Recuerdo mi primera confesión en una iglesia. Principalmente la recuerdo porque tenía las preguntas pensadas y las respuestas del sacerdote eran simples y fáciles de memorizar.
Ahí estaba yo, de rodillas y transformada en un ser angelical.
-Ave María purísima.
-Sin pecado concebida. ¿Cuáles son tus pecados, hija?
-Verá, padre, hace mucho que no me confieso y mis pecados son extensos. No sé por dónde empezar.
-Dime los que más te atormentan y así te sentirás en paz con Dios.
-Es que soy universitaria, estudio Medicina, y mi padre me cerró el grifo hace tiempo. Yo estaba especialmente salida y mi padre me dio un ultimátum. Pero la cabra siempre tira al monte y seguí entregándome a la pasión de la carne.
-¿Y entonces cómo te costeas los estudios?
-Haciendo videos porno. Hago 3 o 4 videos a la semana. Me llaman, me graban, me corro y cobro. De este modo llevo una vida sin necesidades en el campus. De hecho, no soy la única. Somos muchas y a veces grabamos juntas, haciendo las tijeras o lo que nos exija el director.
-¿Y te satisface hacer esos videos?
-Pues sí. Me produce dinero, mucho placer y, además, ser una porno star universitaria te abre muchas puertas y genera muchos admiradores. Voy por los pasillos y todos me saludan y me piropean como los albañiles de una obra.
-¿Y te gusta esa situación?
-La verdad es que sí. Soy la más popular de mi facultad y suelo salir cada mes en el periódico universitario, dando entrevistas y exclusivas. Todos me admiran. Estudiantes, profesorado, todo el rectorado, e incluso los cocineros del comedor.
-Es un camino erróneo y supongo que eres consciente.
-Lo sé, pero mis videos se ven en Hong Kong o Sri Lanka. Reciben millones de visitas y soy realmente famosa por lo que hago. Cuando estoy en una fiesta y deseo un ponche, ya hay 5 chicos dispuestos a traérmela. Soy siempre el centro de las miradas.
-¿Y no has pensado dejar esos videos y reconciliarte con tu familia?
-¿Y dejar de ganar 3000 euros al mes?
-¿Tanto ganas?
-Y puedo ganar más, pero no me hace falta. Me regalan Rolex de oro y bolsos de Loewe.
-¿Quién?
-Le he dicho que tengo muchos admiradores por todo el planeta. Una vez un hombre me regaló un coche Corvette. No pude decir que no. Es que son videos muy bien montados y con un ambiente muy estudiado. Antes era llegar, follar e irme, pero ahora pido más profesionalidad. Mis fans se lo merecen. Por eso no trabajo con cualquier director. En el campus hay 20 o 30 directores porno, pero yo prefiero ir sobre seguro y elijo a los mejores, ya le digo.
-Pero si has venido a confesarte es porque estás arrepentida, ¿no?
-Bueno, en verdad he venido para hacer tiempo. Tengo un trío en 20 minutos y no sabía cómo matar el tiempo.
-¿Cómo dices?
-Hablar de todo esto con usted me moja las bragas. Siempre me ha dado un morbazo hacerlo con un cura.
-Esto es la casa de Dios. Un respeto, jovencita.
-Padre, confieso que me he meado en un vaso y lo he vaciado en la pila bautismal, donde está el agua bendecida.
-¿Cómo te llamas? ¿De qué sitio infernal has salido?
-Del coño de mi madre, de ahí he salido. ¿Le gustaría hacer un video porno juntos? Le prometo ser una santa hasta que me baje las bragas y me abra de patas, ahí ya no le aseguro nada.
-¡Fuera de aquí, hija del Diablo!
-No le he mentido en nada. Todo lo confesado es verdad.
-¡Hemos acabado la confesión!
-¿Cuál es mi penitencia? ¿Follar más hasta que me salgan rozaduras y necesite pomada? -reí hasta la carcajada. El sacerdote enmudeció del todo y no se atrevió a hablar más. Di una patada brusca al confesionario haciéndolo menear…
-¡Púdrase, cabrón!
… y me fui cantando a grito pelado.