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Su encuentro con Sebastián: Día 1
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Soy David, tengo 34 años, y me encanta compartir a mi mujer. Ella hace algunos meses conoció a Sebastián, un muchacho puertorriqueño que vive en nuestro país hace algunos años. Ya les dejaré el relato donde mi mujer conoció a Sebastián, pero les adelanto que encontré a mi mujer masturbándose desenfrenadamente, mientras hablaba con este muchacho. Continuamos esa relación virtual por varias semanas.

Mi mujer coqueteaba con Sebastián, acostada a mi lado, yo mismo tomé varias fotos de mi mujer para enviarlas al muchacho, y fuimos generando una confianza bien particular. Esa confianza nos hizo pasar del texto al audio, luego video, y pues bien el paso lógico era conocer al muchacho, o mejor dicho, que mi mujer lo “conociera”. Isabel, ese día le escribió temprano, “Hola Sebastián, cómo estás? Oye qué haces este fin de semana? Mi marido no estará y me pidió, si tú me podías venir a cuidar. ¿Qué dices?” No pasaron ni 3 minutos y entra una llamada por Whatsapp, Sebastián muy emocionado llamando a mi esposa, no pude escuchar lo que le preguntaba, pero Isabel respondía “si, de verdad, no hay problema que vengas y te quedes conmigo. Lo pasaremos excelente.” Luego estuvo escuchando un rato en silencio y se reía cómplice, hasta que le dijo, “ya, te concedo eso que quieres. Pero solo si me prometes, que todos estos días que restan para el fin de semana, no te masturbas, quiero que llegues acumulado de leche para mí”, escuché eso y me sentí un poco incómodo, pero a la vez caliente imaginando a mi mujer con este adolecente.

Esos 5 días pasaron bien lentos, no hablamos del tema, sino hasta el viernes en la noche, yo tenía muchas ganas de coger, llevaba horas con una tremenda erección, la sorpresa fue que Isabel, me tocó, me masturbo bien rico, me cogió el pene y comenzó un movimiento lento hasta la base, luego unos jalones rápidos, yo comencé a acariciar su barriga y luego pase a su pubis, pero me detuvo en ese momento, "no mi amor, estoy guardando todo esto para mi encuentro con Sebastián… Me dio un rico beso, con su boquita bien abierta y con su dedo pulgar desparramaba mi liquido preseminal por la cabeza de mi pene", no pude decir mucho, solo conformarme con su mano. Y entre susurros pregunta ¿Que vas hacer mañana?

Con mi pene en su mano, y moviéndolo suavemente, se me acercó a la cara y me susurro “sabes, quiero imaginar que es mi primera vez, que quizás eres tú y yo, nuestro primer encuentro, quiero imaginar eso.” ¿Y te calienta esa idea? Pregunté. Más bien me pone ansiosa, no sé cómo será este chico, y tú estarás mirando, y bueno todas esas cosas, todas las veces que me he masturbado pensando que este niño me coge, no lo sé, tengo un poco de ansiedad.” Me contestó. La bese, y nos acurrucamos, disfrútalo le dije, siente lo que quieras sentir, no te límites.

Llego el día sábado, y las 17:00 horas, la hora de la cita, Isabel, recién se había bañado, depilado un poco su vagina, pero aún se dejaba un rico triángulo que ocultaba una vagina deliciosa, se puso un rico perfume, y ahí estaba frente a mí poniendo sus pantaletas color palo rosa, se veía muy rica, un culito redondo, exquisito, sus pechos pequeños de pezones parados, su cuerpo bien proporcionado, me encanta mi mujer.

Yo estaba atento, pegado a la ventana, para cuando llegara Sebastián, de pronto lo vi caminando como a 30 metros de nuestra casa. Amor, ya llego, aceleradamente me acerque a ella, la cogí de las caderas y nos dimos un rico beso, termina de vestirte amor, no quiero que ese pendejo te encuentre desnuda. “Disfruta al chico, vuélvelo loco”. Eso haré amor me dice Isabel, con una hermosa sonrisa.

Rápidamente baje las escaleras y esperé a que tocara la puerta. Toco el timbre y espere unos minutos, volvió a tocar y abrí, “Hola Sebastián, cómo estás?”. Jajaja la cara de este pobre muchacho, quedó pálido, no sabía qué responderme, realmente pasmado, él pensó que estaría Isabel sola. “Pasa, pasa, y tranquilo” le dije mientras lo empujaba a la casa. “Deja tu bolso acá en el living Sebastián”. Ya, fue lo único que pudo responder.

