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Mi esposa, la puta de la empresa

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Mi esposa manejaba desde el trabajo de vuelta a casa. Otro conductor imprudente trató de adelantarla y en una maniobra peligrosa la chocó y la envió contra una montaña al lado de la vía. Sobrevivió, aunque con múltiples heridas que la tuvieron inconsciente en la clínica por casi tres semanas.

La confianza era uno de los pilares de nuestra relación, llevábamos 15 años casados, yo tenía 42 y ella 35 años. Confiaba ciegamente en ella y en el compromiso que teníamos el uno con el otro, con nuestros hijos y nuestra proyección como familia. Nunca tuve un motivo para desconfiar, hasta el día del accidente.

Debido a su estado tomé su teléfono por si hubiera alguna emergencia. Nunca revisábamos el teléfono del otro, no sentíamos necesidad de eso.

El accidente fue a las 6:15 de la tarde. Estuve en el hospital hasta que los médicos me dijeron que lo mejor era que me fuera a descansar, que no podía hacer nada más por ella en ese momento. Abnegado salí de allí en mi auto camino a casa.

Eran las 11 de la noche, manejaba despacio perdido en mis pensamientos y preocupado por Gaby mi esposa. Su celular vibró. Como decía, nunca revisábamos el celular del otro, pero ante la situación pensé que era mi responsabilidad atender cualquier asunto pendiente.

“Mi cosita, te extraño… cuando te puedo ver?”

Detuve el auto en seco tras leer el mensaje. Me orillé y abrí la conversación justo para ver que llegaba otro mensaje.

“No me hagas rogarte, no seas mala… repitamos lo de la otra vez”

Lo primero fue negación, debe ser un error, estoy malinterpretando los mensajes, ella me ama. Pero al instante el instinto me obligó a tratar de averiguar, entonces respondí.

¿Como que la otra vez? ¿Me recuerdas? - escribí.

Pasó un minuto.

“Cosita, el miércoles aquel que te recogí al mediodía en tu trabajo y te llevé al motel, que follamos toda la tarde. Que me diste culito y te lo eché adentro.”

No sabía que pensar, debía ser un error, Gaby jamás me haría esto. Ignoré la situación, me acosté a dormir. Al otro día como a las 9 am llegó otro mensaje.

“Bebé ¿Cuándo sacas un espacio para mí?” -Decía un tal Robert.

¿Un espacio para qué? - Respondí.

“jajaja como así tontita, un espacio para hacértelo rico como te gusta, duro”

No respondí más.

Luego, otro mensaje a las 11.

“Perrita, quiero que vengas a mi puesto a sacarme la leche”

Estaba a punto de comunicarme con la empresa en la que mi esposa trabajaba, un banco, para contarles del accidente y de su estado, pero tras analizar los mensajes y darme cuenta que todos provenían de compañeros de su trabajo decidí simplemente decir que se encontraba indispuesta, agripada y que volvería pronto. Otro mensaje de alguien distinto llegó pasado el mediodía.

“Lo del otro día fue increíble, no te puedo sacar de mi mente.” -Decía.

Jejeje, recuérdamelo -Respondí.

“La forma en que me la chupaste mientras íbamos en mi carro, la ropa sensual que te pusiste, todo lo que me decías”

¿Qué te decía?

“Que era la verga más rica que habías probado, que te encantaba como encajaba mi verga en tu culo, que querías estar conmigo siempre”

Para este punto todo estaba bastante claro. La maldita de Gaby me estaba poniendo el cuerno, no sólo con uno sino con varios de sus compañeros de trabajo. Cuando se despertara se iba a llevar una buena sorpresa. Quise averiguar más. Y los mensajes no dejaban de llegar.

“Gaby, ¿nos podemos ver este martes?” -decía.

Lo siento, estoy un poco enferma… pero nos podemos ver luego.

“ufff sí… te extraño mucho”

¿Por qué? Dime más

“Nunca nadie me la ha chupado como tú, eres increíble”

Mi esposa era del tipo latina, caderona, tetona, bastantona. En cuatro era un espectáculo impresionante. Lo que aquel tipo me decía no era una mentira, Gaby la chupaba como pocas, su técnica era un don. Me decidí a hablarles a los que le mandaban mensajes a mi esposa con la intención de averiguar más.

Hola bebé, ¿cómo estás?

“Hola sexy, ¿bien y tú?”

Bien también, solo un poco agripada, ansiosa de mejorarme para verte.

“Ufff si”

Oye, el otro día creo que dejé algo en el motel al que fuimos, quisiera saber si todavía lo tienen, ¿te sabes la dirección del sitio?

“Si claro”

Con la misma conversación pude descubrir que iba con todos al mismo motel. Uno ubicado a pocas cuadras de su trabajo.

La prueba definitiva llegó al día siguiente. Me encontraba sentado en la sala de espera del hospital a la espera de noticias sobre el estado de Gaby cuando una cantidad considerable de fotos y videos llegaron en un mensaje.

“Lo de aquel día” -Decía.

Abrí un video ahí mismo y me encontré a mi Gaby, mi esposa, el amor de mi vida, con una ropita caliente de color rojo, en cuatro en una cama y lamiendo la verga tiesa de algún sujeto.

“Que verga rica tienes papasito” -Decía mi esposa salivando en cantidades sobre el tipo.

Los demás videos la mostraban en múltiples posiciones, que nunca había hecho conmigo, follando muy perra y diciendo cosas como, “soy tu putita”, “la quiero toda”, “dame duro”. Me sorprendió una erección en plena sala de espera. Me dirigí al baño y auscultando el abundante material me hice una paja épica viendo como se la cogían, hasta unos días antes, fiel y leal esposa.

