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Perdidos (cap. 7): Dispuestos a correr riesgos

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Durante otro paseo a pie por la isla, madre e hijo quedan demorados en la “guarida de amor” por una tormenta inesperada, y tras tener una charla de intimas confesiones y hacer el amor, descubren que el placer por correr riesgos les fascina a los dos.

Noveno mes:

Un día Jonatán despertó muy engripado, y cómo solo deseaba estar acostado, no pudo acompañar a su mamá en la tradicional caminata que realizaban todos los días madre e hijo. Entonces Jonás decidió tomar el lugar de su hermano para acompañarla a Judith, en la caminata alrededor de toda la isla, que les llevaba buena parte de la tarde.

Fue la primera vez en la que Jonás y Judith, pasaron tanto tiempo juntos a solas. Ellos ni bien se alejaron lo suficiente del campamento, entrelazaron sus manos y ya no eran madre e hijos sino novios, o más bien 2 amantes ocultos del resto de los demás.

Ella le mostraba las Grutas que se formaban en los acantilados en aquel sector de la isla.

En cierto momento ellos se animaron a entrar a una de ellas.

-Esta podría ser nuestra “guarida de amor” ¿no te parece? Le pregunta él abrazándola tiernamente por atrás, mientras ella observaba detenidamente los detalles de aquel lugar.

-¡Jajaja! ¿guarida de amor? Y ¿Qué sería eso exactamente? Pregunta Judith llena de curiosidad y picardía.

-Un lugar a donde vendríamos solo para “cruzar todos los límites” sin tabúes, complejos ni testigos. Le responde Jonás.

-¡Uhhh, me intriga saber a que limites te estarías refiriendo! Asique no tendían que haber testigos ¿para tanto srá la cosa che? Le pregunta ella poniéndose de frente a él y dándole besitos en las mejillas.

-Mhm. Le responde Jonás, empujándola suavemente contra una de las paredes de la gruta, y besándola apasionadamente.

-¿Y entonces que haríamos exactamente acá? Insiste tiernamente ella.

-¡Haríamos el amor salvajemente una y otra vez, varias veces antes de volver con los demás! Le responde su hijo.

-¡Mhhh! ¡Estaría buenísimo! pero, te pusiste a pensar que haríamos si mami queda preñada? Dice Judith.

-¡Pero veríamos la manera de que no pase eso! Le responde él abrazándola y besándola.

-¿Entonces queres que este sea nuestro segundo lugar de amor? Le pregunta ella tiernamente entre besos y caricias.

-¿Por qué el segundo? ¡más bien el tercero! Responde su hijo.

-No, sería el segundo, porque solo tendríamos dos lugares, el manantial y acá. Le explica Ella

-¿Y la cama mientras todos duermen, y el mar en verano? Responde su hijo.

-El mar en verano, si estamos solos, puede ser. Pero en la carpa mientras tus hermanos duermen sería muy arriesgado, a ese lugar lo cambiaríamos por este. Dice ella con voz de estar visiblemente muy excitada con las caricias de su hijo, los besos y la conversación.

-Pero disfrutaste de las pajas que nos hacíamos por las noches ¿no? Le pregunta Jonás.

-Mirá, te voy a contar algo. ¿te acordas de la primera noche que te pajié en la carpa? ¿te acordás que Vos me pedias que te cabalgara? ¡Yo te juro Jonás que, si me lo pedías una vez más, ya no me negaba! Le dice Judith.

-¡Jajaja! ¿queres hacerlo ahora? Le pregunta su hijo y la besa apasionadamente.

-Mmmh, ¿ahora acá?, no sé amor, cómo que no estoy preparada para esto todavía…mirá, por hoy disfrutemos el hallazgo de este lugar, conozcámoslo, y si querés “juguemos” un poquito cómo para aliviar nuestras tensiones, unos besitos, unas caricias, quizás una pajita, y volvemos al campamento más tranquilos. Y en otra oportunidad que volvamos, te prometo que vamos a hacer “otras cosas”, pero vayamos de apoco ¿bueno? Le propone Ella.

-¿Y si no aguantamos y el jueguito se nos va de las manos? Le pregunta él

-¡Jajaja! No te preocupes, una mamá siempre sabe cómo ponerle límites a su hijo. Le responde Judith.

-Y ¿si es mami la que pierde los estribos? Inciste Jonás.

