Por esas cosas de la vida, no volví a ver a Juan, había sido muy bueno conmigo, era un excelente amante, y había aprendido cosas impensadas con él, pero me alejé o se alejó él, no sé bien que pasó.
Volví a mis paseos nocturnos por la zona gay y conocí algunos tipos, uno era un enfermero del sanatorio Anchorena, se llamaba Daniel, no era muy pintón, pero era muy joven y vital, me cogia muy bien, podía hacerlo varias veces en una noche, y tenía mucho aguante, me río pensando que podría estar leyendo esto, sería muy loco después de tanto tiempo.
Mis paseos por la zona digamos Rosa, los alterne con nuevas visitas al sauna, pero ahora iba solo, quise ver hasta donde podía llegar mi morbo en ese lugar, así que una tarde bien temprano fui, la mayor parte de los tipos iban al salir de la oficina y si eran casados, no se quedaban muy tarde, así que recién pasado el mediodía, no había mucha gente y me sentía más seguro, no tanta exposición, menos oferta de pasivos y más activos para elegir.
Ni bien llegué obviamente guarde mi ropa después de desnudarme, tuve el descuido voluntario, de no taparme con el toallón mientras acomodaba la ropa, eso permitió que un par de maduros que entraron inmediatamente después de mi, me vieran como Dios y mi madre me trajeron a este mundo, me ocupé de que vieran bien mi cola e insinué con gestos, mis preferencias a la hora de estar en la cama, o en las colchonetas o en las camillas o donde fuera que me quieran coger.
Allí rodeado de putos como yo, sentí que en ese lugar podía ser libre y mostrarme ante todos como deseaba ser, el único problema era que me encuentre con algún conocido de otro ambiente, pero eso era para mi, altamente improbable viviendo en una ciudad con millones de habitantes como Buenos Aires, y de última, si eso llegaba a pasar, íbamos a estar en igualdad de condiciones, salvo que me encuentre alguien teniendo sexo y se vaya antes de yo verlo.
Después de acomodar la ropa, guardarla, exhibir mi culo y mis intenciones con poco disimulo, me fui a dar una ducha para estar limpito y bien aseado. Allí también llegaron los dos hombres que ya me habían visto en el vestuario y sobretodo uno de ellos, se tocaba y me mostraba una linda pija que ya empezaba a dar muestras de su verdadera dimensión bastante respetable por cierto.
Salí de las duchas sin apuro y deje que vean adónde iba, entré en una sala común, y por común me refiero a que no era privada, había muchas colchonetas para descansar, o tirarse a coger, muchos lo hacían ahí abiertamente, muchos putos tenemos el morbo de hacerlo delante de otros y a mi ese morbo, se me había despertado y declarado definitivamente.
Esperé un instante en la puerta de esa sala, para que los dos tipos vieran donde entraba, me acomodé en una colchoneta acostándome de costado en posición de cucharita, lo que resaltaba la forma de mi colita parada, les recuerdo que en esa época, yo era un chico de 21 años, bien menudito, lampiño, con cara aniñada, que parecía tener menos edad y con mucha actitud de putito, los dos tipos eran bien maduros, y bien apuestos, no tardaron en entrar y ubicar donde yo estaba, uno fue más decidido y se acostó detrás mío en una colchoneta pegada a la mía, era como estar en un cama matrimonial.
Yo lo miré por sobre mi hombro y no dije nada, solo me acomodé un poco más provocativo y me toqué apenas la cola, de inmediato el tipo empezó a acariciarme el culo muy delicadamente, apenas me rozaba con una mano, cerré los ojos, tragué saliva y sonreí por dentro sabiendo que ese hombre iba a terminar cogiéndome, la palma de su mano recorría mis cachetes parados y tentadores, para cualquier macho al que le gustaran los pendejos como yo, no pude ni quise evitar comenzar a contornearme, moviendo mis caderas con una actitud femenina y dando una señal inequívoca de estar gozando sus caricias.
De pronto sentí la yema de uno de sus dedos, apoyarse en la puertita de mi agujero, comenzó a moverlo suavemente sin introducirlo, empecé a jadear y desesperarme, sin dejar de hacerlo se acercó bien a mi oído y me dijo
– ¿te gusta putito?
