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Tiempo de lectura: 10 minutos

Acababa de llegar a casa después de dejar a mi madre y mi hermana pequeña en la estación de tren, íbamos a estar las tres solas en la playa durante una semana, vacaciones de chicas como decía mi hermanita, pero en el último momento yo no pude ir por motivos de trabajo. En el salón me encontré a los chicos de la casa, mi padre, mi hermano, mi primo Cesar y Jaime un amigo de mi hermano que estaban discutiendo sobre… como no, fútbol, siempre estaban igual y me preguntaba que verán los hombres en ese deporte que los pone a discutir por cualquier tontería.

No me apetecía estar allí con ellos, discutiendo acaloradamente, para calor el que hacia esa tarde así que ignorándoles me subí a mi cuarto con la más que acertada decisión de quitarme la ropa, ponerme el bikini y salir a la piscina a refrescarme y tomar el sol tranquilamente mientras leía un libro, nada más pasar el marco de la puerta ya me estaba desabrochando la blusa quedándome en sujetador, luego los pantalones y así medio desnuda abría un cajón para coger un bikini, me miraba en el espejo medio desnuda y veía las marcas del sol que como un tatuaje blanco quedaban en mi piel por la parte de la braga y los pechos del sostén del bikini, había que remediar esas marcar fuera como fuera y estaba todavía a tiempo al estar a primeros de julio.

Subiéndome la braga del bikini empecé a sentirme observada, notaba una presencia y presentía que alguien me había estado mirando durante todo el tiempo, viendo como me quitaba la ropa y como me quedaba desnuda mirándome al espejo, sin embargo no había nadie, si es cierto que la puerta de mi habitación estaba abierta y yo juraría que la cerré, pero la verdad que al no ver a nadie supuse que eran cosas mías.

Bajé con una toalla, crema bronceadora y un libro dejándolo todo en la tumbona, hacía calor y después de darme la crema por el cuerpo, de estar relajada un poco tomando el sol, me até el pelo con un moño para no mojármelo y me metí en la piscina nadando un par de largos y una vez más esa sensación de sentirme observada y no es que me importase, pero era intrigante, pensaba que quizás mi hermano o mi primo Cesar que estaban los dos salidos eran los que me miraban, quizás Jaime su amigo que era un chico que la verdad que estaba muy bueno, con unos ojazos grandes y una mirada felina, he de reconocer que el chico me gustaba y me excitaba pensando que era él quien me miraba a escondidas.

La puerta del jardín sonó al cerrarse y oí como se iban todos de casa, más tranquilidad pensé, pero al cabo de media hora sentí nuevamente esa sensación y sin embargo no había nadie, me acababa de dar la vuelta y estaba tumbada boca abajo cuando empecé a pesar en Jaime, le podía ver mirándome detrás de la puerta, viendo como me desnudaba y como me ponía el bikini, como me quitaba las bragas despacio, inclinándome y dejándole ver mi vulva por detrás, como me miraba al espejo tocándome los pechos y me ponía el sostén del bikini estando desnuda todavía por la parte de abajo, enseñándole mi vulva por delante, con un monte de Venus prácticamente sin vello por habérmelo depilado un poco, podía ver su cara, mirándome con esos ojos llenos de deseo al verme poner la braga del bikini muy despacio, tapándome por fin el sexo.

Estaba absorta en estos pensamientos, un poco excitada por ellos y no me di cuenta de que alguien estaba sentándose en la tumbona, poniéndome una venda negra en los ojos y cuando quise reaccionar, cuando me iba a dar la vuelta sentí unas manos sobre mi espalda me impedían levántame a la vez que oía.

-Ssshhh

Me había puesto la venda en los ojos y echándome un poco de crema me estaba dando un pequeño masaje en mi espalda, notaba como sus manos se deslizaban por mis brazos y mi espalda, como me acariciaba con la yema de los dedos, desatándome las lazadas del sostén tanto en el cuello como en mi espalda, me sentía rara, sabía que podía confiar en aquella persona que por otra parte me impedía moverme, estaba excitada por lo que había estado pensando antes con Jaime, pero sobre todo por esas caricias que empezaron a tener otras metas como acercarse a mis pechos por el costado o meterse un poco por debajo de mi bikini hasta tocar con sus dedos la separación de mis glúteos y una vez más quise darme la vuelta, y una vez más oí.

-Ssshhh

No sé por qué no forcé más la situación de levantarme, quizás porque sabía o esperaba que fuera Jaime.

Habíamos estado tonteando ya algunos días atrás, sabía que yo le gustaba y él a mí, habíamos estado bebiendo de nuestros labios, le había dejado que dibujase mi cuerpo con sus manos y si no llega a ser por mi hermano que nos vio y vino a fastidiarnos, quizás esa noche habría pasado algo más y no estoy hablando de hace mucho tiempo, estoy hablando de hace dos o tres noches.