D: “Tranquilo hombre, ya llevamos rato conversando y coqueteando con mi mujer, está todo bien”. Sebastián mide como 1.85 un poquito más alto que yo, contextura delgada pero bien tonificando, de camisa apretada, jeans y zapatillas. Tez mulata, un moreno claro. Se veía bien, saludable y simpático. “Vamos a saludar a Isabel”, le dije mientras lo encaminaba al segundo piso.

Llegamos arriba, Isabel estaba terminando de arreglar su pelo, se veía maravillosa, una exquisita mujer, de 1.70 de altura, contextura media (62 kl), buenas caderas, un trasero paradito, ricos pechos, pequeños pero ricos, labios levemente pintados de un color rosa, carnosos. Black Jeans, zapatos de tacón y una blusa blanca con ciertos calados que dejan ver piel y sostenes, una mujer elegante y sensual.

D: Amor te presento a Sebastián.

S: Hola Isabel, cómo estás?, respondió Sebastián. Se nota que tenía confianza con mi mujer, ya le salió un poco más la voz.

I: Hola, que rico conocerte, Seba. Respondió Isabel mientras se acercaba y daba un beso en la cara.

I: “Oye eres más alto de lo que pensaba. Te ves súper guapo así.”

Decía Isabel, mientras. Coqueteaba y le cogió una mano, acariciando sus dedos. Mi mujer definitivamente estaba decidida a tener un romance sexual con este chico.

S: gracias Isa, tú igual te vez increíble. Muy linda.

I: Gracias. – respondió con una sonrisa Isabel-. Oye me gustaría mostrarte nuestra casa, para que te sientas más en confianza y sepas dónde vas a vivir los próximos 3 días. – dijo Isabel mientras cogía del brazo a Sebastián.

Debo reconocer que me dieron celos, y ganas de mandar todo al carajo, pero respire profundo y pensé en los deseos de mi mujer. Además que igual me excita mucho la idea. Tome fuerzas y con una sonrisa dije:

D: Vayan. Mientras yo me cambio ropa – dije animándonos a entrar en confianza-. Entre al baño, mientras Isabel mostraba la casa contando detalles, y riendo. Yo muy atento a que conversaban. Ellos hablaban cualquier cosa para romper el hielo. Isabel le preguntaba si ya había cenado, entre otras trivialidades.

S: ¿y tú marido ya no va a salir?

I: No, finalmente decidimos que se quede acá, pero tú tranquilo, que tú duermes conmigo, él dormirá en otra habitación”.

S: ¿En serio? Pregunta asustado y asombrado Sebastián.

I: “Si, tranquilo. Lo pasaremos genial”. Dice Isabel bajando la importancia de la conversación.

Continuaron su recorrido por el segundo piso. Yo me metí rápido a la ducha, no quería estar molesto en sus juegos, pero tampoco me quería perder nada, esto era una película porno en vivo, en mi casa y con mi mujer de protagonista. Imaginen, estaba ansioso, muy ansioso.

Termine mi ducha, me vestí rápido, camisa, jeans, zapatos, perfume, tenía que estar a la altura de la situación. Salí del baño y no escuchaba nada. Me asomé por la ventana y los vi en el patio conversando, entre la luz tenue del patio, Sebastián se escucha mucho más en confianza. Riendo y coqueteando a Isabel, de pronto se cojean de la mano, y entre penumbras pude ver uno o dos roses de su cara, no pude distinguir si se besaron o no, parecían novios en su primer día. No quise interrumpir, y los observé discretos, recorrieron el patio conversando, riendo, y una que otra caricia. Me gustaba ver a mi mujer, así de sexy y feliz.

Entraron a la casa, Sebastián, ya hablaba en un tono normal, se escuchaban sus preguntas ¿oye y hace cuanto estás con David? Isabel, respondía hace un buen tiempo, casi 10 años, nos llevamos excelente. A qué bien, responde Sebastián.

I: Y tú, ¿cumpliste tu promesa? Preguntó Isabel.

S: ¿Cuál? Dijo Sebastián haciéndose el desentendido.

Yo baje lentamente las escaleras, estaban en el living ambos de pie, Isabel frente a él. En el mismo lugar donde hace semanas atrás la encontré masturbándose desenfrenada. Abrí la puerta muy suave, para no Interrumpir y poder escuchar.

I: ¿Recuerdas que el trato era que no te masturbaras? Pregunta Isabel, mientras toma las manos de Sebastián y las lleva a tocar su miembro. Sebastián le responde con un beso, un besote, el primero que se daban en persona. Isabel un poco empinada sobre sus pies, con una mano en el miembro de Sebastián, y este cogiéndola de la nuca, besándose muy caliente. Se notaba que lo disfrutaban, la respiración de Isabel estaba agitada, casi jadeante. Y Sebastián, disfrutando la cogida de verga que le estaba dando mi mujer. Se escucha como sus lenguas se enredaban, buscando al otro.

