La nochevieja de 2012 se me presentaba cojonuda, mi mujer tenía guardia en el hospital, mi hijo mayor, que había pasado la nochebuena con nosotros iba a pasarla con su prometida y su familia en Valencia y mi hijo menor había alquilado junto con sus amigos una casa rural en la sierra, afortunadamente se lo comenté a Ramón y Jorge, un matrimonio amigo mío y ambos insistieron en que la pasara con ellos, a mi mujer le dije que iba a un cotillón en un hotel, me puse un traje negro tipo smoking, camisa blanca con gemelos, sin corbata, Ramón me dijo que iba a ser una cena informal, zapatos negros Oxford y completé el atuendo con un abrigo largo tipo ejecutivo en negro también.
– Bien venido, pasa, dame tu abrigo.
– Bien hallado Ramón.
– Recibimos tus flores, no era necesario – les había mandado dos docenas de rosas amarillas en agradecimiento.
– Por favor Ramón…
Vivian en un chalet en una urbanización de esas que tienen incluso servicio de seguridad, muy cerca tenían su vivienda también José María y Juana, un matrimonio amigo. El chalet era de dos plantas, amueblado con muy buen gusto, yo lo conocía por que ya había estado allí, solían celebrar barbacoas y yo era uno de sus invitados asiduos, tenía unos jardines preciosos y una piscina enorme en la que me había bañado muchas veces.
– Pasa al salón, te voy a presentar.
En el salón estaban su hijo con la novia y un médico ecuatoguineano que yo había visto en la cervecería alguna vez.
– Mira, este es mi hijo Ramón pero todos le llamamos Cito.
– Encantado, yo soy Einar – Estreché la mano que me tendía el joven
– Esta es Silvia, su novia.
– Mucho gusto – le di dos besos.
– Y este es Santiago Makoddu, un médico amigo nuestro.
– Hola. – el apretón de manos duró mas y nuestras miradas fueron intensas…, Ramón sonreía.
– Bueno, ya estamos todos – apareció Jorge en el salón que me saludó con un abrazo – pronto estará la cena.
Nos sirvió un coctel de champán con naranja y estuvimos charlando, nos estuvieron contando que la nueva cervecería que habían inaugurado en verano, yo estuve en la fiesta, iba de maravilla, tan bien como la primera, Ramón se quejaba de que con setenta años ya no tenía necesidad de tanto jaleo, el estaba jubilado, había sido director de banco y tenía suficiente para vivir bien pero Jorge, su marido, tenía cuarenta años y todas las ganas del mundo, él era el gerente de las cervecerías.
– ¿Pasamos al comedor?
Ramón nos indicó el camino, yo estaba seguro de que la cena sería una maravilla, su marido había estudiado hostelería y era un magnífico cocinero.
– Einar, tú siéntate aquí a mi izquierda – Ramón se sentó presidiendo la mesa – y tú Santiago aquí a mi derecha.
Cito, su hijo se sentó a mi izquierda y Silvia a la izquierda de Santiago, Jorge se sentó enfrente de su marido.
La mesa estaba montada con mucho gusto, el mantel, las servilletas, la vajilla, la cristalería, los cubiertos, todo muy elegante, sin estridencias, sonaba música clásica de fondo, Jorge se encargó de la mesa, no permitió que le ayudáramos, nos sirvió ostras de entrante, deliciosas, acompañadas de un ribeiro, Casal de Arman, exquisito, después una sopa marinera con arroz también espectacular y rodaballo al horno con almejas de segundo, para el postre, un soufflé de chocolate, cambiamos de vino, nos sirvió un Pedro Ximénez de Toro Albalá, una bodega de Montilla-Moriles.
Durante la cena conocí la historia de Santiago, tenía cincuenta años, había estudiado medicina en España gracias a una beca, se había especializado en medicina general, al acabar los estudios volvió a su país se estableció en Bata y montó una consulta.
Al principio le fue bien, pero todo saltó por los aires, se descubrió su homosexualidad, él cree que alguien lo denunció, sospecha de un funcionario corrupto al que rechazó, le impidieron ejercer, sufrió el repudio incluso de su familia, lo detuvieron, torturaron y encarcelaron, lo indignante es que es la iglesia católica de Guinea Ecuatorial la que presiona al gobierno para que endurezca la legislación contra el colectivo LGTBI, Santiago consiguió llegar al consulado español de Bata, solicitó asilo y así llegó a Sevilla y se estableció aquí, ahora ejercía de médico en un hospital privado y tenía la nacionalidad española.
