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Plantas seménfagas

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Hacía mucho tiempo, una pareja con la que había tenido una muy buena amistad desde mis épocas de estudiante, se había mudado huyendo de la ciudad, a una hermosa casa en un pueblito rodeado de un majestuoso bosque. Ya me habían invitado en varias ocasiones, agradeciendo, no había aceptado las muchas invitaciones, más aún porque en ese momento y cada invitación coincidía con mi falta de pareja. Me gusta vacacionar o pasar los fines de semana fuera con alguien con quien compartir aventuras conjuntas y pasar las noches explorando el placer que se dan dos cuerpos con la mente llena de lujuria...

Después de tanta insistencia, acepté, llegué solo, me gustaba mucho disfrutar de su compañía y recordar buenos tiempos acompañados de una buena botella de vino. Me recibieron con mucho cariño y pasé una excelente tarde, seguida de una noche de agradable patica y muchas risas. Llegó el momento de ir a la cama, me acomodaron en un cuarto de visitas bastante agradable y acogedor en el que dormí plácidamente y amanecí completamente descansado. Baje por la mañana, mis amigos ya estaban vestidos, el desayuno listo, un aroma a buen café llenaba el ambiente mientras conversábamos en le mesa de la cocina. Terminando el desayuno me pidieron que los acompañara a la ciudad más cercana, ya que en el pueblo no era fácil encontrar todo a lo que estaban acostumbrados comprar cuando eran gente de ciudad, como ya me conocían, y sabían que no era muy adepto a ir de compras, también me ofrecieron la llave de la casa, me dieron la alternativa de quedarme en la casa y me recomendaron mucho dar un paseo por el bosque, preferí la segunda opción y acordaron en llegar a media tarde.

Era una mañana calurosa de verano, por lo que me puse solo unos shorts, una playera y mis tenis. Me aventuré a salir, caminé por el pequeño pueblo, pintoresco y muy hermoso. Al poco tiempo entré a un camino que cruzaba por el bosque, me adentré en el mismo y camine durante lo que pienso fue una hora, poco más, poco menos. Pensé que ya era suficiente caminata por hoy, era hora de regresar, el bosque era maravilloso, pero quería llegar a la casa para disfrutar de un libro que tenía en el buró del cuarto, de esos que no puedes soltar por su interesante argumento. Caminé algunos pasos para desandar el camino y me sorprendió un aroma exquisito, lo relacioné con olores que tanto me agradaban como el del Jasmín o el Huele de noche, pero este era diferente y embriagador, un aroma sin igual y totalmente desconocido para mi hasta ese momento. Como hipnotizar, me aparté del camino y seguí la dirección desde donde percibía que era el lugar de origen de tan magnifico olor. Mientras más me adentraba en el bosque, más intenso y más embriagante me parecía el perfume que tenía absolutamente maravillado a mi sentido del olfato, pero también, a cada paso, iba sintiendo una deliciosa somnolencia, llegue hasta un gran árbol y alrededor de él trepaba una planta que deslumbraba por su belleza, no sé mucho de plantas, pero me pareció una especie de Orquídea, bastante extraña, con flores maravillosas de varios colores y con unos atípico tallos gruesos en algunas partes y finos como hilos en otras, me extraño la fortaleza que se apreciaba en ellos, más que tallos, parecían surgir de un ser musculoso y correoso. Mi somnolencia aumentaba, sentí algo de cansancio, por lo que me senté, recargado en el árbol para disfrutar un rato más de esa fragancia que me tenía embobado.

Sentado, sintiendo la paz que da el bosque, cerré mis ojos para llenar mis oídos de los sonidos de la naturaleza. Al abrirlos, me sobresalté sobremanera al ver que una de las flores de aquella hermosa planta estaba justo en frente de mi rostro, estaba preparado para saltar como un resorte, cuando de la planta emergió como un gas, una ráfaga totalmente impregnada del embriagador aroma de la planta. Ya no pude hacer nada, quedé de inmediato paralizado, no podía mover un dedo pero estaba totalmente consciente, estaba aterrorizado ¿Cómo era posible que una planta actuara de esa forma tan extraña? pero al poco tiempo, como si de una droga se tratara, mi cuerpo y mi mente estaban totalmente relajados y me sentía de maravilla. Hoy todavía doy gracias por el efecto narcótico del gas de la planta, porque si el terror inicial hubiera continuado y de no estar paralizado, habría salido corriendo de la extraña situación y de lo que pasó a continuación, algo completamente sorprendente y fuera de la realidad...

Como si fuera un nido de serpientes, las hojas, los tallos y las flores, de una forma lenta, pero muy suave y agradable comenzaron a rodear mi cuerpo, la sensación era extraña y gratificante, aunque pensé que estaba siendo víctima de una planta carnívora, el efecto de aquel aroma con su efecto narcótico me mantenía en calma. Una vez rodeado mi cuerpo por la planta, comenzó a moverse para acariciar todo mi cuerpo, en ese momento eran los tallos los que más actuaban sobre mi, la textura de la planta era suabe y sus movimientos, no podría describirlos de otra forma, muy cariñosos y sensuales. Mi mente, calmada por el narcótico, seguía en modo supervivencia, no podía moverme y seguía pensando que el único fin de esa planta era alimentarse de mi cuerpo, pero no sentía miedo, pensé que esa sería una forma de morir muy agradable.

