En la primera semana de septiembre del 2012 recibí una llamada de Paco, el motorista leonés, yo estaba recién incorporado a mi puesto después de las vacaciones, mi ojete todavía tenía el recuerdo de Rolando y su pollón.
– ¿Einar?
– ¡Hombre, Paco! meses sin saber de ti.
– La empresa me destinó fuera de España.
– Vaya, siempre viajando.
– Sí, mi trabajo es así. Bueno, a lo que iba, hemos estado en una reparación en Jerez y hoy terminamos pero me voy a coger unos días.
– ¿Estás cerca y no me has llamado?
– Hemos tenido mucho trabajo, nos hemos estado quedando en un aparta hotel en el Puerto de Santa María, la empresa lo cogió hasta el lunes y yo me he quedado con él, por si quieres venir a verme.
– Hoy es jueves, el fin de semana descanso, puedo escaparme el sábado por la mañana.
– Nos vemos el sábado entonces.
Esperaba impaciente, Paco es un tipo que me pone muy cachondo, tiene cincuenta y cinco años, algo más bajo que yo, ancho de hombros, fornido, tiene una cantidad de vello increíble en el pecho y el vientre, una buena polla ligeramente curvada hacia arriba y unos hermosos huevos peludos y colgones, me relamía pensando en el homenaje que me iba a pegar.
Antes de salir le mandé un WhatsApp diciéndole que salía para allá, el me contestó con otro diciéndome el bar donde iba a estar y mandándome la dirección.
Monté en mi intruder y puse dirección Cádiz, tardé poco más de una hora en llegar, el bar estaba lleno, era de los que frecuentan los moteros en mayo durante el Gran Premio de Jerez, en una mesa vi a Paco, allí estaba con su cabeza rapada y su bigote en herradura, sus gafas de piloto Ray Ban, una camiseta negra de AC/DC, vaqueros y botas en punta.
– Hola Paco – chocamos las manos.
– ¿Qué tal? ¿Has venido en moto?
– Sí, con la Intruder que me compré. ¿Vienen a servir o voy yo a por unas cervezas?
– Tranquilo, ya ha ido mi colega
– ¿Tu colega?
En ese momento llegó un tipo con tres jarras de cerveza que tenían pinta de estar heladas.
– Hola, soy Fabián – depositó las cervezas en la mesa y me tendió la mano.
– Hola, Einar, encantado.
– Ya sé quien eres, este becerro me ha hablado de ti.
– ¿Le has hablado de mi? – miraba a Paco.
– Sí.
– ¿Y que le has contado?
– Pues todo.
– ¿Todo todo todo?
– Eh… sí, y ha puesto interés en conocerte.
– Vaya, ¿y eso por qué?
– Por qué Paco y yo siempre compartimos… si no te importa.
Ahora miraba a Fabián, un tipo enorme, entrado en carnes, rondaba también los cincuenta o cincuenta y cinco años, vestido de forma similar a Paco, tenía el pelo largo, con canas y barba también larga y canosa, me gustó la idea.
– No, no me importa.
Estuvimos tomando cerveza y comiendo, Fabián era un tipo fantástico, contaba chistes con los que te tenías que reír por cojones, era de Zaragoza y hablaba con el acento típico de los maños, Paco y él se conocían desde hacía bastante tiempo, habían recorrido mucho mundo juntos.
– Bueno ¿qué? ¿nos vamos?
– Por mi sí – dije – ¿Dónde vamos?
– ¿Al apartamento? Allí tenemos de todo. – Fabián me miraba esperando mi respuesta.
– Claro, la moto la tengo ahí abajo, ¿está muy lejos?
– Vamos, nosotros tenemos ahí enfrente las nuestras, ve a por ella y te esperamos.
Cuando llegué a donde estaban ambos alabaron mi moto pero la de Fabián era la ostia, una Harley Electra Glide preciosa, impecable, en cuanto la vi me enamoró, pensaba disfrutar de mi Intruder pero tenía que tener una como esa.
– Ponte cómodo.
El apartamento era muy coqueto, con dos dormitorios y un cuarto de baño, una cocina con barra americana y un salón con un sofá, dos sillones y una mesa de comedor con cuatro sillas, la terraza tenía vistas al mar.
– ¿Que me ponga cómodo? – Paco había entrado en la cocina.
– Sí, como yo, siempre andamos así por el piso.
Fabián se había quitado la camiseta, estaba entrado en carnes, unas hermosas tetas con unos pezones gruesos y areolas grandes y oscuras, una barriga prominente y vello en el pecho y el vientre, se quitó también el pantalón y las botas quedando en pelotas excepto por los calcetines, tenía una hermosa polla, calculo que del tamaño de la mía, unos dieciséis centímetros en plena erección aunque la tenía flácida en esos instantes, sus huevos eran grandes y recogidos, se sentó en uno de los sillones y de una caja plateada que había en la mesita de centro sacó los materiales y se puso a liar un pitillo de maría.
