ocupado con mi trabajo, me encontré también un nuevo pasatiempo que consistía en caminar, conducía hasta un lugar afuera de la población y desde allí caminaba durante horas, kilómetros y kilómetros por la campiña.

Nuestro matrimonio se mantenía unido simplemente por el hecho de que todavía amaba profundamente a Mariluz, y esperaba que algún día quizá la podría perdonar, quizá entonces podríamos rehacer nuestra vida y continuar juntos para seguir adelante y hacer algo para un nuevo comienzo, uno en el que hubiera total sinceridad y completa honestidad, me estaba preparando para darle una oportunidad, mientras tanto me consideraba viudo con una puta por dentro de casa que me daba asco usar.

El jefe me mandó a un seminario en Barcelona sobre Gestión de un campo de golf, ese año se simultaneaba con otro curso de Starter y Marshall. Sabía que entre las dos cosas que ya se hacían a horas diferentes estaría muy ocupado. Vi que también había otros cursos a la vez, como uno de Trepa, poda y tratamiento de palmeras. Llegué al hotel un miércoles justo después del mediodía, guardé mis cosas en la habitación, y me senté pensando cuando fue la última vez que había estado en un seminario de este tipo. Habían pasado dos años desde mi último curso de actualización cuando vine con mi actual jefe, así que decidí aprovechar la oportunidad para ponerme al día con las últimas tecnologías, equipos y procedimientos, pero sobre todo porque el hotel estaba al lado de un enorme terreno, con su fabuloso campo de golf y senderos para caminantes, con lo que decidí aprovechar los momentos libres para mi nueva actividad, caminar, ahora con la oportunidad de hacerlo en un entorno de una belleza asombrosa.

La mayoría de las caminatas que iba a hacer habían sido planeadas antes de viajar, así que después de entregar mi ficha y organizar mis horarios entre ambos cursos, el de Gestión y el seminario de Starter y Marshall, me puse de deporte para mi primera caminata caminata y a punto de salir del hotel, escuché una voz familiar, miré tras de mí y me encontré cara a cara con Fabri.

En ese momento necesité toda mi fuerza interior para no pegarle un puñetazo en toda su maldita cara, no lo hice no sé por qué, lo que hice fue preguntarle:

— ¿Qué haces aquí, no has hecho suficiente daño?

Me contestó:

— Por eso estoy aquí, me enteré de que estabas en este curso, así que me inscribí en el de cuidado de palmeras para coincidir contigo porque necesito desesperadamente hablar contigo, desde que hiciste que me despidieran has ignorado mis llamadas, entonces pensé que esta sería la mejor manera de verte.

— Mira, yo voy a dar un paseo, —le dije.

Fabri contestó:

— Está bien, caminaré contigo, me vendría bien uno después de ese viaje de tres horas.

Por mi cabeza habían pasado en los últimos tres meses todo tipo de pensamientos, me encontré a mí mismo repasando una y otra vez la escena con la que me encontré aquel día en el salón de mi casa, pero lo que seguía saliendo a la luz era mi atracción por la polla de Fabri, cómo deseaba obtener acceso y agarrarme a ella, cómo quería pedirle queme follara mí para que yo disfrutara de la sensación de tener la polla dura de otro chico en mi mano mientras me la masturbaba.

— Bueno, no puedes caminar con esa ropa, —le dije, estaba vestido con pantalones, zapatos de cuero fino y una camisa de lino de diseño.

— Me cambiaré, no tardaré mucho, por favor, espérame aquí, —contestó Fabri.

No entendí como accedí que viniera conmigo y que le esperara, pero lo hice. Fabri regresó unos diez minutos más tarde, vestido con pantalones cortos de algodón gris y sueltos y una camiseta de gimnasia, sus zapatillas parecían viejas y obviamente no eran puro cuero, tenían algo de tela.

—Estoy listo, —dijo Fabri.

Salimos del hotel y no mucho después de encontrar la pista que quería seguir, empezamos a hablar mientras caminábamos. Fabri fue el que hablaba sin parar, me explicó que era bisexual, pero que en su mayoría disfrutaba del sexo gay, y que cuando llegaba al club de golf, me encontraba atractivo, pero nunca decía nada, incluso cuando se daba cuenta de que lo miraba cuando se cambiaba, que al parecer le miraba la polla.

Me dijo que tenía una idea de que estaba negando mi sexualidad y que secretamente quería explorar el sexo masculino, que durante una de las mañanas en el trabajo, me pilló mirando una de sus revistas gay mientras estaba en mi descanso, sintiéndome a mí mismo a través de mis pantalones, y luego sacándome la polla y masturbándome, echando toda mi eyaculación por toda la portada, antes de poner la de nuevo en su bolso. También me dijo que la única razón por la que se cogió a mi esposa fue por la frustración de no recibir ninguna atención sexual de mí, ¡joder!, que la oportunidad se presentó para follarla, en mi fiesta de cumpleaños.

