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Sorpresa vespertina
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Tú me pedías por un mensaje que fuera a una dirección a alcanzarte.  Era algo tarde y yo venía saliendo de mi trabajo. Tú me pedías que fuera a una dirección a alcanzarte. Era algo tarde y yo venía saliendo de mi trabajo. Llegaba a una casa, tocaba el timbre, me abría un señor quizás de mi edad o un poco menor y me dejaba pasar. Me pedía que pasara a una sala. Me quedaba allí solo, y a los pocos minutos, ya sentado, salías tú y una amiga tuya o conocida tuya de una puerta contigua, tomadas de la mano, sudorosas y ya estaban sin ropa, bellas las dos, sus caras mostraban mucha excitación, al igual que sus cuerpos y se acercaban a mí. Me saludabas dándome un beso riquísimo, donde tu boca tenía un sabor a sexo muy sensual y excitante.

Entonces me decías que era una sorpresa que tenías para mi muy especial. Me presentabas a tu amiga, se llamaba Laura. Ella me saludaba de beso en la boca y me abrazaba también. Yo me excitaba de inmediato al verlas y tú empezabas a frotar a nuestro amigo sobre mi ropa. Me quitaban la ropa entre las dos, me sentabas en el sillón y cada una se ponía a cada lado mío

Era todo muy excitante. Nos dábamos besos, era acariciarnos entre los tres, tocarnos, chuparnos intensamente, me daban sus senos a chupar, yo les metía mis dedos y les tocaban sus sexos, sacándoles gemidos y deliciosas corridas, frotaba mis dedos en sus sexos, empapados, mojados, muy intenso Me comentabas que ella ya nos había visto antes, que te conocía de algún lado (que no era relevante) y que en una conversación ocasional, salió el tema del sexo y de allí se dio que podríamos estar los tres…

Me decías al oído que ese día que habían platicado, ella te había llevado a nuestra casa y antes de bajar de su coche, te había tomado de la cara y se habían besado muy rico en la boca. Que te estuvo tocando y se abrazaron intensamente, abriendo las blusas para sentirse y tocarse los senos. En eso, ella te levantó la falda para tocar tu vagina, sintiéndola húmeda, rica. Hizo a un lado tu ropa interior y te pasó su dedo por tus labios vaginales, hasta que lo insertó y te hizo dar un pequeño sobresalto y un rico gemido. Lo frotó intensamente y le fuiste mojando la mano. Lo sacó lentamente, lleno de tus jugos, y lo lamió con su lengua para saborearlo. Estaban ambas muy excitadas y se besaron un poco más. Entonces fue cuando acordaron hacer el trío.

Mientras me decías eso, ella estaba ya entre mis piernas hincada, chupando mi pene muy intensamente, lamiendo mis testículos, metiéndolos en la boca. Poniéndomela muy dura amore. Me preguntabas si me gustaba esta amiga, y te decía que estaba muy linda, y de muy buen cuerpo. Me decías que a ti también te gustaba su aspecto, cómo se veía… que por eso, cuando se había dado la conversación inicial, habías pensado que sería excitante estar con ella, pero más después del evento del coche afuera de nuestra casa.

Entonces, le decías que se subiera para ensartarse en mí ya duro pene. Te parabas del sillón, te ibas detrás de ella, la abrazabas y la guiabas. Tomabas mi verga dura, y la acomodabas, la detenías en esa posición y con tu mano, sujetando mi verga, le frotabas la punta en su entrada, pasando desde su culito hasta el clítoris. Ella se mojaba mucho y te decía que era muy rico lo que hacías. Le decías al oído que se fuera sentando. Ella estaba apretadita, pero muy húmeda, muy excitada. Le ponías la punta de mi verga en su entrada y veías cómo iba entrando poco a poco, cómo se la iba metiendo toda, abriéndola, hasta quedar toda ensartada. Su cara mostraba la sensación de verse invadida, de sentir como iba recibiendo a un visitante nuevo, de saberse penetrada en un ambiente muy excitante y pleno de sensaciones.

Abría la boca sensualmente, entonces te acercaste a ella y las dos se besaban en la boca, tu abrazada a ella, pegándole tus senos a su espalda, pasando tus manos por su cuerpo y tocando los senos de ella, que estaban muy duros, con unos pezones muy erectos y tiesos. Yo veía todo y estaba superexitado, mientras tú me decías que la viera como le gustaba sentarse, disfrutar del momento y cogerse mi verga… que la habías escogido así para mí, para que la disfrutáramos, y mientras le besabas su cuello, me mostrabas su cara de excitación. Ella sudaba y se sacudía con cada metida que se daba de mi verga y se empezaba a venir mucho mojándome todo. Tú le decías al oído, "te dije que lo disfrutarías, cógetelo rico" ella solo asentía, con sus ojos cerrados y apoyando sus manos en mi cuerpo para poder subir y bajar sobre mi pene.