– En fin, donde fueres, haz lo que vieres.
Fabián me miraba de reojo mientras me quitaba la ropa, en pocos instantes quedé completamente desnudo.
– Fiuuuiiii – silbó – Paco tenía razón, no solo eres guapo, también estás muy bueno, y todo depiladito.
– ¿No te lo dije?
En ese momento llegaba Paco, también como su madre lo trajo al mundo, traía una cubitera llena de hielo con dos botellas, una de vodka y la otra de Jack’s Daniel’s y tres vasos bajos.
– Toma maricón – me sirvió una generosa ración en un vaso – era Belvedere ¿no?, me ha costado la misma vida encontrarlo.
– Gracias, se que es difícil de encontrar pero es de lo mejor.
– Toma prenda – llenó los otros dos de Jack’s y le pasó uno a Fabián.
– Gracias cabrón.
Se sentó junto a mí en el sofá, su compañero encendió el pitillo y nos lo fuimos pasando.
– Cierra los ojos – Paco me miraba con aire divertido.
– ¿Para qué?
– Ciérralos joder.
Hice lo que me pedía, oí la cubitera cuando cogió algo, noté sus labios fríos en mi cuello levemente, un beso tierno que me hizo estremecer, todo mi cuerpo se erizó, luego continuó recorriendo mi cuello con cortas lamidas hasta llegar a mi boca, pasó por mis labios el cubito de hielo y me besó, se había metido el cubito en la boca y lo pasó a la mía, jugamos con el con nuestras lenguas hasta que se derritió.
Tomó un nuevo cubito de hielo, lo deslizó desde mis labios, bajando por el cuello hasta el pecho, su lengua seguía el mismo recorrido arrancándome gemidos de placer y provocándome escalofríos, mi polla estaba en su máxima erección, me pasó el cubito por el pecho y por los pezones que crecieron y se endurecieron al instante, los lamió y los mordió, bajó por el abdomen hasta llegar a las caderas donde se detuvo.
– Cabrón, no te pares hijo de puta.
Sus labios fríos besaron mi glande, deslizó el cubito por mi polla hasta llegar a los huevos, yo me derretía de placer, luego se la metió en la boca, la tenía fría, el cubito de hielo ya casi derretido dio vueltas en torno a mi glande impulsado por su lengua.
– ¡Diosss, que rico!
Fabián se sentó a mi lado, mientras Paco me comía la polla subiendo y bajando la cabeza y mamando como si de una teta se tratará su amigo pasó la lengua por mis labios, abrí la boca y la acepté dentro, se la chupé y él me mordió los labios mientras pellizcaba mis pezones.
– Cabrones, vais a hacer que me corra y todavía no quiero.
Paco levantó la cabeza, me volví hacia él y nos besamos, mordía mis labios y me metía la lengua para que se la chupara, Fabián agarró ahora mi polla y mordía mi cuello por el otro lado.
– Ven putita.
Se puso en pie y me hizo levantarme, me colocó delante de uno de los sillones y me hizo apoyar las manos en el respaldo, no se de donde sacó un bote de lubricante, se echó un poco en los dedos.
– Vamos maricón, abre las piernas.
Noté algo frío en el esfínter cuando acariciándomelo con delicadeza me lo untó con uno de esos dedos gordos y grandes que tenía.
– Mmmmm
Apretó y el dedo entró con facilidad, comenzó a moverlo dilatándome mientras yo sacaba el culo para facilitarle la labor.
– Estás caliente como una perra maricón.
– Fóllame ya gordo cabrón, dame por el culo ya puto gordo
– Uy que mal hablada eres putita.
Retiró el dedo, se puso más lubricante y metió dos esta vez.
– Ayyyy, mi culo cabrón
– Ssshhh, calla putita, solo son dos dedos.
– Joder Fabián, dos dedos tuyos son como la polla de un borrico.
– A esta putita le cabe mucho más Paco.
Metía y sacaba los dedos, los giraba dentro de mi culo abriéndolo y haciéndome gemir de placer, de mi pene salía ya líquido preseminal.
– Dame ya esa polla cabrón, fóllame.
Retiró los dedos, limpió los restos de lubricante en la raja de mi culo, se colocó un preservativo en la polla y me hizo levantar una pierna colocándola en el sillón.
– Despacio cabronazo, despacio.
– Todo lo despacio que pueda amor mío.
Puso la punta del miembro en mi ojete, me agarró por las caderas y poco a poco fue apretando hasta que la cabeza me abrió el culo y entró.
– Ay que rico Fabián, que rico, ay.
Sin avisarme, hincó sus dedos en mi carne y de un solo golpe de pelvis me la metió hasta los huevos, mis piernas se aflojaron.
– Ay, gordo cabrón, mi culo, hijo de puta.
Comenzó a moverse, despacio al principio para ir subiendo el ritmo, yo gozaba como una perra, desde mi posición podía vernos reflejados en el espejo de cuerpo entero del recibidor, su barriga chocaba con mis nalgas mientras su polla me reventaba el culo.