– Me encanta – contesté
Entonces apoyé mi cuerpo ladeado sobre uno de mis codos, incorporándome levemente, sin cambiar mi cola de lugar, que seguía recibiendo esas suaves caricias, entonces metiendo un par de centímetros su dedo dentro de mi ano, me dijo muy despacito
– Tocate los pezones vos solo putito
Cerré los ojos y lo hice, me acaricié solo mis pezones como me dijo muy suavemente, e introdujo un poco más su dedo, me estremecí por lo que me hacía y no me importó que cuatro tipos estuvieran mirando la escena como espectadores privilegiados de un estreno porno, que escuchen y vean mi jadeo y mis gemidos afeminados, en eso, el otro tipo que me había estado viendo en las duchas, se acomodó en cuclillas frente a mi, sacó mis dedos de mis pezones y me los empezó a retorcer y estirar él, acercó su verga, también muy deseable, a mi boca y sin decir nada, la puso tocando mis labios, empecé a lamerle la punta, lamí su glande, centrando la atención y moviendo bien rápido mi lengua en el orificio por donde sale la lechita, en el ojito de la pija.
El que estaba atrás mío metiendo su dedo en mi ano, en medio de mi agitación dijo:
– te vamos a coger nene, vas a entregarnos la colita, puta
Nada me importó que los cuatro tipos que estaban cerca se hubieran acercado más y estuvieran parados casi al lado nuestro para ver mejor y por lo menos dos de ellos se estuvieran masturbando sus tremendas vergas.
Mi agitación y jadeo iban en aumento, casi incontrolable, al escucharlo decir que iban a cogerme y tratarme de puta, me metí más de la mitad de la pija que estaba frente a mi en la boca, se la chupe desesperadamente, mi calentura era terrible, en eso sentí que el de atrás estaba empezando a penetrarme, se acomodó bien y comenzó a meter su verga muy lentamente sin cambiar de posición, mi ano no se resistió, el tipo sabía bien lo que hacía y me apretó las nalgas hacia los lados y las separó bien, así no tuvo problema en que mi agujero se abra y me la puso bien adentro y hasta los huevos, dándome muchísimo placer que pude expresar de ésta manera
– Ahh, ohh, mmm papá, como me coges, que divino sos, me volves loca amor, que buena pija tenés, oh Dios mío, mmm por favor no pares, me vas a hacer acabar guacho
Todo eso lo dije mientras el que había estado haciendo que se la chupe, me lleno la cara de semen, escupiéndola a chorros sobre mis mejillas, y toda mi cara, el de atrás tampoco aguanto más y anunció que se iba a correr y como yo también acabé como una perra, no pude ni tuve la claridad mental para evitar que me deje todo su esperma adentro, lamentablemente en esos días se empezaba a escuchar con mucha fuerza del tema de la peste rosa, que era un virus que atacaba solo a homosexuales, no había información muy clara al principio y quien tenía la desgracia de contraerlo, sufría una muerte horrible.
En ese momento decidí que, a pesar de lo mucho que me gustaba el contacto piel a piel, nunca más iba a permitirme tener sexo sin condón y tampoco iba a tragar semen por la boca, por mucho que me gustara saborear la leche de un macho entre mis labios, deje de hacerlo, cosa que me trajo muchos rechazos de tipos que no quieren entender y creen que los putos deben tragarla obligadamente, pero de ninguna manera volví a tragar esperma.
Los dos acabaron y se fueron, sin siquiera preguntar si yo estaba bien o si quería acabar. Quede tirado ahí un rato, con la cola hacia arriba, uno de los tipos que había estado viendo la escena, se acercó, me acarició las nalgas y como no dije nada, me las separó con sus manos, y se puso a lamer mi ano, eso me da tanto placer que no me importó ni haber visto la cara del hombre, dejé que me lo haga, hasta que él solo decidió que era hora de cogerme, yo estaba entregado y algo triste, sentía que los dos tipos que me cogieron antes, solo me habían usado como una cosa, y la verdad éste que estaba a punto de penetrarme no era muy distinto, pero ya me daba igual y me deje coger como una prostituta que mira el techo mientras se la coge un tipo que paga por eso.
El tipo sació su necesidad y yo un poquito también, porque había disfrutado la chupada de culo que me dio.
Después de eso estuve un tiempo sin ir al sauna, hasta que tuve ganas de darle una nueva oportunidad a ese tipo de lugares, y por suerte tuve experiencias mucho mejores y satisfactorias.
Espero que les haya gustado y pueden dejar sus comentarios aquí o escribirme a [email protected]
Besos a todos mis lectores.