I: Qué inmensa herramienta tienes niño. – Dice Isabel mientras mete una mano en el jeans de Sebastián y lo comienza a masturbar – Sebastián solo cierra sus ojos y jadea, disfrutando el roce de mi mujer, mientras le acariciaba los pechos.

Pasaron unos minutos, entre roses y besos, hasta que mi mujer sacó su mano de entre los pantalones de Sebastián.

I: Siente tu aroma. Dice Isabel, mientras aproxima su mano, humedecida de líquido preseminal a la cara de Sebastián.

El muchacho huele sus líquidos y susurra "¿Te gustan?". Mi mujer, sin decir nada lleva la mano a su boca y comienza a lamer sus dedos. "Que rico tus líquidos. Me encanta el aroma, me pone muy caliente". Dice Isabel mientras sonríe y se unen en un apasionado beso.

Sebastián se estaba dando un festín, tenía a mi mujer tomada de la nuca, besándola muy profundo, mientras le manoseaba los glúteos. Poco a poco se estaban arrimando y comenzando un juego de movimientos, donde claramente Sebastián rosaba su pene contra mi amada esposa.

Isabel dejó expuesto su cuello invitando a Sebastián a besarla, "tócame los pechos" alcance a escuchar. Y el joven obediente, comenzó a meter sus manos por debajo de la blusa, masajeando las tetitas de Isabel, pero incluso fue más allá, le quitó el sostén y la invitó a ponerse de espalda contra él.

Isabel, debe haber estado a mil, pude ver sus pezones muy duros, empujando esa delgada blusa y contorneando su exquisito culo contra una verga adolecente, gorda y lista para cogerla.

I: Seba, que rico estás pendejo, quiero que me roses la vagina, con tus manos, con tus dedos. – Ordena Isabel, mientras desabrochaba sus jeans y dejaba ver esas ricas pantaletas rosadas.

S: ¿me imaginabas así? Pregunta Sebastián.

I: Si, eres como te imaginaba, solo que un poco más grande -Responde Isabel, con una voz sensual, caliente, lista para recibir unas buenas clavadas. –

Sebastián estaba acariciando el pubis, mientras Isabel se movía hacia adelante y atrás, los quejidos que se le escapan ya sin ningún pudor, producto de los roces y golpecitos que da Sebastián sobre su clítoris-.

A mi mujer le encanta que la masturben, le gusta sentir la mano primero sobre el jeans, luego sobre sus calzones y por último directo sobre la piel, la yema de los dedos, sobre el clítoris es un orgasmo seguro. Y Sebastián le está dando justo lo que más le gusta, así que imaginen como estaba de caliente.

I: ¿y yo soy como imaginaste? ¿Te Caliento?- preguntó mi mujer mientras movía sus caderas, con las piernas entre abiertas.

S: Eres maravillosa, una verdadera MILF. ¿Sientes como tengo mi verga? dice Sebastián.

I: si, ¿cómo no sentirla? – responde Isabel –

S: Entonces que crees, ¿me gustas?

I: Lindo, creo que sí.

S: estás muy rica. Eres exquisita. Que privilegiado tu marido, que te puede culear cuando quiere.

I: Seba bésame. Y sigue tocándome.

Sebastián rozaba los muslos de mi mujer y pasaba ambas manos sobre su pubis. Yo frente a ellos, detrás de la puerta, pude ver las ricas pantaletas transparentes de mi mujer, y los dedos de Sebastián siguiendo instrucciones y dando placer. Isabel estaba muy caliente, de espalda a Sebastián, buscando sus bocas y cuando se encontraban sus lenguas se enredaban como dos amantes en pleno clímax. Se podía ver que Sebastián, ya no aguantaba más, estaba solo con bóxer empujando la verga sobre la cola de mi mujer.

I: sigue tocándome así. Está muy rico. Tócame los pechos. – le pide mi esposa, mientras toma de los muslos a Sebastián, para que no se le escape y le siga empujando con el pene.-

S: ¿esta noche duermo contigo? Pregunta Sebastián.

I: ¿eso quieres? Responde Isabel, entre jadeos.

S: Si, quiero estar contigo, ojalá dentro tuyo. Si es que tu marido nos deja, claro.

I: Loquito. Tendrás todo lo que quieres. Y mi marido, no te preocupes, que le encanta la idea. Pero sabes, ahora solo quiero que me sigas tocando, tengo un orgasmo bien rico y quiero que tú me lo saques.

Sebastián entendió la orden, y volteo a Isabel.

La tomó de la cara y el beso apasionadamente. Isabel, rápidamente, metió sus manos dentro de los boxes de Sebastián y los deslizó para dejarlo desnudo.