¿Me estás poniendo a prueba? Lo reta su mamá.

-Y podríamos ver que pasa ¿no? Insiste el chico con una mueca picara en su rostro.

-Está bien, acepto el reto, veamos quien aguanta más su compostura, pero al juego lo maneja mami, ¿de acuerdo? Pone su condición ella.

-¡De acuerdo! Hoy jugamos a tu modo, pero la próxima vez jugamos a mi modo ¿te parece? Le dice su hijo.

-Muy bien, acostate en ese lugar boca arriba. Le indica Ella señalándole una piedra rectangular cómo una camita de una plaza.

Jonás lo hace y su mamá acerca a la “cama” una piedra sobre la cual se sienta junto a su hijo.

-Vamos a hablar un poco, para ir ambientándonos en lo que está pasando entre nosotros, vas a ver en mamá a una “psicóloga”, y vamos a conversar sobre tu sentimientos, tu intimidad y vamos a tratar de descubrir juntos, cómo es que un muchacho cómo Vos perdido en una isla deshabitada junto a su mamá y hermanos, termina convirtiendo a su madre y única mujer en la isla, en el objeto de su deseo. . Propone cómo juego ella.

-¡Uyyy, interesante, interesante. Responde Jonás.

-Bueno caballero, cuénteme, ¿cómo empezó esta historia del viaje a esa isla perdida con sus hermanos y su mamá? Pregunta Judith cruzándose de piernas y acomodándose para oír una larga historia.

Y efectivamente su hijo se despacha con una larga “novela” que empieza varios meses antes del inicio del viaje.

Jonás relata hasta los últimos encuentros con su novia Jessica previos al viaje en cuestión con su familia. Historia que es escuchada por Judith, con gran atención y sin interrupción alguna.

Pero cuando el chico se disponía a comenzar con el relato del viaje. Judith, quizo volver hacia atrás.

-¿Tenías una vida sexual muy activa con Jessica? Le pregunta Judith.

-¡Si, ni hablar, me la comía cada vez que podía y casa en cualquier lugar! Responde el chico.

-¿Te la comías? Pregunta Ella fingiendo no entender la expresión.

-Bueno, le hacía el amor apasionadamente. Se explica Jonás.

-¡Ah, entiendo… y ¿cómo eran exactamente esos encuentros. Insiste su mamá.

-Bueno doc, lo hacíamos en diferentes lugares, en diferentes posiciones y… Relataba el chico, cuando la “doctora” lo interrumpe.

-¿Lugares, posiciones? ¿cómo sería eso? Insiste en seguir ahondando en detalles la “doc”.

-Bueno, lo hemos hecho en casa, en casa de Ella en nuestro yate familiar, en casa de un amigo. Dice Jonás mirándola fijamente, y viendo en la mirada de Ella, que Judith estaba tratando de llevar la conversación a un punto interesantemente caliente con consecuencias impredecibles.

-¿En que lugares de tu casa lo han hecho? Preguntó Judith sin más preámbulos.

-Esa pregunta ¿se refiere a que si lo hemos hecho en la cama grande de mamá? “Dispara” su hijo mirándola fejamente a los ojos.

-¡Mhm! Responde ella bajando la mirada avergonzada.

-¡Siii, era nuestro lugar favorito de la casa, era el lugar más cómodo! Responde Jonás sin miramientos, y disfrutando de los nervios de mamá. Sentía que la había puesto contra las cuerdas.

Y la verdad es que ella misma estaba arrepentida de haber hecho semejante pregunta. Porque la respuesta tan tajante y descarada de su hijo, la había “golpeado” muy duro, la había dejado sin aire, sin aliento, sin poder de reacción.

Era cómo si aquel “golpe” de su hijo, la hubiera hecho caer en la lona del cuadrilátero, y su hijo la humillaba mirándola con una sonrisa triunfal, viéndola tirada en el suelo del pudor, sin poder reaccionar y solo luchando para poder respirar.

Judith, al ver la actitud sobradora, burlona y humilladora, con la que su hijo la miraba fijamente. Se sintió herida en su orgullo, El mocoso insolente de su propio hijo y la chirusa que tenía por novia, ¡se revolcaban en su cama a escondidas de ella! Quiso preguntarle si era verdad lo que le contaba, pero, aunque no lo fuera, supo por la sonrisa que había en la cara de Jonás, que él le diría que si, de todos modos. Entonces cerró sus ojos y al instante la imagen de su hijo “comiéndose” a Jessica en su cama se instaló involuntariamente en la mente de Judith. Y si bien sintió un poco de asco al principio, una extraña sensación de placer fue ganando lugar en su mente.

