A mediados de enero del 2013 recibí una llamada de Juana.
– ¡Dime preciosa!
– ¡Hola corazón! Mucho tiempo sin verte.
– Por que tú quieres. ¿Qué te ocurre?
– José María y yo hemos estado hablando y nos apetecería tener una nueva cita contigo.
– Ya os dije que estaba a vuestra disposición.
– Pero el caso es que…
– Dime Juana, no te cortes.
– Ramón y Jorge nos han contado cuando os conocisteis y…
– Y queréis algo parecido a lo que hicimos.
– Sí.
– De acuerdo, pero en mi piso de soltero, no pienso cargar con todo hasta vuestro chalet.
– Estupendo.
Quedamos en Quitapenas, la cervecería de nuestros amigos, antes me pasé por mi piso, puse en marcha la calefacción y preparé las cosas para cuando llegásemos.
– Hola Einar, ¿cómo tu por aquí?
– He quedado con Juana y José María.
– Ese matrimonio saben pasárselo bien.
– Sí, que me vas a contar.
– Jajaja.
– Ahora quieren verme travestido.
– ¿Y Santiago?
– ¿Qué le pasa a Santiago?
– Lo ha pasado mal, le gustas mucho y creo que busca una relación y tú un polvo y hasta luego Lucas.
– Nunca le he dado esperanzas.
– Creo que debías de hablar con él.
– Lo haré, no te preocupes.
Llegaron mis amigos y nos marchamos.
– Poneos cómodos, en el mueble tenéis de todo si queréis una copa.
Los dejé en el salón y me fui al dormitorio, allí me miré al espejo, soy un tío atractivo, para qué lo vamos a negar, tengo cuarenta y siete años pero siempre he aparentando muchos menos, mido uno ochenta y seis y peso ochenta kilos, tengo un cuerpo bonito, bien moldeado, mi pelo es rubio oscuro, antes siempre lo llevaba corto pero ahora lo tengo largo, muchas veces me cojo una cola. Mis ojos son grandes y expresivos, de color castaño con pestañas largas, quienes la conocieron dicen que tengo los ojos, los labios y las manos de mi madre, mis labios son gruesos, según algunos de mis amantes perfectos para morderlos, y mi mujer siempre ha envidiado mis manos, de dedos finos y largos, y mis uñas. Me cuido mucho, practico la dieta mediterránea y voy al gimnasio, uso cremas hidratantes y mascarillas, apenas tengo vello corporal, en los genitales y poco más y estoy depilado por completo con láser, cuesta una pasta pero al final sale rentable, soy barbilampiño, mi barba se limita a la zona de la perilla y el bigote, también me la quité con láser, ahora tengo un cutis suave.
Me preparé para mis invitados, me coloqué en el pelo una diadema negra, me di colorete y un poco de brillo en los labios, me pinté las uñas de color rojo, me puse máscara de pestañas, unos pendientes y una gargantilla de seda negra, en los brazos me coloqué manguitos negros por encima del codo, en los pezones anillas de oro, medias negras de las que no necesitan liguero, tacones bajos negros y una falda de piel también negra y corta, tanto que se veía la punta de mi polla.
Cuando aparecí en el salón ambos me miraron sorprendidos, el piso estaba caldeado y se habían puesto cómodos, estaban sentados en el sofá, Juana solo tenía puesto el tanga y José María el slip, es increíble que esa mujer vaya a cumplir sesenta y un años, con esos pechos abundantes de areola grande, esas caderas, ese cuerpo voluptuoso, su melena castaña, es preciosa, su marido muy guapo, alto, delgado, cuerpo bien definido, con abundante vello canoso en el pecho, son una pareja muy atractiva.
– ¡Eres una delicia! – exclamó Juana.
– Gracias, ¿qué opinas tú José María?
– ¡Oh!, eres… sí, muy sexy, llámame Chema.
– Jajaja, gracias Chema.
– ¡Ah! – Juana estaba mirando el bulto en el slip de su marido – ¡se te ha puesto dura sólo con verlo!
– Esto fue idea tuya.
– Pero si no estoy diciendo nada.
Juana metió la mano dentro del slip de Chema y sacó su polla, una polla grande y gruesa, con una ligera curva hacia arriba y terminada en punta.
– Vamos Einar, no se va a chupar sola.
– Ahí voy.
Me arrodillé ante él, agarré su prenda íntima y tiré hasta quitársela mientras su esposa mantenía su polla agarrada, abrió las piernas y me coloqué entre ellas, tomé su miembro con la mano y Juana lo soltó, besé sus cojones, me los metí en la boca, los chupé, con la punta de la lengua recorrí el tronco hasta llegar al frenillo, lo lamí, continué con el borde del glande, metí mi lengua en el agujero, introduje su polla en mi boca y comencé una felación.
