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No todo en el trabajo tiene que ser aburrido
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Estuve trabajando en la computadora sin cogerme un descanso ni siquiera para un café. Pasaron las horas volando, eso pasa cuando estas retrasado con un trabajo. Mi jefe entraba a mi oficina como si su presencia lograra que aparecieran páginas en mi informe sobre un caso que él trabajaba. Me informó que se tenía que ir a las cinco en punto, que esperaba el informe en su escritorio antes de las ocho de la mañana del otro día. Realmente me daño aquella tarde de jueves.

Tuve que llamar a mi novia Jenny para decirle que no podía salir temprano. Jenny quien trabaja en una oficina dos pisos más abajo de la mía me había invitado a comer ese día y tenía que cancelar en aquel momento. Ella lo tomo bien, al parecer no era un plan muy concreto. También me dijo que si quería me hacía compañía a lo que accedí pues mi oficina a esa hora es muy solitaria.

Llego como a las 5:30, ya todos se habían ido así que trajo unas cervezas para amenizar mi reporte. No la había visto ese día y se veía especialmente bella. Tenía un traje de oficina tan ceñido al cuerpo que presumo fue el tema del día entre las otras mujeres de su trabajo. No es por presumir, pero salgo con la mujer más bella de la de todo el edificio. Charlamos un rato y bebimos unas cervezas mientras cogía un descanso de todas aquellas palabras técnicas. Las cervezas no hicieron mucho por relajarme pues mi mente cambio el trabajo por la curiosidad de que ropa interior había elegido Jenny para tan espectacular atuendo. Le hice la pregunta de cómo era su panty y me dijo que no me diría y que le agradeciera al jefe el hecho de no averiguarlo, pero que lo estaba estrenando. Ya ella había entendido que mi foco estaba cambiando y que ella tenía mucho que ver. Creo que por ver mi reacción me ofreció un masaje en el cuello. Realmente lo necesitaba, aunque su intención era otra. Comenzó con los hombros y luego la espalda. Siempre me ha encantado como me toca, aunque sea apretando mi espalda. Mientras ella me trabajaba la espalda algo entró en mi mente.

Le dije que me acompañara a la oficina del jefe. Una vez allí cerré la puerta y le dije que la deseaba y que el jefe no evitaría que viera esa ropa interior. Ella se sonrojo pues no esperaba escuchar eso. La pegue a mí y la bese fuertemente. Nos enfrascamos en un largo beso que incluyó mordidas de labios de ambas partes. Le pase la mano por la espalda y claro por sus nalgas. Ya ella había entrado en calor y respondió de igual manera. Le baje el zipper y baje su pantalón mientras ella se quitaba su blusa. Su panty negro y fascia supero mis expectativas.

La subí al escritorio y moví su panty para el lado. Con suavidad introduje mi dedo notando que ya estaba muy mojada. Al mismo tiempo ella bajo mis pantalones y me agarro el miembro hasta que este terminó de endurecerse. No había tiempo que perder así que la agarre por las rodillas y le introduje mi miembro. Ella me rodeo la cintura con sus piernas. Así, agarrándola por las caderas comencé a penetrarla fuertemente. No pasó mucho tiempo cuando tuvo su primer orgasmo. Me clavó las uñas en el pecho dejando marcas. La sensación de ser sorprendidos en el acto nos daba un impulso de adrenalina que hacía la escena el triple de excitante. Ella me pidió cambiar de posición así que usamos la silla de mi maldito jefe. Se me sentó encima y me galopeo como si quisiera ganar una carrera en el hipódromo. Esta vez fui yo quien le clavó las uñas en sus nalgas mientras las apretaba subiéndola y bajándola sobre mí. Ya para ese punto no disimulaba sus orgasmos y su voz inundaba aquel salón.

Así continuamos intensamente hasta que le avisé que estaba por terminar. Ella comenzó a moverse con más intensidad hasta que yo termine dentro de ella. Ella me conoce bien y sabe que eso es una de las cosas que más me gusta en el sexo. Luego de eso nos vestimos y nos fuimos a su apartamento a seguir nuestra noche luego de ese aperitivo. Demás está decir que no cumplí con la hora de entrega de mi reporte, pero no me importo pues le entregue lo que quería a la persona que se lo merecía.

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