Mariluz había bailado con él muy pegaditos. Sintiendo ella el empuje de su palla, lo seguía medio cabreada, arriba y abajo, hasta que consiguió que él se dejara hacer una mamada en el baño. Me dijo también que después de rogarle ella que se la follara allí mismo, lo quiso y tampoco cuando se lo llevó a mi casa y le volvió a invitar que la follara allí en el baño, pero añadía cada momento que él sólo le daba por el culo a las mujeres, pero que no era el momento de hacerlo. Intercambiaron números de teléfono, y se las arreglaron para que él llamara al viernes siguiente cuando se suponía que iba a estar en la universidad.

Fabri continuó diciéndome, cómo había llegado a mi casa sólo treinta minutos antes de que yo los encontrara follando, Mariluz lo había llamado por teléfono y le dijo que estaba esperando, que ya estaba caliente y cachonda. Cuando él llegó allí, Fabri entró y de inmediato vio a mi esposa desnuda, se sentó en el sofá dominando con el consolador, y que luego ayudó a Mariluz a correrse, follando con ella con el consolador mientras ella le chupaba la polla, moviéndola a la mesa antes de que finalmente la empalara por detrás…:

—Ya sabes el resto, —concluyó su explicación.

Toda esta charla de sexo me había puesto duro y caliente, especialmente la idea de que Fabri supiera que me había estado masturbando con su revista porno. Acabábamos de subir una colina y ahora estábamos entrando en un denso bosque.

Fue entonces cuando me dirigí a Fabri y le dije:

— Fabri, tenías razón, yo también me he sentido y me siento atraído por los hombres y cuando era joven por los niños, pero nunca he hecho nada al respecto, supongo que siguiendo el patrón habitual de la sexualidad de la sociedad, pero ahora mismo y aquí contigo, me siento atraído mucho por ti, me has puesto con tu cháchara muy cachondo.

Fabri se detuvo y agarró mi brazo, yo me detuve y me giré, se acercó sin decir una palabra, agarró mi otro brazo, me acercó, nuestros rostros se separaron unos centímetros, se acercó aún más, sus labios tocaron los míos, su suavidad presionando mis labios me encendió y nos besamos; nuestras bocas comenzaron a explorarse una a la otra, mis manos agarraron a Fabri por su cintura y espalda.

Seguimos besándonos, su lengua entró en mi boca, buscando la mía, nuestro deseo se volvió más ferviente. Las manos de Fabri moviéndose hacia abajo pasaron por mis brazos y por mi espalda, apretándome y tirando de mí hacia sí a medida que nuestro beso se volvía voraz, moví mi mano derecha hacia abajo y entre nosotros, agarrándome de su creciente erección a través de sus calzoncillos.

Nos separamos, Fabri me alejó un poco:

— Quítatelos, quítatelos, luego quítame los pantalones, pero primero quiero que te desnudes.

Me quedé allí mirando a mi alrededor, buscando a la gente o el sonido de la gente, luego procedí a desnudarme, quitándome la mitad superior de mi ropa primero, revelando mi pecho musculoso y mi estómago plano, un rastro de pelo que bajaba desde mi ombligo y se mentira abajo por dentro de mis pantalones. Fabri me sostuvo mientras me quitaba las botas, luego mis pantalones y mi ropa interior al mismo tiempo, mi polla de 17,7 cms., incircuncisa, caía hacia adelante.

—Ponte las botas, —dijo Fabri.

Yo estaba allí desnudo, pero me lo dijo para salvar los calcetines con las botas. La verdad es que ya ahora, delante de Fabri, en una zona boscosa, ya no me importaba nada, yo estaba muy caliente.

— Ahora quítame los pantalones, —dijo Fabri.

Me adelanté y me agaché, agarré la parte superior de sus pantalones y los bajé, sabía lo que había dentro, porque había visto su polla dos veces antes, una en el trabajo y otra metida en el culo de mi esposa Mariluz. Pero cuando bajé sus calzoncillos, aún así fue un poco chocante cuando su polla saltó hacia mi cara, su polla parecía más grande, mucho más grande de lo que recordaba, pero también se veía muy hermosa.

Fabri colocó sus manos sobre la parte superior de mi cabeza, yo ya supe lo que quería y no perdí tiempo en dárselo, abrí la boca y saqué la lengua, dejándole mover la cabeza hacia su impresionante hombría, mi lengua entró en contacto con su polla por primera vez, luego empecé a lamer y deslizar mi lengua sobre su cabeza de bulbosa polla, saboreando su presemen cada vez que ponía mi lengua sobre su hendidura.

Tomándome mi tiempo, poco a poco me la metí completamente en mi boca, sintiendo cada pulgada deslizarse sobre mi lengua a medida que yo la iba chupando, la estaba chupando muy rápido, gustando de su pene las palpitaciones dentro de mi boca. Fabri gemía de gusto a medida que mi nueva habilidad para chupar pollas se hacía más y más intensa.

— Fabri —dije mientras me ayudaba a levantarme—.

Yo no quería parar, no quería parar, no me cansaba de su polla, pero él me levantó, me dio la vuelta y me dijo:

—Inclínate hacia adelante y agárrate del árbol.

Lo hice.