Entonces, se envalentonó, tomó aire e interrumpió el silencio que ya llevaba varios segundos entre ellos.

-¿Cómo lo hacían en la cama de mami? Pregunta Ella casi sin voz.

-Bueno, de algún modo ese era nuestro lugar especial, porque era el más cómodo, pero también cómo que era el más prohibido. Por aquello de que era la cama de mamá, había que esperar a que se de la ocasión para poder usarla sin que ella lo supiera… y hasta creo que para mí por lo menos, había algo más en aquel lugar. Comienza a contarle y sincerarse él.

-¿Algo más? ¿cómo qué? Insiste ella en ahondar en detalles.

-Sí, no sé, o no lo sabía en ese entonces, pero ahora creo que estoy comprendiendo que era ese algo más. Relata Jonás.

-¡Te escucho! Le dice casi suplicante Judith.

-Bueno… Es que, en ese momento, todos los obstáculos que tuvimos que pasar para lograr estar ahí, me generaban una adrenalina muy especial. Recuerdo que, en algunas oportunidades, me preguntaba y hasta más bien me imaginaba las cosas que haría o más bien habría hecho mi mamá ahí, y eso me excitaba aún más. Dice él.

-Y ¿Jessica lo notaba. Pregunta nerviosa Judith.

-¡Jajaja, supongo que sí, porque reconozco que ese tipo de pensamientos me ponían particularmente intenso! Explica él mirándola con deseos.

-¿Qué te imaginabas sobre mami? Pregunta curiosa y nerviosa ella.

-Quizás haciéndolo cómo nosotros, en varias posiciones, varias veces, y cosas así. Dice él.

-¿Cuál es tu posición favorita? Pregunta ella.

-Bueno, me gusta que me cabalgue, y ponerla en cuatro para el sexo anal. Responde Jonás.

-¿Sexo anal? Pregunta sorprendida ella.

-¡Si, nos encanta! Responde él, viendo la cara de sorpresa de Judith, y sospechando seriamente que la cola de su mamá era completamente virgen.

-¿En serio te excitabas imaginándome? ¿y con quién? Pregunta decidida Judith.

-No sé, con nadie en particular en aquel momento. Pero ahora creo entender porque me gustaba tanto aquella situación. Dice Jonás.

-¿Por qué?, Pregunta su mamá.

-Creo que, en realidad, siempre te tuve en mi mente, siempre fuiste cómo una fantacia prohibida para mí. Confiesa él.

-¡Guau, guau, guau… es que no lo puedo creer! Exclama ella al escuchar semejantes palabras.

-Y ¿que opinión te merece eso? ¿te enoja? ¿soy un pervertido por pensar así de mi propia…Alcanza a decir Jonás cuando Judith lo interrumpe.

-¡Tal vez, tal vez me hubiera enojado si me enteraba esto en casa, tal vez te hubiera dicho un montón de cosas, te hubiera llevado a un psicólogo. Pero ahora, acá, bajo estas circunstancias, que al parecer van a durar por el resto de nuestras vidas… ¡ya no sé qué pensar! Ósea, estás Vos, un chico re joven, lleno de vida hermoso y vigoroso, que de pronto se queda sin novia, ni contacto con el sexo opuesto…por otro lado Yo, una mujer con algunos años más que Vos, pero sola y obviamente con todas las mismas necesidades que cualquier mujer. ¡Que de pronto se encuentra atrapada en una isla desierta y solitaria, y escucha a su propio hijo mayor haciéndole semejante confesión! Comenta ella cómo exteriorizando un pensamiento concluyente sobre todo aquello.

-Bueno, Pero en todo esto Vos terminaste siendo la más favorecida ¡Teniendo a 4 viriles cachorros para una sola perra! Si se me disculpa la analogía. Dice Jonás,

-¡Si! No me gustó mucho eso de “perra”, pero entiendo a donde estás queriendo llegar con esa metáfora. Pero aun así en todo caso Yo ya te elegí a Vos, y de llegar a tener algo, será solo con Vos. Dice Ella con voz firme.

