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Mi tía, mi prima y la montaña (4): Un día movido
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Tiempo de lectura: 10 minutos

—¡Tienes que seguir contándomelo!

Le increpé con desasosiego, esa historia me ponía tan caliente como un buen sobo.

—Jajaja, te está gustando, ehh!

—Sabes lo que es el morbo? Le pregunté impaciente.

—Claro!

—Pues creo que esa historia tiene mucho morbo y eso me pone como un tren de mercancías!

—Jajaja, vale! Te la seguiré contando, pero de una forma especial!

—Cómo?

—Túmbate boca abajo. Yo me tumbaré sobre ti y te la iré susurrando al oído

—Creo que es una idea estupenda!

Contesté tumbándome de inmediato. Al tumbarse, sentí como su carne se fundía con la mía de una forma deliciosa. Pensar que tenía su coño sobre mi culo y sus tetas sobre mi espalda era algo que ya me excitaba antes de empezar. Acercó su boca a mi oreja y la mordió con suavidad.

—Por dónde iba?

—Tu amiga Marta había conseguido tragarse la polla entera de su padre!

Contesté con rapidez. Ella recostó su cara dejando su boca muy cerca de mi oreja.

—Pues Marta aprendió a chuparle la polla como a él le gustaba y todos los días antes de acostarse le hacía una mamada hasta dejarle seco. Me dijo que su padre había superado sus reminiscencias y estaba encantado, pero claro, ella no disfrutaba como él. Al cabo de una semana de perfectas mamadas le pidió que se lo hiciera a ella. Su padre accedió y comenzó chupándole los pezones. Como ya te he dicho, a pesar de estar bastante delgada, tiene buenas tetas, y los pezones son como pitones! Jajaja. En ese momento descubrió que los tenía muy sensibles y se excitaba mucho con las chupadas que le daba. Su padre fue comprobando diferentes partes de su cuerpo, su cuello, las orejas los dedos de los pies, el interior de sus muslos, vamos, que no se dejó ni un céntimo del cuerpo sin chupar.

—Y qué le gustaba más? Pregunté con impaciencia.

—Pues a la muy guarra le gustaba casi todo, jajaja! Pero cuando llegó al coño me dijo que se puso como loca!

Laura movía su pelvis de vez en cuando para que sintiera rozar su coño contra mi culo. También hacía que las tetas se movieran sobre mi espalda. Pensé “que forma más maravillosa de escuchar una historia morbosa de sexo!”

—Después de comerla el coño y hacer que se corriera un par de veces, me dijo que le metió la lengua en el culo y casi se corre de nuevo!

—Pues si que debe ser caliente tu amiga! Dije sin poder evitar pensar en follármela.

—No lo sabes tú bien! Es una hoguera andante, jajaja!

—Me la presentarás? Pregunté sin pensar que la pregunta podría afectar a mi prima, pero de nuevo su naturalidad me sorprendió.

—Jajaja, ya te apetece follártela, ehh!

—No, no! Solo es curiosidad por verla!

Contesté para salir del paso

—Jajaja, que yo sepa, solo ha follado con su padre, aunque a lo mejor hace una excepción contigo por se mi primo!

Me dijo mordiéndome la oreja y restregándose más notoriamente contra mí.

—Ya estoy entusiasmado follando contigo! Creo que no necesito más!

Intenté arreglar el embrollo. También pensaba en mi tía, y me trastorne viendo en que no daba para tanto. Pero mi prima no era nada celosa ni tampoco absorbente y volvió a sorprenderme.

—Luego la llamo y si quiere podemos ir a su casa a que nos invite a una cerveza!

Mi cara debía de ser un poema por la risa que le dio a mi prima al mirarme.

—Tranquilo, solo será una cerveza, jajaja! Ahora vamos, que ya se debe haber levantado mamá!

Mi tía estaba sentada en la mesa del jardín tomándose un café. No dijo nada, tan solo nos miró con una sonrisa intrigante.

—Hola mamá! He pensado en llamar a Marta para que nos invite a una cerveza y así le presento a Gus!

—Es una buena idea! Así Gus puede ir conociendo a gente! No vengáis muy tarde!

