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Nos desnudamos en el balcón y follamos a la vista de todos

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Es una noche despejada cuando salimos al balcón a ver las estrellas. Te apoyas en la baranda vidriada desde la que se ve gran parte de la ciudad, una vista plena de la calle desde la altura y a su vez del cielo. Pero yo solo te miro a ti, como cae el tirante de tu vestido ajustado, como cae tu cabello largo y oscuro sobre la espalda que se deja ver, como se marcan tus nalgas apenas cubiertas por la tela.

Me acerco por detrás, me apoyo en ti y te hago sentir mi erección en tu culo a través de las finas telas.

—Parece que te gusta este vestido. —dices moviéndote un poco para frotarme.

—Me gusta más lo que hay adentro. —te respondo.

Te acaricio la espalda con una mano mientras te presiono contra mi de la cadera con la otra, para hacerte sentir mejor como haces crecer mi pene. Disfrutas provocarme un poco antes de darte vuelta para desabrochar mi cinturón.

—¿Estás lista para ir adentro? —te pregunto.

—¿Adentro? Este me parece un buen lugar.

Continúas por desabrocharme el botón y bajar la cremallera, luego tiras de mi ropa para bajármela por completo, descubriendo mi pene erecto frente a tu rostro.

—Mmmm pero que deliciosa se ve esta polla.

Dices y te la metes muy lentamente en la boca, saboreando cada centímetro. Pasando la lengua por la punta, haces que se me endurezca más cuando me dejas ver como apenas te entra en la boca, como la sacas y la recorres con tus labios. Con una mano me acaricias los huevos y con la otra solo te sujetas, mientras que me tocas el miembro solo con tu lengua, humedeciéndome bien me haces sentir el calor.

Cuando la tengo bien dura y mojada te incorporas y das unos pasos atrás.

—Quítate todo. —me ordenas y te inclinas dejando caer el otro tirante de tu vestido, dejándome entrever tus tetas.

Por debajo de la falda te quitas tus bragas y las arrojas a un lado, te recuestas contra la baranda subiéndote la falda y separando las piernas, me muestras tu vulva y me observas completamente desnudo en medio del balcón.

—Agáchate y déjame bien mojada.

Esa actitud dominante me calienta más, sin dudar me arrodillo ante ti y hundo mi rostro entre tus piernas. Saboreo todo tu sexo para llenarlo de mi saliva, estimulo tu clítoris con mi lengua repetidas veces, probando como te gusta más. Te cojo de las nalgas para enterrarme más en tu coño mientras no dejo de mirarte. Sacas tus tetas en señal de aprobación de lo que estoy haciendo y te agarras con fuerza de la baranda para levantar tus piernas sobre mis hombres. Ahora no sólo te excita el estar expuesta a cualquiera que nos observe sino también el riesgo de caer de tal altura.

Continúo estimulándote cuando comienzas a gemir con fuerza, pronto puedo sentir el sabor de que te vienes en toda mi boca, trato de tomarme hasta la última gota chupando tu coño por completo.

Te vuelves a para y dejas caer tu vestido, ahora estamos ambos en las mismas condiciones. Te vuelves a acomodar en la baranda pero esta vez dándome el culo, dejas colgar tus tetas hacia la calle.

—¿Coño o culo? —te pregunto para ver que humor tienes hoy.

—En ese orden. —me respondes para mi sorpresa.

Comienzo a follarte tu coño bien mojado con fuerza, entre mi saliva y tu corrida estás tan húmeda que entra con facilidad hasta el fondo. Me calientas y disfrutas mostrando tu cara de placer y tus tetas sacudiéndose a la calle o los balcones de enfrente. Luego de varias veces metiéndola y sacándola con fuerza la saco del todo. Aprovecho que me la dejaste bien lubricada y te la meto por el culo. Pegas un grito cuando la sientes dentro pero pronto empiezas a sentir el gusto. Tu culito apretado me enloquece, no duro mucho ahí adentro sin venirme a chorros.

—¡NO LA SAQUES!

Gritas a los cuatro vientos, me la aprietas fuerte y todavía puedes sentirla bien dura. Te metes los dedos en el coño te das con fuerza, me retuerzo del gusto dentro tuyo y tu gritas al alcanzar el orgasmo.

La saco y te das vuelta para cogerte de mi. Si alguien estaba mirando puede ver como mis jugos calientes caen por tus piernas.

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