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Mi esposa rompe las reglas (II)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Hace poco publiqué un relato de cómo mi esposa y yo hicimos un intercambio con un amigo y su mujer, el relato se llamó “Mi esposa rompe las reglas”. Básicamente habíamos dicho que nada de encuentros por separado con aquella pareja después de nuestro intercambio, pero a ella le pareció divertido hacerlo con él en un motel. En fin, aquello ya pasó y por ahí está si lo quieres leer.

Tras reconocer su error mi esposa Ceci se me entregó en cuerpo y alma tratando de reivindicarse. Cumplía cada una de mis fantasías en la cama para demostrar que aquello no había sido más que un desliz. Aunque yo me aprovechaba de la situación, en el fondo sabía que había sido yo mismo quien le había impulsado a hacer ese intercambio, había pasado lo que pasa cuando cruzas los límites.

Llámalo sexto sentido, vibras, energías, yo que sé, pero sentía que algo en ella había cambiado, sentía que había despertado ideas y aunque por aquellos días puedo asegurar que me era fiel porque conocía sus movimientos, presentía que en cualquier momento algo ocurriría.

Como ya he dicho, Ceci es una mujer sexy del tipo latino, caderona, culona, bajita, de cabello castaño claro qué pinta de rubio. Trabajaba en un banco y siempre iba impecable a la oficina. Cabello cepillado con algún detalle, una trenza, un ganchito, maquillaje sutil, vestidos ceñidos al cuerpo, a veces pantalón, a veces faldas a mitad del muslo, siempre en tacones. Su culo grande se elevaba majestuosamente al caminar.

Sabía que mi mujer era deseada en su trabajo, naturalmente, así que prefería mantener esas ideas fuera de mi cabeza y también le dejaba socializar con la gente de su empresa. Las infidelidades ocurren con vigilancia o sin ella. Yo mismo había tenido mis aventuras secretas.

Aquella sensación de que nuestro intercambio había despertado cosas nuevas en ella se confirmó un jueves. Ceci trabajaba ese día hasta las 7 de la noche. Había quedado en pasar por ella para salir a comer juntos. Normalmente pasaba por ella justo a la hora de salida y nos encontrábamos en la puerta. Pero ese día, aún no sé por qué, decidí entrar hasta su puesto de trabajo para sorprenderla. Ya lo había hecho antes pero no era común.

Llegué media hora antes de las 7 y entré, ya me conocían así que no fue un problema entrar. Tomé el ascensor hasta el piso 9 y accedí a una zona de oficinas. Estaba desierta, la mitad de las luces estaban apagadas. Caminé hasta el puesto de mi esposa para encontrarme con su pantalla encendida en un proyecto de Excel, su bolso estaba allí, su termo de agua estaba allí.

Eché un vistazo desde donde estaba. Al fondo del pasillo se veía una oficina con la puerta cerrada y una luz titilante. Me dirigí hacía allí. Me acerqué a la puerta, escuché algo adentro pero no era un sonido distinguible. No sé por qué no toqué la puerta, tomé la manija y lentamente sin hacer ruido abrí un poco la puerta, la empujé apenas unos centímetros y escabullí mi mirada dentro del recinto.

Allí estaba Ceci. Arrodillada frente a un sillón donde descansaba sentado un hombre con perfil de alto ejecutivo. Aún conservaba su elegante ropa, su saco y su corbata, lo único desajustado en su atuendo era el cierre de su pantalón. Mi esposa tenía toda la verga del tipo dentro de la boca y movía su cabeza con avidez, arriba, abajo, en círculos. Dejaba salir pequeños gemidos. El tipo tenía la cabeza recostada en el espaldar del sillón y los ojos cerrados. No me vieron.