—Ya sabes que madrugo mucho y me gusta dormir siete horas.

Laura llamó a su amiga y después de casi cinco minutos de conversación…

—Joder, lo que me ha costado convencerla!

—Pero ha accedido? Preguntó mi tía.

—Si, pero me ha costado!

—Es que es demasiado tímida. Apenas sale de casa, y cuando lo hace se va sola al campo! Dijo mi tía dirigiéndose a mí.

Cogimos el coche de mi prima y nos dirigimos a su casa. Apenas eran unos dos kilómetros.

—Como la has convencido?

Le pregunté nada más arrancar.

—Pues le he dicho que tenía un primo que acababa de llegar y que estaba buenísimo!

—Joder, eso le has dicho?

—Y algo más! Jajaja!

—Que más? Le pregunté intentando parecer algo indignado.

—Pues que me acabas de echar un polvo bestial!

—No me jodas! No me lo creo!

—Pues créeme, era la única manera de convencerla!

—Pero eso es algo íntimo!

—Es que somos muy íntimas! Ella me contó lo de su padre, que es más íntimo. Y no solo eso, digamos que también… me lo prestó! Jajaja!

Estaba alucinando cuando llegamos a su casa. Creo que me había puesto colorado y no me bajaba el calor de la cara. Allí estaba Marta, esperándonos con un vestido floreado que le llegaba hasta la mitad de sus delgados muslos, pero con un generoso escote que mostraba lo mejor de su cuerpo. Como había dicho Laura, tenía unas tetas que no parecían de ese cuerpo. También llevaba su pelo oscuro recogido en una coleta. De cara no era muy agraciada, sobre todo su nariz aguileña. Su boca era grande, y sus labios no estaban mal. Se los había perfilado con un carmín rojo que los resaltaba más.

Laura nos presentó y su timidez era patente, aunque desde el primer momento intentó agradarme. En mi mente revoloteaba la idea de que sabía que me había follado a Laura y podría apostar a qué estaría pensando en eso. Nos habíamos sentado en el jardín a beber unas cervezas y a charlar, y yo procuré ser lo más agradable que pude haciéndole ver que estaba encantado de conocerla.

Marta fue cogiendo confianza y comenzó a coquetear abriendo más su escote y sonriéndome de una forma insinuante. También se subió un poco el vestido con disimulo para mostrarme una gran parte de sus delgados muslos. El vestido era bastante ajustado al pecho y podía ver la marca de sus pezones, esos pezones que me había descrito Laura. Creo que mi polla reaccionó ante esa imagen, mitad real, mitad imaginada.

A la media hora ya se había soltado por completo y me tocaba el hombro cuando me hablaba y a veces la pierna. Se reía sin reparos abriendo su gran boca y recordé la escena que me había descrito Laura comiéndole la polla a su padre. Estaba tan salido, que tan solo con imaginarlo mi polla se endureció y temí que se notara el bulto en mis pantalones cortos.

En un momento dado Laura se levantó.

—Me voy a ver los conejos que hace tiempo que no los veo!

Dijo con una sonrisa algo pícara. Al momento se perdió andando hacia el fondo de la finca. Marta y yo nos habíamos quedado mudos, a ninguno de los dos nos salían las palabras. Nos mirábamos, nos sonreímos, pero estaba seguro que los dos pensábamos en follar.

—Tienes una sonrisa preciosa! Me atreví a decir rompedora el incómodo silencio.

—Gracias! Te gusta mi vestido? Preguntó abriendo descaradamente el escote para enseñarme una de sus tetas casi al completo.

Fue tan descarado que pensé que quería oír mi opinión sobre sus tetas y decidí tirar a lo derecho.

—Es muy bonito, pero creo… que tus tetas lo son más!

Parecía que estaba preparada para una pregunta de ese calibre y su respuesta fue inmediata intentando que me reafirmara.

—De verdad que te gustan?

—Por supuesto! La parte que se ve me parece deliciosa!

Lancé el azuelo haciéndola saber que me gustaría ver más. Se quedó pensando unos instantes mirándome con una sonrisa diferente, ahora en su gran boca se dibujaba la lujuria.

