Allí estaba yo, a 4 patas como una perra en celo, en mi cama matrimonial, siendo follada como nunca recordaba, solo se oían mis gemidos y los suyos y el ruido de chapoteo que hacia su polla al entrar y salir de mi coño lleno de mis jugos, estaba excitadísima, solo que el que me estaba follando no era mi marido, era su padre, que ¿cómo empezó?
Juan y yo nos habíamos conocido 4 años antes a través de unos amigos comunes, entonces teníamos 21 años, era alto, moreno, de ojos marrones, atractivo más que guapo. Yo mido 1,65, soy morena de ojos oscuros y lo que más resalta de mí son mis tetas, son grandes, de más joven tenía complejo por su tamaño, pero conforme fui creciendo y veía las miradas de los hombres sobre ellas y también de las mujeres con envidia, se me fue pasando la tontería.
Juan vivía con su padre, Miguel, su madre había fallecido cuando tenía 17 años, me lo presento un día que fuimos a cenar a un restaurante y nos encontramos allí con él y un amigo, era alto, moreno con ojos verdes y era guapo, además tenia buen físico, me entere después que siempre le había gustado correr y por ello se mantenía en forma, me saludo con dos besos y paseo sus ojos de arriba a abajo por mi anatomía hasta detenerse más de lo necesario en mi delantera. Desde entonces cada vez que lo veía me sentía incomoda, siempre me hacía un escaneo visual, un día se lo comenté a Juan y él le quito importancia diciendo que su padre era un hombre, soltero y que aún se sentía joven y que yo era preciosa que no le extrañaba que me contemplara así. Yo le pregunte si no salía con nadie y me contesto que si pero que nada serio, que sabía que quedaba con mujeres pero no se ataba a ninguna, eran solo amigas…
A los 2 años más o menos Juan y yo nos fuimos a vivir juntos, alquilamos un piso y pasamos a convivir, a los pocos meses le ascendieron de puesto a uno de comercial y ello supuso que le cambiaran de ciudad, no estaba muy lejos pero eran 100 km casi ida y 100 vuelta, sopesamos los pros y los contra y no podía dejar pasar la oportunidad, por lo que busco un piso pequeño para alquilar y pasar allí la semana. Se iba domingo por la tarde y volvía viernes por la tarde, con lo que pasamos a estar juntos solo los fines de semana. Primero las cosas iban bien, pero después entre el trabajo, cansancio y la rutina que empezó a acomodarse en nuestra relación…a veces parecía que lo hacíamos todo premeditado, follábamos los sábados, apenas salíamos porque Juan por su trabajo estaba siempre de aquí para allá y cuando nos veíamos no quería salir, y yo era al revés, me sentía sola y se me caía la casa encima.
Empecé a salir a caminar por las mañanas y un día me encontré con Miguel, mi suegro que iba corriendo, se paró me escaneo como siempre y comenzamos a hablar, nos tomamos un café y me pregunto qué tal estaba, le dije que bien, pero me dijo que no tenía buena cara, le dije que no había dormido bien y me comento que ese sábado era su cumpleaños y quería invitarnos a comer a Juan y a mi, le dije que seguro que a su hijo no le apetecía, y me dijo que no me preocupara que él lo convencería.
Ese viernes cuando Juan llego me comento que el sábado iríamos a un restaurante que había reservado su padre mesa para los 3, para celebrar su cumpleaños, que no le hacía mucha ilusión, pero como le insistió tanto le supo mal decirle que no. Al día siguiente me puse una falda por encima de la rodilla, un jersey de cuello alto donde mis tetas se ceñían perfectamente y mis botas, todo ello rematado con un abrigo blanco que resaltaba mi oscura melena, y nos fuimos para el restaurante.
Nada más llegar Juan felicitó a su padre, me acerqué y Miguel me escaneo como siempre, deteniéndose en mis tetas, me miró a los ojos sonriendo y me dio dos besos esta vez cerca de los labios, mientras yo le felicitaba. La comida pasó normal, con miradas de mi suegro a mi y conversación trivial con su hijo. Al despedirnos Miguel me preguntó si el lunes le podía acompañar al taller a dejar su coche y luego llevarle al centro comercial que tenía que recoger algo, y le dije que si.
