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Soy la puta de Pedro

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Habían pasado cinco años desde que conocí a Pedro, manteníamos una relación más o menos consolidada, nos veíamos un par de veces en semana, follábamos en cualquier sitio, en el coche, en el campo, en la playa… me encantaba sentarme lentamente en su polla, le cabalgaba mientras me abrazaba y mordía mis pezones o mi cuello, el roce de mi verga con su vientre hacía que me corriera y cuando me inundaba con su leche me gustaba quedarme quieto esperando a que su polla se aflojara clavada en mi culo y notar como su lefa iba saliéndose.

Yo siempre he sido cuidadoso con mi aspecto, pero comencé a cuidarme más, me puse a dieta, perdí peso, ahora estaba en noventa kilos, perdí volumen, sobre todo en la cintura, no soy velludo, al contrario, no tengo vello corporal y mi barba es escasa, se limita a escasos pelos en el mentón y el bigote, en la cabeza sin embargo tengo una buena mata de pelo aunque siempre lo llevo muy corto, comencé a hacerme la manicura y la pedicura, a usar cremas hidratantes, tengo el cuerpo depilado por completo, a mi mujer le gustaba así, empecé a hacerme la depilación láser y le pregunté a la chica que me lo hacía si también podía quitarme la barba, me dijo que sí, que dado que la tenía escasa el resultado sería magnífico así que lo hice, ahora voy una vez al año para mantenimiento y me he olvidado de cuchillas y espumas, tengo los lóbulos perforados, me gusta ponerme dos pendientes de oro con cristal Swarovski en talla diamante que me regaló mi mujer y por petición de ella también me perforé los pezones, a Pedro le gustaba coger con los dientes las anillas que me ponía en ellos y tirar, esa mezcla de placer y dolor me ponía como una moto, sabía que a él le gustaban las transformistas, iba al bar donde le conocí precisamente por eso, incluso por lo que leí entre líneas, sospechaba que había tenido relación con alguna.

Mi mujer trabaja en un hospital, es enfermera, tiene turnos igual que yo en la fábrica y no coincidimos, mis hijos a aquellas alturas eran ya dos adolescentes que pasaban de sus padres, tenía mucho tiempo para mí, hice un curso de maquillaje, incluso compré un maletín muy completo, no lo pude estrenar, mi mujer lo encontró y tuve que decirle que era su regalo de cumpleaños así que volví a la tienda a por otro, también compré otras cosas, por suerte mi mujer y yo tenemos cuentas separadas, ambos aportamos a una común para los gastos pero manejamos nuestro dinero, quería darle una sorpresa a Pedro y vaya si lo conseguí, aquél día le vacíe los huevos hasta dejarlo exhausto.

Cuando llamé a la puerta de su casa me abrió enseguida.

- Coño, ¿me estabas esperando mirando por la mirilla?

- Buenas tardes a ti también, puta. – se quedó mirando la pequeña maleta de viaje que llevaba conmigo - ¿Dónde vas con eso?

- Es una sorpresa, no te asustes, no me vengo a vivir contigo.

- Pasa, maricon, pasa.

Bajamos al sótano, lo tiene dividido en dos partes, en la primera, nada más bajar de la escalera tiene un bar muy bien montado, una barra con cuatro sillas altas, una zona de estar con dos sofás tipo Chester enfrentados separados por una mesa baja de centro, una gran pantalla para ver los partidos con los amigos y en una esquina una gramola en la que pone música de los sesenta, setenta y ochenta, en esos momentos sonaba sultans of swing, de los Dire Straits. Separando ambas zonas tenía un futbolín, en la segunda tenía aparatos de ejercicio, una sauna y un cuarto de baño completo con una enorme ducha.

- Pasa al cuarto de baño, ya está la sauna preparada.

- Vale, pero cuando acabemos tienes que salir del cuarto de baño y dejarme solo.

- ¿Qué estás tramando?

- Ya lo verás, te aseguro que merecerá la pena.

Nos desnudamos y entramos en la sauna, diez minutos, salimos y ducha fría, empezando por los pies, repetimos tres veces, la última ducha con agua templada.

- Bueno zorra, te espero fuera.

- Gracias.

Me coloqué ante el espejo completamente desnudo, saqué de la maleta el maletín de maquillaje, me di una base, sombra de ojos en tonos dorados, mascarilla de pestañas negras, delinee las cejas, línea de ojos negra, colorete, pinté mis labios de rojo intenso, seguidamente las uñas con el mismo tono de rojo, me coloqué la gorra para pelucas y me puse una peluca rubia platino con peinado a lo Marilyn de pelo natural que me encajaba como un guante, no en vano me había costado una pasta, me coloqué los pendientes y unas anillas de oro en los pezones, una gargantilla ancha, de seda negra, saqué un corsé y me lo coloqué, medias negras que sujeté con el ligero del corsé, tanga negro, zapatos de tacón negros, guantes por encima del codo y rematé con unas gotas de Chanel número cinco. Me miré en el espejo y vi a un putón dispuesto a satisfacer las necesidades de su macho, salí del cuarto de baño, me había costado dominar los tacones pero a base de ensayos ahora caminaba como una modelo de pasarela.

- ¡Jo der! – Pedro estaba sentado en una de las sillas altas de la barra, era junio y estaba completamente desnudo.

- Amo, soy tu esclava, estoy aquí para servirte. – avancé hacia el y di una vuelta sobre mi para que me viera.

- ¡Joder, joder, joder!