Pasamos al salón de nuevo para las uvas, brindamos por el nuevo año con champán francés, un Louis Roederer brut Rosado.
Casi inmediatamente Cito y su novia se marcharon y comenzó a llegar gente, los primeros fueron José María y Juana, me alegré de verlos, Ramón nos llevó al semisótano, en una mitad tenían montado un gimnasio muy completo con sauna y jacuzzi, tiene salida directa a una zona del jardín llena de rosales que era la preferida de Ramón, en la otra parte del semisótano tenían montada una pequeña discoteca con su barra, su equipo de música, su pista de baile, la iluminación ambiente como una discoteca profesional bola disco incluida y una enorme pantalla para ver videoclips, está parte tiene salida directa a la zona de barbacoa y a la piscina, Jorge estaba poniendo música, había comenzado con la banda sonora de fiebre del sábado noche.
Nos reunimos allí alrededor de treinta personas, a la gran mayoría ya los conocía, yo buscaba con la mirada a Santiago pero no lo veía, en eso entró María, mi amiga tranny, tan hermosa como siempre, con su melena morena y sus increíbles piernas, vestía un vestido corto de fiesta de color dorado brillante con un escote con unos pechos deliciosos con los que yo había disfrutado como un niño, venía acompañada de una chica preciosa, delicada como una figura de porcelana, pelo negro azabache y ojos verdes, piel blanca, un cuerpo precioso, su vestido muy similar al de María pero en color plateado.
– ¡Hola corazón! – me echó las manos al cuello y me dio dos besos.
– Mi preciosa María.
– Ramón me dijo que ibas a estar aquí.
– Sin embargo a mí no me dijo que ibas a venir
– Mira, esta es mi amiga Micaela.
– Encantado – nos dimos dos besos – ¿Qué vais a tomar?
– Champán.
Me metí detrás de la barra, Jorge nos había advertido que éramos nosotros los que nos teníamos que servir, me puse otro vodka con tónica, llené una cubitera con hielo, metí una botella de champán cogí dos copas y volví con las chicas.
Nos lanzamos a la pista a bailar, María me estaba pidiendo guerra y Micaela no se quedaba atrás, restregábamos nuestros cuerpos sudorosos, las besé a ambas, nuestras bocas se encontraron y nuestras lenguas juguetearon, María me había desabrochado media camisa y pegando su cuerpo al mío me acariciaba el pecho, Micaela se acerca a mi por detrás pegando su pubis a mi culo mientras nos movíamos al ritmo de la música, estábamos ya muy calientes.
– Vamos a salir a fumarnos un cigarrillo.
– Ok.
Mientras ellas dos salían, busqué a Santiago, hacía rato que no lo veía, me acerqué a Ramón.
– ¿Has visto a Santiago?
Me señaló con la cabeza a la puerta que daba al gimnasio.
– Prueba ahí.
Entré donde me indicó, estaba en semioscuridad, avancé hasta que lo vi, estaba en el jacuzzi, morreándose con José María mientras Juana, también dentro los observaba con cara de sátira, me di la vuelta y me marché, estoy seguro de que si Juana me hubiera visto me hubiera invitado a unirme a ellos pero no me apetecía, quería a Santiago solo para mí.
Crucé la sala de fiestas, las chicas estaban en la pista bailando la lambada y poniendo a todo el mundo cachondo perdido, salí al patio, nuestros anfitriones habían cubierto la zona de barbacoa con el toldo para evitar el relente y habían instalado varias de esas estufas a gas parecidas a farolas que se ven en las terrazas de los bares, me acerqué a una de ellas, se estaba a gusto, me preparé un cigarrillo de marihuana y lo encendí, me relajaba.
– Aquí estas.
– Hola cariño – María venía hacia mí con una copa de champán en la mano.
– Dame.
Me cogió el porro de la mano y aspiró, me besó metiéndome la lengua y pasándome la bocanada de humo.
– Vamos.
