Nuevos relatos publicados: 13

Sometido a los pies de una anciana

  • 8
  • 13.080
  • 9,17 (6 Val.)
  • 2

Me llamo Abel, desde que tengo uso de razón me atraen los pies y el calzado femenino, los pies más aún con medias, siempre me excitó el olor que se crea entre los pies y las medias encerrados en un zapato o tenis. Nunca había tenido la posibilidad de poder concretar mi fantasía y lo más cerca que estuve de satisfacer mi gusto era oler calzado o medias cuando iba a la casa de mi tía buscaba en el baño en la canasta de ropa sucia si mi tía o prima habían dejado algo y si encontraba un par de medias podía masturbarme o recuerdo en la casa de un amigo hacía lo mismo con el calzado y medias que usaba su madre. Siempre soñaba con que una chica bonita y de lindos pies me sometiera y me tuviera a sus pies, pero nunca se concretó y además sentía una gran vergüenza de que supieran de mi gusto fetichista y se burlaran de mí o me tomaran por alguien raro, ante lo cual se siente una gran frustración.

A los 23 años me dedicaba a hacer trabajos de jardinería, cortar césped, poda, etc. y como siempre tuve habilidad para trabajos de albañilería, plomería y electricidad la gente me ofrecía también ese tipo de trabajos. Tenía muchos clientes en un barrio privado, gente de clase media en buena situación económica y con quienes tenía mucha confianza.

Un día estaba cortando el césped de una casa y la señora que vive enfrente me llama y me dice que quería contar con mis servicios, que la persona que venía siempre a hacer esa tarea un hombre mayor había fallecido y había pedido referencias mías y le habían dicho que era de confianza.

La Señora que se llamaba Amelia era una ex directora de escuela jubilada, viuda y tenía 76 años, pero se veía en muy buen estado y se notaba que en su juventud debe haber sido una mujer muy hermosa. Comencé a trabajar en su casa y era bastante controladora y autoritaria, cada cosa que me pedía que hiciera lo hacía de un modo imperativo y eso me molestaba un poco, pero me daba trabajo seguido y no me convenía perder a una cliente así, pensé que al haber sido una directora de una escuela sería así desde siempre. Por supuesto que nunca me fije en ella como mujer y si bien miraba sus pies siempre llevaba botas o zapatos cerrados y verdaderamente no le prestaba atención, mi sueño era estar a los pies de una chica hermosa y nunca de una mujer como Amelia.

En una oportunidad fui a arreglar una pérdida de agua que tenía en el lavadero y justo estaban uno de los zapatos que usaba siempre y dentro unas medias se ve que las había dejado para lavar, cuando quede solo no pude resistirme a descubrir como olerían, fue tan agradable mi sorpresa que quede embriagado oliendo esas medias y el interior de sus zapatos, mi verga se puso a full de dura lo que me impedía trabajar ya que tenía impregnado su aroma, pensaba robar esas medias, pero no me animé, le pedí permiso a Amelia para ir al baño y me lleve a escondidas una de sus medias para masturbarme y descargar la calentura que llevaba encima.

Desde ese día no podía dejar de pensar en cómo serían los pies de la Señora Amelia y me masturbaba pensando en estar a sus pies y yo mismo me cuestionaba que cómo era posible que los pies de una mujer de 76 años me generara tanta excitación, para peor las siguientes veces que fui siempre llevaba botas que no me permitían adivinar la forma de sus pies, si al ser una persona de esa edad estarían cuidados o no y pensaba "Sus pies deben ser horribles por eso siempre usa calzado cerrado", pero a su vez no dejaba de recordar el aroma excitante y hermoso de sus medias y zapatos.

Ya sus tonos autoritarios no me molestaban para nada, es más me ponían muy caliente soñando que era su esclavo y que me tendría alguna vez a sus pies como mi Ama. Pasaba el tiempo y mi atracción se hacía más fuerte al igual que mi resignación de saber que jamás podría realizar mi fantasía, por ahí solo poder oler su calzado cuando ella se distrajera o no este en la casa.

Hasta que un día me llama ya que tenía problemas con los enchufes de su habitación, me pidió que si podía venir urgente porque había hecho cortocircuito, cuando llego la veo vestida como para salir, me muestra donde estaba el problema y me dice que debía salir urgente a hacer un trámite en el banco, le dije que vaya sin problemas que yo mientras arreglaba la falla eléctrica y que la esperaba.