-¿Y qué va a pasar con los demás? ¿Cuánto crees que podremos mantener este secreto solo entre nosotros? Además ¿ellos van a ser cómo nuestros cervidores eunucos? O sea solo van a saber que nosotros ¿y ellos nada? Le plantea Jonás.

-Creo que tocaste el punto. Volvamos al campamento y olvidemos toda esta ridícula locura, antes de que sea tarde. Dice Judith poniéndose de pie y yendo hacia la salida de la cueva en la que se encontraban.

Jonás, se levanta de inmediato de la piedra donde estaba acostado y corre tras ella.

-¡Mamá, espera, no hay que tomar una decisión ahora mismo! Le dice él alcanzándola, abrazándola de atrás y empujándola contra la pared de uno de los costados de la cueva.

-¡Dejame, déjame! Dice Judith mientras forcejea con su hijo.

-¡Sabíamos que de todos modos esto iba a pasar! ahora el punto es: Si porque estamos atrapados acá sin salida y para el resto de nuestras vidas, vamos a vivir una vida solo de comer y ver cómo nos devora el tiempo hasta matarnos a todos. O tratamos de vivir lo mejor que podamos y satisfaciendo no solo a nuestros estómagos, sino también a todas nuestras necesidades humanas, asumiéndolo todo cómo la normalidad, o la vida que nos tocó vivir y punto. Plantea Jonás en un desesperado intento de hacer “recapacitar” a mami.

Ella se deja vencer en la lucha, y queda apoyada contra la rocosa pared en absoluto silencio mirándolo fijamente a los ojos a Jonás, entonces los ojos de Judith, se llenan de lágrimas, y llora en silencio, pensando en la amarga vida que les esperaba.

Jonás la abraza tiernamente, y ella hace lo propio con el chico.

Luego de unos largos minutos abrazados, Jonás la besa en los labios, y ella se deja besar sin corresponderle ni dejar de llorar. Pero al final ella entreabre sus labios, y comienzan a besarse cada vez más apasionadamente.

Estaban besándose y acariciándose mutuamente, ella ya casi no lloraba, y él no aguantaba la excitación, provocada por los besos, caricias, el dialogo abierto y sincero que habían tenido. Además, la idea de desvirgarle el culo a su mamá, no dejaba en paz a su cabeza.

Es entonces que escuchan unos fuertes truenos allá afuera, y ellos interrumpen su arrumaco, para asomarse a ver cómo había cambiado el clima repentinamente.

El cielo se había puesto negro, había viento y empezaban a caer las primeras gotas de lluvia. Judith, quiso ir al campamento, pero su hijo la convenció de que estaban muy lejos, y la tormenta estaba ya sobre ellos. Y que ahora lo mejor era esperar.

Ambos se sentaron a conversar y esperar que la tormenta amaine. Ellos conversaban de temas varios. Judith cada tanto manifestaba su preocupación por el resto de los chicos, que no sabían a donde estaba su madre y su hermano mayor.

Pero Jonás, le recordaba a su mamá que ellos todos se habían vuelto expertos en el arte de la supervivencia durante todo ese tiempo en la isla. Algo que no tranquilizaba del todo a su mamá que insistía en volver.

Entre conversaciones y los arrebatos de Judith por volver a “casa”, fue pasando el tiempo y la lluvia no paraba de caer, y entonces, y para colmo de males empezaba a oscurecer.

Viendo que la cueva se volvía cada vez más oscura, Jonás busco los palos más secos que encontró e hizo con ellos unas pocas antorchas para iluminar aquel lugar.

Ellos conversaron a la luz de las antorchas, mientras afuera no paraba de llover, y se hizo completamente de noche.

Tres horas más tarde, las antorchas ya casi se apagaban, y ellos decidieron apagarlas antes de que se consuman e irse a dormir juntos en aquella piedra rectangula que era cómo una cama de 2 plazas.

Ella se acuesta del lado de la pared, y su hijo, del lado de la orilla. Improvisaron unas mantas con unos toallones que llevaba Jonás en una mochila con la que él acostumbraba a llevar varios elementos de supervivencia a cada incursión que hacían por la isla. Y con eso se taparon.

Aúnque permanecieron abrazados un largo rato en silencio, ninguno de los 2 podía dormir.

Por un Lado, Ella, no dejaba de pensar en que debían haber vuelto antes de que se largara semejante temporal, o por lo menos antes de que oscureciera, y los chicos quedaran solos tanto tiempo e incluso toda la noche.