– ¡Ooh! ¡Siiii! ¡Eso esss…!
– ¿Es bueno? – preguntó Juana.
– ¡Oh síii! ¡por dios!
– ¿Mejor que yo?
Chema agarró a su mujer por la nuca y la atrajo hacia él, le mordió los labios y le besó metiéndole la lengua en la boca, yo miraba mientras continuaba chupando aquella polla, la lamía con mi lengua, me la metía hasta dentro dándome arcadas, la mamaba como si fuera un pezón…
– ¿Por qué no lo ayudas con eso?
Juana sonrió a su marido y se colocó de rodillas a mi lado, en ese momento yo tenía la punta de la polla en la boca y mamaba de ella.
– ¿Te diviertes? – me preguntó.
– Mmmm.
– ¡Ooh! Yo síii… – contestó Chema.
Agarró su miembro y me lo quitó de la boca, lo metió en la suya y se lo tragó casi entero hasta que sus labios tocaron su mano en la base, lentamente se lo sacó y me lo ofreció, yo lamí el glande, ella hizo lo mismo, nuestras lenguas se encontraron sobre aquella cabeza que parecía a punto de reventar.
– ¡Ooh diosss!
Ella se retiró y yo volví a meterme aquella polla en la boca, comencé de nuevo con la felación.
– Estoy segura de que puedes llegar más profundo
Y añadiendo la acción a la palabra empujó mi cabeza hacia abajo haciendo que aquel carajo me llegara hasta la campanilla, se me saltaron las lágrimas y se me corrió el rímel.
– Argg
– Mucho mejor.
– Mmmm – continuaba con la polla metida en la boca hasta los huevos.
– ¿Te gusta la polla de mi marido? – Juana me hablaba al oído mientras agarraba mi miembro y me pajeaba suavemente.
– Oh – permitió que me sacara el pene de la boca.
– Creo que lo amas, ¿no es cierto? – continuaba con el movimiento de su mano en el mío.
– Mmmm siiii.
Seguía lamiendo el pene de Chema, me lo metía en la boca y mamaba de él.
– ¡Oh! Cariño, me voy a correr.
– ¿De verdad, amor? Entonces Einar… ¿quieres que mi marido acabe en tu garganta? – continuaba hablándome al oído.
– Mmmm sí, por favor.
– Yo también lo quiero.
Me metí la polla en la boca, Juana apretó mi cabeza y la polla entró casi hasta los huevos, Chema comenzó a mover la pelvis.
– Más profundo vamos, más.
– Aargg
Era imposible que aquello entrará más, mis labios casi tocaban el vello púbico de su marido.
– Me estas poniendo muy cachonda Einar
– Oh, me corro amor mío, oh dios ooohhh.
Empezó a largar lefa en mi garganta, tuve que tragármela toda si no quería ahogarme.
– Lo haces muy bien, eso es, trágalo, trágatelo todo,
Cuando liberó mi cabeza me saqué aquella polla que me estaba ahogando de la boca, del impulso quedé sentado, Juana me estaba pajeando.
– Sí, eres una buena putilla.
– Oohh, sí Juana siiii.
Me besó en la boca, metió su lengua saboreando los restos de semen de su marido que quedaban en ella, continuaba masturbándome con su mano mientras Chema nos miraba.
– Mmmm, sí, siiii.
Lancé un trallazo de leche que me llegó al pecho, manché su mano que ella lamió, también me quitó los restos de semen de mi cuerpo y me besó pasándome parte de mi propia leche.
– ¡Ahora vuelvo!
Salí del salón y los dejé allí, sorprendidos, volví al dormitorio, me quité lo que llevaba puesto, me limpié el maquillaje, me cogí unas coletas a los lados, me di un poco de colorete y brillo de labios, me puse unos pendientes de perla, unas medias blancas que me llegaban justo por encima de la rodilla, una minifalda escocesa a cuadros rojos, una camisa blanca, una corbata a juego con la falda y unos tacones rojos.
– Papi, Mami, he sido una niña mala – cuando me planté en la puerta del salón ambos casi se atragantan – no llevaba los deberes hechos y el profe me ha reñido.
– ¡Hostias! – soltó Chema.
– Te mereces un castigo – me dijo Juana.
– Lo que tu digas mami.
– ¿Por qué no empiezas disculpándote?
Juana ya no tenía el tanga puesto, estaba abierta de piernas y me señalaba su precioso coño.
– Sí mami.