Me preocupaba el estado de Gaby, pero me preocupaba también que iba a hacer cuando despertara, como iba a manejar todo aquello. Al parecer el tipo que me mandó los videos tenía la costumbre de grabar los encuentros porque al pedirle más material me envió una cantidad considerable de videos y fotos que evidenciaban al menos 8 o 9 encuentros.

Me hervía la sangre, pero no voy a negar que aquellos videos eran super excitantes y los guardé para masturbarme a diario.

La recuperación de mi esposa fue lenta y los mensajes fueron cesando conforme la realidad de su estado llegó a todas las instancias de la empresa. Al mes y una semana ella despertó.

El médico me llamó para informarme que estaba consciente y fui de inmediato al hospital. Al verme lo primero que dijo fue, “¿y mi celular?”.

Se lo entregué sin decir nada. En cierto modo no quería enfrentar la situación. En cierto modo aún no aceptaba que eso estuviera pasando.

Pasaron un par de meses hasta que su recuperación fue total. Por los mensajes y lo que averigué, supe que sus escapadas eran al mediodía generalmente. Tenía 7 amantes, había 3 con los que se veía siempre, lunes, martes y miércoles, y los otros 4 los rotaba a consideración. Me enfoqué en esos tres días.

Al mediodía me iba al motel y me escondía en la calle de enfrente. Al principio fue complicado por el polarizado de los autos, pero después de un par de semanas pude ver un patrón en los autos que entraban. Tenía suficiente material para pedirle el divorcio, pero extrañamente, lo que me motivaba a estar ahí no era la venganza, era el morbo.

Podía ver el lugar en el estacionaban los autos que llevaban a Gaby y su amante de turno. 201. Empecé a pedir el 202. Entraba solo, me pegaba a la pared, quería escuchar.

Que riiico papasitooo, dame duro

Ufff mami que delicia

Soy tu puta mi amor, soy tu putaaaa

La maldita gritaba a todo pulmón. Yo me masturbaba. Lo quise llevar a otro nivel. Contraté una prostituta. Cuando Gaby y su amante de turno entraban yo esperaba unos minutos y entraba después a la habitación 202 con una chica que había contratado, ponía algo de porno y follaba con la puta oyendo las expresiones desesperadas de mi esposa.

Antes del accidente solíamos tener algún sexo rápido una vez cada quince días, casi siempre provocado por mí. Después del accidente no tuvimos más sexo, sin que ella lo supiera, mi rutina se había vuelto seguirla cualquier día de la semana al medio día y oírla desde la habitación contigua mientras me follaba a una prostituta.

Las cosas tomaron un giro un día que escuché más que gritos y gemidos. Fue una charla.

¿No te da miedo que tu esposo lo sepa? -Decía una voz masculina.

Sí, pero no sé, es algo incontrolable, algo que no consigo con él.

No te excita hacerlo con él.

No, hace tiempo que no.

¿Y le has dicho algo?

No, simplemente siento que no fluye, siento que no me desea, no es como tú, que cuando me ves en el pasillo del trabajo me comes con la mirada, que me metes los dedos con sevicia, que me follas con intención, él hace mucho que no hace eso.

¿Y no tiene problema con vivir en la infidelidad?

Nah, la vida es solo una… ven, métemela antes de irnos que tengo una reunión aburrida ahora.

Esa misma noche decidí tomar acción. Los niños los mandé para donde los abuelos, compré un par de juguetes sexuales y una ropa caliente para ella. La recogí como siempre a la salida de su trabajo, la misma rutina que había hecho inocentemente durante años sin saber que mi mujer era la puta de su empresa.

No conduje a nuestra casa como era de costumbre. Tomé rumbo a un motel, uno distinto al que ella frecuentaba por supuesto. El que estuviera tomando una nueva actitud no significaba que quisiera perder lo que tenía.

Se sorprendió cuando íbamos ingresando al lugar.

-¿A dónde vamos? -Me dijo. No respondí.

Apagué el auto, saqué la ropa sexy y se la entregué.

-Ponte esto -Dije.

Su cara era de confusión cuando salió del baño vestida con la delgadita ropa de encaje que le había conseguido. Sabía que en su mente rondaban todos los momentos que me fue infiel con sus múltiples amantes, pero no iba a decir nada al respecto. Me acerqué y bruscamente la hice darse la vuelta, la empujé sobre la cama para que su culo quedara dispuesto para mi y me bajé el pantalón para sacar mi verga e insertarla en ese coño, el mismo coño de siempre, un coño nuevo para mi.

-¿Te gusta perra?

-Me gusta papasito

Le daba duro recordando los videos que había visto tantas veces. Le di, le di como nunca antes, con deseo, con intensidad, con sevicia. No era mi esposa fiel, era mi esposa puta y esa me gustaba. La puse boca arriba en el borde de la cama, su cabello caía y llegaba hasta el piso. Encajé mi verga dentro de su boca y la llevé hasta su garganta. De ser la mujer leal aquello hubiera sido un problema, pero yo sabía que tipo de mujer era, podía soportar eso y más.

Cuando me vine sobre sus tetas solté un largo suspiro. Ella me miraba atónita. Nos bañamos y sin mediar mucha palabra nos subimos al auto y fuimos a casa. Los límites eran mucho más amplios de lo que yo creía y lo descubriría pronto.

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