Sus manos se internaban en mis piernas, en mis muslos, primero por fuera y luego haciendo que abriera un copo mis piernas por el interior de ellos, cuidándose mucho de momento de no llegar muy arriba, tenía unas manos suaves y surcaba mi cuerpo suavemente, resbalado por mi piel tostada debido al sol, volvía a subir a mi cuello y volvía a bajar despacio, pero esta vez profundizando más por mi costado, tocándome los pechos casi hasta mis pezones, luego más abajo metiendo sus dedos por debajo de mi bikini cogiendo y apretando mis glúteos, subiendo por el interior de mis muslos llegando a tocar la frontera de mi piel con el bikini, acariciando parte de mis labios inferiores haciendo que me revolviera un poco y enseguida se oía decir.

-Ssshhh

En esos momentos estaba ya demasiado excitada y mis labios húmedos fueron los primeros en sentir sus caricias cerca de la entrada rosada de mi vagina, hasta un pequeño gemido salió de mi boca cuando le note como se levantaba y se iba dejándome tremendamente excitada. Esperé algo de tiempo para ver si se venía, pero al final me quite la venda negra y me metí de cabeza en la piscina para apagar el fuego que tenía en mi interior.

Pase la noche pensando, sintiendo nuevamente las caricias sobre mi cuerpo y al día siguiente nuevamente en la piscina, una vez más tomando el sol y una vez más sorprendiéndome sin que yo me entera de como llego, me volvió a poner una venda esta vez roja en los ojos, una vez más intente hablar, intente levantarme, pero nuevamente me hacía callar con un:

-Ssshhh

Solamente ese sonido salía de él mientras que sus manos ahora sin crema empezaban a recorrer mi cuerpo por la espalda, desabrochando mi sostén, volviéndome a excitar, hacer que mi vagina se humedeciera tanto como para mojar el bikini, sentía sus dedos entre mis muslos con la intención de continuar lo que dejaron ayer a medias y cada vez que yo intentaba algo solo tenía por respuesta.

-Ssshhh

Sus dedos habían penetrado por debajo de mi bikini y acechaban la entrada a mi sexo, cada vez más caliente, más excitada que pequeños gemidos salían ya de mí, sentí como paro y sacando los dedos me empezó a quitar la braga del bikini despacio, estaba tan nerviosa, pero con tanto deseo de estar con el que le ayude levantando un poco mi vulva de la tumbona para que me las pudiera sacar con más facilidad, sentía las yemas de sus dedos acariciar mi espalda y unos pequeños besos con sus labios sobre ella, estaba sentado a mi lado cuando olí a fresas, cuando note sobre mis labios como pasaba un fresón de lado a lado, haciendo que lo mordiera, que me comiera era fruta de la pasión, cuando una vez más sus manos acariciaban mi espalda pero con una compañera entre sus dedos.

Dibujaba mi espalda con un fresón, bajando con extrema suavidad tanto que sentía escalofríos en mi cuerpo, poco a poco iba bajando hasta llegar a mis glúteos y como escalando una montaña paso por encima de ellos para bajar ladera abajo, hasta topar con mi vulva, con el fresón entre sus dedos iba abriendo un poco más mis piernas, para que con el fresón saltara a la parte interna de mis muslos, bajando por ellos hasta llegar otra vez a mis labios vaginales y metiendo la fresa entre ellos, como si fuera una locomotora de pasión me buscaba el clítoris, rodeándolo, pulsándolo, haciendo que mis gemidos fueran más continuos y altos.

Sentía como subía con el fresón hasta mi vagina, de un lado a otro de mi entrada, hundiendo poco a poco el fresón dentro de ella, jugando con mi vulva, metiendo y sacando el fresón de mi vagina para luego subir nuevamente por mi cuerpo para que me lo comiera, un fresón con sabor a mí, a mis flujos, estaba tan excitada que de mi vagina resbalaban pequeñas gotas de flujo, preparada para lo que viniese después, preparada para sentir como se ponía de pie con sus piernas a ambos lados de mi cuerpo y su pene golpeando mis glúteos, nuevamente me revolvía y nuevamente le escuchaba decirme.

-Ssshhh

Estaba ya deseando ese momento, deseaba que Jaime o quien fuera me hiciera suya penetrando en mi interior, notaba como su glande buscaba mi vagina y como se iba hundiendo dentro de mí, solo unos pequeños centímetros para luego sacarla y una vez más en ese estado me dejó, una vez más se levantó y se marchó y para cuando me di cuenta estaba otra vez sola, con mi vagina tremendamente mojada, le había tenido dentro de mí unos segundos, su glande había penetrado en mi fortaleza una par de veces para luego marcharse, pero esta vez en vez de tirarme a la piscina me puse el bikini corriendo y salí detrás de él aunque ya me llevara bastante ventaja.

