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Por encontrarnos

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Puede ser que te vuelva a cruzar o no, pero sé que voy a quedar en tu memoria y que cada tanto, vas a recurrir a tu imaginación con tal de recordarme o intentar disfrutarme otra vez.

¿Por qué?

Porque voy a acercarme a vos, voy a besar tu cuello, tus hombros, con mis manos voy a rozar tus costillas por debajo de la remera y suavemente voy a besarte.

Noto que logro erizar tu piel y que arqueas tu espalda, pidiéndome más, siempre vas a querer más.

Con un leve tono de amenaza en tu voz vas a decirme que sentís cosas, que te estoy tentando, como si no pudiese afrontar ese desafío.

Pero reconoces que sí porque sentís calor y algunas partes de tu cuerpo empiezan a despertarse.

Yo reconozco que es el mismo calor que se siente cuando dos cuerpos se juntan y se pegan al otro, cuando las pieles se rozan y no se quieren separar. El mismo calor que siento yo cuando me tomas por los brazos, me giras y me sentas en la mesa para así besar fácilmente mis pechos.

Te traslado a algún lugar, a algún momento, pero es el calor de mi mano agarrándote fuerte para estar muy cerca el que sentís ahora.

Besas mi cuello y con los ojos cerrados me estiro de placer. Siento el aroma de tu perfume que me invade y me acerco a vos nuevamente para sentir como tus latidos se aceleran y como se agita tu respiración al mismo tiempo que la mía.

Sé que deseas empezar por mi cuello con tus besos e ir bajando por mi cuerpo, que mis uñas quieran arrancarte la piel por puro placer para seguir bajando hasta pedirte que te detengas y te quedes en mi sexo.

Voy a dejar marcas en tu espalda, en tus brazos para que sientas a través de mis uñas el éxtasis que poco a poco me provocas.

Adoro verte disfrutar de mi cuerpo como yo disfruto del tuyo, exigirte que no pares, aunque sé que no vas a hacerlo porque es parte de tu deseo besar mi cuerpo entero, de arriba a abajo, de afuera hacia mis rincones más profundos. Empezar lentamente hasta comprobar la humedad de mi cuerpo y sentir mi respiración agitada.

Ahí es cuando logras que te pida que continúes, voy a pedirte más, voy a traerte hacía mi y voy a gemir entre respiraciones.

Cuando este por llegar a mi punto de explosión me vas a dejar para separarte de mí y mirarme completamente hasta cruzar mi mirada con la tuya para que con ella te de el permiso que estás buscando, el permiso de penetrarme y entonces voy a seguir tu juego, rogándote con mis ojos que lo hagas, que me hagas tuya.

En ese momento voy a encontrar mi venganza para gemir en tu oído, clavar mis uñas por toda tu piel y elevar tu excitación al máximo.

Ya me di cuenta de cuanto te gusta que te mire cuando penetras mi cuerpo, porque deseas que me entregué a vos, que libere mi mente, mi cuerpo y te permita dominarme por un rato.

Me entrego a vos.

Te cedo el dominio de mis movimientos, de mis pensamientos. Mi mirada se encuentra con la tuya sin separarse ni por un segundo. Mi respiración se agita aún más, mis latidos se aceleran en niveles incontables. Mi piel se eriza y una electricidad recorre todo mi cuerpo.

Vas a girarme para sentir mi espalda contra tu pecho y recargar mis pechos sobre la mesa, aunque conseguís la ventaja para atarlas y que no pueda frenarte.

Volves a penetrarme y me agarras fuerte, como si quisiera escaparme, pero solo muerdo mis labios de placer.

Sentir el frio de la mesa en mi pecho aplaca el calor de mi cuerpo, que ates mis manos y controles mi placer a tu gusto me vuelve a encender. Mis gemidos se escapan de mis labios al ritmo de tus penetraciones.

No puedo contenerlos.

Quedamos marcados por el placer, por el éxtasis.

Me pedís que siga hasta el final, que no te deje así, sé que vas a dejarte llevar con cada uno de mis besos, de mis caricias y cuando estés por llegar a ese orgasmo voy a gemir con más intensidad.

Te cuesta controlar tus ganas de saber que provocas en mí y querés sentir la humedad que generan nuestros cuerpos uniéndose como uno y entregándose al placer.

Te hago esperar.

Finalmente te cuento al oído que me provocas deseo y ganas.

Muchas ganas.

También te cuento que perdí la cuenta de cuantas veces mordí mis labios y arquee la espalda.

Y que me entrego a vos, al placer y a tu cuerpo.

Estas a punto de llegar, lo siento, lo noto. Expresas con todo tu cuerpo las ganas, esas mismas ganas que aparecieron en vos solo al verme, esas ganas por arrancarme la ropa, verme desnuda y apreciar todo mi cuerpo.

Las ganas que nacen solo para saciarlas y volver a comenzar. Después de todo, este es mi juego, porque aun cuando crees tener el control te dejas llevar por mi, en este momento soy quien domina tus placeres y deseos.

Sos completamente mío al entregarme tu cuerpo, tu mente y al librarte de todos tus deseos para complacer los míos. Me entregas hasta tus fantasías mas arraigadas, aquellas que solo te pertenecían.

Mientras me encuentro con mi éxtasis, llegando a mi orgasmo me juras que hace tiempo no te sentías así, que no conocías lo que te provoco y ahí ya descubrí que no vas a poder dejarme ir.

Es tu cuerpo el que no puede esconder y el que me cuenta que solo yo puedo provocarte esto y entonces, busco que llegues al oasis de tu paraíso.

Voy a asegurarme de quedar grabada en tu piel y en tu mente, voy a lograr que tu cuerpo reaccione incluso a mi recuerdo.

¿Por qué?

Porque está en mí y vas a querer sentirlo otra vez.

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