Por otro lado, Jonás no dejaba de pensar en la oportunidad que se le había dado con su mamá gracias a la gripe de su hermano Jonathan, y que sería tanto cómo desperdiciarla, si en esa misma noche no lograba cogérsela. Y el principal motivo para intentar lograrlo esa misma noche era esa virginal cola que su pene rosaba cuando Judith se dio la vuelta y tras darle un dulce piquito en los labios a su hijo, quedó dándole la espalda.

Jonás comenzó a acariciarle los pechos, a besarle tiernamente la nuca, y cómo ella no reaccionaba, solo permanecía inmóvil quizás despierta y disfrutando de los mimos de su hijo. El chico se decidió a ir por más. Quizás a ir por todo o nada esa misma noche.

Entonces bajó su mano deslizándola por el vientre, hasta llegar a la zona vaginal de Judith, siempre por encima de la ropa. Pero al llegar al elástico de la calza negra que llevaba puesta esa noche ella, intentó introducir sin excito su mano por debajo de la calza para, aunque sea llegar a acariciarla por encima de la bombacha.

Su mamá que estaba completamente despierta, y que si bien los tiernos besos y caricias de su hijo, la habían relajado, la habían hecho despreocuparse un poco, aunque sea por ese momento. Ahora también la estaban empezando a excitar, al ver cómo el duro fierro de Jonás apretaba la entrada de su “puerta trasera”, mientras la mano no se daba por vencida en el intento de colarse entre la calza y hasta quizás la propia bombacha para llegar a acariciarle su peluda concha.

Viéndose entre dos opciones, la de detener todo aquello y hasta enfadarse con el chico, y dejarse llevar y dejarlo avanzar. Tras meditarlo unos cuantos instantes, optó por la segunda.

Entonces se da la media vuelta quedando acostada boca arriba, y separa levemente las piernas, y aplanando su vientre unos segundos, consigue poder ayudar a que la mano de su hijo se cuele dentro de la calza entre ella y la bombacha negra que traía ese día haciendo juego con la calza y el corpiño.

Entonces Jonás captó que su mamá estaba despierta y que lo estaba dejando seguir adelante.

Ellos comienzan a besarse mientras Jonás le acariciaba la concha a su madre por encima de la bombacha, jugando con algunos pelitos que se escapaban por los costados de la prenda íntima de la mujer.

-Meteme la mano adentro de la bombacha. Le pide en voz baja y entre besos Judith.

El chico obedece de inmediato y empieza a acariciarle esa concha peluda a su mamá que entre besos en la boca y caricias en la concha.

Transcurridos unos minutos, Jonás siente cómo la concha de mamá comienza a humedecerse y humedecerle la mano y hasta la bombacha. Era obvio que la calentura de Judith, iba en franco y progresivo aumento con el pasar de los minutos.

-¡Pajeame! Le pide Ella en voz baja pero casi al punto del jadeo entre besos apacionados.

El chico la obedeció de inmediato y sin dejar de besarla, le introdujo un dedo, y luego de un suave mete y saca, le introdujo otro dedo y la empezó a masturbar cada vez más rápido y profundo, y tras unos minutos de oírla jadear dentro de su boca mientras él la besaba, supo el momento exacto en el que mamá iba a terminarle en la mano. Entonces, se detuvo de repente.

-¡Hoy quiero que sea distinto, esta noche quiero algo más, algo especial, creo que me lo merezco! Dice Jonás reclamándole a su mamá llegar más alla de un intercambio de pajas cómo lo hacían hasta ahora en cada encuentro íntimo.

-¡Está bien Jonacito mi amor, Yo también necesito algo más esta noche! Le responde ella, para muy grata sorpresa de su hijo.

Entonces casi por inercia Judith se sienta en la “cama”, y pasándole por encima a su hijo, sale de ella, y Jonás puede oírla desvestirse en la oscuridad.

-¡Desvestite! Le pide Ella.

-¡Esperá, déjame prender alguna antorcha, quiero hacerlo a media luz! Le pide él para hacer más especial aquella noche en la que todo parece indicar que por fin “lo logrará”.

-¡No, no, no, otra vez con más calma y en la que me sienta preparada para que me veas, lo hacemos a tu modo, pero hoy será a mi modo! ¿bueno?, Le pide su mamá.

-¡Pero si ya nos hemos visto desnudos! Protesta su hijo.

