Empecé a salir con Lucila, la que hoy es mi mujer, cuando teníamos 18 años.
Me fijé en ella porque era una chica espectacular, con buen tipo y muy guapa.
Con 18 años, lo único que se piensa cuando ves a una chica es en acostarte con ella, así que yo no iba a ser menos.
Un compañero de clase me dijo que había salido con ella 2 meses y que había conseguido meterla mano en el portal de su casa.
No llegó a follársela porque en el portal les podían pillar, pero si le hizo ella una paja mientras él la metía mano por dentro del pantalón y camisa y le tocaba el chocho y las tetas, y estaba muy caliente y mojada.
Eso me puso a mil y me propuse salir con ella como fuera.
Al final lo conseguí, pero lejos de pensar en ella solo para el sexo, me fui enamorando, porque era muy alegre y simpática.
Pero claro, uno no es de piedra y sabiendo lo que me contó mi compañero de clase, al cabo de unos 3 meses me animé a intentarlo yo también.
Para entonces yo ya tenía carnet de conducir, así que un día que disponía de coche le dije que si quería que nos fuéramos a dar una vuelta. Salimos de la ciudad y paramos en un camino aislado, nos pasamos al asiento de atrás y allí empezamos a besarnos.
Poco a poco empecé a tocarla, primero por encima de la ropa y como vi que me dejaba y yo ya estaba como un burro, empecé a hacerlo por debajo. Tenía unas tetas suaves y firmes, el pezón duro y el chochito chorreando.
Ni llegó a masturbarme, en cuanto me bajó la cremallera del pantalón y me toco la verga, me corrí, le puse la mano perdida.
Le dio por reírse y yo, con vergüenza le dije que lo sentía.
Quedamos en que la próxima vez que yo tuviera coche, volveríamos a hacerlo.
Esa fue mi primera experiencia con una chica.
Os seguiré contando.