Me quedé congelado. No entré ni me fui, solo me quedé mirando. Un torbellino de sorpresa se convirtió rápidamente en rabia. Mi atención se desvió solo cuando sentí que dentro de mi pantalón empezaba a endurecer mi falo. Observé por unos segundos y simplemente me alejé antes de que me vieran. Fui al baño del piso y me masturbé con la imagen de Ceci arrodillada en mi mente. Me vine violentamente y dirigí todo mi líquido hacia adelante regándolo a diestra y siniestra en el cubículo del baño. No me preocupé por limpiar, solo me incorporé y bajé al auto.

-Amor, ya estoy abajo, ¿sales?- Le escribí a las 5 para las siete.

-Sí mi amor, ya voy bajando – Respondió enseguida. Tenía claramente calculado el tiempo.

No le besé al saludarnos, le di un beso en la mejilla y tomamos camino al restaurante.

-Estás raro, ¿qué te pasa?- me preguntó.

-Nada, mucho trabajo, estoy cansado

-Nos podemos ir para la casa si quieres

-No, vamos a comer

Si bien me notaba algo distante pude mantener a flote la cita. Ella parecía tan normal y cariñosa, la miraba y recordaba todo lo que la amaba. Tomamos un par de copas y al llegar a la casa sacamos una botella de vino para tomar un poco más. Bailamos, puse mi mano en su cintura, me acerqué a su cuerpo, sentí sus tetas, apreté sus nalgas. Ella me respondió y nos empezamos a besar.

A mi mente empezaron a llegar las imágenes mentales que había visto por accidente en aquella oficina. Me puse durísimo, fui hasta un sillón, me senté, solo saqué mi verga y le pedí que se arrodillara frente a mi y me la chupara. Siguió mi petición, abrió su boca y se tragó mi verga, apretaba sus ojos como si estuviera trayendo algún recuerdo, suspiraba y gemía mientras sobaba mi glande con toda su boca. Tiramos un rato hasta que quedamos exhaustos boca arriba en la cama. Simplemente lo dejé salir.

Hoy llegué más temprano que de costumbre a tu oficina. Llegué a tu puesto y no estabas. Te vi en una oficina de rodillas chupándosela a un tipo – Dije mirando al techo.

Se incorporó rápidamente mirándome con los ojos abiertos y trató de decir algo. Nuestras miradas se encontraron y las palabras desaparecieron.

-¿Qué estás haciendo? – le pregunté.

Su mirada bajó como cuando un niño es regañado.

-Perdoname. No sé qué me pasa, no me puedo controlar. Desde aquella vez con Andrés y Camila, desde que pasó todo eso, no puedo dejar de pensar en sexo. No lo entiendo bien, me la paso excitada – La dejé hablar, aquello no era excusa, imagina que un hombre infiel le dice eso a su esposa… irrelevante.

-¿Qué es lo que buscas? – Le pregunté.

-No lo sé, no lo sé – dijo y unas lágrimas cayeron.

-¿Me amas?

-Con todo mi ser

Me puse de pie con vehemencia con mi verga flácida y goteando.

-Estás equivocada si crees que voy a seguir aceptando estas cosas. Desde siempre he sido una persona muy abierta sexualmente, nos tomó años tomar la confianza de abrirnos a nuevas experiencias, pero no has hecho sino cagarla. La próxima vez que ocurra algo como esto simplemente me voy, sé que me amas, pero no me estás respetando. –

Ceci me miraba con sorpresa. Continué.

-Primero que nada, si sientes deseo de algo, me dices primero, lo analizamos y decidimos juntos. Ten en cuenta también que tus deseos satisfechos también significarán deseos satisfechos para mí. Creo que ya superamos el temor a ver al otro tirando con alguien más, de hecho, me gustó verte en esa oficina. Pero que lo hagas a escondidas es inaceptable.

Serví otras dos copas de vino y las llevé a la cama. Hablamos sinceramente, nos abrimos totalmente entendiendo que el sexo no necesariamente iba en contravía del amor que nos teníamos. Reímos y quedamos en ser transparentes en adelante.