-¡Por eso mismo, no perdamos tiempo, y aprovechá ahora que estoy decidida! Insiste Judith.

-Está bien, está bien. Dice Jonás en tono de resignación.

-Acostate en la cama bocarriba, y no preguntes ni pidas nada, mami lo hará todo, cómo ella quiera y hasta donde ella quiera ¿entendiste mi amor! Le marca las condiciones ella.

-Está bien. Responde su hijo.

Ni bien Judith, queda completamente desnuda, acomoda a su hijo en el centro de aquella improvisada cama, y el chico queda por unos instantes, en la más absoluta expectación: ¿Cuál será la idea que tendrá ella en mente? ¿se la mamará? ¿lo pajeará? ¿lo cabalgará sin más preámbulos?

Entonces puede sentir a su mamá tomándole el erecto y engarrotado pene con su mano, y hacerle una suave paja

Entonces su cabeza empieza a especular ¿todo volverá a quedarse en un orgasmo en las manos de mami? ¿me irá a sorprender con una mamada?

-¡Mamá! Solo atina a decir Jonás cuando Ella lo interrumpe.

-¡Shhh, no digas nada y disfrutemos de esto, esta noche será distinto, lo prometo… recién estoy empezando. Le explica ella.

Ella lo pajeaba suavemente, mientras Jonás en su mente esperaba impacientemente que de un momento a otro Judith se metiera la verga en la boca, y le diera una buena mamada, tan buena que le haga olvidar las de Jessica.

Pero eso nunca pasó, en cambio, en un momento dado, ella deja de pajearlo a su hijo, y boleando una piern sobre él, vuelve a tomarle la verga con la mano y la dirige a los labios de su concha. Jonás al sentir su verga en la entrada de la concha peluda de su madre, queda al borde del éxtasis.

-¡Espera mamá, espera! Le suplica él sujetándola para que ella no se la fuera a clavar en su peluda y humeda cueva, porque el solo sentir a su pija entrar en aquella calida cavidad maternal, lo haría derramarse totalmente y de inmediato dentro de ella.

Judith, comprendió de inmediato lo que pasaba, y lo obedeció a su hijo. Entonces se inclinó sobre él y lo besó en los labios tiernamente.

-Tranquilo amor, no hay apuro en esto, mami sabe lo que hace. Los dos llevamos mucho tiempo de inactividad, Yo más que Vos. Y tenemos que ir muy despacio paso a paso para no cometer errores, y disfrutar de esto al máximo. Le dice ella.

-¿Hace mucho que no lo haces? Le pregunta Jonás cómo para charlarle de algo mientras se calmaba un poco.

-Ya perdí la cuenta, y te diría que cómo que ya no pensaba prácticamente en eso, solo alguna paja muy esporádica, de vez en cuando. Le responde Ella mientras suavemente le vuelve a tomar la verga, y la rosa muy delicadamente de arriba abajo en los labios vaginales.

-¿Te gusta rozártela en la entrada? Le pregunta él.

-¡Si, si me encanta! Es la primera vez que lo hago, y descubro que me fascina, quizás porque es la primera vez en años que una verga me toca la concha. Explica ella esforzándose por no dar rienda suelta con jadeos y gemidos por el inmenso placer que sentía con ese jueguito sexual.

-¿Querés que te la haga entrar? Le pregunta su hijo impasciente por penetrarla de un empujón.

-¡Nooo, sigamos así! Es, es peligroso si te llegas a a venir adentro. ¿Te gusta hacer esto?, Dice ella.

-Ok, está bien… si me encanta sentirte. Le responde él.

-¿Lo hacían con Jessica? Pregunta Judith, sin dejar de cabalgarlo suavemente.

-No, con ella lo hacía con forro y la penetraba normalmente. Rsponde Jonás.

-¿Te gusta la concha de mami? Pregunta ella.

-¡Me encanta! Responde é.

-¿Más que la de Je… Jessica? Insiste Judith acelerando su cabalgata, el rose de su vagina con la verga de su hijo ya la tenía al borde del jadeo y el orgasmo.

-¡La de mamiii! Le responde él muy excitado con la pregunta comparativa de Judith.

-¿Te la vas a coger siempreee? Le pregunta ella teniendo su orgasmo.

-¡Si, mamá te amo, quier que seas mía desde ahora y para siempre!