En mi casa no había nadie, solo mi padre que miraba nervioso y sudando en la televisión un partido de fútbol, pero ni rastro de Jaime, ni de mi primo o del que esperara que no fuera de mi hermano, nadie tampoco en el jardín, ni en la casa ni tan siquiera en la calle.

Esa noche aunque un poco molesta, volvía a soñar con él, con ellos, con sus caricias, con la ternura del fresón, con su glande penetrando mi vagina aunque fuera prácticamente anecdótico y pensando en el día siguiente, ¿volvería?, ¿qué me haría esta vez?, ¿jugaría conmigo y ya está?, o me haría el amor por fin.

La mañana siguiente, era sábado y todo el mundo se había ido menos yo que bajé otra vez a la piscina, nuevamente con mi toalla, con mi crema y mi libro, dándome un baño, nadando un par de largos y salir mojada para tumbarme al sol, pero esta vez cambié mi itinerario, me tumbé boca arriba desnuda tanto mis pechos como mi sexo sin prendas de tela que los ocultasen, sin nada puesto en mi cuerpo salvo la venda negra del primer día que yo ya me había puesto sobre los ojos.

No pasó ni media hora cuando oí la puerta del jardín abrirse y cerrarse, estaba nerviosa ¿y si me equivocaba?, no sabía quién realmente había entrado, esperaba a Jaime, era lo más lógico, pero ¿y si era mi hermano?, o peor aún mi padre, el caso que ya no había marcha atrás y esperaba tumbada en la tumbona desnuda a quien me había provocado aquellas sensaciones aquellos días atrás, notaba como alguien se acercaba y como se sentaba nuevamente a mi lado, intente hablar con él, decirle que le estaba esperando cuando una vez más noté como un dedo me tapaba los labios y volvía a escuchar ese siseo que ya me era tan familiar.

-Ssshhh

Una vez más me cayó cuando empezaba sus juegos con mi cuerpo, a pasar las yemas de sus dedos por cada curva, por cada centímetro de mi piel bajándome la rodilla que la tenía flexionada y abriéndome un poco las piernas estirándomelas las dos, que sería hoy, la crema, sus manos desnudas, más fruta de la pasión, esperaba y mientras lo hacía me excitaba más mordiéndome el labio inferior con mis dientes, sin apenas tocarme mi sexo ya rezumaba deseo, mi vagina ya mojada al igual que mis labios vaginales que esperaban impacientes sus caricias, pero esta vez fue diferente, esta vez fui yo quien empezó al notar como su pene rozaba mis labios, no me dejó cogérselo, simplemente me regañó al hacerlo, simplemente paró en seco mis manos cuando fueron en su busca diciéndome.

-Ssshhh

Mis labios besaban su glande, mi lengua lamía aquel caramelo carnoso rodeando de deseo, mi boca empezaba un baile con su pene, abrazándolo y mojándolo con mi saliva, entrando y saliendo de mi boca, mordiéndolo con mis labios y succionándolo, poco a poco la velocidad iba en aumento así como mi excitación, esta vez si pensaba, esta vez sí me la meterá y no se largará, tenía tantas ganas de disfrutar de aquel pene entrando y saliendo de mi vagina que no me di casi ni cuenta que empezaba a gemir, que cambió los ssshhh por gemidos, la primera vez que le escuchaba otro sonido y me resultó no solo conocido sino delicioso.

Mis labios se deslizaban con velocidad por aquel tronco tan duro y grande que de pensar que dentro de nada lo estaría sintiendo en mi vagina hacia que mojase más la misma y parecía que llegábamos al fin a esa etapa cuando me retiro el caramelo de mi boca, esperaba ahora pacientemente con todos mis sentidos puestos en él salvo la vista y note como una vez más se sentaba a mi lado y una sensación de frio me invadió, frio y excitación a la vez cuando sentí un hielo sobre mis labios, bebiendo el agua que se iba derritiendo en ellos.

La piedra de hielo se iba consumiendo por mi cuerpo ardiente de deseo, se iba convirtiendo en agua al paso por mi boca y por mi cuello, una piedra nueva de hielo fue la que me hizo retorcer mi cuerpo a la vez que gemía cuando me rodeo las areolas y escalaba hasta la cima de mis pezones, de un lado a otro de mis pechos, recorriendo toda la redondez de estos, sintiendo como pequeñas gotas se desprendían y empezaban una breve carrera muriendo sobre mi piel caliente, el hielo bajaba por mi vientre y justo detrás sus labios iban recogiendo el rio que dejaban tras de sí, besándome y calentando lo que el hielo iba enfriando.

