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Nadine

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En esta ocasión, quiero contar mi experiencia con una mujer madura. Yo soy hijo único, mi padre murió siendo yo un crío, y mi madre se centró en su trabajo y aunque tenía relaciones esporádicas y su vida social, decidió no volver a casarse. Debido a las ausencias de mi madre, siempre trabajando y saliendo, a casa venía Nadine, una mujer marroquí que prácticamente me ha criado. Nadine se ocupaba de todo en casa, la ropa, la comida, la limpieza, e incluso recogerme del colegio cuando era un crío. Cuando llegó a casa, yo tendría unos once o doce años, y ella algo más de treinta.

Ella estaba presente en mi día a día, era una más de la familia y yo la veía como una madre. Pero el tiempo pasa rápido. Al despertar mi adolescencia, casi sin darme cuenta empecé a sentirme atraído por ella. Nadine es una mujer atractiva, de piel tostada, no muy alta, pelo negro aunque siempre llevaba un pañuelo en su cabeza. Sus ojos oscuros trasmiten dulzura, y un carácter sumiso y complaciente. Era difícil describir su cuerpo a primera vista, porque ella siempre vestía muy recatada, al llegar a casa solía traer una chilaba larga y ancha, y cuando se cambiaba usaba siempre ropa holgada y que cubría bien su cuerpo.

Aún así, al empezar a fijarme en ella, pude descubrir que tenía un cuerpo monumental. Cuando hacía las tareas de casa, yo me hacía el distraído pero no le quitaba ojo. Asi observé el tamaño de sus tetas, enormes, pero disimuladas bajo esa camiseta dos tallas más grande que siempre llevaba. Cuando estaba de espaldas haciendo cualquier cosa, le miraba el culo, se intuía grande, bien parado, en definitiva es una mujer con muchas curvas y todas en su sitio. Obviamente, Nadine tonta no es, y aunque jamás me dijo nada, era evidente que se dio cuenta de mis miradas, de mis roces cuando la abrazaba al llegar o al irse, pues en más de una ocasión en alguno de esos abrazos yo estaba completamente empalmado.

Como estábamos solos casi todo el día, yo decidí arriesgar y dar cada vez un pasito más, más como un juego o fantasía que con la intención de que ella correspondiera. Así, de vez en cuando me hacía el distraído al salir de la ducha y salía desnudo, ella se cruzaba conmigo, bajaba la mirada y entre risas me "reprendía". Se ponía muy colorada, pero bien es cierto que la mirada se le iba y rápidamente giraba la cara. De vez en cuando, me pajeaba en mi habitación de pie dejando la puerta un poco abierta, poniéndome bien a la vista haciéndome el descuidado, escuchaba sus pasos en el pasillo, e imaginaba que ella se asomaba a espiar, convencido de que así era, más caliente me ponía.

Ese verano, nos íbamos de vacaciones a Mallorca mi madre y yo, pero jugando al fútbol me lesioné los ligamentos del tobillo, una gran putada en pleno verano. Me escayolaron el pie hasta la rodilla, me mandaron reposo y paciencia. Mi madre quiso cancelar el viaje, pero yo le insistí en que sabía cuidarme solo, y además contaba con Nadine. Mi madre al fin accedió, no sin antes acordar con Nadine que se quedaría de interna en casa, también por las noches hasta su vuelta, pagándole por ello lógicamente. Así que mi desgracia se tornó en posibilidades que estaba decidido a aprovechar.

Esa misma noche, ya sin mi madre en casa, pasé a la acción. Cenamos juntos viendo la tele y bromeando, y al rato le dije de ir a dormir, que me sentía cansado. Me fui a mi habitación, fingiendo acostarme. Nadine dormiría en la habitación de mi madre, justo al lado de la mia. Esperé un rato, hasta que oí el agua de la ducha caer. Me levanté sigiloso, abrí muy muy despacio la puerta de la habitación con la intención de espiarla, convencido de que saldría desnuda de la ducha. Sólo imaginar ese enorme par de tetas sueltas y mojadas hizo que se mu pusiera muy dura, yo estaba desnudo, solo con unos slips de verano, la cabeza de mi polla asomaba por encima de la gomilla, me la saqué y empecé a pajearme esperando ansioso que saliera.

Pero mi gozo en un pozo: Nadine era tan recatada que se había vestido en el baño. Se puso un fino pijama azul claro, de manga corta y con botones blancos que con esfuerzo contenían ese par de cántaros bamboleantes. Era evidente que no llevaba sostén, pues en la fina tela se clavaban como puntas de lanza dos gordisimos pezones. Al ver eso, empecé a darme más caña, pero fui tan torpe que estando en equilibrio sobre un solo pie, le di a la puerta con el brazo, y ella rápidamente se acercó a mirar que pasaba. Y ahí estaba yo, cojo, semidesnudo y con la polla empalmada en la mano.

Nadine me miró muy seria de arriba a abajo, con los ojos muy abiertos me dijo: ¿Se pude saber que estás haciendo? Ve a tu habitación, ahora mismo. Yo la mire y le contesté: como ves, ya no soy un niño... Ella puso cara de dulzura, sus mejillas estaban muy coloradas y sus ojos se escapaban casi sin querer hacia abajo. No... no lo eres. Sin dejarla reaccionar, me acerqué a su cara y le besé los labios, no se resistió pero se quedó tensa, mansa, sumisa como fue siempre. Le acaricie el pelo largo y negro, aunque con alguna cana, de ahí pasé a su cuello mientras seguía besando sus labios, rozándolos con mi lengua, y sin dar tiempo a nada, bajé mi mano hasta agarrar una de esas gordas ubres.

