Nuevos relatos publicados: 7

Practicando para mi primer beso

  • 7
  • 21.025
  • 10,00 (1 Val.)
  • 2

Aquella noche, después de cenar, Laura y yo nos quedamos charlando en el sofá. Hablamos de todo un poco, saltando con naturalidad de un tema a otro hasta que ella me preguntó si tenía novio.

–No. –Respondí –Bueno, No exactamente… Hay un chico con el que me llevo muy bien pero no nos hemos besado ni nada.

–¿Y eso por qué? –Preguntó Laura.

–Es que… Me da un poco de miedo… Nunca he besado a nadie. No sé cómo hacerlo. ¿Y si lo hago mal?

–¡Pero si eso no se puede hacer mal! Mira, si os gustáis, os va a encantar a los dos aunque seáis más torpes que un pato con botas.

–Si, pero…

–¿Y por qué no practicas conmigo?

–¿Eh? ¿A qué te refieres?

–Puedes practicar conmigo hasta que te vuelvas realmente buena besando. Así podrás estar segura de que cuando le beses se va a volver loco por ti.

–Pero yo quiero que mi primer beso sea con él…

–Y lo será. Tú y yo somos chicas así que no cuenta. Esto es como los actores de teatro, antes de estrenar una obra tienen que ensayar un montón para que salga todo perfecto.

Sin esperar mi respuesta me acarició la frente. Pasó la mano por debajo de un mechón de mi pelo y sin dejar de acariciarme lo colocó detrás de mi oreja. Acto seguido deslizó su dedo pulgar por mis labios, primero el de arriba y luego el de abajo. Aquellos ojos tan hermosos, color miel con destellos casi verdes, me miraban fijamente mientras Laura acercaba su rostro al mío. Los cerró justo antes de que nuestros labios se juntaran. Este primer contacto duró solo un instante. El segundo duró un poco más. Para el tercero yo también cerré mis ojos y en el cuarto noté la calidez y la humedad de su lengua recorriendo mis labios aún cerrados.

De repente, y sin que me diera cuenta de cómo, nuestras lenguas se juntaron. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo por dentro. Sabía a fresa. Una sensación cálida y agradable me embriagaba cada vez más profundamente. Su lengua se movía alrededor de la mía dando vueltas en un sentido y en otro. Luego sus labios se cerraban en torno a mi lengua y se movían adelante y atrás de modo que mi lengua entraba y salía de su boca. Después su lengua acarició mis dientes, deteniéndose brevemente en cada una de mis encías. Una extraña sensación de humedad que nunca había sentido antes empezó a crecer en mi entrepierna.

La mano con la que Laura me había acariciado, que seguía unida a mi rostro, se deslizaba ahora por mi cuello, acariciándome únicamente con las yemas de los dedos. Bajó hacia el pecho, deteniéndose un momento para pellizcarme un pezón. Siguió hasta mi cadera donde me agarró con las dos manos y me levantó hasta sentarme a horcajadas encima de Laura. Al notar en mi húmeda entrepierna el contacto con su cuerpo, mis caderas comenzaron a moverse solas. El roce me producía una sensación increíble. Notaba como mis braguitas se iban poniendo cada vez mojadas y resbaladizas mientras yo me frotaba cada vez más fuerte. Laura agarró mis nalgas para dar aún más ímpetu a mis movimientos de cadera.

De pronto un espasmo sacudió mi cuerpo, luego otro y finalmente un tercero. No pude contener un gemido. Mis fuerzas me abandonaron súbitamente y me tuve que abrazar a Laura para no caerme. Ella también me abrazó a mi. Mis caderas seguían moviéndose, pero cada vez más despacio y con menos fuerza hasta que finalmente se pararon. Abrí los ojos. Laura me dedicaba la sonrisa más dulce que jamás he visto. Mis piernas temblaban.

–¿Estás bien? –Preguntó.

–No se… Creo que si, pero… No sé que me ha pasado…

–Tranquila, lo que te ha pasado se llama orgasmo. Nos pasa a todas cuando nos excitamos mucho. ¿Te ha gustado?

–Pues… Si, creo que… Si, me ha gustado mucho.

–Pues prepárate porque esto ha sido solo el principio. Verás, cuando nos besan, a los chicos les gusta tocarlo todo. ¿Sabes a lo que me refiero? Es normal que sientan curiosidad, después de todo, ellos no tienen unos pechos tan bonitos y abultados como los nuestros… Para que tu primer beso fluya y vaya todo bien debes dejar que tu chico explore tu cuerpo. Es normal estar tensa y nerviosa la primera vez que un chico te toca, así que vamos a practicar esto también.