Me acerqué a ella mientras su marido me miraba con su polla en la mano, la besé en la boca, metí mi lengua y jugué con la suya, con las yemas de mis dedos acaricié su cara bajando hasta su cuello, bajé hasta sus pezones acariciándolos suavemente, seguí el recorrido de mis dedos con la lengua, sus pezones reaccionaron poniéndose duros pero no los chupé, me limité a rozarlos levemente.
– Oohh, dios mío.
Bajé con mi lengua por su torso hasta su ombligo, muy despacio, con tranquilidad mientras acariciaba con suavidad sus tetas, sus brazos y sus muslos. Al llegar a su monte de venus esquivé el coño, deslicé mi lengua alrededor de su vagina, besé sus muslos, los lamí, bajé hasta sus pies recorriendo sus piernas con la lengua, Juana parecía un volcán a punto de explotar.
– Lo siento mami, he sido una niña muy mala.
– Siii, ooohhh, no… hablesss, aahh, centra… teee.
Estaba caliente como una moto, ya me llegaba el aroma de sus flujos vaginales, estaba a punto pero quise torturarla un poco más, deslicé mi lengua alrededor de sus labios, lamí alrededor, besé sus muslos y volví a los labios, ahora sí, pasé mi lengua por su coño de abajo a arriba, lamiendo primero un labio y después el otro.
– Mmmm… ¡siii! Eso es.
Estaba disfrutando de su aroma, de su excitación, oía su respiración, sentía su nerviosismo, introduje suavemente la lengua en el coño, poco a poco, como si estuviera follandomela con la boca y fui acelerando el ritmo sin prisas, oyendo sus gemidos.
– Siii, así asiii, eso es
Metí un par de dedos apretando contra la pared interna del monte de venus buscando su punto G, su clítoris sobresalía ya de su capucha, lo lamí lentamente con la punta de la lengua, fui acelerando el ritmo poco a poco mientras aumentaba la presión.
– ¡Ay! ¡Ayy! No pares puta, no pares.
Ataqué con fuerza lamiendo ahora el clítoris deslizando toda mi lengua por el a buen ritmo.
– Oh dios, me corro, me corro.
Comenzó a temblar, parecía que estaba convulsionando, levantó las caderas y yo acompañé el movimiento.
– Ay ay, ay que rico ay.
Se derrumbó sobre el sofá, de su coño salió una enorme cantidad de fluidos que yo me apresuré a lamer.
– ¡Como me habéis puesto, joder!
Me había olvidado de Chema, se me acercó por detrás, me abrió las nalgas, escupió en mi ojete, extendió la saliva por él con un dedo, puso la punta de la polla, me agarró por las caderas y de un golpe me metió la mitad.
– ¡Oh dios! – exclamó.
– Papiii, mi culo, ¡cabron!
Otro golpe de pelvis y me enterró la polla hasta los huevos, yo seguía lamiendo el coño de su mujer que encadena a un orgasmo tras otro.
– Hijo de puta, mi culooo.
– ¡Ooohhh, si, siii! Mi niña, que lengua, que lenguaaa.
Juana volvió a tener otro orgasmo, me apartó de su coño y cerró las piernas, ya había tenido bastante, de pronto, noté la rigidez de Chema, metió la polla hasta los huevos y empezó a correrse en mi culo.
– ¡OH, joder no!
– ¿Ya?
– Lo siento mucho pero entre el vestido y el espectáculo que me habéis dado…
– Pero yo no me he corrido, y he sido una niña buena.
Se salió de mí, su lefa salió de mi culo y cayó por el interior de mis muslos, me di la vuelta y quedé sentado entre las piernas de Juana que las había abierto para recibirme.
– Sí lo pides así, tan dulcemente.
Agarró mi polla y besó el glande, luego se la metió en la boca comenzando a hacerme una felación ayudándose con la mano.
– ¡Eh! ¡dijiste que nunca harías eso! – exclamó su esposa sorprendida.
– ¡Oh! ¡Sí! Papi, gracias, siii.
Incrementó el ritmo de la felación, como se ayudaba con la mano no tardé en estar a punto.
– Oh sí papi, sí, me corro, me corrooo.
Intentó sacársela de la boca pero yo le empujé la cabeza con las dos manos obligándolo a recibir la descarga en su garganta, le salió parte de la lefa por la nariz y se vio obligado a tragarse casi todo lo demás.
– Cof cof cof – tosía – eres un cabrón.
Le miré, la lefa que le había salido por la nariz le manchaba el bigote y los restos de la que no se había tragado la barba.
– Sí, lo sé – y su mujer y yo nos echamos a reír.