—Te gustaría verlas? Me preguntó con ojos brillantes.

—Estoy deseando! Dije casi con naturalidad, como si aceptará un refresco.

—Ven, vamos a la cocina a por otra cerveza! Dijo levantándose de la mesa.

La seguí como un perro cuando le da la orden su amo. El vestido se ajustaba a la mitad de su pequeño culo y después se abría en un par de volantes, algo que favorecía a su delgada figura. Mi mente de salido volvió a actuar pensando en lo delicioso que sería abrir un culito tan pequeño. Cuando llegamos a la cocina se dio la vuelta quedándose frente a mi a menos de medio metro y sin previo aviso tiró de la tela del vestido haciendo que un par de corchetes saltaran. No llevaba sujetador y sus tetas afloraron con dos pezones como pepinillos apuntando a mi pecho.

—Que te parecen? Me preguntó con una sonrisa lasciva que llenaba toda su cara.

Tragué saliva con los ojos fijos en sus dos pitones rodeados por una pequeña aureola. Me dieron ganas de empezar a chuparlos, pero mi mente racional, que por suerte todavía funcionaba, me advirtió que no era el momento.

—Son realmente preciosas, como tú!

Contesté en un intento de halago a toda ella. Me imaginaba que recibía pocos piropos, y cualquier halago lo recibiría con entusiasmo.

Como un resorte se pegó a mi y su gran boca tapó la mía. Instintivamente lleve mis manos a su espalda y agarré su pequeño culo. Era pequeño, pero duro y con una redondez casi perfecta. Sus brazos rodearon mi cuello y su lengua invadió mi boca como un huracán húmedo y caliente. Fue un beso relativamente corto, pero lleno de un fuerte sabor a lujuria.

Se despegó con la misma rapidez que se había pegado y se abrochó los corchetes con rapidez.

—Que vas a hacer mañana por la mañana?

Me preguntó sabiendo que por las mañanas Laura trabajaba.

—Pues no sé, no había pensado en nada!

—Quieres que te vaya a buscar y te enseño un sitio precioso donde tengo las ovejas?

Sabía que hablaba de sexo y las ovejas eran tan solo una excusa, y a mi cuando me hablan de sexo no se decir que no.

—Vale! Será interesante. En mi vida he visto una oveja real!

Una carcajada desbordó su gran boca y me dio otro beso fugaz en los labios. Cogió tres latas de cerveza y salimos de nuevo al jardín. Al momento apareció Laura y nos las tomamos con una charla animada. Después nos despedimos y Marta, sin cortarse, lo hizo dándome un beso en los labios.

—Le has gustado, ehh!

Me dijo Laura de camino a casa.

—Nos hemos caído bien! Sonreí.

No quise esconder nada a Laura y le comenté la invitación de Marta para ver ovejas. Soltó una gran carcajada al oírlo.

—Pues desayuna bien que lo vas a necesitar! Jajaja!

Volvió a reír advirtiéndome de lo que me esperaba. Llegamos a casa cuando el sol se hundía bajo el horizonte. Mi tía ya tenía la mesa puesta con la cena y cenamos mientras Laura le contaba a su madre lo contenta que se había puesto Marta al conocerme. También le comentó que me vendría a buscar al día siguiente para enseñarme las ovejas, pero no hizo comentarios de lo que había pasado.

Al terminar, Laura dijo que se iba a dormir, pero capté una seña que le hacía a su madre.

—Ves poniendo unas copas que tengo que subir a colocar la ropa que he planchado!

Me dijo mi tía. Las dos desaparecieron por las escaleras y el morbo y la curiosidad me hicieron seguirlas a escondidas.

—Ufff, que contenta estoy de que haya venido el primo!

—Me alegro mucho hija!

Las oí que hablaban en la habitación de Laura. Se habían dejado la puerta abierta y me arriesgue acercándome más. Me agaché para asomarme desde abajo pensando que desde esa posición sería más difícil de que me vieran. En ese momento estaban abrazadas besándose.

—Pero me sigue apeteciendo estar contigo mamá!