Con dos dedos quité un botón, ese gran canal entre sus pechos asomaba al igual que mi polla en los slips, ella trató tímidamente de contener mi mano que ya estaba bien agarrada a un pezón, le besé el cuello y bajé mi cara en busca de comerme sus tetas, pero mi maldito tobillo me mataba de dolor y no podía seguir de pie. Ella se dio cuenta y me dijo "por favor ve a la cama" y lo hice. Pero a la suya.

Le cogí la mano para ayudarme, me acerqué a la cama y me senté, ella parecía contrariada, pero yo me negaba a soltar sus tetas, la recosté a duras penas en el colchón y terminé de desabrochar su pijama. Y vaya maravilla: esas tetazas desparramándose a su antojo, libres, con unos pezones marrones muy grandes y gordos. Los lamía, pellizcaba suavemente, los movía con mi lengua empapándolos, y ahí creo que anulé su resistencia, pues empezó a gemir muy bajito, mientras me acariciaba el pelo. Aproveche el momento, y raudo metí la mano bajo el pantalón de pijama. No llevaba braguitas, noté su vello, me abrí paso entre ellos con los dedos, y descubrí un coño ardiendo, muy mojado, era holgado y elástico, mis dedos cabían sobradamente, primero dos, luego tres...

Al intentar meter el cuarto, ella soltó un gemido un poco más fuerte y quejumbroso, así que fui más suave, masajeando su clítoris con el pulgar mientras con tres dedos seguía masturbándola. Dudo mucho, por como se retorcía, de que Nadine hubiera tenido muchas experiencias como esa en su vida, pues en su cultura, por desgracia la mujer no goza de demasiadas libertades. No recuerdo en qué momento el pantalón de su pijama acabo bajado del todo y solo agarrado a su tobillo. Ella estaba con las piernas cada vez más abiertas, y su gran coño parecía volverse más elástico y abierto en esa postura, así que ahí si, el cuarto dedo entró sin resistencia y yo continuaba a lo mío. Fui en su busca con mi boca, ella no se lo esperaba, pero cuando quiso descubrir mis intenciones yo ya tenía su clítoris entre los labios, mientras seguía machacando con mis cuatro dedos. Nadine soplaba, gemía, alzaba sus caderas pegando más su coño a mi boca, y entre todo ese mar de movimientos y jadeos, uno de mis dedos se alojó en su culo. Ese agujero si estaba muy cerrado y estrecho, pero al estar todo muy mojado, mi dedo deslizó hasta adentro a pesar de que ella intentara zafarse. Demasiado tarde.

Ahora tenía cuatro dedos de una mano metidos en su coño, y un dedo de la otra en su culazo. Los gemidos subían de tono, yo aceleraba el ritmo, sobaba, magreaba, lamia, liberé sus orificios solo para volver a comérselos, metí me lengua en su coño todo lo que pude, y un líquido espeso y salado se derramó por mi cara. Tras su corrida, me puse encima de ella y casi sin quererlo, mi polla le entró sola. Tenía el coño tan cedido que mi polla entró hasta los huevos de un tirón, y eso que tengo un capullo bastante gordo. Observar el movimiento de sus tetas inmensas a cada golpe de cadera que le daba me ponía mucho más cachondo, le daba cada vez más fuerte para ver ese bamboleo, sus tetas sonaban al chocar una contra la otra, ella abría más sus piernas en cada embestida, yo estaba a punto de correrme... así que bajé el ritmo, y le pedí se diera la vuelta.

En un principio se negaba, muy avergonzada, pero a base de lametazos y meterle mano la convencí... y ¡qué momento! Poder observar ese enorme culo, de nalgas suaves gordas y duras, volví a comerle el coño, mientras le metía un dedo en el culo, pero seguía muy cerrado y ella se quejaba y apartaba mi mano. Así que empecé a lamérselo, a meter la punta de mi lengua en su estrecho ano, poco a poco volvieron los gemidos de placer, y alguna palabra en su idioma que no entendí, sustituí mi lengua por un dedo, lo metía muy despacio y bien mojado mientras le comía el coño con dedicación, cuanto mejor lo hacía más se relajaba su culo, así que metí un dedo más, ella se dejó ir, y cuando calculé que su ano había cedido lo suficiente, acerqué mi capullo y sustituí sin avisar mi polla por los dedos.

Apoyé la punta en su abierto ano bien mojado, y la ayude a entrar con los dedos. Ella dio un respingo, me miró con cara de pocos amigos e intentó quitarse, pero yo ya no pensaba sacársela. Al principio solo metí el capullo, me movía suave sin empujar más, notaba como ese anillo de piel estrangulaba la punta de mi polla y me daba un placer indescriptible, ella agachó la cabeza, se dejaba hacer, poco a poco subí el ritmo y fui metiendo más y más, y pronto mis huevos pegaban contra sus nalgas, se la metía hasta el fondo a todo tren, ella gritaba y jadeaba, le pedí que moviera esa barbaridad de culo, le di un par de palmadas bien fuerte y eso la desató, ahora era ella la que se follaba mi polla con movimientos cada vez más intensos, yo estaba a punto de estallar, en uno de los embistes y justo cuando me corría mi polla se escapó, y chorros de semen cubrían sus nalgas y llegaban a su espalda.

Me deje caer empapado en sudor en la cama, y Nadine, más hermosa que nunca, se fue a la ducha mientras yo le miraba una vez ese culazo. Esas fueron las mejores vacaciones de mi vida...

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