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Para follar da igual tu cama que la mía (Parte II)

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Todo había pasado tan rápido y como un sueño parecía despertar de él, en la cocina haciéndose un café mi prima miraba por la ventana a punto de irse a trabajar, Ana era guía turística y tenía un grupo esperando en Oviedo, Alex todavía dormía y allí a solas con ella en la cocina me sentía mal por lo sucedido la noche anterior, se la veía disgustada y arrepentida por lo que había ocurrido, al fin y al cabo fue ella quien empezó todo la tarde anterior y con una caricia me preguntó como estaba, que sentía lo de anoche y que su enfado no era conmigo sino con Alex y que la perdonara si en algún momento me había sentido incómoda.

Lo que Ana no sabía que yo fui igual de culpable que ellos al principio de la tarde y que ya por la noche yo era quien quizás más deseaba acostarme con su novio, pero evidentemente no se lo iba a decir, quedé como la niña buena, como a la niña que obligaron hacer algo que no quería, una niña dulce e inmaculada y todo lo contrario, era una niña con ganas de sexo, aventurera sin miedo a lo desconocido y ahora que Alex me había abierto los ojos, una niña buscando cómo disfrutar de su sexo.

Quedamos en vernos por la noche cuando llegara, salir a cenar tranquilamente y acostarnos pronto para así estar descansada cuando el lunes mis padres pasaran a recogerme, la oí despedirse desde la puerta cerrándola tras de si y el silencio inundó nuevamente la casa, un silencio roto solo por el tintineo que daba mi cucharilla al dar vueltas a la taza de café, mirando por la ventana y despidiéndome de mi prima Ana con la mano, me acababa de levantar y tenía unos pelos horribles de una noche dando vueltas y vueltas en la cama, la camiseta arrugada y parte de ella por encima de mis bragas, no me cansaba de mirar la belleza de aquel pueblo asturiano, estaba tan embebida en mis pensamientos que no noté que Alex se había levantado, no lo noté hasta que sentí sus manos rodeando mi cintura, notando como su pene estaba bastante duro por debajo de sus bóxer.

—Hola mi princesa, buenos días. –Me dijo mientras empezaba a besarme el cuello y sus manos subían por mi cuerpo hasta mis senos levantándome la camiseta.

—Buu… buenos días… Alex, me has asustado. –Llegué a decir balbuceando a la vez que le ofrecía mi cuello para que lo besara con más comodidad.

—Que tal ha dormido mi pequeña niña, que sepas que te he echado de menos en la cama. –Alex seguía susurrándome al oído, seguía besándome y sus manos acariciaban la piel de mi tripa con intención de ir metiéndose por debajo de mis bragas.

—Alex… mi, mi prima… –Seguía nerviosa y no atinaba a contestarle.

—Tu prima se acaba de ir, ya lo sé princesa, tenemos todo el día para estar los dos solos. Sus dedos ya acariciaban la frontera entre mi piel y la tela de raso de mis bragas.

—Ya… ay, pero no podemos… auhh, hacerle esto mmm… Alex no mmm. –Sus dedos tocaban mi vello y acariciaban mi clítoris, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás cuando sentía un dedo bajar hasta mi vagina.

—Dime si no lo deseas Lara.

—Mmmm, si, si, lo deseo Alex, te deseo tanto, quiero que me folles aquí, quiero sentir tu polla en mi interior como ayer, hazme tuya mmm. –Mis labios no paraban de moverse, por mi boca salían las palabras que mi cerebro mandaba sin pensar, un cerebro excitado por unos dedos que se metían y salían de mi vagina.

Ya solo podía jadear, mi cabeza hacia rato que se había apoyado en su hombro dejando el cuello libre para él, para que me siguiera besando, mis bragas habían sido invadidas por su mano y sus dedos exploraban mi sexo, metiéndose en mi vagina, no atinaba a decir otra cosa más que me follase, mi prima, un pensamiento al principio me traspasó como un rayo, pero ahora… ¿Quién era mi prima?, no conocía a nadie con el nombre de Ana, solo estábamos él y yo, solos los dos dispuestos a sacar nuestros más bajos instintos y de zambullirnos en un mar de sexo y placer.

Sus dedos se metían en mi vagina humedeciéndola cada vez más, su mano izquierda acariciando mis pechos que despertaban de la noche y su cuerpo presionando el mío contra la encimera, sintiendo su polla clavarse en mis nalgas, Alex me quitó la camiseta y se tumbó hacia mí sintiendo su torso desnudo sobre mi espalda, con sus labios y su lengua fueron bajando besando y lamiendo todos los poros de mi espalda, sus manos en mi costado le acompañaban muy despacio haciéndome estremecer, hasta que llegó a mis bragas que con sumo cuidado y muy lentamente me fue quitando mientras sus besos recorrían mis nalgas.

