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Mi suegra y su panocha apretada por falta de uso

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Una buena parte de la noche mi novia y su mamá se la pasaron haciendo el amor, sus gemidos, sus besos y el movimiento de la cama me despertaban a cada rato, aprovechaban que estábamos donde nadie sabía que son madre e hija y creo que ni ellas pensaban en eso. Estaba contento por Yesica, sabía que disfrutaba coger con su mamá. Yo esperaba la noche para tener ese cuerpo maravilloso sobre mí, disfrutarla, hacerle todo lo que mi novia me había metido en la cabeza que le gustaría verme haciéndole.

Me levanté temprano y sin despertarlas fui al pueblo a comprar el almuerzo, ellas seguían dormidas pues casi toda la noche se la pasaron haciendo el amor. En el balneario ya había más familias acomodando sus casas de campaña, algunos ya nadando en las albercas. Casi al medio día se levantaron, se pusieron sus bikinis del primer día, esos que les cubrían la mitad de las nalgas y de las tetas, sonreían entre ellas y esas sonrisas las hacían verse más hermosas. Almorzamos y tendimos unas toallas sobre el pasto para descansar y reposar la comida, las miradas de muchos estaban sobre mi novia y su mamá. Nadábamos por ratos y nos salíamos a recostar de nuevo, se pusieron bloqueador solar la una a la otra, acariciándose el cuerpo y en cada oportunidad que tenían se tocaban, se miraban cómplices de algo que nadie se imaginaba, solo nosotros.

Por fin llegó la noche, más fría que las dos anteriores, estuvimos hasta muy tarde afuera de la cabaña sentados viendo las estrellas. Yesica, sentada entre su mamá y yo, nos besaba por turnos y después de un rato se puso de pie, nos tomó de las manos y nos llevó dentro de la cabaña, encendimos las velas y la chimenea, empezó a quitarme la ropa mientras me besaba cachondamente hasta que quedé desnudo, me llevó a la cama y me recostó. Luego fue con Melinda que seguía de pie, la besó cómo a mí y una a la otra se quitaron la ropa quedando ambas en calzones y brasier, y así acostó a su mamá a mi lado, sentándose ella en la orilla de la cama para ver de cerca lo que venía.

Comencé a besar a mi suegra y la subí sobre mí estando yo boca arriba, el roce de su brasier en mi pecho y de su pantaleta sobre mi verga me excitaban mucho, ella frotaba su panocha haciendo círculos sobre el tronco de mi verga. Sin quitarle el brasier saqué sus pezones que estaban grandes y duros, comencé a chuparlos y ponerlos entre mis dientes, ella gemía y su cuerpo temblaba, al levantarla así, su panocha quedaba sobre la cabeza de mi pene y con su vaivén me causaba un poco de dolor, el cual yo disfrutaba. Empecé a bajar su calzón, se separó un poco de mí para ella misma quitárselo rápido y regresar a la misma posición, yo acariciaba sus nalgas, las sobaba y mis dedos llegaban a la entrada de su ano, al sentirme ahí ella apretaba su culo evitando que mi dedo entrara, me dediqué solo a seguir sobando sus nalgas. Comenzó a bajar besando mi cuello y mi pecho, ya deseaba sentir esa boca en mi verga, se hincó entre mis piernas y tomando mis huevos con una mano y mi tronco con la otra empezó un movimiento circular de arriba a abajo chupando la cabeza, algo que ni Yesica ni mi tía Rosario me habían hecho antes, y me hacía retorcer del gustó que me daba, chupando verga, tenía mucha experiencia. Sentí que me venía, así que antes le pedí que me dejara chuparla también, se acomodó en 69 sobre mí y regresó al mismo movimiento de mamada, yo metía mi lengua en su panocha lo más que podía mientras abría sus nalgas y al hacerlo se abría también su ano, dirigí mi lengua a su agujero y no me lo impidió, así que empecé a penetrarla y se acomodó de tal modo que mientras le hacía el oral en el ano, ella frotaba su panocha en mi mentón, sin detener su movimiento en mi verga, se movía mas rápido, me jalaba la piel del tronco tan fuerte y aunque me dolía, estaba cerca de mi orgasmo. Empecé a gemir y a venirme en la boca de mi suegra, pensé que se apartaría pero no lo hizo, recibió toda mi leche en su boca, succionaba tratando de exprimir todo lo que pudiera y pude sentir el momento en que al sacar mi verga de su boca, pasó mi semen por su garganta, sin duda tenía mucha experiencia. Me encantó lo que hizo y la venida tan rica que tuve. Yesica estaba teniendo un orgasmo mientras se masturbaba a unos centímetros de nosotros, después me contó que su mamá le enseñó la lengua mostrándole que se los había pasado todos.