Ese lunes seguí a Miguel hasta el taller dejó su coche y con el mío nos fuimos al centro comercial, llevaba una falda que se subía más de lo normal sentada, y un jersey que aunque no era ceñido me quedaba muy bien, Miguel como siempre me contempló pero esta vez me dijo que estaba muy guapa, le sonreí pero no dije nada.
Llegamos al centro comercial y nos metimos en el ascensor con un montón de gente más, el ascensor se iba parando en varios pisos y no paraba de entrar gente. Nos fuimos apretujando y Miguel estaba detrás de mí, se pegó a mi cuerpo, me tomó de la cintura y noté su dura erección en mi culo, y aunque debería haberme controlado no quise hacerlo, me pegué más a él y me moví sobre su polla, pegó su boca en mi oído y gimió apretándome aún más.
El ascensor hizo varias paradas y nos quedamos solos, en cuanto se cerraron las puertas me giró y me besó, metiéndome su lengua, y sus manos fueron a mi culo apretándome contra él, metí mi mano entre los dos y le toqué su polla por encima del pantalón, era grande y estaba súper dura, deseé tenerla dentro, él subió mi jersey y me tocó las tetas.
-Joder que tetas tienes, no sabes cómo me ponen y lo mucho que he deseado tocarlas, besarlas…
En cuanto dijo esto empezó a chuparme los pezones… y le dije:
-Va monos a casa, quiero que me folles, pero no aquí en un ascensor.
Fui conduciendo hasta casa metiéndonos mano en el coche que no sé cómo llegamos. Nada mas cerrar la puerta me subió la falda, me bajó las bragas y me comió el coño, estaba muy húmeda, como nunca y noté el clítoris hinchado, “eres deliciosa, mira como estas de húmeda” me dijo mientras me metía un dedo a la par que me lamía de arriba a abajo, le dije que estaba ya a punto de correrme y me dijo que lo hiciera en su boca. Estallé en un orgasmo como nunca y el me miró lleno de mis jugos.
Me besó y me dijo:
-Mira que bien sabes ¿no te hace esto mi hijo? Seguro que sí, eres una mujer caliente, seguro que ahora que os veis menos estáis follando todo el día.
-No, la relación con tu hijo no es más que rutina, no me apetece follar por follar -y se sorprendió-. Lo que acaba de pasar es lo mejor en meses en cuestión de sexo, y si va a ser así quiero que me folles, quiero ser tu putita.
-Claro que lo vas a ser, putita, ven aquí, chúpame la polla, llénala bien de saliva, que te la meta en ese coño tuyo tan húmedo, quiero que cabalgues en mi polla y me la llenes de tus jugos y llenarte de leche todo tu coño.
Le bajé el pantalón y el bóxer y saqué su gran polla, dura, la empecé a mamar de arriba a abajo, pasando la lengua por todo el glande y con una mano le amasaba los huevos mientras el gemía, y decía:
-si putita, así cómetela bien, que bien lo haces.
Después de estar mamándosela un rato me hizo parar, nos fuimos a la cama y me subí encima de él, me metí su polla y comencé a cabalgar, mientras el me tocaba los pezones y me los lamia, poniéndome a mil.
-Así, cabálgame así, que bien putita, me das mucho placer, mira que tetas, me encanta chuparte los pezones, mira que duros ummm -Estaba a punto de correrme y me dijo:- No, aun no, ponte a 4 patas, quiero metértela por detrás.
Me puse a 4 patas y me la metió de un empujón, y empezó a bombear frenético, mientras gemía como un loco, yo hacía lo mismo sentía su polla en lo más hondo de mí, mientras sus dedos me pellizcaban los pezones, bajo una mano hasta mi coño y me dijo:
-Mira como estas, uf. -Y cogiendo un poco de mis jugos los puso en mi culo- Te voy a meter un dedo, putita, seguro que te gusta -Lo fue metiendo poco a poco hasta que estaba todo dentro, empezó a meterlo y sacarlo a la vez que me follaba con su polla, y no aguante mucho mas:
-me corrooo!!! -Le dije gimiendo como una perra y él se corrió a la vez dentro de mí, dándome toda su leche, en el mejor orgasmo de mi vida.
Después de toda esta acción nos quedamos dormidos en mi cama los dos. Hubo más sexo, pero eso es otra historia que contaré otro día.