Notaba como Alex se quitaba el bóxer y sentía su polla dura meterse entre mis muslos, rozando mi vagina, estaba tan excitada que ya estaba abriendo un poco mis piernas para que me la metiera, tan excitada que la sentía dentro de mí sin estarlo, sentía su polla sobre mi rosada vagina rozándose con ella cada centímetro, Alex me cogió de un lado y me dio la vuelta, ahora los dos uno frente al otro empezamos a besarnos como si nos fuera la vida en ello, parando para poder respirar, nuestras lenguas se unían en un baile frenético y nuestras manos acariciaran nuestros cuerpos sin descanso y entonces…

Alex me cogió de las nalgas y girándose me sentó encima de la mesa de la cocina, una mesa amplia de madera con algunas piezas de fruta encima de ella justo en el centro, me sentó en el borde y de pie frente a mí se metió entre mis piernas, puse los brazos en sus hombros rodeándole el cuello con mis manos, elevé suavemente la pierna derecha hasta colocarla en su hombro izquierdo, luego subí mi pierna izquierda e hice lo mismo, pero sobre su hombro derecho, Alex me agarraba con sus manos por mi cintura y flexionando un poco sus piernas separándolas empezó a buscar con su polla mi abertura, unos movimientos torpes al principio, pero que tuvieron su fruto, su glande se encajaba en mi rajita, a partir de ahí era solo empujar y disfrutar.

Su polla se empezó a deslizar suavemente, muy despacio dentro de mi vagina, una sensación de placer me llenaba entera, nos mirábamos a los ojos y lo que ayer eran silencios por su parte, ahora era un baile de jadeos entre los dos, una música de gemidos masculinos y femeninos, sus ojos brillaban, me transmitían paz, felicidad y placer, sus penetraciones profundas, muy profundas robándome mis primeros gritos, su polla iba conquistando centímetro a centímetro el interior de mi vagina haciéndola suya, era como sentirla en zonas de mi interior por descubrir, entrando, explorando partes de mi interior de mi vagina todavía vírgenes.

Cada empujón más fuerte y más rápido, mis dedos no aguantaban y terminé por soltarme de su cuello y tumbarme sobre la mesa empujando y tirando la fruta que caía al suelo, estiraba mis brazos y me agarraba al otro extremo de la mesa, hasta que una vez más y ya eran tres de tres Alex provocó en mí una explosión de felicidad cuando mi espalda se empezaba arquear sobre la mesa, cuando mis piernas temblaron y su polla estallaba en mi interior llenándome una vez más con su semen, los dos sintiendo un orgasmo increíble que nos iba a unir para siempre.

Con su polla en mi interior Alex se tumbó para besarme, para susurrarme al oído cosas bonitas que toda chica quiere oír, su polla no se había desinflado y seguía penetrándome y preguntándome…

—Lara, nos vamos a la cama

—A que cama, a la tuya o a la mía. –Le contestaba sonriéndole.

—Qué más da, para follar da igual tu cama que la mía, da igual una que otra, lo único que quiero es hacerte el amor una vez más.

—Solo una vez más. –Le preguntaba riéndome.

—O dos, o tres, nosotros empezamos y ya se verá, tenemos toda la mañana y parte de la tarde.

—Alex, cállate ya, me da igual donde me lleves, pero fóllame otra vez.

Segundos después estábamos en su cama que era la más cercana a la cocina, los dos sentados encima de ella y besándonos ahora más despacio disfrutando de nuestros besos, saboreando sus labios y de su lengua al meterse dentro de mi boca, despacio nos íbamos amando, despacio íbamos gozando el uno del otro deleitándonos con nuestras caricias, estaba siendo un momento mágico para mí, sentía por Alex algo que no lo podía explicar y no sabía si me estaba enamorando, me fue tumbando en la cama con sus besos acariciando todo mi cuerpo con sus manos, sintiendo su calor en mis pechos, mis pezones tremendamente hinchados y duros recibían toda su atención.

Me había tumbado por completo esperando a que él me cubriera con su cuerpo, Alex se sentó sobre una de mis piernas y de rodillas en la cama separó mi pierna derecha abriéndome y levantándomela por encima de sus hombros, mi muslo sobre su pecho y mi rodilla flexionada para que mi pierna descansara sobre su hombro izquierdo, con su mano izquierda acariciaba de arriba y abajo mi muslo y con su mano derecha me cogía del tobillo izquierdo mirándome. Podía sentir su deseo, mi deseo, el deseo que me hizo acariciar mis senos, mordiéndome el labio inferior con los dientes, cuando su pene por encima de mi tripa bajaba y se frotaba contra mi sexo, contra mi clítoris que recibía unos pequeños golpes con su glande y se hundía entre mis labios hasta mi vagina.