– Plaf plaf plaf.
– Ay, mi culo, ay, ayyy.
– ¿Te gusta zorra? – Plaf plaf plaf – ¿Te gusta, verdad?
– Sí, siii, mi culo, mi culo ooohhh.
Comenzaba a dar enculadas más profundas y mas intensas, no tardaría en correrse, comencé a pajearme.
– Ay mi gordo, me corro, me corrooo.
– Yo también puta, yo también Aaaah.
Comencé a lanzar semen sobre el sillón, las piernas se me aflojaron, Fabián me dio una última embestida y me la clavó hasta el pecho, noté los espasmos de su cuerpo mientras se corría.
– ¡Joder! Como me habéis puesto.
Nos habíamos olvidado de Paco, estaba sentado en el sofá, con la polla dura como el asta de una bandera, esa polla grande y gorda, ligeramente curvada hacia arriba, Fabián sacó la polla de mi culo
– Ven aquí puta.
– Espera un poco que recupere, el culo me arde.
– Esta no espera, ven aquí.
Me acerqué y me arrodillé ante el, agarré su pene y lo descapullé, lamí el frenillo con la lengua y recorrí el reborde de la cabeza con ella.
– No quiero que me la comas maricón, quiero follarte el culo.
Cogí un condón de la mesa donde los había dejado Fabián, se lo puse en la punta y lo desenrollé con la boca.
– Ven reina, siéntate en tu trono.
Le di la espalda, me apoyé con las manos en sus piernas, poco a poco me senté sobre aquella polla hasta que la tuve metida hasta los huevos en mi pobre culo.
– Uuuuhh
– Siii maricón.
Le hice señas a Fabián para que se acercara, estaba empapado en sudor y todavía tenía el preservativo puesto, se lo quité y le limpié la polla de semen hasta dejarla reluciente.
– Plas – Paco me dio un cachete- Muévete cerda.
Comencé a cabalgarlo, levantaba el culo volviéndome a sentar.
– Plaf plaf plaf.
– Ay, zorra, mis huevos, ay
– Mi culo, ay, mis tripas, ay.
Me empujó adelante, caí de rodillas, se colocó detrás casi sentándose en mis caderas, me la metió de un solo golpe, apoyé la cara en el suelo y comenzó a follarme, con fuerza, su polla me llenaba el culo.
– Ay Paco, ay, mi culo, mi culo.
– Te voy a reventar zorra, te voy a follar hasta que el culo te arda maricón.
– Ay, ay, ay mi culo, ayyy.
– Plaf plaf plaf.
– Me matas, me matas, ay, ayyy.
Comenzó a encularme más fuerte y más profundo, señal de que se iba a correr.
– Me corro puta, me voy a correr, me corro
– Yo también cabrón, me corro, me corrooo.
Casi al mismo tiempo comencé a eyacular sobre el suelo mientras Pedro me hincaba la polla y se corría. Estuvo así mientras le duraron los espasmos, luego me la sacó y se sentó en el sofá, me di la vuelta y me acerqué a él a gatas, le arranqué el preservativo y comencé a limpiarle la polla de semen, en ese momento alguien me abrió las nalgas.
– No Fabián por favor, más no.
– Tienes el culo abierto como un coño, lo siento.
Uniendo la acción a la palabra me metió de nuevo la polla de un golpe mientras Paco me sujetaba.
– Ayyyy, gordo hijo de putaaa.
– Sí zorra sí, soy un hijo de puta.
– Sin condón no gordo, cabrón, hijo de puta.
– Siii zorra, sin condón, te voy a dejar preñada.
– Mi culo, ay mi culo, cabrón.
– Sí si tu culo, tu culo.
– Ay, ay, que no aguanto más, ayyy
– Plaf plaf plaf.
– Hijo de puta, hasta los huevos me estás metiendo, gordo de mierda.
– Sí maricón si, te voy a reventar ese coño que tienes.
– Ay, ay mi chochitooo.
No se cuanto rato me estuvo enculado ese hijo de puta, las rodillas me dolían y el culo me ardía, estaba empapado en sudor, pero el placer me tenía en éxtasis.
– Me corro maricón, me corro, me corrooo.
Me clavó la polla y me soltó una andanada de leche en el culo el muy hijo de puta, noté los espasmos de su polla y apreté el esfínter.
– Gordo de mierda, te mato.
– Ay que culo maricón.
– Ay gordo que me corro, que me corro.
Me vino un nuevo orgasmo, apenas solté lefa esta vez, caí desplomado sobre la alfombra, empapado en sudor y sin fuerzas, la leche del puto gordo comenzó a salir de mi maltratado ojete.
– ¿Cuándo volveremos a vernos?
– No lo sé – ambos habían bajado a despedirme – cuando estéis por aquí abajo llamadme.
– Por supuesto, ten cuidado a la vuelta.
– Adiós cabrones.
Sí lo deseáis podéis escribirme a [email protected].