-Ahora bien… lo que hiciste hoy… significa que me debes una. Me tomaré mi tiempo para pensar que quiero hacer. – le dije y no hubo réplica. Dormimos.

Pasaron un par de días, iba llevándola a la oficina.

-¿Qué ha sido de tu amiga Laura? – Pregunté.

-Bien, trabaja en el piso de abajo del mío, terminó con el novio hace un mes – Anda triste.

-¿Por qué no la invitas a casa este fin de semana? podemos tomar algo juntos

Me miró extrañada, Laura apenas si había ido una vez a nuestra casa y fue a adelantar un trabajo. Laura era una mujer de unos 45 años muy bien conservada, delgada, blanca y de cabello rubio. Me parecía increíblemente sexy y yo sentía que ella me encontraba agradable también. Yo apenas había cruzado unas palabras con ella pero sabía bastante de su vida porque Ceci era tan bella como chismosa y me contaba todo lo que ella le decía. Sabía pues que alguna vez, y aunque tenía novio, Laura había tenido una aventura con un par de compañeros del trabajo, así que sabía que sus estándares eran amplios.

-Quiero follarme a Laura – Dije vehemente.

-¡¿Ah, a Laura mi amiga?! ¡Cómo se te ocurre imbécil! – Respondió gritando.

Me tomó apenas un par de calles para recordarle nuestra conversación y la deuda que tenía conmigo.

-Quiero que le hables de mi, que me hagas deseable para ella. Y quiero que la invites a compartir con nosotros unos tragos. Y quiero follarmela

Ese mismo día en las horas de la tarde Ceci se puso a trabajar en aquello.

-Mandame una foto de tu verga – Me escribió.

-Uy que rico mi amor- Respondí.

-Cálmate que no es para mi…

-¿Y entonces?

-¿Quieres tirar con Laura o no? pasame una foto

Me contó que incitó una charla acerca de penes con Laura durante el lunch. Alejadas en un rincón buscaron fotos de internet y empezaron a verlas.

-Mira esta, está grande – Dijo Ceci, mostrando una foto de una verga de internet.

-Ay!!! no sé, eso debe doler jajaja – Respondió Laura.

-Mira esta otra – Dijo Ceci mostrando otra foto de internet.

-Ufff amiga… esa sí me gusta… creo que me cabe en la boca

-¿Te la tragas hasta las bolas amiga? jajaja, por qué yo sí

-¿Oye y qué tal la del jefe?

-Amiga solo se la he chupado, no es tan grande pero se deja querer jajaja

-¿Qué tal esta? – Dijo mi esposa mostrando mi pedazo tieso en un ángulo halagador.

-Ufff que rico esa, las venas

-¿Te comerías esta?

-Ufff yo creo que sí amiga

-Lau, esta es la verga de mi esposo

Laura se quedó congelada y miró varias veces entre la foto y la cara de Ceci no sabiendo qué decir.

-Amiga… ¿te puedo pedir un favor? – Dijo Ceci.

Ese viernes organicé la casa porque Laura y Ceci vendrían a tomar algo al salir del trabajo.

Abrí la puerta a su llegada, ambas venían de negro con faldas. La falda de Laura era más corta que la de Ceci, se asomaban firmes muslos blancos, esas piernas se ejercitaban con total seguridad. Arriba destacaba el escote de Ceci con par de tetas grandes apretadas mientras que las tetas pequeñas de Laura dibujaban un pequeño montículo bajo la ropa.

Empezamos a beber, el alcohol siempre funcionaba para catalizar estas cosas. Ceci bebía mucho más que nosotros y pronto se emborrachó.

Estábamos bailando los tres en medio de la sala. Ceci se alejó un par de pasos.

-Ahí la tienes, lo que querías, mi amiga… ¡para que te la folles! – dijo Ceci.

Aquello fue incómodo, temí que toda la misión se iba al suelo.

-¡Follatela!, enséñame la lección – Dijo Ceci.

