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Papá me coge con su verga sucia

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Mi papá siempre fue mujeriego. Recuerdo las peleas frecuentes con mi mamá que solían terminar con un “pero tú eres la catedral mi amor, las demás son sólo capillas” y una salida a almorzar o cenar en algún restaurante del gusto de mi mamá y todo arreglado. Hoy, pensándolo bien, no debe haber sido difícil para papá encontrar mujeres con quienes coger, tiene una verga enorme, era muy “entrador” (conversador, chamullero, como se dice acá) y en la cama muy sucio. Supongo por eso mi mamá era tan permisiva con él y finalmente siempre lo “perdonaba” y todo seguía normal hasta su siguiente travesura. Él estaba con otras, pero ella lo tenía cada vez que quería. Los eventuales gemidos que escuchábamos por toda la casa cuando cogían siempre me hacían pensar que ella estaba muy bien satisfecha.

Cuando empecé a acostarme con papá creí que dejaría de salir con otras mujeres. Tenía ya dos en casa y pensé no necesitaba más. Estaba equivocada, un macho cazador siempre lo será. En esos años yo tenía alrededor de 20 y mi papá unos 45. Aún era un hombre joven, se conservaba bien y seguro tenía atractivo entre las mujeres mayores.

Sólo tuve celos una vez de papá. En ese momento me dejé llevar. Ahora, tantos años después me parece algo tonto, pero fue una noche intensa de la que justo me acordé.

En esos días mi abuela estaba enferma. No grave, pero igual mi mamá y sus dos hermanas se turnaban para cuidarla. Una noche cada una. Cuando le tocaba a mi mamá, me quedaba en casa a solas con mi papá y disfrutábamos, sin temores a que ella llegue de improviso. Hasta dormíamos juntos en la cama de ambos y, para ser sincera, además de satisfecha, me sentía muy feliz.

Un sábado le tocó a mi mamá ir a cuidar a mi abuela. Salió de la casa como a las 5pm. Mi papá no estaba cuando ella se fue, pero me había dicho que volvería hacia las 7pm pues ese día tenía que trabajar en el taller. Desde las 6pm empecé a alistarme. Me depilé, me bañé, me puse lo más linda que pude, con una tanga que mi papá me había regalado un par de días antes (me la dio a escondidas, mientras mamá estaba en la cocina).

Sabía que papá no era puntual. Así que hacia las 7.30pm estuve lista. Me senté en el sofá de la sala y me puse a ver televisión. Hacia las 8pm empecé a desesperarme pues él no llegaba. En esa época no teníamos celulares, que eran muy caros, así que sólo podía esperar. A las 9pm mi desesperación se transformó en cólera. Pensé que se había quedado a tomar con sus amigos. Algunas veces me había pasado. Llegaba algo mareado, lo que lo ponía aún más sucio al coger.

Finalmente llegó hacia las 9.15. Completamente sobrio. Si ningún olor a alcohol. Me pidió disculpas diciéndome “mi amor, mi bebe”. Me dijo que su jefe le había pedido que se quede un rato más. Le creí.

Nos empezamos a besar. Nos fuimos a su cama. Me fue desnudando y cuando quede calatita, me metió su lengua mañosa en mi coñito. Estaba tantas horas esperándolo que me corrí en minutos. No he conocido a nadie con la lengua de papá, o quizás el morbo de ser papá e hija me calentaba más que con cualquier otro hombre, no lo sé, pero sí que disfrutaba y mucho sus lamidas de coño y de culo.

Cuando acabé, él se separó de mí y se acostó. Ya estaba también desnudo, se había quitado toda la ropa mientras me lamía y con el placer que yo iba sintiendo ni cuenta me había dado. Cogí su pene, que no estaba erecto y sin pensarlo me lo metí a la boca. Sentí un asco horrible. Tenía sabor y olor a culo, a caca. El pendejo había estado con otra y por eso se había demorado.

Lo dejé y me fui llorando a mi habitación. Le dije que era un miserable y hasta un “mal padre” (ahora lo recuerdo y hasta risa me da). Me tiré en mi cama a llorar. Me sentía frustrada. Yo esperándolo y él con otra mujer, sin pensar en mí, sin darme mi espacio, mi lugar, que sentía me lo merecía.

Lloré buen rato. No sé cuánto. De pronto sentí que papá se sentó a mi lado en la cama. Yo estaba boca abajo. Me comenzó a acariciar la espalda y empezó a hablarme.

- Mi amor, no te molestes, fue una cosa fortuita, no quería demorarme, quería estar contigo.

- No te creo nada.

- Amor, lo siento, vine lo más rápido que pude para estar contigo mi bebe.

- Estuviste con otra mujer, sabiendo que te esperaba en casa.

- Amor lo siento, ella me buscó a la salida, no me pude negar.

- ¿No te pudiste negar? Sabías que te esperaba papá.

- Mi amor, lo siento, “tú eres la catedral…

No lo dejé terminar su frase. Me volteé y le dije “eso le decías siempre a mamá. ¿Ahora yo soy tu catedral?”

Se quedó mudo un instante y le repregunté ¿Ahora yo soy tu catedral? Finalmente me respondió que sí, que yo era su catedral. Escuchar eso me cambió el ánimo. Difícil de explicarlo después de tantos años. Pero pensar que algo tan estúpido como que era “la catedral” me cambie el ánimo me parece ahora algo raro, pero en esa época tenía unos 20 añitos.

Me senté en la cama y me dejé besar por él. Luego me besó todo el cuerpo. Me excité muy rápidamente y (hasta ahora) no entiendo porque me provocó chuparle su pene, con sabor y olor al culo de otra. Lo pienso y no lo entiendo aún. Pero en ese momento era mi morbo, mi deseo.

Le pedí que se acueste y cuando se dio cuenta que se lo iba a chupar me dijo “amor, estás segura” le respondí con un simple “si papá, estoy segura”.

Sentir el olor y el sabor de otra mujer, de otro culo de mujer, fue excitante. Me sentí demasiado sucia chupándole el pene. Demasiado enferma, pervertida, todo se me venía a la mente y me excitaba aún más. Estaba chupándole como nunca antes se lo había hecho y mi papá estaba demasiado loco ya, gemía y me decía “sigue puta, sigue perra” y sentí como me acomodó y me puso en 69, encima de él.

Me lamió un instante mi coño y luego metió dos dedos, los humedeció y me los metió en el culo. Me volvió a meter la lengua en mi coño y me masturbaba el culo con dos dedos. Yo estaba a mil lamiéndole su verga sucia. El sabor a culo se había ido, pero estaba yo muy loca ya. Me corrí una vez y él seguía gimiendo, pero no llegaba. Seguimos así varios minutos, dejó de lamerme y con sus dedos me masturbaba el coño y el culo a la vez, finalmente comencé a contraerme para una nueva venida y mi papá llegó, quizás un minuto antes que yo. Llegué nuevamente, lamiéndole su verga para dejársela limpiecita.

(8,60)