Mientras Laura volvía a besarme sus manos se dirigieron a mis pequeños pechos. Primero los agarró como para calcular su tamaño. Luego los masajeó apretándolos con las palmas de sus manos y haciéndolos girar en círculos. Sentí como mis pezones se endurecían y agrandaban, volviéndose cada vez más sensibles. Entonces empezó a jugar con ellos, dándoles suaves golpecitos con los dedos al principio, pellizcándolos y retorciéndolos después. Cada uno de estos movimientos me provocaba como chispazos que recorrían todo mi cuerpo por dentro.

De pronto Laura dejó de besarme para quitarme la camiseta. Sentí un aguijonazo de vergüenza y me tapé los pechos con las manos, pero ella se limitó a besarme el cuello y me volví a relajar. Entonces ella continuó besándome el cuello, pero cada vez más abajo, recorriendo mi pecho hasta encontrarse un pezón. Me estrujó la teta antes de meterse el pezón en la boca. Su lengua dibujaba círculos alrededor de mi pezón con tanta suavidad que volví a excitarme.

Mis caderas se movían de nuevo. Laura tenía la cara en uno de mis pechos, una mano en el otro y la otra mano la llevó a mi trasero. Primero palpó mis nalgas por encima del pantalón. Luego la metió entre el pantalón y las braguitas. Finalmente apartó las braguitas para acariciar directamente mi piel. Al principio su mano iba de una nalga a la otra pero después se entretuvo en medio, rozando mi agujero de atrás. Su mano se movía de arriba a abajo, llegando cada vez mas abajo hasta rozar la humedad de mi entrepierna, pero estaba claro que en esa postura no podía llegar más allá. Yo quería que llegara más allá.

Me bajé de su regazo, sentándome a su lado en el sofá, con una pierna encima de la suya. Ella soltó mi pecho y recorrió mi vientre con una suave caricia hasta que su mano llegó a mi cintura. Pasó por debajo del pantalón y de las braguitas rozándome el pubis. Su dedo corazón recorría de arriba a abajo la longitud de mis labios vaginales, impregnándose en cada pasada con mis fluidos. Cuando estuvo bien mojado se deslizó hacia mi interior, despacio, con suavidad. Dejé escapar un suspiro que Laura ahogó con un beso. Su lengua en mi boca y su dedo en mi vulva me estaban volviendo loca. Instintivamente, mis manos buscaron sus pechos. Esquivando su camiseta intenté torpemente desabrocharle el sujetador pero no supe hacerlo. Me sentí un poco tonta cuando Laura se interrumpió para desabrochárselo ella misma, pero se me pasó enseguida, cuando palpé aquellos enormes pechos perfectos. Eran grandes, redondos, blanditos y muy, muy suaves.

Laura volvió a la carga, esta vez con dos dedos. Sus movimientos ya no eran suaves, sino vigorosos, y yo jadeaba mientras hundía mi cara en sus pechos y pellizcaba sus pezones. De pronto eran tres los dedos que tenía dentro. Se movían hacia adentro y hacia afuera, o hacia arriba y hacia abajo, después a izquierda y a derecha. Pronto sentí como que estallaba de placer. Un nuevo espasmo, mas fuerte que los anteriores, me hizo sacudir violentamente la cadera, al tiempo que un chorrito de pis se me escapaba empapando mis braguitas y mis pantalones.

Laura lamió con entusiasmo sus dedos mojados. Luego se arrodilló en el suelo ante mi. De un movimiento brusco me quitó los pantalones junto con las braguitas, dejándome completamente desnuda. Separó dulcemente mis piernas y hundió su cara entre ellas. Primero olfateó mi entrepierna, luego besó mis muslos. Después de dos orgasmos mi vulva estaba tan sensible que hasta el más leve roce de su lengua hacía que me estremeciera. Su lengua entraba y salía de mi, y de vez en cuando daba se una vuelta por mis labios vaginales. Entonces se centró en lamerme y succionarme el clítoris. Perdí el control de mis caderas, que se sacudían de placer. Mis piernas se cerraron en torno a su cuello, apretando su cabeza contra mi chochito. Mis gemidos se volvieron gritos. No se si estaba teniendo un orgasmo tras otro o un orgasmo increíblemente largo, solo sé que acabé exhausta. Laura se sentó otra vez a mi lado y con un abrazo volvimos a besarnos durante un buen rato en la boca. Ya no sabía a fresa, ahora tenía otro sabor, menos dulce pero más excitante.

–Besas muy bien. ¿Te sientes ya preparada para besar a tu chico?

–No –Respondí. –Creo que necesito practicar más. Mucho más.

(10,00)