-¿Pensabas en mi cuando te la llevabas a mi cama y te la cogías? Alcanza a preguntar ella antes de tener un ataque de imparable jadeo con su segundo orgasmo.

-¡Jamás pensé en otra, ni si quiera podía concentrarme en ella! Le dice Jonás para excitarla más.

-¡Ah! Emite un fuerte jadeo Judith, cuando tiene un intenso orgasmo.

Y Jonás no puede evitar tener el suyo al sentir el eco de los jadeos y palabras de su mamá en aquella cueva.

Ella cae derrumbada sobre su hijo, y así se quedan profundamente dormidos.

Ya había amanecido hacía un par de horas, cuando ella se despierta sobresaltada, y al recordar al resto de la familia, se viste rápidamente mientras llam a gritos a su hijo.

Cuando el muchacho se despierta, ella estaba completamente vestida, y entonse ni bien Jonás se viste, ambos corren por la playa camino a “casa”.

Cómo el camino de regreso era bastante largo, por momentos corrían a toda prisa, por momentos trotaban, y por momentos caminaban.

Muchas veces Jonás la dejaba adelantarse en la carrera, solo para verle esa maravillosa cola que al parecer nadie le había estrenado aún a su mamá.

Judith, llevaba un aspecto de muy enojada, con su hijo Jonás, con ella misma o quizás también con toda la situación.

Unos metros antes del campamento, ella reduce la marcha visiblemente muy cansada.

-¿Estás enojada mami? Le pregunta Jonás preocupado.

-La verdad que un poco sí. Los chicos solos en la carpa, y nosotros muy de “Luna de miel”. Dice Ella indignada consigo misma.

-¡Bueno, pero… Alcanza a decir Jonás, cuando Judith, se para frente a él y lo interrumpe diciéndole:

-Escuchame, ahora vamos a actuar con absoluta normalidad, solo vamos a decir que nos agarró la tormenta y nos tuvimos que refugiar en una cueva ¿entendiste? Le indica Ella.

-Ok, mami, pero… ¿te gustó lo que vivimos? Le preguntó tiernamente Jonás.

-¡Me encantó, fue divino, pero muy arriesgado! Responde Judith.

-¿Te gusta correr riesgos en esto? Le pregunta Jonás.

-No lo había pensado, pero ahora que lo decis, creo que sí. A Vos ¿te gustaba correr riesgos en mi cama con Jessica? Le pregunta curiosa Judith, mientras retoman la caminata.

-¡Si, me encantaba! Le responde él.

-Cómo se nota que somos madre e hijo ¿Eh? Reflexiona ella.

-¡Jajaja! Rien ambos.

-¿Qué hubiera pasado si te descubría en mi cama con ella? Le pregunta un poco avergonzada su mamá.

-¡Te hubiera propuesto hacer un trio! Responde medio en broma Jonás

-¡Aaaay, nooo, no pensé que me fueras a salir con eso! Se escandaliza ella.

-¡Jajaja! ¿y que querías que te dijera? Le responde Jonás

-¡Que desgraciado! Le responde su mamá.

-Bueno, Yo contesté con la verdad a tu pregunta, ¿puedo hacerte una pregunta Yo y escuchar una respuesta sincera de tu parte? Le dice Jonás.

-¿Si hubiera aceptado hacer el trio? Arriesga ella por la pregunta de su hijo.

-¡Mhhh, hubiera sido una muy interesante pregunta, pero no! Le responde su hijo

-¿Cuál es la pregunta entonces? Responde ella intrigada.

-¿Sos virgen por atrás? Le pregunta su hijo.

-¡Si, claro, completamente virgen, jamás se me hubiera ocurrido por ahí! Le responde Judith.

-¿Puedo hacerte una última pregunta antes de llegar a “casa” y tener que ocultar todo este asunto a los demás? Le pregunta seriamente Jonás.

-Está bien. Responde su mamá.

-Si todo lo nuestro sale a la luz con los demás, y decidieras tenernos cómo tus “machitos” ¿harías trios con nosotros? Le pregunta Jonás.

-No, bueno no sé. Es algo que no quiero ni pensar por ahora. Responde muy seria Judith.

Ambos siguen caminando unos metros más, y justo antes de llegar a visualizar el campamento a lo lejos, se dan un último abrazo y un beso apacionado, antes de tener que meter debajo de la alfombra su amor prohibido ante los demás.

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