Me agarró de la mano, entramos de nuevo a la disco, le hizo una señal a Micaela que vino y me agarró de la otra mano, juntos subimos a la segunda planta y entramos en uno de los dormitorios.
– Espera María, no me gusta abusar, no quiero que Ramón o Jorge se enfaden.
– Y he hablado con Ramón cariño, me ha dado permiso, tienen este cuarto preparado para ti por si te querías quedar.
Me colocó delante de la cama y me empujó, quedé de espaldas, apoyándome en los codos, mirándolas. Se acercaron la una a la otra, María sacó el vestido a Micaela, quedaron al aire sus pechos, del tamaño de manzanas, deliciosos, su piel blanca, su cuerpo andrógino, la acarició mientras la besaba, lamió sus pechos mientras ella gemía, fue bajando hasta su ombligo, bajó sus bragas, unas bragas curiosas, además de ocultar la anatomía masculina simulaban los labios de una vagina, su polla y sus huevos quedaron al aire, una polla muy pequeña y unos huevos sonrosados, María se lo metió todo en la boca, a Micaela le temblaban las piernas, yo tenía la polla dura como un piedra.
María se quitó el vestido, sus pechos rotundos con esa aureola oscura y grande me apuntaron, se quitó la braga, una especie de braga faja de encaje, su polla desafiante era más grande que la mía, las dos chicas vinieron a mi, me quitaron la camisa, los pantalones, la ropa interior, dejándome desnudo sobre la cama, alternaba los besos con una y con otra, me besaban el cuello, bajaban con sus lenguas hasta mis pezones, los mordían arrancándome gemidos de placer, María tenía mi polla agarrada, Micaela fue bajando por mi vientre hasta llegar a ella, la besó, lamió el frenillo, y se la metió en la boca mamando como si fuera un pezón.
– Joder.
María mientras tanto me besaba y acariciaba metiendo su lengua en mi boca, mordía mis labios, mi cuello, bajaba hasta mis pezones los chupaba y mordía, poco a poco fue bajando hasta mi pene, ahora eran dos las bocas que tenía sobre él, sus lenguas se encontraban, se besaban mientras me hacían gemir de placer.
– Uffff.
Estando tumbado boca arriba me hicieron flexionar mis piernas llevando mis rodillas hacia el pecho, así mi esfínter quedó accesible para ellas, Micaela agarró mi polla y se la metió en la boca, comenzó a mamar subiendo y bajando la cabeza acompañando el movimiento con la mano, María me chupaba los huevos, mordía mi perineo y con su lengua follaba mi culo, mordía mis nalgas, volvía a mi esfínter abriéndomelo con esa maravilla de lengua que tiene.
– Ooohhh, diosss.
– Sí papi, sí.
– Me corro, María, me corroo
– Sí maricón, córrete.
– Aahh.
Largué tres o cuatro trallazos, Micaela que lo vio venir por mi rigidez, sacó mi polla de la boca hasta dejar solo el capullo dentro, tragó el primer semen que salió y dejó que el resto escapara entre sus labios cayendo por el cuerpo de mi pene, lo extendió con la mano.
– Me encanta el sonido que hace.
Aún con las piernas flexionadas y las rodillas hacia el pecho María me colocó un preservativo, Micaela se colocó sobre mí a horcajadas, en cuclillas, muy lentamente se sentó sobre mis caderas metiéndose mi polla por el culo ayudada por María que la dirigía hacia su esfínter, nuestros muslos se encontraron, comenzó a realizar sentadillas, mi pene entraba y salía de aquel culo y la visión de sus tetas saltando me tenía hipnotizado.
– Ah ah ah, papi que rico.
– Ohhh, mi polla, ooohhh, me vais a mataaar.
– Ah ah ah.
Agarró mis manos, nuestros dedos se entrecruzaron, aquel culo estaba exprimiendo mi polla.
– Plaf plaf plaf.
– Ay, ay joder, ay Micaela, ay
– Oh papi, ay que gusto, ay que ricooo.
Mi esfínter estaba al descubierto, noté algo frío en él, se abría y se contraía, María estaba poniendo lubricante.
– Joder maricón este coñito está pidiendo carne.
– ¿Y a qué esperas, puta?
Micaela había dejado de dar sentadillas, se había metido mi polla hasta los huevos y ahora se movía adelante y atrás.