—Ufff, ya sabes que a mí me gusta!

Laura había bajado una mano y la metía bajo el vestido de su madre mientras la besaba el cuello y la cara. Mi tía se desabrochaba el escote del vestido y sus tetas escaparon de la tela con los pezones duros y punzantes. Al momento la boca de mi prima los devoraba como si fuera una suculenta cena. Mi tía no tardó en comenzar a jadear. Estaba claro que su hija sí sabía cómo chupárselos, o quizás serían esos labios densos y abundantes.

Laura la empujó contra la cama y se quitó la ropa con rapidez. Su cuerpo desnudo estaba esplendoroso iluminado con la luz artificial. Se sobó las tetas mirando a su madre postrada sobre la cama.

—Te gusta mi cuerpo mamá?

—Tienes un cuerpo delicioso!

—Pues al primo también le gusta porque me ha reventado contra la manta!

—Ufff, tiene que haber sido tremendo!

—Ha sido la leche! Pero ahora lo que me apetece es comerte el coño y que me empapes la cara con una buena corrida! Me encanta el sabor de tus corridas!

Se lanzó a la cama y metió la cara entre los muslos de mi tía. Ésta flexionó las piernas y puso la mano sobre la cabeza de su hija. En pocos segundos comenzó a gemir y las chupadas se hicieron más sonoras. Dejo de chuparle el coño para lamerla el vientre y las ingles. Podía ver su lengua empapando el cuerpo de su madre de saliva. Pude ver cómo a la vez se había agarrado una de las tetas y pasaba el duro y gordo pezón entre la raja. Se incorporó para meterle dos dedos mientras la miraba a los ojos con sonrisa perversa. El cuerpo de mi tía se curvó como si hubiera recibido una descarga.

—No tienes nada que decirme mamá?

—Que zorra eres! Me pones como una perra salida!

Soltó mi tía dejándome estupefacto. Tardé unos segundos en entender que a Laura le gustaba que la dijeran esas cosas y a la vez mi polla dio un respingo pensando que yo también se las podría decir.

Después de pajearla con los dedos con sonrisa diabólica volvió a hundir su cara y comenzó de nuevo a chuparle el coño como una verdadera perra.

—Ahhh! Sigue puta! Sigue! Ahhh! Que te voy a empapar la cara!

No podía imaginar a mi tía diciéndole esas cosas a su hija, pero estaba ocurriendo. Mi tía comenzó a temblar y se mordió la mano para no gritar. Fueron varios segundos de temblores hasta que el cuerpo de mi tía se desplomó. Mi prima levantó la cara y recogió con sus dedos la corrida que la empapaba. Después se llevó los dedos a la boca y los chupó como si fueran un jugoso helado.

—Ummm, que rico está! Dijo a la vez que se tumbaba sobre su madre para darle un largo beso.

Pensé que era el momento de largarme y de puntillas hui hasta la cocina. Cuando mi tía bajó, salía con los dos vasos hacia el jardín.

—Parece que has tardado en preparar las copas! Me dijo con media sonrisa.

—Bueno, es que… no encontraba la bebida! Contesté torpemente.

—Seguro que ha sido eso?

La segunda pregunta significaba sospecha, y pensé que sería mejor ser sincero.

—Es que no he podido remediar subir a mirar!

Ya habíamos llegado a la mesa del jardín y había dejado los vasos sobre ella. Estábamos de pies, a medio metro mirándonos.

—Y te ha gustado lo que has visto?

—Mucho! Contesté sin poder reprimir el entusiasmo.

Me cogió una mano y la metió bajo su vestido para ponérmela sobre la mata de bello mojado.

—Tu prima siempre consigue que me corra como una perra!

Me susurró contra la boca con cierta furia. Me agarró del cuello y me besó con la misma fiereza que había esperado con las palabras. Sentí como si toda la sangre de mi cuerpo corriera hasta la boca.

—Siempre que lo hace me deja un fuego dentro que tengo que calmar con una polla de silicona! Pero ahora tengo la tuya, de carne dura y tersa!