Ni una palabra, ningún comentario, el silencio imperaba en la habitación entre los dos, solo nuestra respiración se atrevía a cortar aquel silencio cuando Alex se echó un poco hacia atrás y con pequeños movimientos de su pelvis su pene empezó a penetrarme, cada centímetro que entraba era un gemido para él, un regalo para mí, un regalo que él me hacía y que yo le devolvía con mis gemidos de placer y lágrimas de felicidad sintiéndole tan dentro, no quería que aquello acabase, no quería que saliera de mi interior, estaba a su merced con movimientos lentos, bombeando su polla en mi vagina despacio viéndome disfrutar y viéndole disfrutar a él, aparte de su polla entrando y saliendo de mi vagina, mi clítoris se rozaba continuamente contra él y mis sensaciones se multiplicaban, era algo increíble.

Estaba tan excitada, tan mojada que no tardé en correrme, un pequeño orgasmo me recorría el cuerpo llenando mi vagina de flujo y facilitándole aún más su penetración, Alex me sujetó con fuerza mi muslo y con su otra mano hacia tope con mi tobillo agarrándolo fuertemente, empezó a empujar con fuerza su polla dentro de mi vagina con golpes secos que hacían que mi cuerpo poco a poco se desplazara hacia atrás, seguía sintiendo el orgasmo intensificándomelo aún más, mis gritos de placer eran tan altos que traspasaban paredes, puertas y ventanas, los intentaba acallar con mi mano tapándome la boca instintivamente, estaba gozando como nunca en mi corta vida sexual, estaba casi al borde del éxtasis.

Alex empujaba su polla cada vez más con fuerza, sacándola y metiéndola a gran velocidad hasta estallar en unos gritos que incluso a mí me sorprendieron, su polla explotaba como un volcán, derramando todo su semen en el interior de mi vagina apagando el incendio que había en ella o quizás reavivándolo porque en ese momento con los dos gritando de placer bajé mi pierna queriéndome dar la vuelta y montarle, no quería que su polla se desinflase, no quería perder ni un minuto de placer con él, no quería perder ni un solo minuto sin estar con él, ni uno solo en que su pene no estuviera dándome placer.

Una vez más los dos llegamos a un estado de éxtasis sexual, una vez más Alex hacia que un delicioso orgasmo atravesara mi cuerpo, una vez más sentía en mi interior como Alex terminaba y se corría, montándole como una amazona mientras él acariciaba mis pechos, apretándoles con fuerza para hacerme parar o ir más rápida, moviéndome arriba y abajo, dejándola bien metida en mi vagina acercándome a él y alejándome apretando fuerte mientras movía mi cadera hasta que agotada caí sobre su pecho sudoroso.

Empezaba a notar como todos nuestros fluidos que se habían unido en una fiesta, en una orgía sexual en el interior de mi vagina y empezaban a salir a la vez que su pene se deslizaba ya cansado y en otro estado fuera de mi interior, quedamos en esa posición un buen rato, los dos resoplando y jadeando, sintiendo su corazón contra mi pecho y soñaba despierta con hacerle mío para siempre, lejos de todos, lejos de mi prima.

Mis sueños traspasaron la fina capa de la conciencia y le susurré al oído un “te quiero”, en seguida supe lo que había hecho, enseguida supe de mi error quedándome muda hasta que al poco él me contestó “te quiero”.

No sabía si había sido para hacerme sentir bien o no, lo que sé que es un te quiero que llevo en el corazón, un te quiero que me hizo feliz…

Por eso en la boda me ocultaba de ellos, yo seguía enamorada aun después de los años, hacia tanto que no nos veíamos y sin embargo si hablábamos a menudo en secreto, un amor secreto que ahora después de tres años una boda nos volvía a reunir, sabia o mejor dicho pensaba que él sentía lo mismo por mí, esa boda, esos días juntos quizás nos cambien la vida, la mía y la de él, pero eso es otra historia que aún está por escribir, de momento yo me permito el lujo de verme envuelta entre sábanas de seda en la habitación de un hotel junto a un mar en calma, en la habitación de un hotel en la montaña con sus picos nevados, en la habitación de un hotel en el desierto o en la jungla más espesa.

Pero eso sí, en cualquiera de los sitios antes mencionados...

Haciendo el amor con él.

(9,10)