Yo no lo podía creer, nunca había visto un pene tan grande, deben ser 24 cm fácilmente, duros, gruesos y listos para hacer vivir a mi mujer una experiencia increíble.

No sé qué pasaría por la cabeza de Isabel, de seguro se le hacía agua la boca o la entre piernas. Pero cogió esos grandes huevos y comenzó a acariciar a Sebastián, desde los huevos hasta la cabeza de ese enorme pene.

Se separaron por un momento, Isabel fue a buscar unas pieles decorativas al sillón, las tiró en el suelo y se recostó de espalda sobre ellas.

Sebastián completamente desnudo y erecto, se arrodillo a la altura de la cabeza de Isabel, y comenzó a rozar la verga sobre la cara de mi mujer. Isabel sin mucho preámbulo, se lanzó a disfrutar, comenzó pasando la lengua desde los testículos hasta la punta de su verga y luego se metió al menos la mitad de esa vergota en la boca mientras lo cogía de los glúteos. Le dio un par de mamadas bien profundas. Sebastián, con los ojos cerrados disfrutaba tremenda mamada que le estaban dando.

I: Amor, vuelve a masturbarme, no sabes cuánto me gusta eso. – Dijo Isabel-

Sebastián obedeció de inmediato y se recostó al lado, para comenzar a masturbar sobre las pantaletas. Isabel, levanta sus glúteos y se mete una pierna de Sebastián bajo sus glúteos. Chúpame los pechos, ordena Isabel. Sebastián como un esclavo, abrió la blusa y comenzó a chupar una de sus tetitas, los pezones de mi mujer estaban muy erectos, y disfrutando los lengüetazos de su muchacho.

S: ¿Te gusta esto Isa?

I: "Me encanta". Responde con voz desesperada Isabel, mientras contoneaba todo su cuerpo recibiendo placer. "Bájame el calzón y tócame rapidito". Dice Isabel, mientras se comienza a bajar las pantaletas, hasta la mitad de sus piernas.

Sebastián, con su poca experiencia pero con muchas ganas, masturbaba rápidamente a mi mujer, quien le pedía "más rápido. Sigue así, no pares, chúpame las tetas." El muchacho dio lo mejor de sí, masturbando directo sobre el clítoris de mi mujer y dando lengua rápidamente sobre sus pezones. A los pocos segundos, comenzó un gran orgasmo con gemidos que de seguro nuestros vecinos escucharon. Isabel apretaba sus piernas y con las manos se agarraba las tetas. Le dieron 4 o 5 espasmos, acompañado de gemidos y tiritones.

I: Entra! Entra ahora. Culéame. -dice Isabel entre sonrisas, espasmos y jadeos.

Sebastián, se incorpora rápidamente, Y se pone frente a mi mujer, le abre las piernas y acomoda su vergota en la entrada. Isabel lo besa. Sebastián comienza a empujar su pene.

S: oooh Que rica estas mujer. Tu vagina está muy caliente. – dice Sebastián mientras gime y empuja su verga poco a poco dentro de mi linda esposa.

I: ¿Te gusta?, pregunta Isabel comparado de un quijo entre placer y dolor. “A mí me encanta tu verga. Siento que me llena por completo, nunca había sentido este amor”. Concluye Isabel mientras abraza con sus piernas a Sebastián.

Sebastián, penetrando centímetro a centímetro, hasta que por fin entro por completo. Se quedó quieto un momento. Y se puso en una posición más erguido. Isabel pone sus piernas al costado de Sebastián, apoyada en el piso, y eleva su cadera. Yo sentía la respiración de mi mujer, quien levantaba sus caderas, se arqueaba y contorneaba, recorriendo el pene de su macho. Este solo la tenía cogida de las caderas. Estuvieron así algunos minutos.

Sebastián la toma firme de las caderas, y comienza a dar unas estocadas lentas pero muy firmes, fuertes y profundas. Con cada una mi mujer soltaba quejidos de placer.

I: Culéame seba. Más rápido mi amor. Decía Isabel. Mientras acariciaba sus pechos. Y recibe una penetración muy rápida de Sebastián.

S: ooooh!!! Ya no aguanto más.

I: Lléname de tu leche corazón. Déjame todo tu semen dentro de mi vagina. Responde mi mujer mientras mueve sus caderas como una perra, enterrándose semejante verga.

Sebastián no dura más de un minuto y descarga al menos dos espasmos de semen dentro de la vagina de mi esposa, un tercer espasmo sobre su vientre y el último sobre la cara, de mi mujer. Quien sin ningún pudor y para mi asombro abre la boca y sigue chupando el pene lleno se semen y fluidos. Estaba realmente como una perra, deseosa de más verga.

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