Se apoyo con las manos sobre la mesa e inclinó su cuerpo. No necesitaba más palabras, la invitación estaba clara. “Aquí tienes mi culo, fóllame!” Fue lo que entendí con ese gesto.

Levanté el vuelo de su vestido lentamente para descubrir su bonito culo, su desnudez era un canto a la lujuria. La luz de la farola encendida a un par de metros, lo iluminaba a la perfección. Pasé mis manos sobre él acariciando la tersa piel, quería disfrutar de esa imagen antes de clavarle la polla hasta el fondo. Abrí los glúteos con las manos descubriendo el rugoso agujero cerrado. Dejé caer un chorretón de saliva y lo froté con el dedo. Después me incliné para pasar la lengua hasta sentir como se abría. Oí a mi tía emitir unos leves gemidos, pero ni una palabra, tan solo esperaba paciente, como hace una madre con su hijo.

Saqué la verga del pantalón que ya estaba como una estaca esperando su destino. Posé el hinchado capullo entre los labios genitales que emergían entre los muslos adornados con el bello rizado que tanto me ponía. Estaban empapados de la corrida que le había provocado mi prima, y mi estaca entró de una vez hasta el fondo de su vagina. Otro gemido salió de su boca turbando el canto de los grillos. La saqué casi entera y volví a meterla hasta el fondo disfrutando como un poseso.

Me acordé de ese lenguaje que habían mantenido madre e hija y decidí probar.

—Te gusta mi verga, tía?

—Ufff, es una delicia para mi coño, sobrino!

Parecía que los apelativos familiares nos provocaban morbo a los dos.

—Te voy a poner más caliente que a una perra salida!

A cada frase la penetraba profundamente para que sintiera más mis palabras.

—Ya estoy muy zorra!

—Te quiero más zorra, más puta!

Le increpe penetrando con la punta de mi dedo en su culo. La espalda de mi tía se curvó al sentirlo.

—Diosss, que cabron que eres!

Noté como sus piernas se flexionaban y metí la mano que me quedaba libre por delante para acceder a su coño. Hundí mis dedos entre la mata de bello rizado hasta encontrar el clítoris. Lo toquetee a la vez que la embestía con ganas. Sus piernas temblaron estrepitosamente y tuve que sujetarla para que no se desplomara.

Los gemidos guturales acabaron apagando el canto de los grillos cuando le inserté el dedo completo en el culo. Se mordió la mano con fuerza para no gritar cuando su coño se desbordó como una presa rota.

Mis embestidas se hicieron brutales moviendo hasta la mesa y no pude contener la explosión de mi polla soltándole varios chorros de leche.

Fue un orgasmo total! Los dos rugíamos como fieras mientras la mezcla de corridas ya resbalaba entre sus piernas.

Solté su cuerpo para derrumbarme sobre la silla que tenía detrás. Ella yacía sobre la mesa con las piernas casi colgando y yo miraba su culo en pompa pensando en cuando se lo rompería.

Por fin se incorporó y se dio la vuelta para mirarme. Sus ojos brillaban con un fulgor especial.

—Que puta me pones, diosss!

Se había dado cuenta del lenguaje que me gustaba y no dudó en utilizarlo. Se inclinó sobre mi regazo y comenzó a chuparme la polla. Fue una larga mamada hasta que la dejo limpia y brillante. Después cogió el vaso de whisky y le dio un buen trago

—Ufff, ha sido la leche sobrino! Follaras así a tu tía cada noche?

Sabía cómo me ponían esos apelativos familiares, y sobre todo pronunciados con ese sabor que ella sabía poner en las palabras. Yo estaba derrumbado, pero mi mente seguía en su estado sexual más puro.

—Te follaré cada noche hasta sacártela por la boca!

Le dije viniéndome arriba. Ella, viendo mi estado, dio una carcajada y apuro el whisky.

—Descansa bien, que mañana te prepararé un buen desayuno! Mañana vendrá Marta a buscarte y seguro que te da una buena paliza por el campo! Es una chica sensible y tímida, trátala con dulzura!

“Joder con la tímida!” Pensé al oírla”.  Si supieras que me ha enseñado las tetas a la media hora de conocerme!” Pensé sonriendo por dentro.

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