– Ay papi, hay que rico, ay.
María colocó la punta de su pene en mi ojete y sin avisar, de un golpe, me lo metió hasta los cojones.
– Ayyy Mariaaa, hija de puta, mi culo, mi culooo.
– Shhh, ya mi niño, ya
– Oh dios, ooohhh.
Ahora me estaba follando el culito de una deliciosa muñequita de porcelana mientras una espectacular señora me follaba a mi el mío.
– Ay papi que me corro, ay, ayyy
– Sí mi niña, córrete, siiii.
Se derramó sobre mí, mi culo seguía recibiendo las embestidas de la polla de María, Micaela volvió a moverse adelante y atrás para exprimir mi polla, aquello no podía durar.
– Ay que me corro, ay, ayyy putas, me vais a matar putaaas.
– Sí maricon, sí, ah, aahh, ay que culo.
– Me corrooo.
Segunda eyaculación, esta vez en el culito de Micaela, María fue detrás de mí, note las contracciones de su polla al correrse en mi esfínter.
– Oh papi, ohhh.
Micaela se dejó caer a un lado, María sacó su polla de mi culo, quedé tendido bocarriba, ni fuerzas para quitarme el condón tenía.
– ¿Me vas a dejar así papito?
– ¿Eh? ¿Así como?
– Caliente como una perra.
María estaba a cuatro patas mostrándome su glorioso trasero, me miraba viciosa por encima del hombro.
– Joder, necesito recuperar.
– Estoy caliente papi y tú polla sigue dura. – sonrió – y va a seguir…
– Diosss ¿Qué me habéis hecho?
– Nada papi – me guiñó un ojo.
Me arranqué el condón y me puse otro, me acerqué a ella, le di un azote.
– Ay.
– Eres mala – le di otro azote.
– Ay, sí, soy mala, castígame.
Hinqué mis dedos en la carne de aquellas deliciosas nalgas, las mordí, las lamí, las abrí y pasé mi lengua por toda la raja, le follé el ano con mi lengua arrancándole gemidos de placer, con uno de mis dedos puse lubricante y se lo metí.
– Ohhh.
Me coloqué de rodillas entre sus piernas, puse la punta de mi polla contra su esfínter y de un golpe de caderas se la metí hasta los cojones.
– Asiii, siii papi, así.
Puse una mano en su cadera y con la otra agarré su melena obligándola a levantar la cabeza.
– Chof chof chof. – sonaba líquido a causa del lubricante.
– Ay mi culo, así papi siiii
– Zorra, te voy a castigar, puta.
– Siii papi siiii, ohhh.
Micaela se colocó delante suya, María agarró su pequeña polla y comenzó a chuparla, la chica comenzó a realizar movimientos de su pelvis follándose su boca
– Mmmm
– Chof chof chof.
– Puta, puuuta.
– Ay que me corro, me corrooo.
La primera fue Micaela, descargó en la boca de María y esta se lo tragó todo, yo seguía batiendo su culo con mi polla.
– Ay papi, no pares cabrón ay.
– Ufff – estaba agotado.
– Ay que me corro papi, me corrooo.
Continué bombeando, yo estaba ya también a punto.
– Oh, ohhh – apreté mi polla hasta el fondo y me corrí.
– Ay papi me corro, me corrooo.
Noté las contracciones de su esfínter en mi polla cuando eyaculó, cayó hacia adelante y mi pene se salió, me quité el condón, apenas había lefa, era la tercera vez que me corría.
Cuando desperté estaba acostado entre Micaela y María, eran las diez de la mañana, yo le había dicho a mi mujer que iba a un cotillón en un hotel y que había cogido habitación para no conducir bebido, me levanté y me vestí, cuando llegué al salón ya estaba allí Ramón.
– Buenos días.
– Buenos días Ramón.
– ¿Has dormido bien?
– Casi no lo cuento
– Ya, me imagino – se echó a reír.
– Me marcho.
– ¿No desayunas?
– No, he quedado con mi mujer.
– Debes arreglar eso.
– Lo sé Ramón, lo sé.
Tengo una cosa para ti.
Me pasó una nota, lo miré extrañado.
– Es el número de Santiago, me pidió que te lo diera.