Nunca había entrado a su habitación, me puse a solucionar el desperfecto y cuando termine me puse a revisar su armario y allí vi donde guardaba sus zapatos y botas había también unas sandalias, no pude resistirme a degustar el aroma de cada uno de ellos lo que me excitaba tremendamente y terminaba de masturbarme y probaba con otro zapato y volvía a hacerlo, hasta que veo unas pantuflas debajo de la cama, me abalancé enseguida sabiendo que su aroma sería magnífico ya que se veían muy usadas y no solo no estaba errado sino que ese aroma era más intenso aún y tuve que volver a masturbarme haciendo rozar contra mi pene esas suaves pantuflas a las que casi ensucio con mi semen, tuve que ir a lavar mi verga con agua fría para sacarme la calentura ya que quería seguir disfrutando de esos momentos de placer y temía que la señora Amelia volviera y llegará a descubrirme.

Había tardado bastante en volver y cuando llega me dice que había una cola grande de gente, se sienta en el sillón del living y me dice que le dolían las piernas y los pies de estar tanto tiempo parada y que justo se había llevado las botas menos cómodas, ya que nombrara que le dolían los pies me excitó mucho, no sé cómo tomé coraje y le dije si quería que le buscara un calzado cómodo (sabiendo que estaban sus pantuflas) y me dice "Ah sí por favor fijate debajo de mi cama tengo mis pantuflas, haceme el favor y traemelas", fui y volví enseguida cuando llego la veo intentando quitarse las botas y ahí mismo le dije "Dejeme señora Amelia que yo la ayudo, usted descanse", me arrodillo y suavemente le quité una de sus botas al descubrir su pie vi que tenía puestas unas medias negras de Nylon que le daban una forma hermosa a su pie con un arco perfecto, el dedo gordo ligeramente mas largo que el resto, acaricio su pie y noto la calidez del mismo mezclado con un leve sudor y ni hablar del aroma absolutamente perturbador para mi mente fetichista, mi verga que se alzó como un resorte ya se quería salir del pantalón, apoyo su piecito en mi pierna y voy descalzando su otra bota volviendo a acariciar su pie, " Uy que alivio Abel ya no soportaba mas estas botas, me estaban apretando y haciendo dolor los pies" yo ya estaba totalmente en otro mundo y mi instinto me llevó a tomar su pie y darle un suave masaje, "Uy que hermoso, me encanta!!!, que hermoso masaje no sabes lo que me hace falta" decía Amelia mientras cerraba sus ojos y se acomodaba aún más en el cómodo sillón, yo ya estaba fuera de mi sin control de mis inhibiciones y llevé su pie a mi boca y comencé a besarlo y pegarlo en mi cara para sentir ese aroma que me volvía loco, no me importaba cual fuera la reacción de ella solo tenía que hacerlo, ya no veía nada, solo su hermoso pie pegado a mi rostro, todos mis sentidos estaban absortos a ese momento y lejos de sentir la reacción natural de sorpresa que pudiera tener Amelia de quitar su pie y enojarse, me dejó hacer y alce mi vista y vi su rostro y sus lindos ojos celestes con una sonrisa de satisfacción, lo que hizo que siguiera adorando su divino pie.

Amelia se dio cuenta del éxtasis en el que estaba y el otro pie que estaba apoyado en mi pierna lo movió hacia mi verga que ya estaba que explotaba, a medida que rozaba su piecito en mi verga yo me pegaba más a su otro pie para besarlo desesperadamente, de pronto saca su pie de mi cara y de mi verga y me dice que me ponga de pie, al hacerlo me baja el pantalón y el bóxer y deja mi verga totalmente dura al descubierto, me mira con rostro sonriente y sabiéndose dueña de la situación agarra mi pene y se lo lleva a la boca, lo besa, le da una suaves lamidas y se lo introduce para darle una mamada que me estaba haciendo temblar de placer, tanto que apenas podía sostenerme parado.

No pude resistirme demasiado, mi cuerpo se estremeció de placer de una forma que nunca lo había hecho antes para que mi semen estallara dentro de su boca a borbotones, siguió mamando para no dejarme una sola gota de leche tragándoselo todo, volvió a mirarme sonriendo y yo no pude hacer otra cosa que caer a sus pies para besarlos y decirle gracias, gracias, gracias.

(9,17)