Miré a Laura, sus ojos brillaban por el vino, sus labios rojos brillaban por el pintalabios y esperaba que su chocho brillara también con una linda lubricación.

Descubrí a mi mujer chupándole la verga a un ejecutivo de tu trabajo, tal vez lo conoces, incluso, tal vez ya lo sabías. Para cualquier otra relación hubiera sido el fin, pero nosotros en cambio hicimos un trato porque nos amamos. Se me otorgó cualquier deseo sexual… y yo, del montón de opciones que existen, te escogí a ti… porque me pareces hermosa, porque eres una incógnita que quiero descubrir y porque quiero chuparte el culo – Le dije mirándola a los ojos.

Nos fundimos en un beso. Ceci desapareció para mí. Metí la mano por debajo de su falda y agarre un pequeño panty que bajé mientras me arrodillaba. Metí mi cabeza bajo su falda y en medio de aquella oscuridad abrí mi boca para devorar ese coño experimentado. La llevé a un sillón y levanté sus piernas adornadas por altos tacones negros. Me agaché de nuevo y continué chupando su entrepierna.

-¡Hay papi que delicia! yo sabía que eras bueno, tu esposa me lo había contado – Dijo Laura.

-Ceci!, volteé a buscarla pero no estaba en la sala con nosotros. Miré hacia todos lados pero no la encontré. ¡Se había ido a tirar con alguien! pensé, la muy perra no era capaz de respetar un trato. Me puse de pie dispuesto a seguirla pero una suave caricia se posó en mi verga. Laura daba cortos besitos a mi glande.

-Ufff, es mejor que en la foto papi… ¿me la vas a meter?

La dejé masajear mi falo por un rato. Después se puso de pie, se quitó toda la ropa y dejó ante mí un cuerpo blanco y terso, casi sin imperfecciones a pesar de su edad. Tomé su delgada cintura, le di media vuelta y la hice subirse al sillón en cuatro. Como de costumbre primero introduje mi lengua en su ano…

-Ayyy papi que ricooo, ufff, que rico lo que tiene mi amiga – gimió Laura.

Pronto estuvimos en la misma posición en la que había encontrado a mi esposa con su jefe. Yo en el sillón y ella arrodillada ante mí en cuatro mamándome la verga. Lo que vino fue una gran y agradable sorpresa. En mi campo visual apareció Ceci, desnuda, empinándose una botella de vino, con un arnés en la cintura del que colgaba una verga de plástico monumental. Teníamos ese juguete para hacer cosas entre nosotros. Se acercó por detrás de Laura que estaba en cuatro en el piso frente a mi.

-Pues sí, tengo que pagar mi falta, y parece que lo estoy pagando bien. Parece que ambos se lo están disfrutando mucho… pero yo no me voy a quedar fuera de esta fiesta

Tomó un frasco de lubricante y con una sonrisa malévola empapó todo el dildo aquel. Se arrodilló detrás de Laura y pude ver como con un solo movimiento de cadera le hundió la verga de plástico hasta el fondo.

-Ahhh! – Gritó Laura.

-Tranquila amiga, yo te conozco y detrás de esa carita de yo no fui se esconde una puta bien sucia. El último mes llorando por tu novio cuando sabes que te dejó porque te encontró follando con dos tipos en un motel –

-Jajaja ufff eso estuvo rico jajaja. Pero qué me dices tú, ya le contaste cómo ocurrió todo con el jefe a tu esposo – Respondió Laura.

-No sabe todos los detalles – dijo Ceci sonriendo.

Laura se levantó, se subió al sillón boca arriba, abrió las piernas y atrajo a Ceci hacia sí para que le penetrara con la verga de plástico, me miró y empezó a hablar.