Mientras mis pensamientos eran de "adiós mundo cruel", dos hermosas flores comenzaron a introducirse dentro de mis shorts, la misma fuerza con la que intentaban acceder a lo que yo pensaba que querían, mi pene, hicieron que el short se me bajara un poco, dejando un miembro flácido al aire. Tal vez, pensé, era una planta come penes. Una vez expuesto, las dos flores empezaron a frotar mi pene con sus suaves pétalos, mientras secretaban un tipo de lubricante que hacía que las caricias fueran más agradables. No lo pude evitar, en pocos segundos ya tenía una erección a tope, mi pene estaba tan rebosante de sangre que, de no haber sido por el narcótico, creo que hasta me habría dolido. De pronto, una de las flores introdujo mi pene dentro de ella, no podía ver los que hacía con mi pene en su interior, pero sentía como si un tipo de lengua, muy suave y húmeda, lamiera con frenesí el frenillo de mi pene y se enfocaba en un continuo masaje por todo el glande, el placer que me hacía sentir iba en crecimiento, yo por mi parte no podía creer lo que veía y sobre todo lo que sentía. La otra flor comenzó a dar un exquisito masaje a mis testículos y mi entrepierna, para una descripción análoga ¡Me estaba dando aquella planta la mamada de verga más exquisita que jamás nadie me había dado! No había de otra, flojito y cooperando.

No sé si sería el efecto del narcótico, pero el placer que me hacía sentir aquella flor era más que suficiente para haberme corrido rápidamente, pero no fue así, el placer era por momentos tolerable y en algunos momentos, no intolerable, pero si demasiado para lo que había conocido hasta el momento, mi pene seguía dentro de la planta, esta lo envolvía, lo lamía lo apretaba lo succionaba. Me encantaría haber visto lo que sucedía en el interior, pero me tenía totalmente encapuchado. La otra planta intensificaba también el rico masaje en mis testículos. De pronto sentí un tallo delgado, muy lubricado comenzar a explorar por mi ano, algo así como un delicioso beso negro. Mi verga se puso más dura, esta planta me estaba comiendo, no en el sentido estricto de la palabra, estaba abusando de mi sexualmente y no me importaba para nada. Aunado a que estaba totalmente abrazado por los tallos que se movían y las caricias por todo mi cuerpo no cesaban. De haber podido moverme, habría dado un respingo cuando el tallo que deliciosamente jugaba con mi ano comenzó a introducirse en mi recto, ya dentro comenzó a retozar causándome un placer que no había experimentado, podría haber dado otro respingo cuando sentí otro tallo de mayor tamaño que comenzaba a seguir al que se encontraba dentro de mí, empujando, siendo más invasivo para introducir junto al tallo más delgado que ya se encontraba masajeando de forma deliciosa. Entro de una forma lenta, implacable y sin dolor. Una vez dentro, comenzó a engrosarse y desengrosarse, produciendo un masaje que jamás había sentido en el área de mi próstata, por qué negarlo, era exquisito y aumentaba al mismo tiempo el placer que mi pene ya sentía. En ese momento, me privé, ya no pensaba, ya no analizaba, todo era placer abrazado por esa fantástica, sensual y aromática planta.

Tanto placer no podía desembocar de otra forma, comencé a sentir la ola de placer que llega antes de tener un orgasmo, sentí mi pene crecer de una forma descomunal. La planta también los sitio, en ese momento se apartó y una gran cantidad de flores rodearon mi pene que, en conjunto, con no sé con qué órgano interior, lamían al unísono mi pene, unas de abajo a arriba y otras en sentido contrario, provocando que la ola que ya sentía saldría de mi interior en cualquier momento convertida en un tsunami. Estalle en el orgasmo más delicioso que hubiera sentido en mi vida, veía que el semen salía a borbotones de la punta de mi pene mientras cada flor recogía en su interior la mayor cantidad que su tamaño le permitiera. Había sido tan extraordinario el placer previo, que mi semen no dejaba de manar y las contracciones no cesaban, sentía todo mi cuerpo unirse en convulsiones de placer. Por fin termine, las flores siguieron lamiendo por largo rato hasta que mi pene perdió su fuelle y se fue haciendo flácido, pero las flores continuaban lamiendo, cazando cada gota de semen que podían obtener.

Quedé seco, la planta satisfecha por el alimento comenzó a desenrollarse de mi cuerpo. Ya liberado, una flor, con una extraña combinación de colores, se acercó a mi cara y volví a sentir el gas que anteriormente me había dejado paralizado. Esta vez, en unos segundos, quede totalmente inconsciente. Habré dormido un par de horas, me levante algo mareado y desorientado. Me subí el short, no acostumbro a dormir o andar en el campo con el pene al aire ¡Faltaba más! Mi vista seguía algo nublada, me fui recuperando poco a poco conforme pasaban los minutos. Di unos pasos hacia atrás, aunque la experiencia había sido sobremanera agradable, no quería que me atacara desprevenido nuevamente aquella planta seménfaga, así la nombre. Mi sorpresa ahora era mayor, la planta había desaparecido, en fin, por qué buscar una explicación, todo era extraño y de cierta manera, mágico con aquella planta. Fue una lástima, tal vez al día siguiente me habría dejado atacar con sumo placer y con un heroico sentido del sacrificio.

Me encaminé de nuevo a casa, ya con la mente despejada y con el oxigenado aire del bosque, mi decisión, creo, fue la más acertada, no hablar de esto con nadie. Por un lado, me tomarían como un loco o como un postadolescente lleno de sueños húmedos... en fin, afortunado será aquel que en su camino por algún bosque perciba el embriagante aroma de la planta seménfaga...

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