Entonces bajabas tu mano para frotarle su clítoris, y hacías que se mojara más, que sus sensaciones fueran más intensas, que temblara toda, sudara más, se marcaran más sus pezones, mostrando que estaba próxima a venirse de nuevo. Me decías que querías que me corriera en ella, que la mojara toda, que le querías comer su vagina llena de mi semen y dármelo a probar de tu boca. Para entonces, ella ya brincaba literalmente en mi verga, sacándola casi completa para enterrársela toda de golpe, meterla toda y sentirla hasta lo más profundo, su vagina estaba toda húmeda y era delicioso sentir como lo hacía, y con ello llegaba a tocar con mi punta el fondo de su vagina.

Le preguntabas si quería que yo me viniera en ella, y decía que sí… que para eso se la había metido sin condón, ni nada… Tú te agachabas a besarme en la boca y a decirme que te gustaba y excitaba verme cogiendo a esa cuata, que estaba muy buena y que le gustaba verla gozar con mi verga. Todo eso era muy rico y tenía mi pene a punto de explotar.

Me decías que te excitaba ver cómo me iba a venir dentro de ella y la cogida era muy intensa. En eso, abrías tus ojos y te quedabas quieta, y yo veía que el señor que me abrió la puerta (a quién había olvidado por completo), estaba detrás de ti, desnudo, y ya te estaba metiendo su verga en ti. Me decías que era el esposo de Laura, y que antes de que yo llegara, mientras ustedes se besaban y acariciaban, él había entrado al cuarto ya con su verga de fuera.

Entonces lo hiciste acercarse a ti y se la habías estado chupado hasta ponérsela dura, masturbándolo, lamiendo sus testículos, que tenía una verga rica, larga, venosa, ancha y que te había gustado su sabor, pero que, por estar jugando con su esposa, no te la había metido hasta ese momento. Me decías que te estaba abriendo rico, llegando hasta el fondo de ti. Yo te tenía muy abrazada a mí, tú de pie, inclinada hacia adelante, levantando tu cadera, dejándole todo tu cuerpo abierto al esposo de esta amiga, que seguía montada en mí, cogiéndome rico, con sus ojos cerrados. Él te penetraba fuerte y duro, te abrazabas de mí y nos besábamos, mientras me decías lo rico que te cogía, lo mucho que entraba y lo grueso que se le iba poniendo.

Tu amiga abrió los ojos y tenía a su lado la vista de su esposo cogiendo fuerte tu vagina y se excitaba más, viniéndose intensamente encima de mí, temblando y sudando. Yo no pude aguantar más y me vacié en ella también.

Apoyó su cuerpo sobre el mío, girando su cadera para que no me saliera de ella. Entonces las cabezas de las dos quedaron juntas sobre mi cuerpo, se besaban, se decían lo ricas que estaban, lo rico que cogían, lo calientes que estaban, lo mucho que les gustaba que se las cogieran, lo mucho que lo disfrutaban y ocasionalmente me incluían en esos besos húmedos y sensuales, mientras él seguía empujando fuerte dentro de ti y te generaba el venirte una y otra vez.

Eso nos permitía a Laura y a mi ver en tu cara la excitación que sentías en cada momento que te empujaba a fondo. Yo te preguntaba si lo disfrutabas, y me decías que mucho, mientras me besabas de nuevo, intensamente. Empezabas a convulsionarte ante la cogida rica que te estaba dando y temblabas, diciéndome que te ibas a venir mucho. Ella te besaba y tocaba, mientras él intensificaba sus arremetidas en ti. Me decías que sentías como se le estaba hinchando más su pene y que lo ibas a dejar que se viniera dentro de ti, entonces volteabas hacia él y le decías que te llenara de su semen, que lo querías sentir dentro, que te mojara toda. Lo decías fuerte para que todos lo escucháramos y entonces él empezaba a venirse mucho, jalando tu cadera para meterla profundamente en ti, empujando y resoplando de la intensa venida sujetándote de tus caderas, pasa asegurar que te entrara toda su verga y te llenara desde lo más profundo.

Tú, al sentir correr su semen dentro de ti, te volvías a venir mucho, temblando y jadeando intensamente entre mis brazos, mojándolo más. Fueron corridas muy intensas, excitantes y muy sensuales.

El sacó su verga aún dura y chorreante y ambas voltearon a chuparla para saborear sus jugos y besarse entre ustedes, se veían bellas y sensuales al hacerlo, al recorrer con sus bocas esa verga mojada y semierecta, que al llegar a la punta, les permitía besarse a las dos, saboreando los jugos de él y tuyos, intercambiando con sus lenguas lo que iban recogiendo, sus caras se llenaban de jugos. La vista era por demás excitante.

Regresabas a besarme en la boca, saboreando sus jugos, jugando nuestras lenguas y lamiendo tu cara, para preguntarme si me había gustado la sorpresa. Yo te decía que sí, mucho…

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