No salía de su asombro, me acerqué a él, le acaricié la cara, me incliné y besé sus labios, suavemente con la punta de la lengua, mordí el lóbulo de su oreja, besé su cuello, me agaché y tomé su polla en mis manos, la descapullé y besé el glande, con mi lengua jugué con el frenillo y recorrí los bordes de la cabeza, agarré sus huevos colgónes y lentamente me metí esa polla que tanto gusto me daba en la boca.

- Uf, putona, que lengua.

Me colocó una mano en la cabeza, yo empecé a moverme metiendo y sacando su verga, en ocasiones llegaba con mis labios hasta sus cojones, aguantaba un momento y la sacaba lentamente para volverla a meter.

- Sii, zorra, que boca tienes, dios.

- Slurp slurp slurp, - iba subiendo el ritmo.

- Ay ay ay, golfaa.

Continuaba mamando de aquella verga, quería sacarle todo el jugo, agarraba y tiraba de los testículos, sacaba la polla de mi boca, con la lengua recorría el tronco venoso hasta llegar a los huevos, los chupaba, volvía con la lengua a subir por la polla y me la metía nuevamente en la boca.

- ay mariconazo, ay que me corro, me corroo.

Noté que se ponía rígido, me preparé y enseguida se corrió, notaba los espasmos de su polla y su semen caliente llenándome la boca, tragué lo que pude y otra parte escurrió por mis labios, me tomó por los brazos y me hizo incorporarme, me atrajo hacia sí y me besó, nuestras lenguas se cruzaron, todavía tenía leche en mi boca y en mi barbilla, me abrazaba con pasión, agarraba mis nalgas con las manos, me besaba el cuello, con su lengua jugaba con los aros de mis pezones, los tomaba con los dientes y tiraba haciéndome dar gemidos de placer.

- Fóllame, por favor, rómpeme el culo como tú sabes.

- Si puta, te voy a dar lo que te mereces.

Me hizo colocarme a cuatro patas sobre la mesa de centro, en esa posición mi culo quedaba justo a la altura de su polla.

- Plaf – me dio un cachete – eres una yegua con buena grupa.

- Ah, si amo, soy tu yegua.

- Plaf, Plaf, zorra, voy a darte lo que te mereces, plaf.

Abrió mis nalgas y movió la tira del tanga, enseguida noté su lengua follándome el ojete.

- Sii, cómeme el chochito, si.

- Plaf.

- Ay, ayyy, que rico, que ricoo.

Metía su lengua dura, succionaba el florón de mi esfínter, mordía mis nalgas, pasaba su lengua por toda la raja y yo arqueaba la espalda para que llegara mejor a mi culo.

- Ay, ay, fóllame, por favor, méteme la polla.

Se puso en pie, restregaba su polla por mi raja, la puso en mi ojete y me la metió de una sola vez hasta los huevos, noté como me abría el esfínter, mis piernas flaquearon.

- Ay papi, ay, ay que polla, ay.

Me agarró del tanga y puso la otra mano en mi cadera, sacó su verga lentamente y de un golpe me la volvió a clavar.

- Plaf

- Ay, cabrón, mi culo.

- Plaf – nuevamente de un golpe de cadera sus huevos chocaron con mi perinéo.

- Hijo de puta, ay, mi chochito, ayy.

- Plaf, plaf, plaf.

Incrementó el ritmo, su polla entraba y salía incansable, estaba empapado en sudor, lo notaba corriéndome por la espalda, mi semental bufaba y resoplaba mientras me follaba.

- Ay, ay, ay, cabrón, dame, dame.

- Más fuerte, más fuerte, rómpeme, hijo de putaa.

- Ay si, si, deja preñada a tu puta, ay, dame tu leche.

- puta, eres mi puta.

Dio una última embestida y se apretó contra mí agarrándome las caderas con fuerza, sabía lo que venía, apreté mi esfínter y noté en el las palpitaciones de su polla mientras eyaculaba.

- Si, córrete, quédate ahí, asegúrate de que tu perra se queda preñada.

Se retiró, me hizo levantarme, me sacó el tanga, me hizo sentarme en la mesa y me empujó hasta quedar tendido boca arriba con mis nalgas en el borde, de mi culo empezaba a salir su leche, me tomó por las corvas de las rodillas y me hizo levantar las piernas, apuntó con su polla y me la metió de un golpe con un sonido líquido debido a su lefa.

- Ay, cabrón.

Agarró mi polla y suavemente comenzó a pajearme con su enorme manaza al ritmo con el que me enculaba, estaba hermoso con ese pecho poderoso y ese vientre llenos de abundante vello canoso, la cabeza rasurada relucía por el sudor, olía a sexo y a hombre, a macho, a semental. Su polla entraba y salía de mi culo con facilidad debido a la dilatación y a su semen mientras aceleraba el ritmo de la paja que me estaba haciendo.

- Ay, ay que rico, ay, no pares, no pares, por favor.

- Cállate zorra

- Ay, ay, que me corro, que me corro

Metió su polla hasta el fondo y la dejó ahí mientras imprimía un ritmo frenético a su mano.

Me pajeaba con fuerza.

Cabrón, cabrón, cabrón.

Me encogí y comencé a eyacular, apreté el esfínter alrededor de su polla, como Pedro no paraba mi lefa salpicó en todas direcciones, en el corsé, en mi cara, en el pecho de mi amante…

- Si que tenías leche guardada, golfa – se miraba su mano manchada, sacó su polla y noté un chorreón de lefa salir de mi culo.

Me incorporé hasta quedar sentado y tomé su mano, la limpié con mi lengua, recogí también con ella el semen que tenía en el vientre y en el pecho y le besé en la boca, metí mi lengua para que también probara el sabor de mi leche.

- Cuando te vi en aquel bar sabía que eras un gran putón, jamás me arrepentiré de haberte invitado a aquella copa.

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