Me separó las piernas, luego sentí su aliento cálido en las nalgas de mi culo mientras se acuclillaba detrás de mí. Sus manos agarraban las nalgas de mi culo, tirando de ellas como si las quisiera arrancar. Su cálido aliento fue reemplazado por su jugosa boca caliente mientras besaba y lamía mi culo. Su lengua se deslizaba cada vez más cerca del agujero de mi trasero, luego la puso sobre él, lamiéndolo suavemente y sin cesar, sondeando mi antro. ¡Se sentía como algo divino!, sus dedos estaban hurgando en la entrada de mi culo juntamente así con en su lengua.

Un dedo se deslizó fácilmente, su lengua lamía su dedo y vuelta a entrar dejando cada vez mi trasero más abierto; luego jugaba con otro dedo más, esta vez hubo un poco más de resistencia por mi parte, pero aún así presionó hasta que ambos me estaban penetrando, entrando y saliendo, entrando y saliendo sin parar, me sentía deliciosamente follado por dos dedos, y ya así ansiaba que me follara de verdad.

Fabri se levantó para ponerse de pie detrás de mí, con la boca al lado de mi oreja:

— ¿Quieres que sea de verdad? —Oí a Fabri susurrar—: ¿Quieres que te folle como me follé a tu mujer Mariluz?

Sólo tuve una respuesta:

—Oh,¡ joder!, sí, por supuesto que lo deseo.

Estaba tan excitado que un grupo entero de caminantes podría haber pasado por allí y seguir queriendo que me follaran enfrente de ellos.

Cuando me la metió, no fue lento como se dice en los relatos eróticos o en el porno, no, fue repentino, de una sola estacada me penetró su polla, enviándome dolores punzantes por todo el cuerpo. Fabri se detuvo, sólo unos segundos pero lo suficiente para que el dolor disminuyera un poco, pero luego volvió a empujar hacia adelante, y ya tenía un tercio de su polla dentro de mi culo, de nuevo se detuvo.

— Estás bien, ¿quieres que me detenga? —dijo Fabri.

— ¡Joder!, no, lo quiero del todo dentro de mí, quiero que me jodas y me metas hasta los huevos, —contesté silenciosamente a causa del dolor.

Envolvió sus brazos alrededor de la cintura y el pecho, como si fuera un oso que me abrazaba, me sacaba su polla un poco, pero de nuevo la sensación fue mejorando, el dolor casi desapareció, empezó a entrar y a salir un poco más, hasta que su polla se deslizaba en lo más profundo de mis entrañas, la sensación fue totalmente abrumadora, sentía yo su polla como si fuera parte de mí, Fabri follándome lo sentía como si ambos fuéramos uno solo.

El empuje de Fabri estaba creciendo, yo estaba retrocediendo sobre él tal como lo había visto hacer a mi esposa, cuando Fabri había estado follando su apretado trasero, él se agachó y me agarró la polla mientras continuaba su empuje, haciéndome la paja al mismo ritmo que me estaba follando. Llegó un momento en que me estaba golpeando tan fuerte que su mano tiró furiosamente en mi polla, y no pasó mucho tiempo y yo ya estaba disparando mi semen por todo el tronco del árbol. Ese gruñido familiar que había oído tres meses antes se hacía más fuerte en mi oído, hasta que se estrelló contra mí una última vez, volcándose encima de mí.

Sus escalofríos durante su clímax continuaban siendo electrizantes, entonces se inclinó hacia atrás sosteniendo mis hombros mientras bombeaba fuerte y profundo mi culo con su enorme polla hasta que se sació totalmente. Eyaculando todo su esperma dentro de mí, volvió a inclinarse encima de mí y giró mi cabeza, volvimos a besarnos, esta vez como lo hacen los amantes, suavemente y con sentimiento, me di la vuelta besándolo todavía mientras nos abrazábamos, su polla salió de mi culo, su mano izquierda acariciando mis nalgas, un dedo entrando en mi culo, pero esta vez lenta y gentilmente. Fabri levantó la mano y la sostuvo hasta que llegó a mi boca, insertándome el dedo dentro de la boca, pude gustar algo de su propio esperma y lamí otra vez el dedo y me besó para contagiarse del sabor a su esperma que tenía mi boca..

— ¿Cuándo repetimos esto?

— Por mí cuando quieras, pero si no te molesta, ¿no podría ser un trío con Mariluz?

— Me gustaría también, —dije.

No me fue difícil hablar con mi esposa y accedió a participar en un trio. Esa misma noche mi esposa y yo tuvimos un sexo diferente, fue mas natural y algo tenía de salvaje. Cuando vino Fabri a casa, lo habíamos invitado a cenar, estaba algo nervioso. Lo recibí con un beso en la boca y lo mismo hizo Sara. La cena y la sobremesa fue muy dialogada y trató sobre nuestro trabajo y el estudio de Fabri. Eso centró nuestra amistad y confianza. Llegado el momento fuimos a la habitación. Insinué a Fabri que me desnudara y lo comenzó a hacer mientras Sara lo desnudaba a él. Nos acariciamos y nos dirigimos a mi esposa para desnudarla entre los dos, llenándola de besos.

Continuará…

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