Mis manos apretaban mis pechos cuando con una piedra de hielo empezó a subir por mi monte de Venus, con poco vello y acercándose al incendio que tenía entre mis piernas, el primero en ser rescatado de las llamas, de ser refrescado fue mi clítoris que parecía estar incandescente, había aumentado bastante su tamaño y sentía el frio del hielo y el calor del cuerpo mientras gemía ya de forma incontrolada, sus dedos lo guiaron metiéndolo por medio de mis labios refrescándolos hasta llegar a mi vagina que se fundía al momento de tocarme la entrada a mi interior, pequeñas gotas empezaban su pequeña aventura hasta ser absorbidas nuevamente por mi piel.

Se había levantado de mi lado y lo sentía de pie frente a mí jugando con el hielo sobre mi sexo, me había abierto bastante de piernas y jugaba con su lengua en mi clítoris, luego mi vagina sentía como un hielo se metía en ella pasándomelo con su boca, metiéndomelo dentro de la vagina enfriando el infierno que estaba desatándose dentro de mí, dejando allí dentro un pequeño trozo de hielo y sintiéndole como se tumbaba sobre mí y como su pene empezaba a empujar aquel pequeño trozo de hielo a mi interior que termino por fundirse prácticamente al momento cuando por fin sentí como su pene y no solo su glande se metía en mi vagina hundiéndose muy profundamente en mí y arrancándome un pequeño grito mientras mis brazos y mis piernas le rodeaban.

Por fin lo tenía dentro de mí, por fin el deseo hecho realidad, quiso enfriarme con hielo, pero me encendió bastante más y ahora solo podía ayudarme acabando lo que había empezado, sacar y meter su polla de mi coño era la mejor medicina que en estos momentos me podían recetar y doy fe que el tratamiento lo estaba cumpliendo a rajatabla, solo hacía falta escuchar mis gritos de placer cuando su pene entraba y salía de mi vagina, navegando en un mar embravecido, con pequeños terremotos en mi interior cuando le presionaba con mis músculos su pene, rozando una y otra vez con fuerza nuestros sexos causándonos gran placer a los dos.

Estaba tan caliente, tan excitada que su polla se metía con tanta facilidad dentro de mí que hacía que al notarla entrar hasta el fondo le arañara con las uñas toda la espalda, le estaba marcando como a una res para que todas supieran que era mío y de nadie más, sus labios junto a los míos, pero no me besaba, él seguía haciendo esfuerzos, sudando cada vez más, metiéndomela y gimiendo del placer que le causaba al metérmela con tanta lubricación y con tanto roce en mi vagina al apretarle el pene con mis músculos.

De repente me la sacó y cogiéndome casi en vilo me puso en la tumbona a cuatro patas, quería follarme como a una perrita y una vez en posición, con su mano guiando su pene hasta la entrada a la vagina la metió una vez más, primero medio tumbado en mi espalda con sus manos apretando mis pechos a la vez que me los juntaba, varios empujones y sus manos pasaron a ser parte de mis caderas moviéndome hacia adelante y hacia detrás hundiendo su pene dentro, muy dentro de mí, cada vez con más fuerza y con más velocidad, haciendo que mis pechos se golpearan el uno contra el otro o contra mi cuerpo cada vez que me la metía.

Terminé por apoyar mis codos y mi cabeza sobre la tumbona haciéndome gemir y gritar de una forma ya escandalosa, sin pensar ni importarme que alguien me pudiese oír, mi vientre se hinchaba de ardor cuando la metía y mis piernas temblaban cuando la sacaba inundando mi vagina de mis flujos y recibiendo con agrado un enorme gemido cuando note como se corría en mi interior, golpeando bruscamente con dos tremendos chorros de su semen caliente mi vagina.

No tardó en marcharse tal y como había llegado, no llegué a verle, pero sabía que era él, creía firmemente que era Jaime con quien había disfrutado tanto follando, quien sino más que él, esa tarde ya llegaba mi madre con mi hermanita, y por la noche al acostarme mi padre vino como cada noche a darme las buenas noches.

-Buenas noche mi princesa, ssshhh, que descanses bien esta noche.

-Buenas noches pa… ¡¡¡papá!!! -Le miraba extrañada, aquel sonido y no solo eso, cuando se dio la vuelta su espalda, su espalda estaba llena de arañazos, arañazos que muy posiblemente se los hiciera yo.

-Ssshhh, ahora duerme mi princesa ssshhh.

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