Mi verga seguía dura. Melinda después de darme un beso en la boca y pasarme el sabor de mi semen, se acomodó a un lado de mí en posición de perrita quedando su culo frente a Yesica, yo me paré y me puse atrás de ella, me acomodé hincado entre sus piernas y puse la cabeza en la entrada de su vagina, tuve que hacer algo de presión para entrar y me costó trabajo deslizarme dentro de ella, mientras gemía y me pedía que lo hiciera despacio, a diferencia de Yesica y mi tía con quienes lo hacía más seguido, mi suegra estaba apretada, sentía la presión en mi verga, así que las metidas las hacía despacio y en cada metida entraba un poco más, hasta donde ella me pidió que la dejara, aún quedaba un tramo de mi verga por entrar, pero con lo que tenía adentro se sentía bien, así que hasta ahí entraba y salía, cada vez más rápido, gemía y sus gemidos eran entre placer y dolor, con cada metida yo entraba un poco más y después de algún rato, mi abdomen ya chocaba con sus nalgas, me acordé que Yesica me contó que su papá le daba nalgadas a Melinda, así que yo hice lo mismo, lo cual parecía gustarle pues echaba su culo hacia atrás y gemía más fuerte. Con sus tetas colgando y solo sus pezones fuera del brasier, Melinda volteó a ver a Yesica que estaba hincada en la orilla de la cama, con las piernas medio abiertas y masturbándose con una mano mientras sobaba sus pechos con la otra, reposó su rostro y tetas sobre la cama y extendió su mano para acariciar la pierna de su hija. Al tener empinada así a mi suegra tomé sus caderas y mis embestidas fueron más fuertes, lo apretado de su panocha me hacía tener la sensación de una succión cómo la de la mamada que me había dado, comenzó a temblar su cuerpo y a mover sus caderas cómo atrayéndome más hacia ella, su vagina comenzó a contraerse y sentí muy caliente y húmedo dentro de ella gemía fuerte y trataba de callar sus gemidos poniendo su cara en la almohada. Yesica le siguió en gemidos y al terminar se acostó a un lado de su mamá.

Las dos parecían sin fuerzas, recosté completamente a Melinda sobre la cama y así boca abajo, sin sacarle la verga me la seguí cogiendo, se sentía muy apretada y en esa posición parecía que algo me doblaba la verga por dentro de ella, quien se quejaba un poco cuando yo estaba en ese punto dentro de ella. Mi cuerpo estaba apoyado sobre mis brazos y así solo movía mi cadera entrando y saliendo, mi suegra quien tenía las piernas medio abiertas, solo se dejaba coger, parecía agotada, pero sus gemidos tenues demostraba que lo disfrutaba. Así después de un rato me vine dentro de ella mientras Yesica me veía a la cara y sonreía al ver mis gestos de satisfacción.

Con un poco de dolor saque mi verga de la panocha de mi suegra. Le dije: "Suegrita estás bien apretada vamos a usarla más seguido si?". Ella me contestó: "Sí, cuando quieran, pero hay que ser muy discretos, nadie debe saber lo que hagamos de acuerdo?". Y tanto Yesica cómo yo le contestamos que así sería. Después de una cogida así, nos quedamos dormidos los tres.

Por la mañana el encargado nos fue a avisar que ese día se acababa nuestra estancia, en el balneario ya había muchas familias y visitantes, así que estuvimos de acuerdo los tres en ya irnos. Recogimos nuestras cosas y salimos antes del mediodía a pasear al pueblo y a comer. Nos tomamos fotos y ya por la tarde salimos hacia Morelos, donde vivimos, a dónde llegamos casi a la media noche. Cuando entramos a su casa, se levantó mi cuñada Luisa, nos saludó y dio la bienvenida, luego se fue a acostar. Yo me despedí con un beso en la boca de mi suegra, quien me dijo: "hasta mañana gordito nalgón, me dejaste adolorida cómo a Yesica cuando la desfloraste, me las vas a pagar" y luego se metió con su maleta a su cuarto. Yesica salió a despedirme a la calle, me abrazo fuerte con sus brazos en mi cuello, me incliné para besarnos y con un beso apasionado y tierno me dijo "Gracias amor. Te amo para siempre." Nos dimos las buenas noches, se metió a su casa y yo fui a entregar el coche a mi abuelo y a dar las gracias por prestármelo.

Y así tuvimos muchos encuentros calientes con mi suegra, casi siempre los tres, mi esposa, mi suegra y yo.

Saludos y gracias por leernos, ojalá sigan disfrutando de nuestros relatos.

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