Hicimos una apuesta por dinero. Nuestro jefe es bastante tímido, tiene una esposa y cuatro hijos, nos parece muy sexy. Durante un lunch, cuatro de nosotras, apostamos dinero a quien sería la primera que lograría algo con él. Todas lo intentamos, pero tu esposa, muy inteligente, se retrasó en la entrega de un informe y tuvo que quedarse hasta tarde, solo con él. Había que traer pruebas por supuesto. – Dijo Laura.

Se estiró y tomó su bolso, sacó su móvil, buscó algo un momento y me lo pasó. Corría un video tomado por mi esposa secretamente. Aprovechó el éxtasis del hombre para tomarle video de la cara y de la oficina. Ganó la apuesta.

j-ajaja eres la mejor amiga, gracias por ofrecerme a tu esposo – Dijo Laura.

-Solo por hoy en promoción perra, si lo miras después te mato jajaja- respondió Ceci.

Ellas siguieron tirando, yo repetí el video varias veces, estaba a reventar de la excitación. Tomé a mi esposa por detrás y le di por el chocho un rato.

-Amor… a ella le gusta por el culo – me dijo Ceci retirándose. Se sentó en un sillón, abrió las piernas y empezó a tocarse el coño.

-jajaja ¿será? Muéstrame que tienes – Me dijo Laura poniéndose en cuatro, agarrando ambas nalgas y abriéndose de par en par.

Agarré mi verga cuan dura como estaba y la posé sobre su culo.

-Dame lubricante mi amor – Dije dirigiéndome a Ceci.

Lo tomó de una mesita y me lo lanzó. Se me resbaló y cayó al suelo, me incliné, lo tomé y cuando iba incorporándome de vuelta mi mirada se cruzó con la de Laura. Se lamió los labios y dijo – metemela ya.

Laura gemía como si el punto G estuviera alojado dentro de su ano. Yo entraba y salía con facilidad, era claro que practicaba el anal con cierta frecuencia. Pasado un rato sentí las manos de mi esposa sobre mi espalda.

-¿A quién más le gusta por el culito?- me dijo susurrando al oído.

Sentí como la verga de plástico presionaba y separaba mis nalgas. No era la primera vez. Cecí me penetró despacio con movimientos lentos, afuera adentro, afuera adentro. Al mismo tiempo y en el mismo compás mi verga entraba y salía del culo de Laura. Me vine después de un rato.

Como tenemos una cama King size decidimos que sería buena idea dormir juntos, total no había nada de intimidad que pudiera superar lo que ya habíamos hecho.

A la mañana siguiente nos bañamos juntos los tres, desayunamos en la mesa y nos alistamos para salir. Como era sábado invité a las chicas a almorzar.

-Siempre he querido asistir a una orgia. Sé que es peligroso, que no puede ser en cualquier lado ni con cualquier persona, pero me llama la atención. ¿A ustedes no? – Preguntó Laura durante el almuerzo.

-A mí sí, pero tiene que ser en equipo, lo más interesante es que se disfrute en pareja de aquello. Siempre había fantaseado con que alguien penetrara a Ceci pero solo hasta hace poco se hizo realidad… creo que ya lo superé. En una orgia y con el culo que tiene, tendría que ver como varias se la cogen – dije tocándole una pierna a mi esposa.

-Ufff a mi también me gustaría, deberíamos planearla – dijo Ceci.

-Mientras traigan chicas sexys… yo apoyo la idea – dije.

-Te gusta la idea ¿verdad?… que se cojan a tu esposa tres hombres, uno por el coño, otro por culo y otro por la boca.. – Me dijo Laura susurrando suavemente.

-Uy ¿y por qué yo?… porque no te dejas coger así tú – intervino Ceci.

-Si uno de ellos es tu esposo… yo me atrevo jajaja.

Terminamos de almorzar, llevamos a Laura a su casa. Ceci y yo volvimos a la nuestra. Todo aquello nos tenía muy prendidos. Tiramos. Caímos tendidos en la cama.

-Mi amor… la esposa de mi jefe es muy bonita – Me dijo.

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